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viernes, 22 de abril de 2016

Para los familiares de los afanados por Dios

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Yo defino a un “afanado por Dios” como aquella persona que comienza a dedicar parte de su tiempo a una búsqueda o a un refinamiento de su relación con Dios. Es una persona en un verdadero camino de crecimiento espiritual.

Y lo defino como “afán” porque no me refiero a aquellas personas que lo hacen a su propio ritmo, cuando tengan tiempo o cuando no tengan nada mejor qué hacer.

Esta calidad de personas afanadas por Dios es muy difícil de conseguir; si bien es ideal porque nunca se han logrado grandes cosas dedicándoles solo un tiempo o un esfuerzo residual. Y esto es conocido por todos.

En estos casos, uno sabe lo difícil que es un verdadero crecimiento espiritual. Recorrerlo significa dejar un estilo de vida probablemente ciento por ciento terrenal/humano (físico, mental, emocional y energético) para comenzar a crear un porcentaje de esa vida con aspectos espirituales en cuanto a: pensar, actuar y forma de ver la vida.

Pero lo difícil está en que este estilo de vida espiritual no es compartido (ni compatible) con el estilo de vida terrenal/humano que se lleva en nuestras sociedades occidentales; y lograr ser espirituales en un ambiente que te obliga a ser terrenal para no ser rechazado, es muy complicado.

Es por esto por lo que la mayoría de las personas que comienzan un verdadero camino de crecimiento espiritual sucumben; y vuelven a su realidad que una vez pretendían mejorar con su espíritu. Triste pero cierto.


¿Y qué sucede a su alrededor?

Pero esta no es toda la historia. Porque una cosa es lo difícil que lo pasa un discípulo espiritual tratando de ver como congenia su parte humana y su parte espiritual sin morir en el intento; y otra igual de complicada es lo que vive la familia y cercanos de dicha persona.

Por supuesto que este escrito fuera innecesario si toda la familia estuviera involucrada en una intención viva de llegar a Dios, como motivación primaria de la misma existencia. Pero tristemente lo planteo para la mayoría de los casos donde esto no aplica.

Por experiencia frecuente sé que muchas veces los esposos, las esposas, los hijos, las parejas, los amigos; ejercen tanta presión a los que intentan crecer espiritualmente, que terminan siendo ellos el motivo real de que alguien desista del esfuerzo de cultivar su relación con Dios. Y lo digo de esta forma; porque más allá de ser una victoria el haberlo sacado de “ese mundillo espiritual”, es un hecho triste haber castrado en alguien la necesidad de Dios.

Pero no defino aquí ni a culpables ni a víctimas. La familia y  los cercanos pueden comenzar a sentir “alertas” o “preocupaciones legítimas” cuando una persona cercana comienza a modificar la forma en la cual vivían con ellos.

Y estas “alertas” no hay que descartarlas de entrada. Hay muchos grupos humanos con “filosofías extrañas” que dicen ser de crecimiento espiritual. Muchas veces estos grupos no son solo que no logran cambiar el estilo de vida de una persona hacia mejor; sino que buscan romper con su realidad humana. El caso extremo de estos grupos son las sectas.

En una secta se adoctrina a sus seguidores para renegar o menospreciar su realidad humana/terrenal hasta el punto de agredirla activamente; de esta forma, crean un vacío e invitan a vivir una “fantasía espiritual” que nunca lleva a nada bueno.

Por el contrario; un verdadero enfoque de crecimiento espiritual, impulsa al discípulo a honrar a su realidad humana/terrenal (familia/parejas/economía/salud física) y a perfeccionarla en función de los atributos espirituales que se vayan cultivando en su camino de crecimiento espiritual.

Y es allí el punto difícil que nombraba anteriormente: ¿cómo usar eso que se aprende desde el espíritu en una estructura familiar y social incompatible con lo espiritual?


Pero cuidado: dependencias no sanas

Pero aun cuando los familiares y cercanos pueden darse cuenta que su ser querido no está en “nada raro ni peligroso”; aun así se pueden presentar molestias y hay que estar atentos a posibles quiebres; que si bien no son deseados pueden ocurrir.

Posiblemente cuando alguien se decida a dedicarse al espíritu (no me refiero a ir a misa o a rezar el Santo Rosario) era porque nunca lo había hecho con seriedad; y cuando se asume correctamente, por supuesto que va a exigir de un tiempo que antes se estaba dedicando a otras actividades.

Entonces se comienzan a crear algunas perturbaciones alrededor de esa persona que antes dedicaba TODA su vida a su esposo, a su esposa, a su trabajo, a sus hijos, a sus hermanas y hermanos, a sus amistades; y muy poco o casi nada a sí misma. Lamento decir que esta forma de vivir no es nada sana.

Suele ocurrir en ocasiones, que la familia se reciente porque la persona descubrió que hay algo que le llama la atención y comienza a dedicarle parte de SU TIEMPO a eso. El problema aquí no es el crecimiento espiritual; el problema es la dinámica familiar inapropiada.

De la misma forma sucede cuando la familia depende (hasta lo absurdo) de una persona; y esa persona comienza a utilizar de SU TIEMPO en cuestiones de crecimiento espiritual. Atención, el problema no es Dios, ni el grupo, ni el maestro; el problema nuevamente es la dinámica familiar.

Ni se diga cuando los esposos, esposas, parejas o incluso hijos y hermanos, acostumbraban a  tener el control de su compañero, compañera, padre o madre. Cuando él o ella comienza a interesarse por “esas cosas espirituales”, el culpable no es Dios, ni el grupo, ni el maestro. Si esa persona se sincerara diría muy bien quién tiene la culpa.

Y un punto muy frecuente es cuando esa persona en camino hacia Dios, descubre que puede experimentar un bienestar (e incluso una felicidad) que ni su familia imaginaba pudiera hacerlo.

Pero, por ejemplo, cuando un hombre descubre que su pareja está comenzando a sentir “extrañamente” mayor felicidad de la que ella había podido sentir con él… ¡uf!

Por supuesto que son tipos y grados de bienestar o felicidad diferentes a lo humano/terrenal. Lo que llega a sentir una persona desde su espíritu no es bienestar de pareja; ni siquiera de cariño especial; sino que es algo que se siente desde el propio espíritu y que se debería experimentar desde allí  para saber que no es en absoluto peligroso.

A esos hombres “celosos de bienestar”, yo les aconsejo que estén precavidos; a ninguna mujer le gusta estar con un hombre celoso que cree que ella lo va a engañar en cualquier momento y con cualquiera. Y créanme que es mejor descubrir un bienestar mayor con Dios, con lo espiritual, que con otro hombre; no tensen la cuerda. Lo equivalente para las mujeres.

¿Los hijos? Si ya están “grandecitos” y pueden cumplir con sus responsabilidades; denle espacio a papá o a mamá para que desarrollen esta área espiritual. Todo hijo e hija sabe que es mejor tener a papá y a mamá contentos y sintiéndose útiles, que frustrados contra el mundo.


Qué espera un discípulo de su familia

Pero en toda relación humana, siempre debe haber negociación. El discípulo moderno sabe que debe honrar su terrenalidad y llevarla lo mejor posible con todas sus herramientas. Si se es un buen discípulo, de eso no hay duda.

Pero el discípulo espera que le comprendan. Se ha despertado en él un interés particular hacia Dios que no es ni malo ni peligroso; y que para colmo, va más allá de todo entendimiento y necesidad humana. Muchas veces para él mismo es increíble.

Él entiende la preocupación que puede producir en sus familiares (de hecho es un tema a considerar en crecimiento espiritual); pero sobre todo espera que le ayuden a dinamizar sus relaciones familiares para poder tener una relación ganar-ganar con todos.

El discípulo, aún sin saberlo, está haciendo únicamente lo que debe hacer; y si nos decimos cristianos (católicos, evangélicos, ortodoxos, luteranos, etc.) deberíamos estar felices por él. Cito:

Lucas 10:25-28
Reina-Valera 1960 (RVR1960)

25 Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?

26 Él (Jesús) le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?

27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.

28 Y (Jesús) le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás (tendrás vida eterna).

Se entiende entonces porqué el Crecimiento Espiritual es tan exigente. El mismo Jesús dijo que se debe tratar de amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todo el esfuerzo y con toda la dedicación posible.


Pero todo buen discípulo espiritual sabe que amar a Dios sobre todas las cosas no significa dejar de amar a los demás. Sino que además de amar a Dios, debe amar a su prójimo; a su familia; a sus cercanos; amigos; a todos; como a sí mismo.

¿Te parece sencilla la tarea?

¿Entiendes ahora por qué muchas veces las personas que están en crecimiento espiritual tratan compulsivamente de convencer a sus familiares a que también se involucren en lo que a ellos les está dando bienestar? Eso es parte de “amar a tu prójimo como a ti mismo”; invitarlos al bienestar que tú mismo estás logrando.

Pero bueno, esto último es harina de otro costal; generalmente es esfuerzo infructuoso.


Cómo debe actuar la familia

El cómo debe actuar la familia con algunos de sus miembros en crecimiento espiritual depende mucho de la familia. No puedo dar recomendaciones puntuales, pero sí algunas generales:

  1. Lo principal y más importante es no juzgar, desde la rabia ni desde sus miedos e inseguridades, el proceso que lleva la persona. Nunca desacrediten, ni minimicen el esfuerzo ni las actividades que hace la persona en crecimiento espiritual. Esposos y novios: pueden estar poniendo en bandeja de plata una decisión que su pareja no había querido tomar. “Guerra avisada no mata soldado”
  2. Nunca infantilicen o se burlen de la necesidad de llegar a Dios que su familiar esté sintiendo. Realmente esa persona ha encontrado que Dios es un asunto muy importante.
  3. Involúcrense (aunque sea tímidamente) en el crecimiento espiritual de su ser querido para que sientan en carne propia este mundo y lo comprendan. Claro, siempre que de verdad sea “un ser querido”.
  4. Conversen con ellos, lean un poco de lo que ellos lean, compartan cada uno el mundo del otro; sin burlas, sin menosprecio.
  5. Conozcan a otras personas, parejas y familias del grupo, para que suelten la aprensión.


Beneficios hacia la familia

Pero tampoco quiero llegar hasta aquí planteando la idea de “pobrecito aquel que está intentando crecer espiritualmente” y por eso hay que hacerle el mundo fácil; a pesar de las incomodidades de la familia.

Mi mamá siempre me refería que en la Europa de hace pocas décadas (Italia específicamente), lugar donde la parte espiritual y religiosa aún eran importantes, se decía que cualquier familia se sentía bendecida si alguien parte de ella se dedicaba a Dios (sacerdote, monje, monja, etc.)

Más allá de considerar esta creencia popular como absurda y conveniente para la época; tiene todo el fundamento espiritual y místico real.

Estamos hablando del “karma familiar”; de “eso” que puede producir situaciones realmente desafortunadas para cualquiera de los integrantes de una misma familia. Desde una simple “mala suerte” hasta tragedias completas.

¿Cómo ayuda a la familia?

El crecimiento espiritual de una persona, se puede ver como el camino que lo lleva a la “vida eterna”, al Cielo. Pero se entra en el Cielo una vez que no se tenga pecado; es decir,        que se hayan limpiado todos los karmas.

Por lo tanto, el proceso de crecer espiritualmente tiene como trasfondo para un discípulo limpiar los karmas; y esto es lo que hace un discípulo dentro de un escenario espiritual con su maestro espiritual.

Pero un discípulo, con su trabajo de llegar a Dios ¿cuál karma limpia?; ¿acaso únicamente el karma personal? Pues no solo el karma que se podría considerar “personal”, sino que además limpia el “karma de la familia”.

Cuando alguien con mucho esfuerzo personal se afana por afinar su relación con Dios, convierte su vida en un estilo de vida “kármicamente amigable”. Estoy quiere decir que no solo limpia su karma (personal y familiar) sino que no ensucia más.

La familia entonces sale favorecida sin mover un dedo; con el solo hecho de “dejar hacer” o apoyar (en el mejor de los casos) a aquel que está afanado con Dios. Y el beneficio llega a las parejas; a los hijos; a los padres y hermanos; a los nietos; y generaciones sucesivas.

¿Mentira? Pues tú y tus hijos se lo pierden.


La norma siempre será…

Y nuestra normal interna siempre seguirá siendo: “construir (nuestra espiritualidad) sin destruir (nuestra terrenalidad)”.


Si amas a esa persona que está intentando acercarse un poco a Dios con su esfuerzo diario, ayúdala; no se lo niegues; por el contrario, permíteselo, anímala. Créeme que la sola tarea sin presiones externas es suficientemente dura. Dios te lo agradecerá infinitamente.

Pero claro, prefiero terminar todo bonito hasta aquí. Porque podríamos imaginar qué sucedería si llegas a entorpecer el camino de alguien que está buscando a Dios.

Lucas 17:1-2
Nueva Versión Internacional (NVI)

Luego dijo Jesús a sus discípulos:
—Los tropiezos son inevitables, pero ¡ay de aquel que los ocasiona!
Más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino atada al cuello, que servir de tropiezo a uno solo de estos pequeños (que se están intentando acercar a mí).


Dios te bendiga.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: día 112 A.S. (21abril2016)
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777

Palabras-claves  espíritu crecimiento espiritual, karma familiar, pecado, maestro espiritual camino, Jesús

domingo, 10 de abril de 2016

¿Por qué ser espiritual ante los problemas?

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Permítanme comenzar  con una imagen.

“Una persona está en un chiquero (establo donde se crían los cerdos); y se cae y queda tumbado en el lodazal (terreno lleno de lodo). Allí comienza a ensuciarse la ropa que tanto aprecia y su propia piel.

Desde la molestia, la rabia o la simple preocupación busca levantarse; además del sucio hay un peligro inminente de que los cerdos se vengan contra él.

Pero lo primero que hace es comenzar a patalear y a dar manotazos, para intentar levantarse y defenderse, asustando a los mismos cerdos.

¿Resultado? Pues termina mucho más sucio, mucho más golpeado y con peligro de que los cerdos se asusten y lo maltraten.”

Generalmente esta es la forma más común, más “humana”, de actuar ante los problemas. Explico la metáfora.

Un “chiquero” representa una situación de vida en el que se está involucrado y la cual trae mucho malestar. Es algo donde no se quisiera estar o la cual se quisiera superar o “arreglar”.

Los “cerdos” pueden representar a los otros actores involucrados en la situación (sin querer insinuar que esa persona no se vea desde afuera como uno de los mismos cerdos).


Cuando observamos un problema desde la óptica terapéutica o de sanación, este siempre está asociado con una situación desafortunada que tiene su origen en nuestros planos “humanos” o terrenales.

Cuando hablo de planos humanos o terrenales, me refiero a nuestra parte física, mental, emocional e incluso energética.

  • Un problema puede surgir por un impacto negativo en nuestras partes más físicas (enfermedades, problemas económicos, accidentes; por ejemplo).
  • Un problema puede tener su origen en un mal manejo de nuestra parte mental/cognitiva (frustraciones, engaños, condicionamientos patológicos; por ejemplo)
  • Un problema puede surgir en un ámbito emocional mal llevado (celos, rencores, rabias, odios, inseguridades; por ejemplo)
  • Un problema puede nacer incluso desde nuestra parte energética (inmadurez, inoperancia o condicionamientos de nuestro centros energéticos y/o de sus dinámicas; por ejemplo)

La mayoría de los problemas que podamos sufrir tiene su origen en nuestro Ser terrenal (alguna combinación de los aspectos terrenales anteriores). Pero más allá de ser el origen, la mayoría de las veces esas mismas actitudes humanas son las que sostienen o perpetúan el problema.

Un pequeño ejemplo. Llegamos a un problema grave por un mal manejo de las relaciones humanas (aspecto terrenal) y nos mantenemos allí por la misma incapacidad humana de interactuar con los otros, lo que nos llevó al problema. Pero para colmo; tratamos de resolver el problema con la misma interacción que nunca hemos sabido manejar.

Estar en el “lodazal” significa tener a nuestra humanidad embarrada; mientras que  “patalear y dar manotazos” tratando de salir, significa intentar recuperarnos con lo mismo que nos llevó a problema; con esa humanidad sumida en el barro y que no supimos manejar.

Si tuviéramos actitudes humanas capaces de ayudarnos a salir de algún problema; con toda seguridad no hubiéramos llegado a dicho problema.

Pero nos engañamos. “Metemos la pata” y con esa misma “pata” creemos que vamos a salir del problema. La prueba es que en el intento de arreglarlo, muchas veces el problema comienza a empeorar y termina en fracaso.


Nuestro “yo” espiritual.

Pero es aquí donde deberíamos recordar que no somos únicamente seres humanos. Si nuestro “yo” humano la embarra; siempre podemos apelar a nuestro “yo” espiritual.

Si volvemos a analizar el origen de cualquier, encontramos que el aspecto realmente espiritual NUNCA ESTÁ involucrado como el origen del problema. La carencia espiritual, sí.

Así que mientras nuestra humanidad está en medio del chiquero, revolcándose en lo peor del lodo; es muy útil recordar que tenemos una parte de nosotros mismos que está limpia, pulcra y dispuesta a ayudarnos a salir.

Esa, nuestra parte espiritual, tiene actitudes que no causan problemas; sino que por el contrario pueden sacarnos de ellos. Estos son los que llamamos los dones espirituales.

Si en medio del lodazal, pudiéramos utilizar esa parte nuestra que no estuvo involucrada en el origen del problema y que además pudiera sustraernos de él; pues encontraríamos la forma de salir a flote.


Cómo uso mi “yo” espiritual.

Pero aquí comienza el problema. En medio del desastre, cuando optamos por probar eso de “ser espiritual” a ver si nos ayuda; asumimos que es un botón que tenemos que apretar o unas oraciones que debemos repetir.

Si queremos utilizar a nuestra parte espiritual para levantarnos del piso y salir con nuestros propios pies del chiquero, es inteligente ver a ese espíritu como un músculo.

Un músculo, para que haga un trabajo útil, para que nos sirva para algo, debe tener un tamaño apropiado, una tonicidad correcta y una fuerza suficiente.

Si ese músculo espiritual nunca se había utilizado antes; con mucha seguridad estará débil, inútil y quién sabe si atrofiado.

¿Acaso un músculo sin tamaño, ni tonicidad, ni la fuerza necesaria nos puede ayudar a levantarnos y andar? ¿Acaso un músculo espiritual que nunca haya sido efectivamente ejercitado lo podremos utilizar de la noche a la mañana? No. No.


Fortalecimiento de nuestro músculo espiritual.

La idea entonces apunta a ir preparando nuestro músculo espiritual para cuando lo necesitemos; no esperar necesitarlo para darnos cuenta que no nos sirve.

Si es un músculo, debemos someterlo a ejercicio. Pero no a cualquier ejercicio; si lo hacemos de forma incorrecta podemos incluso dañarlo, junto a sus estructuras circundantes (tendones, ligamentos, etc.)

Si queremos fortalecerlo correctamente, lo mejor es un gimnasio donde haya un entrenador que te plantee un esquema de entrenamiento y al cual tú te sometas con compromiso y seriedad.

Pero tanto el gimnasio con el entrenador deben ser los apropiados. Y aquí está una nueva precaución.

Estamos hablando de un “músculo espiritual”. Es decir, que tanto las rutinas, como los aparatos, como el esfuerzo dentro del gimnasio deben ser espirituales.

Desafortunadamente, hay gimnasios “piratas” o “fraudulentos” que prometen un fortalecimiento espiritual y en realidad usan rutinas, aparatos y/o esfuerzos netamente humanos.

Ejemplifico. Recordamos que uno de nuestros aspectos humanos es nuestra mente. Existen entrenadores y gimnasios que venden la idea de que mientras más eruditos seamos en un área del conocimiento místico o esotérico; que cuantas más cosas podamos comprender desde nuestra inteligencia; que cuanto más sepamos de algo; entonces seremos más espirituales.

Otros en cambio ofrecen “pensamientos bonitos”,” visiones positivas de la vida”, repetición de “frases encantadoras” (todos pertenecientes a nuestro ámbito humano) y aseguran que están siendo espirituales; engañando a incautos.

Y unos más que venden “ilusiones con energías”, “visiones fantásticas”, “sensaciones y comunicaciones extraordinarias”, “luces celestiales”; y al verdadero músculo espiritual ni lo descubre.

Encontrar al entrenador y al gimnasio apropiado, no es cosa fácil; y detallarlo escapa del alcance de este escrito. Pero puedo dejar lineamientos básicos:

  • Ningún entrenador o gimnasio espiritual se van a centrar en tus capacidades humanas para crecer espiritualmente. No puede depender de tu inteligencia, de tu capacidad de raciocinio, de tu brillantez intelectual, de tu erudición, ni de tu memoria.
  • Ningún entrenador o gimnasio espiritual va a tener como meta que te sientas bien emocionalmente y que disfrutes de tu humanidad. El disfrute puede ser una consecuencia de tu crecimiento espiritual, pero nunca es algo por lo que se trabaje directamente.
  • Con ningún entrenador o en ningún gimnasio espiritual vas a poder anteponer tus asuntos terrenales o humanos al compromiso de ejercitarte espiritualmente. O te dedicas eso, o te sales. No hay medias tintas.

Pero en estos tres puntos me quedo corto; ya que faltarían unos cuantos más; y cada uno de ellos habría que desarrollarlo mucho.

Pero si al final logras el fortalecimiento de tu músculo espiritual (manifestar tu espíritu en tu día a día) este te podrá salvar de muchísimos “chiqueros terrenales” e incluso evitará que entres en ellos por tus propios pies.

No te recomiendo utilizar esa misma parte humana que te llevó al problema, para salir de él; desarrolla tu parte espiritual y utilízala, te servirá siempre mejor.


Dios te bendiga.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: día 101 A.S. (10abril2016)
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777

Palabras-claves  espíritu, problemas, crecimiento, espiritual, músculo, gimnasio

viernes, 1 de abril de 2016

Buscando ayuda de Dios

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Hoy en día (y en cualquier momento de crisis) se habla de esperanza, de fe, de empeño, de lucha, de trabajo arduo, de compromiso, de hermandad, de liderazgo, de diálogo y muchos otros términos más para salir de los problemas. Todas estas son todas propuestas a las que se les apuestan para salir adelante con vistas al futuro.

Pero nunca  nos detenemos a pensar en las razones por la cuales llegamos a esa crisis. Si llegamos a ella, no fue ni por casualidad y por obra del diablo.

Pero es mucho peor cuando comenzamos a buscar culpables. Cuidado. Una situación siempre es activada por responsabilidad de algunos individuos; pero si al resto de las personas no les tocara vivirla, pues estarían excluidos o no se verían afectados.

Las razones que nos llevan a vivir una situación difícil (en las que a lo mejor no tenemos “culpa terrenal”) no las vemos; o a lo mejor preferimos no verlas o  incluso las negamos. Y en un proceso de negación, negamos  cualquier responsabilidad humana y responsabilidad espiritual personal.


Tipos de responsabilidades

Se suele asumir que las situaciones suceden por la simple responsabilidad humana; por las cosas que hacemos mal a nivel terrenal es que suceden las cosas malas. Esta forma de pensamiento es limitante y triste.

Nosotros como seres espirituales “pecamos más de forma espiritual que de forma humana”.

No solo lo que hacemos o dejamos de hacer en nuestros roles de vida terrenal es lo que nos daña y lo que nos expone a escenarios rudos de vida. Nosotros tenemos mucho compromiso con nuestra realidad, el cual va más allá de nuestras acciones. Específicamente, nuestro compromiso principal entra en el campo de las actitudes de vida (formas de ver la vida) y de nuestras relaciones con los demás (sentimientos hacia los demás: estén presentes o lejanos, sean conocidos directos o por televisión).

Esta “forma de vivir” desde nuestra actitud (no desde nuestras acciones) y desde nuestros sentimientos (no desde nuestras intenciones) hacia los demás; forma parte de nuestra responsabilidad espiritual.


Lo que nos trajo hasta aquí

Acepto que en una crisis muchos de los que están sumergidos en ella no tengan “responsabilidad humana”. ¿Pero acaso es tan difícil asumir que podemos estar sufriéndola porque no cumplimos con nuestra “responsabilidad espiritual”? ¿Somos acaso tan soberbios? Así no se sale de ninguna crisis.

Podemos asumir que a pesar de sí haber cumplido con nuestra “responsabilidad espiritual” aun somos “castigados”. Si es así, debes estar considerando alguna de dos posibilidades: que Dios es “tremendo desgraciado” por permitirte vivir en una crisis así o que Dios es “tremendo pelele” por dejar que el diablo tome el dominio del mundo.

Yo no creo en ninguna de esas dos posibilidades; y sé que tu alma tampoco las cree. Entonces, debemos abrir la posibilidad de que hayamos “incumplido sin saber” a lo mejor con parta de nuestra “responsabilidad espiritual”.

“La ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento”, lo habrás escuchado; y esto aplica tanto en la Tierra como en el Cielo. Si incumplimos con algo sin conocerlo, igual sufriremos las consecuencias.


La “responsabilidad espiritual”

¿Acaso sabes cuáles son tus responsabilidades espirituales?

No te contestes de forma genérica del estilo de: “portarme bien”, “amar a Dios”, “ser bueno con los demás”. Cuando un fiscal de tránsito te va a poner una multa porque te pasaste un semáforo en rojo, tú no argumentas en tu defensa que eres buena gente con tu familia.

Si lo vemos desde nuestra doctrina espiritual altamente difundida, podemos sacar la bandera cristiana (solo como un ejemplo). ¿Sabes acaso cuál es tu responsabilidad espiritual como cristiano?

No repitas “los 10 mandamientos”, estos son los mandamientos dados por Moisés. Hablo de los mandamientos cristianos, los que el mismo Jesucristo te pidió seguir.

¿No lo sabes? Y ¿Cómo se puede asumir que cumples con tu “responsabilidad espiritual”?

No voy a hablar aquí de los lineamientos que el mismo Jesús nos dejó y que son la base de nuestra “responsabilidad espiritual”; lo he hecho en decenas de artículos y en infinidad de charlas durante. Pero de cualquier forma te recordaré algunos pocos de esos lineamientos:

-       Amar a tus enemigos - ¿lo haces?
-       Orar por lo que te ultrajan - ¿lo haces?
-       No juzgar - ¿lo haces?
-       Poner la otra mejilla - ¿lo haces?
-       No insultes a tu prójimo - ¿lo haces?

¿Aunque sea sabes cómo se pueden entender estos lineamientos hoy en día?

Y lineamientos como estos, hay por lo menos una docena más. Se debería revisar el Evangelio según San Mateo capítulos 5,6 y 7 y que alguien “claro” en Jesús, los explique.

Entonces la reflexión inicial: ¿hemos venido cumpliendo en el pasado reciente y continuo con nuestra “responsabilidad espiritual”, como para no merecer estar en una crisis?



Buscando la ayuda de Dios.

Pero en el fondo de cualquier crisis nunca falta la plegaria a Dios. Es difícil decir que es incorrecto hacerla, pero debemos sincerarnos en la posible efectividad que esta tenga.

Primero pregunto. Cuando acudimos a Dios, ¿estamos acudiendo a “algo terrenal limitado” o “algo espiritual todopoderoso”?

Esperando que la respuesta haya sido que estamos acudiendo a “algo espiritual todopoderoso”, cabe la otra pregunta: ¿hemos cumplido suficientemente con nuestra “responsabilidad espiritual” como para merecer alguna consideración especial de ese “algo espiritual todopoderoso”?

Dentro de la misma evasión que nombraba en párrafos anteriores, se sueñe argumentar que “Dios, dentro de su misericordia, perdona todo nuestros pecados” y por eso siempre nos ayuda. Bastaría remitirnos a las pruebas para desmentir esa frase; pero sigo.

Primero; parece que nuestros “pecados” fueran faltas de ortografía; que mientras haya buena intención, todo se tolera. Una cosa es escribir palabras incorrectas que aún se entienden y otra muy diferente es faltar a mandatos dados por el mismo Dios y herir así a otras personas sin siquiera darnos cuenta.

Segundo; que Dios sea misericordioso no quiere decir que sea alcahueta. Si algo debe corregirse o si necesitamos aprender a hacer algo bien para una próxima vez; ese mismo Dios misericordioso no nos va a perdonar las fallas, sino que nos va a dar TODAS las oportunidades para que nosotros tengamos la posibilidad de corregir y aprender, las veces que sean.

Eso es ser MISERICORDIOSO, no nos va a dejar “quemar en el fuego del infierno por toda la eternidad”, sino que va a ponernos exámenes tras exámenes para que, habiendo estudiado con ahínco, aprobemos y consigamos la paz.

He escuchado más de una oración pidiendo a la Virgen cosas del estilo, “líbranos de tal cosa en la cual nos tienen sumergidos esos desagraciados”… O personas deseando la destrucción de sus enemigos mientras le pide ayuda a Jesucristo… U otros pidiendo intercesión del Cielo sin cambiar sus propias actitudes antes la situación  Es como querer sanar una herida con un cuchillo infectado.

Reflexionemos un poco más. Dios envió a Jesucristo, su “único hijo”; y “lo hizo encargar” en el vientre santo de la Virgen María. Nuestra Madre lo parió, lo crió. Jesús predicó la palabra y NOS DIJO, con “pelos y señales”, cómo debíamos comportarnos para agradar a Dios Padre. Luego Jesús se sometió Él mismo a su muerte para demostrarnos que se podía llegar al Cielo con lo que Él venía enseñando. Lo consiguió y resucitó; y nos pidió que continuáramos con las enseñanzas.

Imaginemos ahora a la Virgen escuchando una plegaria de alguien que ni siquiera sabe o no se esfuerza lo suficiente en cumplir con lo que Su Hijo (entregado en la cruz) pidió expresamente. Muy efectiva no puede ser la plegaria.

Para pedirle ayuda a Dios; para lograr que esa parte espiritual nos ayude; debemos tener “méritos espirituales” y estos se obtienen cumpliendo nuestra “responsabilidad espiritual”


Apenas comienza…

He dejado muchísimo por decir en estas líneas. A estas alturas, posiblemente tengas más dudas que repuestas. Y es bueno que sea así, porque Dios requiere de nuestro esfuerzo sincero para que merezcamos sus bendiciones especiales.

He estado por años con esto, explicándolo, enseñándolo; aunque suene a publicidad te invito a involucrarte; lee mis escritos y carteles, asiste a las charlas, a los talleres, a todos los escenarios de enseñanza. Depende únicamente de ti.


Dios te bendiga.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: día 92 A.S. (01abril2016)
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777

Palabras-claves  responsabilidad humana, responsabilidad terrenal, responsabilidad espiritual, sermón del monte, mater 5,6 y 7, Jesucristo, misericordia, Dios, misericordioso.