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domingo, 17 de mayo de 2015

Ayúdame Dios

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Si hay algo de lo cual Dios siempre trata de asegurarse, es de esperar a que estemos listos para permitirnos avanzar de una situación a otra.

Si estando en una situación no logramos aprender para crecer y fortalecernos; y aun así buscamos avanzar, corremos el riesgo de estar peor. Y eso Dios lo sabe.

Si estamos en una situación difícil, es posible que Dios no nos promueva a nada mejor hasta que estemos preparados para el nuevo escenario. Siempre es muy sabio esperar que nuestros hijos aprendan a caminar solos antes de permitirles salir a jugar a la calle; o a que aprendan a leer antes de mandarlos a la universidad; o a que sean más diestros con las manos antes de darles un cuchillo para cortar la comida.

Solemos pensar como niños, que siempre nos merecemos cosas mejores; pero no terminamos de entender que cada derecho que nos mejore la vida, implica mayores responsabilidades a las que debemos estar preparados para honrar.

Es por eso por lo que no solo debemos pedirle a Dios que nos ayude a estar mejor; sino que antes debemos sanar, crecer, fortalecernos.

El hecho de que algunas situaciones difíciles en nuestra vida se extiendan en el tiempo; hace que muchas veces las veamos con nuestra mente infantil como una injusticia o castigo divino; o peor aún, como que Dios no existe.

Muchas veces el “Amor de Dios” se manifiesta de esta manera: manteniéndonos en una situación complicada de la cual no hemos aprendido nada. Es como si nos extendiera el tiempo de algún examen a libro abierto. Si no demostramos que hemos aprendido, no nos promoverá nadie; lo mejor que nos puede pasar es que nos repitan el examen una y otra vez.

Cada vez que te sientas en una situación de la cual no ves salida, aunque la reconozcas como merecida o no; debes esforzarte no solo en tratar de resolverla, sino que debes pensar sobre lo que Dios espera que tú aprendas de ella.

Namasté

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 06 de mayo del 2015
http://cartelesmaestros.blogspot.com/
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Palabras-claves: ayuda, dios, situaciones, difíciles, sanar, crecer, fortalecernos, examen, 

jueves, 14 de mayo de 2015

Para qué un crecimiento espiritual



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

A la hora de hacer algo correcto, las motivaciones que mueven a hacerlo salen sobrando. Cualquier argumento es bueno cuando se actúa correctamente; el fin es importante en este caso.

Y algo correcto, bueno y productivo que podemos hacer, es asumir de forma intencionada un crecimiento espiritual.

Hablo de asumir esta tarea de forma intencionada, porque la mayoría de las personas creen que están creciendo espiritualmente haciéndolo a su manera. Muchas sienten que solo es necesario dedicarse por su cuenta a una práctica personal de su religión o incluso establecer una relación con Dios condicionada a agradecer momentos buenos o solicitar asistencia cuando se está en apuros.

Pero en ese tipo de crecimiento espiritual “autodidacta” o “autogestionado”, suele haber: una carencia de formalidad; una falta de coherencia en la enseñanza; una ausencia de mecanismos de resolución de dudas o de evaluación; e incluso una carencia de compromiso. A la hora de la verdad nadie parece evaluar y los “exámenes”, si existe, no tienen fecha determinada, así que “se estudiará” cuando aparezcan en el horizonte. Generalmente solemos ser muy “tolerantes” con nuestras propias irresponsabilidades.

Pero a veces se encuentran personas que sí deciden darle la formalidad necesaria a este crecimiento espiritual.

Las formas y posibilidades de hacerlo pueden ser varias; y cada quien adoptará la suya según algunos factores personales. Pero sea cual sea la respuesta de ¿para qué o por qué se busca asumir un crecimiento espiritual?; vale como impulso inicial necesario para tan hermosa tarea.

Pero suele suceder lo mismo que un cohete que busca llegar a lo más alto del firmamento. El combustible que se tenga seguramente le ayudará a despegar. Pero dependerá de la calidad o de la cantidad del combustible, si llega muy alto escapando de la atmósfera; o si se queda a mitad del camino y se precipita a tierra.

De igual forma, el objetivo que mueve a alguien a crecer espiritual; puede ser tal que ayude a la persona a que su vuelo sea constante y ascendente; o que abandone el proceso en cualquier momento.

Posibles motivaciones frágiles

Entonces, hay motivaciones que si bien sirven para arrancar, se deben cambiar en pleno vuelo para que el impulso no decaiga. Si la motivación original incorrecta se mantiene, se abandonará la misión.

Por lo tanto, hay motivaciones buenas y no tan buenas para hacer del crecimiento espiritual una experiencia sostenida y provechosa; y que no sea un proceso compulsivo por urgencia y aplazable si surge algo mejor o “más urgente”.

Listaré algunas de las motivaciones más comunes y señalaré su peligro si es el caso:

  1. Resolución de problemas puntuales en el plano humano/terrenal. Este es el caso de problemas económicos; enfermedades físicas; dificultad en el manejo de situaciones de vida; experiencias emocionales difíciles; inconformidad con la realidad actual; búsqueda de nuevas “respuestas”. Cualesquiera de estos temas son muy válidos para comenzar a buscar un crecimiento espiritual; pero se suelen llegar a escenarios que abortan la misión:
    1. Las personas se frustran porque pensaban que el crecimiento espiritual les podía resolver sus problemas terrenales. Si comienzan bien este proceso, se dan cuenta de que: los problemas pueden persistir, aunque la actitud para enfrentarlos mejora mucho; las enfermedades son físicas y no tienen nada que ver con el espíritu o ya no son reversibles desde el plano espiritual; no se resuelven preguntas, sino que se crean más dudas; si antes no se podía lidiar con la vida, ahora resulta mucho más esforzado dentro de un crecimiento espiritual con más cosas que considerar; entre otras.
    2. Si a la persona se le resuelven por otras vías sus asuntos difíciles (encuentra nuevo trabajo, se vuelve a enamorar, se cura, etc.); como estos eran sus motivaciones originarias, se olvidan del proceso... hasta el próximo problema.
    3. La persona decide evadir situaciones y no enfrentarlas; por eso descarta (lastimosamente) su crecimiento espiritual, el cual le hubiera sido útil para enfrentarla. El universo se encargará de presentarles situaciones similares; y la evasión se convierte en un estilo de vida.
  2. Tener una vida mejor. Dependerá de lo que significa “mejor” para esa persona.
    1. Con crecimiento espiritual definitivamente la vida mejora; y lo hace de forma permanente, no de forma puntual al estilo de “pañitos calientes”. Pero para tener ese beneficio, la inversión en esfuerzo es muy alta pero con una taza de retorno que suele ser muy baja para el gusto de muchas personas que esperan mejorías rápidas, milagrosas y con poca inversión. Uno se da cuenta de que Dios exige más de lo que la mayoría de las personas asume.
  3. Acercarse a Dios. Parece algo lógica esta motivación, pero suele ser peligrosa por una razón:
    1. Un verdadero crecimiento espiritual muchas veces suele derrumbar conceptos infantiles que se traen sobre Dios. Uno está acostumbrado a un Dios que tiene “el deber” de darle todo el bienestar terrenal a sus criaturas; pero en una espiritualidad real uno aprende a que es la persona la que se debe dar a Dios. El compromiso real espiritual no es de Dios hacia nosotros; sino de nosotros hacia Dios. Más que Dios esforzarse por nosotros; nosotros debemos esforzarnos por Él.
  4. Buscar “cosas más allá”. Suele ser una motivación guiada por experiencias de vida donde lo sobrenatural ha estado presente. Es válida para comenzar; hasta que la persona se entere de que la espiritualidad no tiene nada que ver con la magia, con lo esotérico, con lo fenomenológico paranormal; y más aún, cuando se le indica que para crecer espiritualmente es indispensable no darle protagonismo a ese “más allá”. Allí suelen abandonar el proceso de crecimiento espiritual.
    Aún más, el buscar cosas “del más allá” generalmente se produce cuando la persona está tratando de evadir “su más acá” (su realidad). En muchos casos la realidad actual no le gusta o no la sabe manejar. Pero en todo crecimiento espiritual real, se invita a que la persona “asuma y enfrente” su realidad tal como es, como el mejor escenario de aprendizaje espiritual; por lo tanto no lo debe evadir. Por algo Dios/el universo/etc. le ofreció dicho escenario. Cuando se haya aprendido lo necesario de cualquier realidad difícil, es cuando esta se promueve para mejores experiencias; generalmente no antes.

Podría haber otras muchas motivaciones, pero con las indicadas es suficiente para exponer el punto de las motivaciones frágiles.

La única motivación sostenible

El mismo aspecto cultural que nos inculca el miedo a la muerte, nos oculta la motivación más válida y casi única por la cual es posible sostener un crecimiento espiritual real.

Si estudiamos seriamente todas las doctrinas religiosas e incluso desde el punto de vista de enseñanzas espirituales, estas se basan en algo muy serio: conseguir un estado de existencia mejor luego de esta vida; es decir, luego de morir físicamente.

No es que la espiritualidad invite a morir o a despreciar la vida humana, nunca. Pero sí invita a trabaja hacia algo que es seguro para toda vida: esto es la muerte. Y este trabajo parte desde la certeza de que nuestra realidad no se limita a nuestra existencia biología funcional. Luego de morir físicamente seguimos existiendo y por lo tanto debemos prepararnos mientras estamos vivos.

Si de entrada alguien considera que la muerte es lo peor que le puede pasar a cualquier ser vivo; pues es tonto pensar que esa persona se vaya a preparar para algo que de plano rechaza y en lo cual preferiría no pensar. Si comienza un crecimiento espiritual, lo hará desde motivaciones terrenales y las posibilidades de fracasos son todas.

Cuando crecemos espiritualmente, no se dice nada expresamente sobre un bienestar terrenal, aunque la práctica sí demuestra que más que bienestar se consigue “paz espiritual” mientras estamos vivos.

Esta “paz espiritual” no implica la ausencia de situaciones difíciles, sino que permite mantenernos centrados aún en dichas situaciones.

Pero no es fácil asumir de forma correcta, que nuestro crecimiento espiritual va a hacer más por nuestra existencia luego de morir, que por la vida terrenal que estamos viviendo. Esta capacidad de entendimiento pasa por una característica que debería tener cualquier persona para persistir hasta la victoria en su crecimiento espiritual. Esta característica es el sentido de trascendencia. El sentido de trascendencia sería la única motivación sostenible para un Crecimiento Espiritual.

Si una persona no tiene de entrada o no conquista durante su camino de crecimiento espiritual, la certeza de que ella misma es más de lo que su existencia terrenal propone, tiene difícil la meta. Ella debe llegar a entender que al final lo más importante está luego de morir (esto es sentido de trascendencia).

Una persona con sentido de trascendencia, es la única que puede luchar por su bienestar espiritual futuro; a pesar de cualquier situación humana/terrenal difícil. Es la única que puede someterse a enseñanzas espirituales a pesar de que su humanidad no las comprende.

El sentido de trascendencia como motivación de un crecimiento espiritual es de donde se soportan las ideas de: “ir al Cielo”, “llegar al Nirvana”, “ganarse la vida eterna”, “fundirse con Dios”, etc. Todo esto se realiza “a juro” luego de morir.

Despertar el sentido de trascendencia

El punto final sería el cómo despertar ese sentido de trascendencia en las personas, para que puedan incluir de forma efectiva en su vida un proceso de crecimiento espiritual intencionado.

Si se logra hacer, estaremos salvados.

Seguiré trabajando en ello; pero creo que ya puedo decir que encontré el botón que por muchos años había estado buscando; ahora tendré que ver cómo apretarlo. Algunos de ustedes me entenderán.

Namasté

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 14 de mayo del 2015
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Palabras-claves: crecimiento espiritual, motivaciones, morir, muerte, cielo, trascendencia, trascender

jueves, 7 de mayo de 2015

El arrebato celestial – ¿cuento?

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Había una vez un planeta que estaba muy cerca de destruirse por un cataclismo planetario; y Dios había enviado a sus mensajeros a que ayudaran en ese proceso a la gente que allí habitaba.

Se formaron entonces grupos de trabajo de estos seres para ayudar a las personas de ese planeta. Se denominaron ellos mismos Hermanos Mayores (HM). La misión era ir rescatando a las personas de ese cataclismo para ofrecerles una vida mejor. Pero entre los HM había una mezcla de compromiso y tristeza; porque sabían que no podrían ayudar a todos los que allí habitaban.

A un grupo de HM les parecía mejor llevarse a las personas que ya conocían por estar dedicadas a Dios en cuerpo y alma. Así el trabajo de asistencia podía ser más rápido y más puro.

Pero estaba conformado un Consejo Especial de Hermanos Mayores, más sabios y justos, que pusieron las cosas en claro.

Este Consejo aclaró:

“No es justo negar una última oportunidad a estas personas antes del cataclismo; y solo seleccionar a los que Dios ya conoce en persona. Así que debemos proponer otra forma.”

Entonces algunos HM votaron por bajar y decirles a todas las personas sobre aquello que iba a suceder; y comenzar a hacer los viajes necesarios a ese planeta para llevarlos a todos a su nuevo hogar.

Aclaró el Consejo:

“En esta propuesta masiva, existe un problema mayor.

Sería ideal que pudiéramos llevarlos a todos; y tenemos la capacidad. Pero en el lugar donde los llevaríamos, solo podrían sobrevivir aquellos que tuvieran ciertas características.

Los que no estuvieran preparados, sufrirían demasiado en el traslado; hasta el punto que sus átomos sutiles y sus escencias personales se destruirían y se desmembraría. Su dolor sería indescriptible, mucho más allá de los que ellos mismos pudieron haber imaginado jamás.

A los no preparados les va mejor que mueran con ese planeta.”

Y el resto de los grupos de HM menores preguntaron al consejo cuáles eran estas características. El Consejo respondió:

“El traslado al nuevo hogar es un asunto de vibración; de energías.
La vibración que la mayoría de las personas tienen es muy baja; durante el traslado no soportarían las energías de alta vibración del proceso.
Si en un estado tan bajo se sometieran a nuestras energías, ellos simplemente “estallarían” y se desaparecerían. Volverían a ser átomos inertes.
Únicamente podrán soportar el traslado los que tengan una vibración suficientemente sutil y elevada, como para poder soportar los procedimientos.”

Entonces, otros HM plantearon bajar masivamente y decirles a todos que cambiaran su estado de vibración. El Consejo volvió a tomar la palabra.

“El asunto no es avisarles para que ellos hagan el intento de subir su vibración.
Ellos pueden intentar hacerlo, pero una de las vibraciones más bajas que manejan es su propia voluntad.
Si intentan elevarse con sus propios medios e intenciones, no lo podrán hacer más allá de sus ganas de hacerlo; su voluntad les fija un techo.
Si las personas se enteraran abiertamente, intentarían elevarse por sus propias fuerzas de forma desesperada; y no se darían cuenta de las limitaciones que tienen haciéndolo desde su voluntad.

Nosotros como Consejo, hemos venido trabajando en esas personas desde hace ya bastante tiempo, con lo único que puede servirles.
Les hemos estado enviando a emisarios nuestros y estos han sido conocidos como Dioses, Maestros o Iluminados. Algunos de nosotros hemos bajado también y nos han llamado ángeles, El punto es que las personas que les han recibido, no han cumplido con todo lo que se esperaba de ellos.

El proceso que debían cumplir es sencillo.
Como primer paso, las personas de ese planeta deberían reconocerse con limitaciones, para así dejar de actuar únicamente desde su voluntad propia. Eso les hubiera permitido dejar de sentirse dueños del mundo, más ahora que se va a destruir.
Y como segundo paso, ellos tendrían que haber aceptado la supremacía de Dios, adoptando entonces a cabalidad las enseñanzas dadas por nuestros emisarios. Todas estas enseñanzas espirituales tienen como trasfondo vivir en función de la voluntad de Dios y no de la voluntad ni de las expectativas personales.”

Entendiendo cabalmente, los HM menores preguntaron:

“Eso es coherente. Pero en tal escenario de caos donde viven, es posible que se erijan líderes que probablemente les confundan. ¿Cómo esas personas podrán reconocer a los verdaderos emisarios nuestros?”

El Consejo aclaró:

“Efectivamente, eso pasará; pero está claro que las formas y los objetivos de nuestros emisarios no serán de ese mundo.
Nuestros emisarios no tendrán como misión hacer por el planeta; sino que harán por el espíritu de cada uno de sus habitantes. Ellos trabajarán por Dios y para Dios únicamente. Les darán oportunidades a las personas para que eleven sus propias vibraciones y así puedan trascender a ese plano donde viven; no para que busquen perpetuarse en él.

No es difícil reconocer a nuestros emisarios. Cuando aparezca un líder que tenga objetivos, metas o ideales de bienestar terrenal; y que las formas de conseguirlo sean también terrenales, pues ese líder no será de nosotros.

Durante todas las épocas anteriores a esta, nosotros los del Consejo, hemos enviado a ese planeta a escencias espirituales manifiestas. Estas iban a enseñar a las personas a reconocer sus propias limitaciones, no solo a través de palabras, sino con su ejemplo de vida. El reconocimiento de las limitaciones personales les invitaría a las personas a confiar en Dios y por lo tanto a someter la voluntad personal a lo que Dios proponía como comportamiento personal.
Pero la altivez de muchas de esas personas no les permitió ni confiar ni someterse a nuestros emisarios.”

Los HM menores interrumpieron:

“Cuando ustedes se refieren a emisarios, estamos hablando de...”

Atajó el consejo:

“Sí, hablamos de aquellos que llamaron Krishna, Buda, Jesús y algunos otros; algunos de ellos incluso pasaron desapercibidos.
Muchas veces fueron reconocidos y adorados, pero muy pocas veces honrados; con la honra que implica bajar la cabeza ante ellos y someterse a sus enseñanzas; incluso sin esperar entenderlas.

Siempre ha sido lamentable que a una información de tan alto nivel de vibración como una enseñanza crística, por ejemplo, las personas busquen bajarla de vibración a un plano mental para intentar entenderla y adoptarla.
Es por eso, que muchas de las enseñanzas no se siguen; porque se busca entender antes de someterse a ella desde el espíritu. El buscar entenderlas les baja el nivel de vibración y pierden su efecto en las personas.

Para intentar salvar esta forma de actuar, hemos enviado maestros que sí tienen esa capacidad; presentar a las enseñanzas de forma mental, si dejar de trabajarlas en una vibración muy alta. Pero aún estos maestros han tenido muy poco alcance.”

Intervinieron otros HM:

“¿Pero se seguirán enviando emisarios?”

Respondió el Consejo:

“Por ahora no está planteado el envío de ningún emisario más; aún están los últimos y no hay mucho más que hacer. Las personas que decidan aprovechar a nuestros emisarios actuales, lo podrán hacer. Aún les queda tiempo, aunque muy poco.

El período de existencia planetaria está por acabar y las personas siguen viviendo desde sus asuntos terrenales; aún cuando tienen emisarios nuestros como vecinos y conocidos.
Definitivamente, cuando los asuntos terrenales son los que les dan a las personas sus alegrías o sus sufrimientos, es un indicativo muy claro de que sus existencias las llevan desde una muy baja vibración.

Las personas de ese planeta tuvieron muchas oportunidades de dejar el apego a su mente; a su inteligencia; a su capacidad de razonamiento; a su obsesión de bienestar terrenal; a sus emociones; a su orgullo; a sus miedos; a sus inseguridades; a sus frustraciones; a su percepción de injusticia; a juzgar; y a varias cosas más. Todas estas cosas son de tan bajo nivel de vibración que llegado el momento no permitirá que le llevemos con nosotros.

Este proyecto no fracasó, porque el resultado no se medía por la cantidad de personas a salvar; sino por el esfuerzo y las oportunidades que les dimos. Y definitivamente las tuvieron todas las oportunidades. Nadie dejó de conocer, aunque sea de forma indirecta, a uno de nuestros emisarios. De eso nos ocupamos bien.”

Al finalizar, todos los HM se levantaron y reanudaron las tareas de preparación de salvamento; llevando adentro lo que todo ángel debe llevar: la honra hacia la voluntad de Dios.

De repente todos oyeron en su interior:

“Ha llegado la hora del Arrebato Celestial; intenten que los que deban quedarse no sufran tanto. Recuerden que yo les he amado a todos; y más de una vez he estado entre ellos y he dado mi vida humana para ayudarles.”

Dos HM novatos preguntaron a otro mayor:

“¿De quién es esa voz?”

Y el HM mayor les respondió:

“Esa voz es del Regidor Supremo de todo este proyecto; Él es la misma escencia crística, es el mismo Cristo. Es uno de los que más ha amado a todos los de este planeta.”

“Y por cierto ¿cómo se llama este planeta?” preguntaron los novatos.

“Le dicen La Tierra; pero será ya por muy poco tiempo.”


Fin del ¿cuento? Qué bueno sería si esto fuera solo un cuento más.

Namasté

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 06 de mayo del 2015
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Palabras-claves: arrebato, rapto, ángeles, hermanos mayores, Jesús, Buda, Krishna

Al morir...

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

El diálogo que voy a presentar a continuación se enmarca cabalmente en el proceso de muerte de cualquier persona.

Lo único que ustedes podrán encontrar extraño es el lenguaje utilizado. Tuve la autorización para hacerlo de esta forma, con el fin de que el mensaje llegara de forma más “coloquial” y que las expresiones malsonantes representaran a las energías que se mueven en el escenario de muerte donde se plantea la narración. Les pido que sepan disculpar, en caso de que lo continúen leyendo.

Cuando un ser humano fallece, comienza un camino hacia el Cielo; este camino pasa por lo que se conoce como el “más allá”. Es un tránsito que no es fácil, además de ser desconocido por la mayoría de las personas. Por esta causa, durante el proceso de morir, se envían a seres que se denominan "Ángeles de la Muerte" para que reciban al difunto.

Estos Ángeles de la Muerte (AngM) deben recibir al difunto y llevarlo (según sus méritos) al lugar donde le corresponda: al Cielo, a un lugar intermedio, o a lo que se conoce metafóricamente como el infierno.

La que narro a continuación es una historia totalmente verídica (y muy común), aunque la intenté parodiar con un lenguaje coloquial-vulgar, para forzar un tanto el impacto necesario sobre el lector.

Comienzo con vuestro permiso y disculpas. Les pido no compartirlo.

“Había una vez un AngM llamado Rafael, que iba al astral bajo a cumplir con su tarea de recibir a una persona que acababa de morir.

En el camino se encuentra a otro AngM llamado Confiel, amigo de trabajo. Y es aquí donde comienza todo.

- Epa! Confiel, ¿cómo va la vaina?

- Bien vale; aquí sin asignaciones.

- ¡Que bueno! Pero vente y acompáñame, que yo tengo que recibir a uno recién muerto (dijo Rafael)

Y Rafael y Confiel fueron juntos al lugar donde llegan todos los recién muertos. Y entre la multitud (mueren muchos seres a cada instante) ven a un difunto que estaba frotándose los ojos, perdido y con cara de susto por no saber qué pasaba.

Los dos AngM se acercan y escuchan que el muerto está balbuciendo:

-“mamá dónde estás, ¿qué pasa? Panitas ¿dónde se metieron? ¡Shirley! (¿dónde se habrá metido esa caraja?)

Rafael se acerca acogedoramente y le dice al difunto:

- Amigo tranquilo, yo vengo a acompañarte... no tengas miedo.

- Coño; ¿pero qué pasa? ¿Dónde carajo estoy? ¿Cómo me vine pa´cá?

- Tranquilo, lo que sucede es que te moriste.

- ¡Qué vaina es esa! ¿Cómo que me morí? Pana ¿qué pasó?

- Pues nada, que llegó tu hora. Yo te voy a acompañar a tu lugar. Y mira, traje un amigo para el viaje.

Confiel saluda:

- ¿Qué más pana? ¿Cómo está la vaina? Soy Confiel.

- Coño, ¿que cómo está la vaina? ¡Me morí!, marico... ¿cómo crees que está la vaina?

Confiel, que era de esos AngM que ya tienen estas escenas como rutina; y que además ya no las tolera mucho, responde:

- Si, verga; porque tu no te ibas a morir nunca. ¿Acaso no sabías que te ibas a morir algún día? ¿Nunca te preparaste? ¿Viviste como la mayoría de la gente pendeja que cree que nunca se va a morir?

El difunto no sabe que responder, no está razonando con rapidez. Rafael ataja la conversación:

- Tranquilo difunto, que la mayoría tiene la misma confusión;  por eso estamos nosotros... (viendo a Confiel, corrige...) bueno, por eso estoy yo aquí.

- Pero me siento extraño, como lento, medio aguevoniado; como si no pesará mucho y tampoco me puedo mover rápido

- Sí, lo que pasa es que al morir tu mente se va desapareciendo y dejas de pensar; y claro, ya no tienes cuerpo físico; por eso sientes que no te sabes mover. Pero por eso yo te voy a llevar rápido al lugar donde te corresponde.

- Verga, ya va; estoy shockeado. ¿A donde me vas a llevar? ¿Pa´l cielo?

Confiel no se aguantó:

- Jajajaja, otro aguevoniado más que cree que va directo al Cielo. Mira marico; te vamos a llevar a donde te corresponda; pero con esa cagalera que tienes, no creo que estés muy preparado para el Cielo. Si te hubieras preparado para morir, no tendrías tanto susto.

- ¿Pero donde me toca? Verga panitas, yo hice mucho en el mundo: yo estudié; me esforcé en mi trabajo; le estaba echando bolas levantando a mi familia; estaba luchando por las injusticias sociales; no robaba; me porté bastante bien; iba para misa a veces... Así que ya me gané el Cielo.

Confiel respiró profundo y miró a Rafael diciéndole:

- Coño, coleguita Rafael ¿qué vaina están haciendo en la tierra con esta cuerda de pendejos? ¿Los están mojoneando de lo lindo y estos se lo están dejando meter?
¿Es que nadie los está preparando para morir?
El pana Jesús fue, enseñó, se sacrificó, les dijo las vainas claras; y estos maricos no terminan de entender. Creen que tienen que vivir bien en la tierra; pero no se preocupan en cómo van a estar después de morir.
Luego llegan acá y vienen llorando, gimiendo. Aquí es donde yo les dijo: “jódete”.

Mira “difundito”, te voy a preguntar algo para que tú mismo te respondas:

Tú estudiaste con tu mente y lo aprovechaste; pero allá abajo. Ahora no tienes mente y lo que estudiaste no te sirve para un carajo.
Tú le echaste bolas a tu trabajo; ¿acaso te trajiste el cargo que tenías para acá? ¿No verdad? Así que te pagaron el sueldo y lo usaste allá abajo; acá arriba no te sirve de nada.
Tu familia, ¿la trajiste contigo? ¿No verdad? Aquí estas solo y vale lo que hayas hecho contigo mismo. Si la cagaste o lo hiciste bien con tu familia ya lo verá Dios más adelante, pero para este viaje no sirve.
Tus luchas sociales; ¿acaso ves acá una sociedad? Contra los que luchaste ¿dónde están? Se quedaron vivos y tú te moriste como un pendejo, ¿verdad?

Pues jódete. Todos tus esfuerzos, trabajos y luchas eran por cosas terrenales; y cuando moriste todo lo dejaste allá; así que eso no te sirve cuando subes acá.

Te pregunto: ¿cuánto te esforzaste por tu Vida Eterna? ¿Cuánto trabajaste por llegar al Cielo después de morir?

- Pero yo me bauticé, hice la primera comunión, me confirmé, me casé por la iglesia... (dijo el difunto)

Confiel se puso peor y le dijo a Rafael

- Coño colega, agárrame porque vuelvo a matar a punta de coñazos a este muertito.
Ufff... Mira difunto... ¿Supiste alguna vez quién era Jesús?

El difunto contesta con ínfulas:

- Claro, ¡Jesús era Dios!

Confiel no resiste más y prefiere callarse. Rafael retoma la situación:

- Querido difunto, primero disculpa a mi compañero; lo que pasa es que tu situación se repite cada segundo, y a nosotros nos cansa. Te explico:
Cuando tú vives en la tierra; si todo lo que haces está enfocado a las cosas terrenales y esperando recompensa terrenal; nada de eso te sirve acá arriba.
Cuando la gente se muere, descubre que lo único que le sirve es lo que hizo por su espíritu cuando estaba en la tierra. Porque cuando mueren y llegan aquí, toda su parte terrenal desaparece; ahora son espíritu.

- ¿Hacer por mi espíritu? Preguntó el difunto

- Sí. A lo mejor no lo sabes; pero lo que seres como Jesús trataron de enseñarle a la gente, eran formas correctas de comportarse espiritualmente mientras estaban vivos; para que allá en el plano terrenal fueran ganando fuerza espiritual.
Si alguien estando vivo, se esfuerza con lo que Jesús dejó dicho; pues comienza a fortalecer su espíritu; y al morir...¡pufff! pues lo llevábamos bien arriba, pegado al Cielo.
Pero si los muertos llegan aquí con un espíritu débil, sin haber trabajado las enseñanzas espirituales, sin nunca haberlas ejercitado; pues no van a llegar muy arriba. ¿Entiendes?

Confiel interrumpe hablando con Rafael:

- Verga colega, ¡estás fino predicando! La próxima vez voy a votar por ti para que te bajen a predicar; a ver si a ti si te paran bolas.

- Shhh Confiel, que el difunto está entendiendo.

Y el difunto retoma la idea que venía diciendo Rafael:

- Sí, las cosas de Jesús sí las había escuchado; y mucha gente también. Pero Jesús decía cosas que no se podían aplicar en la realidad que vivíamos. Por ejemplo era imposible amar a los enemigos, con la cuerda de desgraciados, coños de su madre que teníamos.

Confiel se vuelve a meter en la reflexión, pero un poco más calmado; y aún así, el difunto se asusta:

- Mira “difuntito”, te pregunto. Esa realidad dura que vivías, donde tú dices que las enseñanzas de Jesús no aplicaban y por lo tanto no las seguiste o las seguiste cuando te convenía, ¿cuánto tiempo te duró a ti? ¿Cuánto tiempo le dura a la gente? Con suerte ¿40, 50, 80 años?
Bueno amigo, perdiste esos 80 años... y ahora te vas a joder una eternidad ¡cabrón!

El difunto asustado le dice a Rafael:

-Cónchale vale, ayúdame; que no me insulte tu pana. De todas formas, yo escuché una vez que al morir Jesús me venía a salvar con solo llamarlo.

Confiel arremete:

- ¡Cabrón!... si nunca entregaste tu vida a las enseñanzas de Jesús; ¿cómo coño Él te va a reconocer? ¿Lo vas a llamar a donde? ¿Le vas a mandar un marico Whatsapp? Entérate que aquí no tienes ni señal de celular.

- Ya! Ya!,  Confiel por favor compórtate; siempre te endemonias cuando vienes al astral bajo.
Difunto, deja que te lleve a donde te toque y terminamos esto. Podrás vivir allí y ya se verá.

Confiel ¿nos acompañas?

- No panita, ya llegó el que me tocaba a mí; llévalo tu solo. Voy a respirar un poco; porque si no a este que viene le va a ir peor.


Fin de la historia. Disculpen lo malo.

Dios te siga bendiciendo y ponte las pilas; la historia no es ficción.
Namasté

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 25 de abril del 2015
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Palabras-claves: Jesús, proceso de morir, ángeles de la muerte, astral bajo, difunto

martes, 5 de mayo de 2015

El rey y su reino - cuento



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Había una vez un Rey de una gran comarca. Su reino tenía muchas tierras, muchísimos súbditos y él gobernaba con mucha justicia. Eso tenía a todos muy felices. Un reino así era los que todos deseaban; y sobre todo, los habitantes de las comarcas cercanas.

Un día, llegó a los oídos del Rey la noticia de que una comarca cercana estaba muy mal. Las personas que la habitaban no eran nada felices; vivían en constante desazón y nadie apostaba por su futuro.

El Rey quiso ver si podía hacer algo para llevar un poco de las riquezas que su reino tenía. Entonces, preparó varias carrozas; asignó a varios de sus consejeros; se acompañó de varios de sus guerreros; y junto a muchos de sus sirvientes emprendieron el viaje.

Después de tres días de camino llegaron a la comarca vecina; y si bien la caravana nunca se detuvo; el Rey se bajó de su carroza y acompañándose de algunos pocos de sus consejeros y sirvientes, comenzó a caminar entre la gente.

El Rey observaba con dolor cómo los aldeanos no vivían, sino que sobrevivían. Eso les llevaba a discutir, pelear e incluso asesinarse entre ellos. Los miembros de una misma familia no confiaban entre sí; los hijos engañaban a sus padres; lo padres abusaban de sus hijos.

Esos aldeanos habían aprendido a desconfiar de todo, incluso de la vida misma. Aún, a su propio vecino lo sentían como su peor enemigo. Y el único objetivo que tenían era el de seguir vivos al día siguiente: sentían que no tenían futuro.

El Rey caminaba entre ellos y muchos le agredían; porque nunca habían visto a un Rey. Otros, que sí sabían que era importante, se le acercaban entre sollozos pidiéndole que ayudara a la comarca.

“Querido Rey, te lo rogamos; ayuda a nuestro pueblo; cubre nuestras necesidades; manda a construye nuestras casas; danos oro;...”

Y el Rey solo les respondía:

“Les soy sincero: este no es mi reino. No me pidan nada para acá, porque de no soy rey de esta comarca y no puedo hacer nada.
Si lo desean vengan conmigo; mis consejeros les dirán qué hacer para unirse a mi caravana. Al final de mi viaje, volveremos a mi reino y allí podrán vivir en paz para siempre; únicamente con ser mis vasallos.”

Algunos aldeanos no querían dejar sus miserables vidas y pertenencias; porque tenían miedo de quedarse sin nada. Simplemente no confiaban en la palabra de ese rey al que no reconocían.

En cambio, otros aldeanos sí se interesaron y esperaban las instrucciones del Rey. Este les dijo:

“En mi caravana deben llevar solo lo que sus cuerpos puedan cargar. Las cosas que no les pertenecen, deben dejarlas. Los sentimientos hacia los demás que les hacen daño deben dejarlos; el juicio no cabe en las carrozas. Despídanse con bien de los que están molestos con ustedes antes de subir; y prométanme que me harán caso en todo los que yo les diga. Así podré ser su Rey y rodearles de bienestar en mi Reino.”

Pero a la mayoría de los aldeanos, estas peticiones del Rey les parecieron muy duras; por lo que se quedaron en sus aldeas. Muy pocos las aceptaron y pudieron emprender el viaje con el Rey.

Ya cuando faltaban pocas horas antes de volver al reino; uno de sus consejeros le preguntó al Rey:

“Mi Señor, por qué este pueblo está a la deriva; sin futuro; con tanta incertidumbre; y sin la más mínima justicia.”

Y el Rey con su sabiduría le respondió a su consejero:

“Buen consejero; cuando una comarca no tiene un Rey que sea poderoso y justo; y que no haga diferencia entre sus súbditos; el pueblo pierde el rumbo.
En esas comarcas, cada quien se cree dueño de su vida; y por lo tanto defiende sus propios intereses. No saben trabajar juntos; nadie piensa por los demás, más allá de su propio beneficio.
En estas comarcas sin Rey; se erigen personas con autoridad que solo piensan por sus grupos; y entonces las luchas se hacen más fuertes.
Nadie respeta a nadie; porque no hay la figura necesaria de un Rey benevolente y poderoso para todos.

Pero ya es hora de irnos, hemos estado un día y nueve horas caminando por estas calles.”

Pero el consejero le pide:

“Pero Mi Señor, no podemos abandonarlos a su suerte; tú eres misericordioso y está en ti darle las oportunidades que necesiten.”

El Rey miró al consejero agradeciéndole su bondad y le dijo:

“Tienes razón, buen consejero; nosotros siempre seremos el reino de al lado. Toma algunos pocos consejeros y quédate en esta comarca.
Si algún aldeano despierta, ustedes deben darles las instrucciones para llegar a nuestro Reino.
Pero sean severos; instruyan solo a los que estén dispuestos a abandonar sus miserias de este lado; y a honrar sobre todas las cosas, a la otra vida que tendrán.

Ahora sí, recojan a los que se vienen ya con nosotros y ustedes esperen aquí; que vendremos de vez en cuando para relevarles y para traerles provisiones. En cada viaje podremos llevarnos a los que se hayan convencido.”

Y el consejero lleno de amor le dijo al Rey:

“Así se hará Mi Señor; aquí quedaremos para tu servicio.”

Y allí quedaron pocos consejeros; con días difíciles pero cumpliendo con su labor. Siempre estaban disponibles cada vez que alguien despertaba preguntándose si podría haber una vida mejor.

Entonces, los consejeros les hablaban del Reino de al lado y del Rey que lo gobernaba. Algunos pocos se enamoraban de la idea y emprendía el camino a ese nuevo Reino.


Namasté

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 05 de mayo del 2015
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Palabras-claves: cuento, rey, reino, caravana, gobernante, miserias