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lunes, 15 de octubre de 2012

Los padres para con los hijos

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Intentemos poner en claro un aspecto muy importante en nuestro crecimiento, la relación entre padres e hijos, pero como siempre desde el punto de vista energético.

Se ha hablado de las obligaciones que tenemos lo padres para con los hijos, entre las que están de forma general: alimentación, vestido, educación y protección, para un correcto desarrollo físico, emocional, moral e intelectual. Estas obligaciones legalmente suelen expirar a determinada edad de los hijos, pero los efectos de su aplicación o no son de por vida.

Estas obligaciones son hasta cierto punto tangibles, pero hay unas cuantas intangibles que pasan desapercibidas y por eso son tal vez más importante de conocer, porque terminan siendo la causa de muchos adultos “inoperantes” en nuestra sociedad.

A veces nos preguntamos ante la conducta inapropiada de muchos adultos ¿qué pudo haberles faltado? Inclusive podemos conocer a sus familias y no vemos en dónde estuvo la falla. Ese es precisamente el punto: “no vemos”, ya que lo que pudo hacer falta se enmarca dentro de esas obligaciones intangibles que no pudimos aplicar porque las desconocíamos. Una de ella son las obligaciones “energéticas”.

Lo que voy a plantear a continuación podrían parecer obligaciones más en el ámbito mental o emocional del niño, pero en realidad su origen es eminentemente energético.

Como se ha dicho muchas veces, las relaciones entre seres humanos tienen un alto porcentaje de interacción energética; y mientras más cercanos sean los individuos mayor es la interacción energética entre ellos. Pues no hay nada mas cercano de la relación entre padres e hijos.

El crecimiento de un niño no es solo físico, psíquico y emocional. Sus energías también deben ir acoplándose y madurando y estas serán en gran medida las que condicionen sus actitudes de vida en años posteriores.

La Seguridad/”instintos básicos”/”posicionamiento en la vida”, el manejo del bienestar, las acciones/empeño y cumplimiento de metas, los sentimientos hacia los demás y hacia sí mismo, la forma de ver la vida, el razonamiento/discernimiento/”condicionamientos subconscientes” y por último su relación con Dios, son siete aspectos que corresponden respectivamente a la energía que se maneja en sus siete chakras principales, desde el primero al séptimo.

El cuerpo energético de un niño debe aprender durante la edad temprana a manejar las energías que implica cada comportamiento y es trabajo de los padres ofrecerles al niño las experiencias para que trabaje con esas energías que se espera maneje de adulto. Por ejemplo:

  1. No se puede esperar que un adulto sea seguro de sí mismo y actúe en consecuencia, si sus padres constantemente le criticaron sus acciones y le hacían ver lo poco capaz que era.
  2. No se puede esperar que un adulto escoja bien a su pareja, si sus padres no le permitieron sentir el bienestar real de decisiones simples bien tomadas en sus primeros años.
  3. No se puede esperar que un adulto tenga metas y se esfuerce en conseguirlas si sus padres no les invitaban a pequeños logros y se los premiaban al conseguirlos.
  4. No se puede esperar que el niño tenga una buena imagen de sí mismo (buena autoestima) si sus padres nunca le vieron de esa forma.
  5. No se puede esperar que un adulto tenga una visión positiva y esperanzadora de la vida si sus padres se la pasaban quejándose.
  6. No se puede esperar que un adulto sea intelectualmente brillante y analítico si sus padres ordenaban y el simplemente obedecía.
  7. No se puede esperar que un adulto tenga una buena relación con Dios si Dios mismo no era evidentemente en la vida de sus padres.

Y estos son simples ejemplos de esos siete aspectos principales.

Todo esto parece evidentemente conductual (psicológico), pero es claro que se puede ser inoperante en algún aspecto, estar consciente de ello y aún así no poder remediar la situación. El punto es que la conducta también es un asunto donde las energías condicionan la actuación; y el abordaje se puede hacer energéticamente, aunque sea de forma complementaria a la ayuda psicológica.

La situación es sencilla; para utilizar en la adultez una energía particular la cual represente una actitud de vida correcta, los padres le tuvieron que haber ofrecido esa energía al niño para que sus chakras la aprendiera a manejar. Los niños aprenden por imitación, sus chakras también; nadie aprende a hablar un idioma si no se comunica con él en ese idioma.

No es cuestión de empatía de los padres para con los hijos; el padre no tiene que ser perfecto y sano para que el hijo lo sea, sino que el padre debe ofrecer al hijo las experiencias necesarias para que el hijo pueda madurar dichas energías que lo conviertan en un buen adulto. Conocimiento de este mundo energético si es deseable.

Tampoco es cuestión de herencia kármica o espiritual, que si bien existe no tiene que ser determinante en los hijos; igual que un padre pobre no va a crecer a adultos pobres necesariamente.

Si hoy te quejas de cómo tu hij@ actúa, desde el plano energético se puede hacer un análisis y proponerte correcciones en base a las energías que no le distes en su niñez (sin importar la edad que el niño tenga ahora). Este abordaje desde las energías puede ser más sencillo que el psicológico (no digo que más efectivo) ya que se limita solo a 7 aspectos; a los 7 chakras.

Tu hij@ siempre seguirá siendo tu hij@, siempre puedes ayudarle, grande o pequeño.


Namasté
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 15 de octubre del 2012
Twitter: @eReiki

1 comentario:

  1. Sin duda uno de mis artículos favoritos... Gracias por sus enseñanzas Maestro que nos permitirán ser mejores padres para nuestros hijos... Dios lo bendiga

    Namasté

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