Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
Intentemos
poner en claro un aspecto muy importante en nuestro crecimiento, la
relación entre padres e hijos, pero como siempre desde el punto de
vista energético.
Se ha
hablado de las obligaciones que tenemos lo padres para con los hijos,
entre las que están de forma general: alimentación, vestido,
educación y protección, para un correcto desarrollo físico,
emocional, moral e intelectual. Estas obligaciones legalmente suelen
expirar a determinada edad de los hijos, pero los efectos de su
aplicación o no son de por vida.
Estas
obligaciones son hasta cierto punto tangibles, pero hay unas cuantas
intangibles que pasan desapercibidas y por eso son tal vez más
importante de conocer, porque terminan siendo la causa de muchos
adultos “inoperantes” en nuestra sociedad.
A veces
nos preguntamos ante la conducta inapropiada de muchos adultos ¿qué
pudo haberles faltado? Inclusive podemos conocer a sus familias y no
vemos en dónde estuvo la falla. Ese es precisamente el punto: “no
vemos”, ya que lo que pudo hacer falta se enmarca dentro de esas
obligaciones intangibles que no pudimos aplicar porque las
desconocíamos. Una de ella son las obligaciones “energéticas”.
Lo que
voy a plantear a continuación podrían parecer obligaciones más en
el ámbito mental o emocional del niño, pero en realidad su origen
es eminentemente energético.
Como se
ha dicho muchas veces, las relaciones entre seres humanos tienen un
alto porcentaje de interacción energética; y mientras más cercanos
sean los individuos mayor es la interacción energética entre ellos.
Pues no hay nada mas cercano de la relación entre padres e hijos.
El
crecimiento de un niño no es solo físico, psíquico y emocional.
Sus energías también deben ir acoplándose y madurando y estas
serán en gran medida las que condicionen sus actitudes de vida en
años posteriores.
La
Seguridad/”instintos básicos”/”posicionamiento en la vida”,
el manejo del bienestar, las acciones/empeño y cumplimiento de
metas, los sentimientos hacia los demás y hacia sí mismo, la forma
de ver la vida, el razonamiento/discernimiento/”condicionamientos
subconscientes” y por último su relación con Dios, son siete
aspectos que corresponden respectivamente a la energía que se maneja
en sus siete chakras principales, desde el primero al séptimo.
El
cuerpo energético de un niño debe aprender durante la edad temprana
a manejar las energías que implica cada comportamiento y es
trabajo de los padres ofrecerles al niño las experiencias para que
trabaje con esas energías que se espera maneje de adulto.
Por ejemplo:
- No se puede esperar que un adulto sea seguro de sí mismo y actúe en consecuencia, si sus padres constantemente le criticaron sus acciones y le hacían ver lo poco capaz que era.
- No se puede esperar que un adulto escoja bien a su pareja, si sus padres no le permitieron sentir el bienestar real de decisiones simples bien tomadas en sus primeros años.
- No se puede esperar que un adulto tenga metas y se esfuerce en conseguirlas si sus padres no les invitaban a pequeños logros y se los premiaban al conseguirlos.
- No se puede esperar que el niño tenga una buena imagen de sí mismo (buena autoestima) si sus padres nunca le vieron de esa forma.
- No se puede esperar que un adulto tenga una visión positiva y esperanzadora de la vida si sus padres se la pasaban quejándose.
- No se puede esperar que un adulto sea intelectualmente brillante y analítico si sus padres ordenaban y el simplemente obedecía.
- No se puede esperar que un adulto tenga una buena relación con Dios si Dios mismo no era evidentemente en la vida de sus padres.
Y estos
son simples ejemplos de esos siete aspectos principales.
Todo
esto parece evidentemente conductual (psicológico), pero es claro
que se puede ser inoperante en algún aspecto, estar consciente de
ello y aún así no poder remediar la situación. El punto es que la
conducta también es un asunto donde las energías condicionan la
actuación; y el abordaje se puede hacer energéticamente, aunque sea
de forma complementaria a la ayuda psicológica.
La
situación es sencilla; para utilizar en la adultez una energía
particular la cual represente una actitud de vida correcta, los
padres le tuvieron que haber ofrecido esa energía al niño para que
sus chakras la aprendiera a manejar. Los niños aprenden por
imitación, sus chakras también; nadie aprende a hablar un idioma si
no se comunica con él en ese idioma.
No es
cuestión de empatía de los padres para con los hijos; el padre no
tiene que ser perfecto y sano para que el hijo lo sea, sino que el
padre debe ofrecer al hijo las experiencias necesarias para que el
hijo pueda madurar dichas energías que lo conviertan en un buen
adulto. Conocimiento de este mundo energético si es deseable.
Tampoco
es cuestión de herencia kármica o espiritual, que si bien existe no
tiene que ser determinante en los hijos; igual que un padre pobre no
va a crecer a adultos pobres necesariamente.
Si hoy
te quejas de cómo tu hij@ actúa, desde el plano energético se
puede hacer un análisis y proponerte correcciones en base a las
energías que no le distes en su niñez (sin importar la edad que el
niño tenga ahora). Este abordaje desde las energías puede ser más
sencillo que el psicológico (no digo que más efectivo) ya que se
limita solo a 7 aspectos; a los 7 chakras.
Tu hij@
siempre seguirá siendo tu hij@, siempre puedes ayudarle, grande o
pequeño.
Namasté
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original:
15 de octubre del 2012
Twitter:
@eReiki
Sin duda uno de mis artículos favoritos... Gracias por sus enseñanzas Maestro que nos permitirán ser mejores padres para nuestros hijos... Dios lo bendiga
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