Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
Lo
primero que debemos hacer antes de entrar en detalles es recordar lo
que se entiende con “sanar” y con “curar”
La
curación es un proceso mediante el cual se puede superar “un
malestar” con la acción directa de “algo externo”. Ese “algo
externo” es el que tiene la capacidad de modificar condiciones para
que el malestar desaparezca. En curación se busca restaurar un
estado de bienestar.
La
sanación es también un proceso mediante el cual se puede
superar “un malestar” pero desde “adentro hacia afuera”.
Sanar busca que el interior de una persona se modifique, se
fortalezca, para que el malestar no sea sostenible en ese nuevo
interior. En sanación se busca no solo restaurar sino aumentar o
fortalecer un estado de bienestar.
La
curación puede ser algo temporal, en cuanto a que
generalmente se limita a atacar los síntomas y no la causa. La
sanación busca ser permanente, autosustentable, sin
interferencia exterior posterior una vez que se produzca la sanación;
ya que se consigue cambiar el interior para que el malestar no tenga
más cabida.
Una
no desplaza a la otra. Si bien la sanación parecería más
importante, la mayoría de las veces la curación es indispensable
abordarla primero para poder seguir viviendo (y sanando). Y esto
nos lleva a otra de las diferencias; debido a que la sanación
busca cambios internos permanentes, tiende a ser un proceso más
lento que la misma curación.
Dejemos
hasta acá el proceso de curación; reconociendo siempre su
indispensable abordaje cuando se requiera y dejándolo a los
profesionales aptos para ello.
Pero
¿cómo sabe alguien que debe comenzar a sanar? La respuesta es
sencilla; se debe buscar sanar sí:
se
desean cambiar aspectos importantes de vida (formas de ser)
se
desea mejorar para futuro
se
mantienen sentimientos pasados que generan malestares actuales
se
reconocen actitudes o acciones que producen malestares constantes,
recurrentes o persistentes
nuestro
malestar no tiene correspondencia física
se
desean aumentar los “dones de gente” (tolerancia, desapego, etc.
- dones del espíritu)
entre
otros indicadores.
En casos como estos se debe asumir el
camino de sanación para lo que es recomendable buscar a un
sanador.
Si bien el proceso de sanar viene de
adentro hacia afuera, se puede aprovechar una guía exterior que nos
facilite el proceso de reflejar ese bienestar que tenemos dentro
hacia nuestra realidad integral. Esa guía se conoce como “sanador”
cuando nos referimos a una persona que nos ayuda a sanar.
¿Es
posible sanar solos? Si, la naturaleza siempre nos va a brindar
escenarios de aprendizaje con los cuales, luego de entenderlos,
podremos ir cambiando nuestra forma de ser; todo con la intención de
no volver a sentirnos mal. ¿Fácil? A veces es mejor hacerlo
acompañados por alguien que nos ayude.
Pero
esa figura del sanador hay que entenderla bien. Dijimos que sanar
puede ser un proceso lento; es definitivamente un camino de vida que
se debe recorrer. Y un sanador debe ser alguien que nos acompañe con
conocimiento de los detalles del camino, no con actuaciones
puntuales, sino con posibilidad de persistencia.
Podríamos
diferenciar entre un sanador y un terapeuta. Un terapeuta es un
profesional que ofrece sus conocimientos (generalmente específicos)
para proveer bienestar a alguien, pero cuya interacción se centra en
su campo específico o en un asunto particular - dolencia, malestar.
Una vez que esa dolencia desaparece, la presencia del terapeuta
pierde interés.
Un
sanador, por el contrario, es alguien que si bien puede ser igual de
profesional que un terapeuta y tener campos específicos de acción,
se involucra con el proceso que desea sanar más allá de lo que la
evidencia de un malestar particular señala. Generalmente un sanador
no atiende directamente a la causa de un malestar (sin tampoco
descuidarla), sino que la utiliza para tratar de buscar relaciones
(debilidades) más allá de las evidentes y proponer cambios para
fortalecer procesos internos de la persona logrando así que ese
malestar desaparezca casi de forma natural.
Un
sanador sabe que no debe focalizar sus esfuerzos solo a lo
manifestado exteriormente, ya que lo que se está mostrando
unicamente representa debilidades que de seguro han pasado
desapercibidas hasta por la misma persona. Por tanto, un sanador
trata a la persona en diferentes ambientes, con diferentes
acercamientos, con diferentes técnicas.
Esta
diversidad de acciones no significa que el sanador esté improvisando
su ayuda; por el contrario está cubriendo la integralidad del Ser
porque sabe que la causa puede estar muy adentro de la persona y
además puede no ser única.
Por
esa razón un sanador no es aquel al que se busca o se encuentra de
forma puntual. Un sanador de oficio debe poder generar una corriente
continua de sanación a su alrededor: presencia real, escritos,
charlas, talleres, mensajes, diferentes escenarios, diferentes
enfoques, temas, metodologías; todas actividades que ayuden a los
que deseen sanar. Esto lo debe proponer el sanador, porque sabe que
el proceso de sanar no tiene “fecha ni hora en el calendario” y
cuando hay eventos que se disparan hay que estar preparador para
abordarlos.
Todo trabajo de sanación es complejo,
tanto para el que busca sanar como para el sanador. El llamarse
“sanador” es un título de vida, es un dedicarse a esa tarea, es
vivir para ello y por ello. Pero el que desea sanar también debe
hacer el esfuerzo correspondiente.
¿Pero
dónde podemos encontrar sanadores reales?: en un entrenador físico,
en un maestro de escuela, en un reikista, en papá y mamá, en un
religioso, en un maestro espiritual, entre muchos otros. Todos estos
pueden ser sanadores siempre y cuando cumplan con los requisitos de
disponibilidad y compromiso de vida en el oficio de sanador que lo
define (mística), no solo para proveer sanación, sino para sanarse
a sí mismos:
Un
entrenador físico que promueva la necesaria rutina a la actividad
para que haya un aprovechamiento real; que haga un seguimiento a las
personas que guía; y que su labor como entrenador sea una de las
de más prioridad en su vida, es un sanador.
Un
maestro de escuela que cumple su labor con mística; donde sus
alumnos sean muy importantes para él; que piense constantemente en
ellos y en cómo lograr que aprendan y se sientan felices; que se
las ingenie para poder llegarle al grupo o a casos particulares; y
que a pesar de los problemas laborales y salariales su trabajo no
decae. Eso es un sanador.
Un
papá o mamá que estén disponibles para sus hijos; cultivando todo
lo bueno que tienen en su interior sin alimentar (resaltar)
constantemente las debilidades que presentan; acompañándoles en
cada experiencia de vida para apoyarlos; ellos se convierten en
sanadores.
Un
religioso que se ocupe y comparta con sus feligreses y con los
asuntos de su comunidad; que predique desde el entendimiento y no
desde la crítica; que sea accesible; que entienda que su trabajo
está más allá que oficiar ceremonias religiosas; es un sanador.
Un
reikista que, más allá de los cursos, viva el Reiki en su día a
día, no solo como técnica, sino como estilo de vida; que se ocupe
de su sanación personal desde el entendido que esa sanación se va
a reflejar de forma automática en su entorno; ese reikista se
convierte en sanador.
Un
maestro espiritual con una enseñanza clara, amplia, coherente y
consistente; que se mantenga alcanzable para quien decida estar con
él; es un sanador.
Un
sanador no necesariamente es un terapeuta acertado; no es un mago; no
es alguien que hace milagros; no es un terapeuta que trata cosas
extrañas que la ciencia no entiende o comparte. En definitiva un
sanador no es alguien que hace cosas increíbles, pero si es alguien
que ayuda a que una persona, con su propio esfuerzo, logre cosas
increíbles dentro de sí.
Pero
no todo el proceso de sanar recae sobre los hombros del sanador. Si
alguien quiere sanar no va a un sanador una o dos veces y espera
salir de allí con sus problemas resueltos, sin esfuerzo personal. Si
alguien desea sanar no le va a pedir al sanador la fórmula mágica
para resolver su problema en un dos por tres. Si alguien desea sanar
debe estar consciente de que es él el que debe recorrer el camino
con sus propios pies, si bien el sanador lo puede acompañar, a lo
mejor en bicicleta.
Una
persona que desee sanar debe acompañarse de un sanador y dejar que
este, con su magia, descubra su materia prima interior y le ayude a
que sea ella misma la que comience a darle forma a su propio
bienestar dentro de sí.
Pero un sanador no puede llegar más
allá de la intención real de sanar que tenga la misma persona. Si
de verdad descubres dentro de ti esa necesidad de crecer, de que todo
vaya mejor, de salir del foso, de cambiar, de rescatarte de la caída
en la que pareces estar; atrévete a comenzar a recorrer un bonito
camino de sanación y permítete la compañía de verdaderos
sanadores; ellos viven para eso.
El
proceso de sanar debe ser una rutina, no son actos espasmódicos. Por
eso si una persona siente que su vida es muy complicada como para
introducir cambios y permitir una rutina de sanación en ella, pues
puede que no esté preparada para sanar.
Un
sanador propone caminos, pero es el que desea sanar quien debe
recorrerlos.
Namasté.
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
05 de febrero del 2013
Twitter:
@eReiki
Maestro cada vez que leo sus articulos mis ojos ven con claridad!!! nos ayuda a tomar nuestra posicion en este mundo. Vemos quienes somos y en que lugar estamos y cual es nuestra actitud hacia nosotros mismos.
ResponderEliminarCada linea es una joya!! gracias!!
silvia
Hermoso articulo Maestro! Namaste!
ResponderEliminarExcelente este artículo Maestro. Muy fácil de entender y muy inspirador.
ResponderEliminarNamasté
Gracias Maestro nuevamente nos regalas tesoros en cada línea de tus escritos excelente articulo para reflexionar y tomar posición de quien eres dentro del plan de papa Dios, que queremos realmente alcanzar en nuestras vidas cuando decidimos emprender un camino de crecimiento y sanación el primer paso pero, debemos estar atentos como reikistas, evolucionistas concientes , como madres ,hijos ,hermanos y amigos etc. de cada detalle de nuestro entorno si hay alguna situación en la cual te sientes sin salida atender las alarmas e introducir el cambio necesario de " adentro hacia afuera" wuaoo!!! allí vamos, orgullosos de tener de la mano ese “Sanador” que te muestra con lecciones y hechos que sanando tu mismo sana tu entorno, ya eso es suficiente regalo.
ResponderEliminarNamasté
Vaithy Figuera
Maestro, cuando dices "La sanación es de adentro hacia afuera" y que "La sanación busca cambios internos permanentes ", pienso con el corazón en lo que dijo Jesús (Juán 3): " hay que nacer del Espíritu" y me atrevo a inferir que la verdadera sanación empieza con el Despertar de Conciencia de la persona. Que belleza de artículo !!!
ResponderEliminar" mirar siénpre. cón el alma núnca cón los ojos,,te engañaran.el alma.
Eliminares el manantial,del que tenenos todos que dar de ese agua. que nace.
de dentro aci afuera..
Comparto plenamente las opiniones expresadas sobre el artículo. La enseñanza que me deja es que cada quien debe recorrer el sendero de su propia sanación, tal vez, lo llegamos a construir con el amoroso acompañamiento de un sanador o de un guía espiritual, pero a la larga es un acto volitivo el que nos permitirá encontrar nuestra "chispa divina".
ResponderEliminarGracias Maestro porque cada vez que leo sus escritos se me descifra más y más mi camino.
Namasté