Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
Es innegable que
nuestro futuro, tanto personal como colectivo, lo creamos nosotros. Y más que
crearlo de forma específica, en realidad lo condicionamos; fijamos la tendencia
de los acontecimientos que se van a presentar en él.
Por más que se alegue
de forma evasiva este hecho; es una realidad que todos estamos sometidos
inexorablemente a Leyes Universales (a veces conocidas como espirituales). En
especial, dos de estas leyes - la
Ley de Atracción y la
Ley del Karma (de Acción y Reacción) – están constantemente “midiendo
nuestros sentimientos” (que a veces expresamos en pensamientos o en acciones) y
van formando la tendencia enmarcada por la calidad de las situaciones que
viviremos en el futuro (a corto, mediano y a largo plazo).
A través de
buenos sentimientos (expresados o no) y de buenas acciones (definida dentro de
la “correctitud espiritual” y no desde la conveniencia personal ni grupal);
tanto la LDA como
la LDK van
condicionando nuestra tendencia de futuro. Este futuro estará construido con
situaciones de la misma “buena calidad” que nuestros sentimientos y acciones de
hoy.
Por supuesto que
lo contrario también se aplica. Si no podemos controlar nuestros sentimientos
“desarmónicos” y nuestras acciones no obedecen a lineamientos correctos
espirituales (a pesar de que parezcan lógicas y convenientes para nosotros); el
futuro que vamos gestando tiene una tendencia que va a estar enmarcada por
situaciones del mismo calibre de nuestra visión difícil de la vida.
Pero bueno,
siempre llega un momento que algunas cosas explotan; y entonces comenzamos a
vivir las situaciones difíciles que nosotros mismos sembramos (sin a lo mejor
darnos cuenta). Estos son los “momentos de tribulación”
Muchas veces los
momentos de tribulación son tan duros y apremiantes, que tenemos simplemente
que “sobrevivir”; y no se prestan para poder reflexionar, corregir o aprender
de los errores. Esto no es lo ideal ni lo correcto espiritualmente, pero sí
puede ser él único enfoque posible para el común de las personas.
Son en estos
momentos donde sacamos el mejor “comodín” que podamos tener: Dios. Acordarse de
Dios en los momentos difíciles es instintivo y sano; pero es peligroso si
creemos que son los únicos momentos en los que nos puede servir.
Pero surge la
pregunta, si estamos viviendo las consecuencias de nuestras acciones o
actitudes pasadas, gracias a las Leyes Universales, ¿qué puede hacer Dios
entonces?
Sigue siendo
cierto que la tendencia de los sucesos la condicionamos nosotros de manera
inexorable; y estas no se pueden cambiar por ningún ente externo (ni por Dios),
sino que el esfuerzo debe ser el nuestro. Pero en momentos particulares, dentro
de una tendencia difícil, podemos mejorar un poco las situaciones, si incluimos
en nuestra realidad una energía “muy especial” que suavice nuestro estado, o que
tal vez haga cambiar nuestro futuro inmediato.
Este cambio de
nuestra realidad (o de nuestro futuro inmediato) gracias a esa “energía
especial”, puede causar “mejoras temporales” pero nunca permanentes. Nuestras
situaciones volverán al poco tiempo a enrumbarse según la tendencia que estaba
establecida.
Esto es similar a
la aplicación de esteroides en enfermos con cáncer terminal, los cuales pueden
calmar el dolor de forma temporal, pero la tendencia a morir se mantendrá.
En tiempos de
tribulación, esa “energía especial” a la que podemos acudir no es otra que
“energía espiritual”. Esta energía puede cambiar realidades mientras se esté
aplicando constantemente; pero si se abandona, la tendencia volverá a retomarse
y lo comprobaremos más adelante.
Bien, pero ¿cómo
podemos generar esta energía en los momentos difíciles? Son bien conocidas y
superefectivas muchas de las formas:
- Orar/rezar de corazón: de forma
personal o en grupos. El secreto de este proceso es que al realizar dichas
oraciones, ellas deben despertar momentos en los que sintamos en nuestro
corazón total confianza en Dios. Cuantos más momentos así logremos, más
energía espiritual estaremos irradiando en nuestra realidad. El sentir esa
verdadera confianza en Dios “desde nuestro corazón” es una de las formas
más fuertes de irradiar esa energía espiritual que nos puede ayudar.
- Pequeños sacrificios personales:
teniendo presente que esos esfuerzos se están ofreciendo a Dios de forma
específica para la situación en cuestión. La definición de “pequeños
sacrificios” es bien estricta, si no se tiene claro de cuales acciones
caen en esta categoría es mejor no hacerlos; nos puede ir peor.
- Cantos de mantras específicos
enfocados a la situación. Esto tiene su metodología particular.
- Visualizaciones, meditaciones, etc.
- Y algo más práctico y conocido por
muchos cristianos es la lectura, repetida y desde el corazón, de
diferentes estrofas del Libro de Salmos de nuestra Santa Biblia. En
particular del superefectivo Salmo 91, para cuando necesitamos protección
inmediata. Igual se debe hacer desde corazón, intentando despertar la
confianza en Dios durante la recitación; y además debe realizarse con la
mayor frecuencia posible. Aquí lo trascribo para que lo tengan:
Procedimiento de lectura del Salmo 91
Enciendan una
vela (cirio) en cada una de sus casas las 24 horas del día y recen junto a ella
este salmo las veces que sea posible, siempre desde el corazón.
Salmo 91
1 El que habita
al abrigo del Altísimo - Morará bajo la sombra del Omnipotente.
2 Diré yo a
Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; - Mi Dios, en quien confiaré.
3 El te librará
del lazo del cazador, - De la peste destructora.
4 Con sus plumas
te cubrirá, - Y debajo de sus alas estarás seguro; - Escudo y adarga es su
verdad.
5 No temerás el
terror nocturno, - Ni saeta que vuele de día,
6 Ni pestilencia
que ande en oscuridad, - Ni mortandad que en medio del día destruya.
7 Caerán a tu
lado mil, - Y diez mil a tu diestra; - Mas a ti no llegará.
8 Ciertamente con
tus ojos mirarás - Y verás la recompensa de los impíos.
9 Porque has
puesto a Jehová, que es mi esperanza, - Al Altísimo por tu habitación,
10 No te
sobrevendrá mal, - Ni plaga tocará tu morada.
11 Pues a sus
ángeles mandará acerca de ti, - Que te guarden en todos tus caminos.
12 En las manos
te llevarán, - Para que tu pie no tropiece en piedra.
13 Sobre el león
y el áspid pisarás; - Hollarás al cachorro del león y al dragón.
14 Por cuanto en
mí ha puesto su amor, yo también lo libraré;
Le pondré en alto,
por cuanto ha conocido mi nombre.
15 Me invocará, y
yo le responderé; - Con él estaré yo en la angustia;
Lo libraré y le
glorificaré.
16 Lo saciaré de
larga vida, - Y le mostraré mi salvación.
Amen.
(Pidan protección personal y para sus familias)
A diferencia de
los esteroides, si la aplicación de la energía espiritual que podemos obtener
al incluir a Dios en nuestras vidas se vuelve constante, podemos lograr cambiar
tendencias y permitirnos lograr futuros como siempre los hemos soñado.
Tener a Dios en
nuestras vidas, termina siendo utilizar las Leyes Universales a nuestro
bienestar y no en contra.
Así que oremos;
tengamos a Dios presente en nuestras tribulaciones; pero no nos complazcamos de
pequeñas victorias que Dios nos regale, ni creamos que estamos salvados ni que
lo hicimos de maravilla. Las tendencias nefastas, si una vez nos condicionaron,
estas van a volver a hacerlo una y otra vez; hasta que a hayamos aprendido las
lecciones y comencemos a sentir y a actuar como Dios espera que lo hagamos.
Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
20 de febrero del 2014.
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Namaste, Maestro Gracias por tan oportuna enseñanza de Vida.JMA
ResponderEliminarMaestro, tu mensaje nos invita a ser perseverantes en la práctica religiosa, ya que mientras más constantes seamos en incluir a Dios en nuestras vidas, en esa misma medida, aumentará nuestro nivel de Conciencia Espiritual (cantidad de espíritu que metemos en nuestra realidad) y más facil será sobrellevar nuestras cargas en "Tiempos de Tribulación" ..... Mil Gracias Maestro por tanta enseñanza a través de tus invalorables artículos ......Namasté
ResponderEliminar