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jueves, 20 de febrero de 2014

En tiempos de tribulación

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Es innegable que nuestro futuro, tanto personal como colectivo, lo creamos nosotros. Y más que crearlo de forma específica, en realidad lo condicionamos; fijamos la tendencia de los acontecimientos que se van a presentar en él.

Por más que se alegue de forma evasiva este hecho; es una realidad que todos estamos sometidos inexorablemente a Leyes Universales (a veces conocidas como espirituales). En especial, dos de estas leyes - la Ley de Atracción y la Ley del Karma (de Acción y Reacción) – están constantemente “midiendo nuestros sentimientos” (que a veces expresamos en pensamientos o en acciones) y van formando la tendencia enmarcada por la calidad de las situaciones que viviremos en el futuro (a corto, mediano y a largo plazo).

A través de buenos sentimientos (expresados o no) y de buenas acciones (definida dentro de la “correctitud espiritual” y no desde la conveniencia personal ni grupal); tanto la LDA como la LDK van condicionando nuestra tendencia de futuro. Este futuro estará construido con situaciones de la misma “buena calidad” que nuestros sentimientos y acciones de hoy.

Por supuesto que lo contrario también se aplica. Si no podemos controlar nuestros sentimientos “desarmónicos” y nuestras acciones no obedecen a lineamientos correctos espirituales (a pesar de que parezcan lógicas y convenientes para nosotros); el futuro que vamos gestando tiene una tendencia que va a estar enmarcada por situaciones del mismo calibre de nuestra visión difícil de la vida.

Pero bueno, siempre llega un momento que algunas cosas explotan; y entonces comenzamos a vivir las situaciones difíciles que nosotros mismos sembramos (sin a lo mejor darnos cuenta). Estos son los “momentos de tribulación”

Muchas veces los momentos de tribulación son tan duros y apremiantes, que tenemos simplemente que “sobrevivir”; y no se prestan para poder reflexionar, corregir o aprender de los errores. Esto no es lo ideal ni lo correcto espiritualmente, pero sí puede ser él único enfoque posible para el común de las personas.

Son en estos momentos donde sacamos el mejor “comodín” que podamos tener: Dios. Acordarse de Dios en los momentos difíciles es instintivo y sano; pero es peligroso si creemos que son los únicos momentos en los que nos puede servir.

Pero surge la pregunta, si estamos viviendo las consecuencias de nuestras acciones o actitudes pasadas, gracias a las Leyes Universales, ¿qué puede hacer Dios entonces?

Sigue siendo cierto que la tendencia de los sucesos la condicionamos nosotros de manera inexorable; y estas no se pueden cambiar por ningún ente externo (ni por Dios), sino que el esfuerzo debe ser el nuestro. Pero en momentos particulares, dentro de una tendencia difícil, podemos mejorar un poco las situaciones, si incluimos en nuestra realidad una energía “muy especial” que suavice nuestro estado, o que tal vez haga cambiar nuestro futuro inmediato.

Este cambio de nuestra realidad (o de nuestro futuro inmediato) gracias a esa “energía especial”, puede causar “mejoras temporales” pero nunca permanentes. Nuestras situaciones volverán al poco tiempo a enrumbarse según la tendencia que estaba establecida.

Esto es similar a la aplicación de esteroides en enfermos con cáncer terminal, los cuales pueden calmar el dolor de forma temporal, pero la tendencia a morir se mantendrá.

En tiempos de tribulación, esa “energía especial” a la que podemos acudir no es otra que “energía espiritual”. Esta energía puede cambiar realidades mientras se esté aplicando constantemente; pero si se abandona, la tendencia volverá a retomarse y lo comprobaremos más adelante.

Bien, pero ¿cómo podemos generar esta energía en los momentos difíciles? Son bien conocidas y superefectivas muchas de las formas:

  1. Orar/rezar de corazón: de forma personal o en grupos. El secreto de este proceso es que al realizar dichas oraciones, ellas deben despertar momentos en los que sintamos en nuestro corazón total confianza en Dios. Cuantos más momentos así logremos, más energía espiritual estaremos irradiando en nuestra realidad. El sentir esa verdadera confianza en Dios “desde nuestro corazón” es una de las formas más fuertes de irradiar esa energía espiritual que nos puede ayudar.
  2. Pequeños sacrificios personales: teniendo presente que esos esfuerzos se están ofreciendo a Dios de forma específica para la situación en cuestión. La definición de “pequeños sacrificios” es bien estricta, si no se tiene claro de cuales acciones caen en esta categoría es mejor no hacerlos; nos puede ir peor.
  3. Cantos de mantras específicos enfocados a la situación. Esto tiene su metodología particular.
  4. Visualizaciones, meditaciones, etc.
  5. Y algo más práctico y conocido por muchos cristianos es la lectura, repetida y desde el corazón, de diferentes estrofas del Libro de Salmos de nuestra Santa Biblia. En particular del superefectivo Salmo 91, para cuando necesitamos protección inmediata. Igual se debe hacer desde corazón, intentando despertar la confianza en Dios durante la recitación; y además debe realizarse con la mayor frecuencia posible. Aquí lo trascribo para que lo tengan:


Procedimiento de lectura del Salmo 91

Enciendan una vela (cirio) en cada una de sus casas las 24 horas del día y recen junto a ella este salmo las veces que sea posible, siempre desde el corazón.

Salmo 91

1 El que habita al abrigo del Altísimo - Morará bajo la sombra del Omnipotente.
2 Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; - Mi Dios, en quien confiaré.
3 El te librará del lazo del cazador, - De la peste destructora.
4 Con sus plumas te cubrirá, - Y debajo de sus alas estarás seguro; - Escudo y adarga es su verdad.
5 No temerás el terror nocturno, - Ni saeta que vuele de día,
6 Ni pestilencia que ande en oscuridad, - Ni mortandad que en medio del día destruya.
7 Caerán a tu lado mil, - Y diez mil a tu diestra; - Mas a ti no llegará.
8 Ciertamente con tus ojos mirarás - Y verás la recompensa de los impíos.
9 Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, - Al Altísimo por tu habitación,
10 No te sobrevendrá mal, - Ni plaga tocará tu morada.
11 Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, - Que te guarden en todos tus caminos.
12 En las manos te llevarán, - Para que tu pie no tropiece en piedra.
13 Sobre el león y el áspid pisarás; - Hollarás al cachorro del león y al dragón.
14 Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré;
Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
15 Me invocará, y yo le responderé; - Con él estaré yo en la angustia;
Lo libraré y le glorificaré.
16 Lo saciaré de larga vida, - Y le mostraré mi salvación.

Amen.

(Pidan protección personal y para sus familias)



A diferencia de los esteroides, si la aplicación de la energía espiritual que podemos obtener al incluir a Dios en nuestras vidas se vuelve constante, podemos lograr cambiar tendencias y permitirnos lograr futuros como siempre los hemos soñado.

Tener a Dios en nuestras vidas, termina siendo utilizar las Leyes Universales a nuestro bienestar y no en contra.

Así que oremos; tengamos a Dios presente en nuestras tribulaciones; pero no nos complazcamos de pequeñas victorias que Dios nos regale, ni creamos que estamos salvados ni que lo hicimos de maravilla. Las tendencias nefastas, si una vez nos condicionaron, estas van a volver a hacerlo una y otra vez; hasta que a hayamos aprendido las lecciones y comencemos a sentir y a actuar como Dios espera que lo hagamos.

Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 20 de febrero del 2014.

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2 comentarios:

  1. Namaste, Maestro Gracias por tan oportuna enseñanza de Vida.JMA

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  2. Maestro, tu mensaje nos invita a ser perseverantes en la práctica religiosa, ya que mientras más constantes seamos en incluir a Dios en nuestras vidas, en esa misma medida, aumentará nuestro nivel de Conciencia Espiritual (cantidad de espíritu que metemos en nuestra realidad) y más facil será sobrellevar nuestras cargas en "Tiempos de Tribulación" ..... Mil Gracias Maestro por tanta enseñanza a través de tus invalorables artículos ......Namasté

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