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lunes, 4 de agosto de 2014

Primero lo primero



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

En mis terapias de sanación, sea la que sea, lo primero que hago es dejar que la persona hable. Es necesario, no solo para saber el porqué viene a terapia; sino para entender su situación de vida en contexto.

Una de las cosas que busco es que me hable de su relación con Dios. ¿Cómo lo ve? ¿Cómo se lleva con Él? ¿Cuál es su práctica? ¿Cómo siente que Él le está ayudando?; entre otras cosas. Muchas veces la primera sesión simplemente se desarrolla como un “ajuste espiritual”.

Una vez una señora me preguntó sobre cómo lo que estábamos hablando sobre Dios le iba a ayudar con su problema físico de rodilla. Yo le pude dar la respuesta “energética”  que siempre brindo: “... la relación suya con Dios de alguna manera dibuja el estado de su séptimo chakra. Esto define la cantidad de energía que entra en su cuerpo y que tiene disponible para sanar. Yo como sanador debo saber con cuánta energía contamos.”

Si una persona tiene una buena relación con Dios, pues tendrá un  “buen séptimo chakra”. Entonces, a través de este chakra entrará un buen caudal de energía vital a su sistema energético; que no solo le permitirá gozar de un bienestar aceptable, sino que le será útil si tiene procesos de sanación que se deben reforzar.

Pero resulta que está señora había hecho referencia a una vida espiritual importante dentro de su fe cristiana; así que me aventuré a darle la siguiente explicación, más mística y profunda, que definitivamente no es para todo el mundo.

Si utilizamos argumentos espirituales para sanar, debemos hacer referencias a escrituras sagradas. Dentro de nuestro cristianismo, pues a La Santa Biblia.

Muchas personas cuando están en problemas, en enfermedad, en preocupación; acuden a Dios en busca de ayuda. Eso es lo normal. ¿Pero es lo que corresponde? ¿Hay algún requisito para que esto sea posible? Revisemos una enseñanza de nuestro libro de texto:

Mateo 6:25-33
Reina-Valera 1960 (RVR1960)

25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?
28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan;
29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.
30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
  
En este pasaje, Jesús nos habla tanto de las necesidades cotidianas como de las especiales; y plantea la idea de que Dios Padre puede, de alguna forma, proveerlas sin que nos “afanemos” por ellas.

Antes de seguir debo contextualizar bien el concepto de “no afanarse”. Este se refiere más a “no obsesionarse”, a “no angustiarse”; pero nunca se refiere a “no hacer nada”. De hecho, hay que procurar lo que queremos, pero aquí se plantea que el éxito de dicha procura se antecede por una condición; “buscar primero el reino de Dios y su justicia”. Luego debemos hacer por tenerlo.

Y la pregunta debería ser aquí: ¿qué significa el reino de Dios y su justicia? ¿Cómo se busca? o ¿cómo se entra en él?

En nuestro libro texto también está bien explicado. Debemos hacer referencia  a los capítulos 5, 6 y 7 del Evangelio de Mateo, en los cuales se narra lo que se conoce como “el Sermón del Monte”. En ellos, Jesús les dice a sus discípulos lo que deben hacer para entrar en el reino de los cielos (el reino de Dios). Y termina dichos pasajes con la afirmación que necesitamos:

Mateo 7:21
Reina-Valera 1960 (RVR1960)

21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Precisamente para entrar en los cielos, debemos hacer la voluntad del Padre. Y la voluntad del Padre es lo que Jesús acababa de instruir en los versículos anteriores al citado. Les recuerdo solo algunas de esas cosas: no juzgar, poner la otra mejilla, amar a tus enemigos, no pecar, etc., etc., etc.

Recapitulo. Cuando necesitemos algo (bienestar, por ejemplo) y queremos que Dios nos ayude (lo provea) --> debemos primero hacer su voluntad (cumplir con los lineamientos del Sermón del Monte)

Generalmente lo hacemos al revés: Estamos mal -->  pedimos a Díos --> y si se cumple le agradeceremos y creeremos en Él.

Primer lo primero. Una buena relación con Dios, lo que es igual a una vida dentro de un crecimiento espiritual que nos permita enfrentar la situaciones que vivimos con nuestros dones espirituales; es lo que nos va a permitir recibir y disfrutar de la ayuda de Dios para satisfacer nuestras necesidades. Para un cristiano nunca es al revés.

Esta verdad espiritual es lo que define a un cristiano:

“Un verdadero cristiano no es pedigüeño; sino que con su comportamiento correcto se trasforma en un merecedor de las bendiciones de Dios.” #PAGR2014

Dios te siga bendiciendo.
Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 03 de agosto del 2014.
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Palabras claves: pedir, reino, Dios, justicia, añadidura, lineamientos, cristiano.

2 comentarios:

  1. Namasté Maestro.

    Estas son las típicas cosas que "sabemos", pero que generalmente hacemos al revés; recordarnos de Dios cuando ya tenemos el agua al cuello.
    ¡Cuanta falta le hace a la gente poner a Dios primero! Cuando eso se hace, se obtiene un grado de humildad que luego permite afrontar la vida con menos sufrimiento.

    Unos de los pasajes de la Biblia que más me gustan (hay muchos que me fascinan) es el que citas, Mateo 7:21. Porque siento que a través de ese pasaje se le hace justicia a millones de personas de otras religiones que, aunque no conocen a Jesús (en consecuencia no lo pueden llamar "Señor"), sí siguen sus enseñanzas, siendo humildes, no juzgando, poniendo la otra mejilla... Es, para mí, un mensaje de inclusión a todos los seres que se comportan de un modo espiritualmente correcto, aunque nuestra iglesia los excluya.

    CEH

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  2. Bueas noches maestro.

    ¿Cómo está?

    Excelente como siempre!!! Me gustaria que me explicará eso de: "poner la otra mejilla". Me podria dar un ejemplo?

    Gracias.

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