Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
Este título no es metafórico; pretendo que se entienda como totalmente
real.
Hoy en día existe aún la creencia muy antigua de los “ángeles”, como esos
seres que nos ayudan de alguna manera e interaccionan con nuestra realidad.
Desde las antiguas escrituras encontramos a estos seres en relatos
diferentes, soportando mucha de las creencias místicas, espirituales y
religiosas; y si bien pueden ser catalogados por algunos como ficticios; para
muchos de nosotros son una realidad.
Pero no me refiero, en mi caso, a una realidad de ángeles como seres
alados, con superpoderes y toda la Gracia divina. Sino a la realidad que
implica que desde siempre (y aún hoy) estamos siendo asistidos por seres, que
no siendo necesariamente de nuestro entorno o realidad física, aún nos ayudan
para que intentemos hacer las cosas bien.
Es extraño cuando muchas personas que se llaman religiosas, se mofan u
horrorizan cuando alguien habla de estas ayudas desde otros planos en nuestros
días; sin darse cuenta que en sus sagradas escrituras esto parecía ser la
norma. En ninguna escritura sagrada dice que esta convivencia dejó de existir
en algún momento.
Pero aún no comienzo a explicar. El punto comienza en que si bien estas
interacciones de los ángeles con los seres humanos se presentaban todas desde
el ámbito espiritual/religioso, hoy en día, en nuestra modernidad y en la
tristemente célebre Nueva Era, la espiritualidad real y la religiosidad han
sido sustituidas por un pensamiento lógico, paranoico-conspirativo y
mágico-fenomenológico.
En este
escenario moderno actual, los “ángeles” se ven en aprietos para poder ejercer
sus funciones de ayuda. Y esto, por las sencillas razones de que: los mal
interpretan; los confunden con otras cosas; les asignan facultades que no
tiene; esperan de ellos cosas que no pueden dar; entre otras. Según sus propias
palabras: “... ya no existen muchas personas con una ´coherencia espiritual aceptable´
para que podamos trabajar en conjunto.”
Mi idea es comenzar a definir dichas incomprensiones, confusiones o
incoherencias a las que se ven sometidos los “ángeles”; las mismas que de
alguna manera han limitado la ayuda real que siempre han intentado darnos.
Definitivamente “los ángeles están en problemas”.
Primer problema: ¿Qué es un “ángel”?
Etimológicamente, la palabra “ángel”
significa “mensajero”; y se asigna, dentro del contexto espiritual, a “esos
seres” que traían mensajes de Dios o ejecutaban sus designios. Entonces, aparte
de los mensajes que podían dar, también podían ser ejecutores de acciones
(indicadas por Dios) o protectores de creyentes (asignados por Dios)
Místicamente, un ángel es “una criatura de Dios”; no necesariamente física;
pero que tiene como escencia espiritual una característica primordial, esta es la
de sujeción a la voluntad de Dios.
Como he repetido muchas veces, la interpretación de seres, fenómenos o
eventos que no corresponden a nuestro plano físico-sensorial, está atado a la
interpretación muy mental y personal de quien lo experimenta. Una misma
aparición de un ser inmaterial, por ejemplo; como fenómeno extrasensorial que
es, puede “percibirse” como dos eventos totalmente diferentes para dos personas
distintas. Cada una de las mentes le dará su interpretación terrenal al fenómeno
extrasensorial que está ocurriendo; por lo tanto cada uno lo expresará desde su
propio punto de vista.
Por eso, un “ángel” se ha podido percibir por mucha gente como: un niño, un
hombre con alas, una luz, un destello, un aroma, una sombra, etc.; etc.; etc.
Pero a pesar de esta poca similitud en un mismo fenómeno extrasensorial,
entre dos o más personas, no se le resta valor al evento. Entonces surge la
necesidad de darle una simbología a dicho fenómeno o a dicho ser; resaltando
algunas de sus características básicas para que sea “comunicable” entre
diferentes personas.
Hay una descripción común de “ángeles” con la cual se ha negociado:
1.
es un figura
humana
2.
con alas
3.
relativamente
joven
4.
con una apariencia
de mayor poder, fuerza o pureza que nosotros
Este estereotipo presenta el próximo problema para los “ángeles”
Segundo problema: El no reconocerlos
Bien, lo primero que hay que saber es
que ¡los “ángeles” no tienen alas! Veamos de donde salen este acuerdo de
estereotipo angelical.
Una figura humana representa dentro de
nuestro entendimiento, a alguien que puede interactuar con nosotros. No se nos
hubiera ocurrido asignar a un ángel una figura de una planta de zanahoria, ni
una puerta, ni de un chimpancé. Tendría que ser “como un humano” que pueda
pensar, actuar, conversar, incluso sentir como nosotros; en fin que nos podamos
“entender”.
La figura humana de un ángel se la
asignamos nosotros como una necesidad nacida desde nuestro interior. ¿Pero y si
no tienen figuras humanas?
Las alas tienen una simbología mucho
más directa. Todo aquello con alas (como los pájaros) tiene la capacidad de “no
vivir en el suelo”, no estar atado a nuestra terrenalidad. Un ser alado se
identifica seres de planos “no terrenales”, aunque de vez en cuando puede bajar
y caminar (de hecho, por eso tiene piernas y pies)
¿Pero acaso las alas son la única forma de ser no-terrenales? Sabemos que
no.
La tercera característica es la de la juventud. Esta hace referencia no a
la fuerza, sino a la lozanía de no estar sometido al envejecimiento. Los
ángeles no envejecen, lo que indica directamente a que no están sometidos a los
efectos del tiempo.
Si supongo bien, y ya han leído muchos de mis escritos anteriores; sabrán
que dentro de nuestros planos de existencia en este universo, el tiempo es un
parámetro exclusivo de nuestro plano terrenal. Ya al pasar al plano de
existencia Astral, dejan de existir el concepto y el efecto del tiempo. Allí,
en ese astral, aún hay seres que interactúan entre ellos y con nosotros (nosotros
mismos tenemos una existencia astral mientras estamos vivos terrenalmente).
Todo esto quiere decir que los “ángeles” realizan gran parte de su trabajo en
estos planos superiores como lo es el astral. ¿”Ángeles” en el plano
físico-terrenal? los hay, pero muy pocos; y en eventos extremadamente
específicos y puntuales. Si se quedarán mucho tiempo aquí comenzaría a
envejecer.
Y la última y cuarta característica es su apariencia de “poder
sobrehumano”. Y es una referencia real y
coherente con el punto anterior. No hay nada más limitante que estar anclado a
este plano terrenal, no solo por el tiempo (las cosas siempre tardan en
ocurrir), sino por la limitación del espacio físico. Nuestro cuerpo físico,
nuestro peso, nuestra masa, nuestra piel, nuestros cinco sentidos, nos ponen
límite desde que nacemos.
Por eso a los “ángeles” los vemos como portentos; porque pueden hacer cosas
que nosotros no podemos, ya que no se limitan a este espacio físico-terrenal.
Eso a veces se representa con mayor musculatura o fuerza. Pero, ¿y si los
hubiera más flaquitos y bajitos que el promedio de los humanos? ¿No sería
“ángeles”? Pues los hay y lo son; y aún así tienen muchas menos limitaciones
que nosotros.
Pero vamos a sincerarnos y generaliza
más las anteriores características de un “ángel”. Si encontráramos a un ser que:
1.
Pueda comunicarse
e interactuar con nosotros (sin importar la forma en que lo haga)
2.
Que tuviera la
capacidad de trascender y no estar limitado a nuestras limitaciones
espacio-tiempo.
3.
Que tuviera la
capacidad de trabajar (actuar) desde planos no físicos (a lo mejor no de forma
exclusiva pero si de forma prioritaria)
4.
Que gracias a esa
no limitación terrenal tuviera capacidades mayores que las nuestras.
5.
Y que POR SUPUESTO
fuera de una altura espiritual que le permitiera supeditar todas sus acciones a
altísimos principios espirituales (la voluntad de Dios)
Pues entonces estaríamos delante de “un ángel”. Cualquier ser o entidad con
estas características puede ser un “ángel”, independientemente de su apariencia
física.
Pero ¿cuál es el problema entonces?
Pues que la gente espera ver a un “Adonis” de dos metros de estatura, con
un peso en fibra muscular de ciento veinte kilogramos, con vestimenta sensual y
con una mirada cautivadora, para identificarlo como a un “ángel”
Pero ¿qué pasaría si en vez de su escultural Adonis, llega a ver a uno de
esos tipos de ángeles con apariencia de un hombrecito pálido, de 140 centímetros
de estatura o menos; de escasos 40 kilogramos de peso y de ojos grandes e
inexpresivos? Entonces ese ser sería un monstruo que seguramente le viene a
hacer daño, viene a abducirlo o quiere aparearse con ella a la fuerza; por
supuesto, para luego destruir al Planeta Tierra.
Definitivamente están en problemas.
Es para no encasillar a los “ángeles” en ese estereotipo planteado del
Adonis, que yo suelo llamarlos como seres “extraterrenos
angelicales”.
La mayoría de los seres “extraterrenos” que pueden interactuar con los
humanos, cumplen con las primeras cuatro características de un “ángel”; sobre
todo por sus menores limitaciones. Y si además tienen una altura espiritual
importante, pueden optar por esa dedicación a Dios para que se les aplique el
apelativo completo de “ángeles”.
Pero tengo que puntualizar que el significado de “extraterreno”. Este término pretende describir a cualquier ser
que no sea de este planeta Tierra o que no esté físicamente en ella; incluye: a
extraterrestres, a desencarnados y a seres nunca-encarnados (puramente de
planos sutiles). Obsérvese que un ser extraterreno puede o no tener vida
física, incluso pudo nunca haberla tenido; ya que existen seres que no están
encarnados en plano físico pero que tienen una existencia astral y espiritual.
De la misma manera que un extraterreno puede referirse a un ser que, teniendo
vida física, no pertenecen a esta Tierra
Entonces, el término de extraterreno
puede englobar tanto a seres vivos o muertos (sin vida física) como a los
conocidos extraterrestres.
Tercer problema: Las peticiones
Dejando atrás el cómo puede ser o parecer un ser angelical; funcionalmente,
que un “ángel” sea un ser sometido totalmente a la voluntad de Dios y
únicamente a ella, es el único requisito y el único seguro para que los
“ángeles” digan o hagan lo que Dios manda a decir o hacer, “tal cual fue
indicado”.
Por tanto, en cuestiones espirituales ellos carecen de “libre albedrío”.
Eso los identifica como seres de mucha altura espiritual.
Este concepto angelical básico crea otro de los problemas para los
“ángeles”; y es que la gente le sigue pidiendo cosas para que ellos se lo
concedan. Pues no; los “ángeles” únicamente pueden ejecutar lo que está en
“Ley Divina Perfecta”, lo que es “Espiritualmente Correcto”; no lo que nosotros
queremos, lo que necesitamos o lo que nos conviene a modo personal (y quizás
parcializado).
Deberíamos pensar, de vez en cuando, si detrás de cada deseo que pedimos
nos sea concedido desde arriba; no hay alguien que puede salir desfavorecido.
Un simple e inocente puesto de trabajo; que me lo asignen a mí, significa que
no se lo van a dar a otra persona. Ese tipo de peticiones puede llegar a
cumplirse; pero por otros mecanismos espirituales que no tienen nada que ver
con los ángeles.
Cuarto
problema: La incapacidad que tenemos de oír
Y ya entonces
no es cosa de que nosotros pidamos o no; sino que es un problema cuando ellos
se quieren comunicar con las personas y estas resultan que tienen mucho “ruido
en la cabeza”.
La buena
práctica que tenían las personas en la antigüedad de conectarse con Dios a
través de su corazón, era afortunada; porque es la misma vía por donde los
“ángeles” se comunican con los humanos.
En
contraposición a nuestro corazón, ahora la mayoría de la gente honra, trabaja y
aprecia a la mente, a los pensamientos. En nuestra sociedad actual cuanto más
mentales, intelectuales, calculadores y controladores seamos, más exitoso nos
vemos. Y cuanto más emotivos (tanto en expresión como en acción), más débil parecemos.
Cuando los
“ángeles” tratan de comunicar algo, ellos intentan entrar por el corazón. En
las mayorías de las personas es la mente quien intercepta los mensajes y esta trata
de darle su propia interpretación según sus vivencias, experiencias,
aprendizajes terrenales, etc. Esto llega a desvirtuar la información y a cambiarla
por completo; o incluso puede llegar a desecharla por no encontrarle “lógica” o
por asumirla “pura imaginación”.
Para lograr esa conexión con Dios, las personas de la
antigüedad hacían como parte de su vida cotidiana, dos actividades
indispensables para alcanzarla: meditación
y adoración. La práctica de
meditación frecuente (cotidiana) y sostenida en el tiempo es la forma de calmar
a la mente; mientras que la práctica de la adoración a la divinidad, es lo que
exalta al espíritu, abriendo entonces la puerta del corazón.
Hoy en día,
meditar dejó de ser costumbre de vida y se hace casi bajo la obligatoriedad de
una prescripción médica; siempre y cuando las otras formas terapéuticas hayan
sido agotadas.
Y el adorar a
Dios casi no existe; comenzando que la adoración es una práctica que se debe
cultivar desde la niñez. Lamentablemente las personas hoy confunden la
adoración a Dios con las oraciones de
petición o con los rituales dominicales; siendo cosas totalmente
diferentes.
Por eso, los
“ángeles” están en problema; porque ellos pueden “gritar muy fuerte” pero no
hay casi nadie que oiga; y los que llegan a percibir algo interpretan mal el
mensaje.
Y esa parte de interpretación equivocada,
presenta el siguiente problema al que se enfrentan los “ángeles”: la falta de
contexto espiritual.
Quinto
problema: Oír lo que nos interesa
Una cosa es
entender un idioma y saber el significado de algunas palabras; y otra muy
distinta es entender el mensaje que traen dichas palabras dentro de un contexto
particular.
Muchas
personas pueden entender las siguientes palabras cuando yo digo: “la ganancia de este dispositivo es muy
elevada.”
Algunos
interpretarán “la ganancia” como el percibir dinero adicional luego de una
inversión realizada; y “este dispositivo” como un pequeño artefacto que produce
un bien que al venderse puede dar “la ganancia elevada”.
Pero si
entiendes “dispositivo” como un circuito electrónico, entenderás que “la
ganancia” es el aumento del potencial o corriente de salida, desde una señal de
entrada que es muy pequeña.
¿Logro
plantear el punto? Muchos podemos oír frases en castellano, pero obtener de ellas
la información correcta depende del contexto que manejemos.
La existencia
de los “ángeles” corresponde al mundo espiritual; y ese mundo plantea un
contexto espiritual donde más allá de entender frases sueltas de algunas
escrituras sagradas; hay que tener muy claro toda una enseñanza espiritual
trabajada e internalizada por años. Es igual a poder leer las palabras de un
libro de física cuántica porque están en castellano; o entender de física
cuántica. La primera no implica la segunda.
Tener un
contexto espiritual amplio y correcto para poder descifrar un mensaje angelical
no es tarea fácil; por lo que algunas personas pueden percibir mensajes, pero
la interpretación final termina estando totalmente fuera de foco.
Generalmente se termina “escuchando” una interpretación del
mensaje que se acopla con nuestras necesidades, nuestros miedos, nuestros
deseos, etc.; pero no el mensaje correcto.
¿Están en
problema los “ángeles”? Si, no tienen muchos interlocutores válidos.
Y peor aún,
aquellos que no son interlocutores válidos pero que se atreven a hablar, tienen
mucha credibilidad porque terminan reflejando las necesidades y deseos de mucha
gente; simplemente dicen lo que las personas necesitan escuchar y no lo que los
“ángeles” quisieron decir.
Sexto
problema: Los confunden con otros
Y no solo es
el tema de que se puedan corromper los mensajes que los “ángeles” intenten
trasmitir; sino que además a ellos se les suelen confundir con cualquier otro
tipo de fenomenología incierta, donde no existe necesariamente la menor
escencia angelical.
Algunos
esperan de los “ángeles” manifestaciones físicas evidentes; y ya vimos que
desde los planos donde ellos trabajan, dichas manifestaciones no son ni
necesarias ni pertinentes. Cuando se trabaja desde el plano astral, se logra un
impacto en el plano terrenal sin necesidad de salir de ese primer plano. Muchas
luces, visiones, sonidos y manifestaciones físicas o sensoriales en general;
que no están solo en la percepción del observador sino que se logran incluso
grabar y fotografiar; pueden no ser más que fenómenos físicos inexplicables de
ese momento.
Cuando alguien
siente a un “ángel” y lo hace de forma correcta desde su percepción, esta
sensación es un fenómeno que no tiene materia física, no pertenece a los
sentidos. Lo que el observador “ve”, “oye” o “siente”, es solo una propuesta de
su cerebro a dicha percepción extrasensorial; y por tanto “no existe en el
mundo físico, aunque si puede existir en un plano no-físico”.
Los “ángeles”
no necesitan exponerse a la realidad del plano terrenal donde el espacio y el
tiempo los limitaría mucho; aquí dejarían de ser “poderosos”.
Incluso, a los
“ángeles” se les ha confundido con alienígenas peligrosos, dentro de esa
fenomenología extraterrestre que existe y que puede incluso ser real. Estos supuestamente
vienen en platillos voladores a conquistar a la Tierra y hacen experimentos
genéticos con algunas personas.
Si bien, las
características de los seres angelicales que ya describimos, se pueden aplicar
a algunos seres evolucionados de otros mundos, ¿ustedes creen que un ser que
pueda trascender el tiempo y el espacio; y que esté al servicio de Dios; esté
preocupado en someter a la raza humana, o estén metidos en platillos voladores
tratando de planificar acciones en conjunto con gobiernos de superpotencias
económicas, militares o religiosas?
Puede haber “de
todo en la viña del Señor”, pero no hay que confundirlos con “ángeles”. Al
igual que hay seres humanos con principios altruistas, también los hay muy
egoístas. Sería un grave problema si los extraterrestres “buenos” conocieran a
un puñado de nosotros y juzgara al resto de la raza humana por esa pequeña
muestra.
Y para
complicar aún más, hay seres en el plano astral (desde donde trabajan los “ángeles”)
que si bien tienen la capacidad de comunicarse al plano terrenal, no son seres
angelicales, porque no están dedicados a Dios.
Entonces,
puede haber personas recibiendo mensajes de estos seres extraterrenos (nada
angelicales), que en vez de mensajes enviados por Dios, son mensajes teñidos de
una intención personal. Muchas personas creen que son mensajes celestiales;
pero bastaría cotejarlos con enseñanzas sagradas para ver que se desvían
fácilmente de cualquiera de estas.
La falta del
contexto espiritual real, tanto en el receptor del mensaje como en el público
que lo recibe, vuelve a ser un problema.
Entonces, si
un “ángel” puede ser literalmente cualquier cosa inexplicable ¿no están ellos
en problemas? Ellos están tratando de ayudar, intentando dar mensajes desde el
astral; y la gente está buscando el mensaje angelical en la forma en que una
vela se derritió.
Séptimo
problema: La paranoia del enemigo
Y adicional a
todos los problemas anteriores, está el estado de desconfianza en el que vive
la mayoría del mundo.
En sociedades
tan competitivas, la confianza en el vecino es lo último que se presenta. Debemos
resaltar por mérito propio, pero como mi prójimo está tratando de hacer lo mismo
puede querer dañarme para él salir adelante.
Y no solo eso;
sino que esta concepción del mundo trae como consecuencia que “mis problemas
son en su grandísima mayoría causados por
los demás”. Existe el convencimiento de que “siempre hay gente que me quiere
ver mal por cualquier motivo”. Siempre, en las cosas importantes, “los otros
tienen la culpa”.
Esta actitud
se ha convertido en paranoia; por lo cual la gente se cuida de que le engañen,
de que le embauquen, que le hagan creer algo que después le vaya a perjudicar.
En fin, “me tengo que cuidar de todo y de todos”; y la mejor forma es
comenzando en no creer en nada ni en nadie, que yo mismo no pueda verificar.
¿Esto le trae
problemas a esos pobres “ángeles” intentando dar mensajes que la gente no
termina de creer?
Pero cuando
alguien sí los recibe y se atreve a decirlos, entonces nadie le cree porque
“puede ser un farsante”.
O si alguien
llega a percibir “algo” material, en esos instantes en que su materia física
queda visible porque están realizando una “transición del espacio-tiempo”;
entonces creen que los “marcianos” están invadiendo a la Tierra para dominarnos.
En estos
tiempos de crisis mundial, cualquier cosa, persona o ser, que no sea de mi
grupo es un potencial enemigo.
Por supuesto,
esto nos retroceder al problema del débil contexto espiritual en el que vive la
humanidad.
Octavo problema: La necesidad de notoriedad
individual
Y creo que el problema peor de todos no es ni siquiera la paranoia del enemigo, sino que es el
deseo de notoriedad de algunos individuos.
Gracias estas
mismas sociedades competitivas salvajes, existen en los individuos tendencias a
autoestimas muy bajas. Esta patología logra muchas veces despertar deseos de
notoriedad como forma de realzarse.
Ante una paranoia del enemigo generalizada, la
gente espera que alguien o algo los salve. En ese caso, cualquier mensaje que
se venda como recibido por seres superiores, no solo es esperado, sino muy bien
recibido por muchos. Esto crea interlocutores muy estimados dentro de grupos
humanos; muchas veces denominados “canalizadores”.
Si de verdad
existiera alguna intención de mensaje, con estos “canalizadores” los “ángeles”
enfrentan todos los problemas anteriores. El “canalizador”: puede estar
confundiéndolos; puede no interpretar
bien en mensaje; puede no tener el contexto espiritual necesario para discernir
la información; puede tener la misma paranoia del enemigo; etc.; etc.; etc. Al
final de cuentas, puede también ser un charlatán.
Es importante
notar que los verdaderos mensajes angelicales generalmente son personales o
para grupos muy pequeños; difícilmente hay mensajes grupales o apocalípticos
que se deban dar a grandes grupos de personas.
Lo que suele
suceder, es que los ángeles le dan un mensaje a alguien en particular; ese
alguien puede entonces articular un proceso; y este proceso sí puede ayudar a
más personas. Pero el mensaje era para un solo individuo.
Muchos
“canalizadores de oficio” vociferan mensajes que están llenos en sus propios
miedos y puntos de vista personales; y escudan su responsabilidad o esperan
mayor aceptación diciendo que los han recibido de tal o cual “entidad”. No digo
que no pueda ser cierto, pero deberíamos aprender a honrar y trasmitir nuestras
propias opiniones y enseñanzas con nuestra firma y sello.
¿Están entonces
los ángeles en problemas? Pues más de uno allá arriba estará diciendo: “¡Pero
si yo no le dije nada a ese señor!”
Me temo que
aún faltarían problemas por exponer; pero es suficiente por ahora.
Todo esto, aunque parece ser ficción, es una realidad; y
créanme que no estoy “canalizando” a nadie.
Lo que acabo
de escribir hoy en día parece un texto fantástico; pero en nuestras escrituras
sagradas se nos muestra una vida en la que estas interacciones eran el pan
nuestro de cada día. Y aún lo sigue siendo; aunque no lo crean.
Solo que por
haber dejado de lado el ejercicio de la “espiritualidad seria y comprometida”, se
les ha hecho el trabajo más difícil a estos seres espirituales que tienen como
objetivo ayudarnos.
¿Podremos
retomar una vida espiritual como para volver a tener una ayuda real, efectiva y
eficiente de los “ángeles”?
Por supuesto
que sí, pero nos llevará bastante tiempo. Menos mal que los ángeles no
envejecen y seguirán allí esperando.
Namasté
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original:
29 de septiembre del 2014
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