Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
¡Levante la
mano a quién le suena la frase “Ama a tus enemigos”!
¡Levante la
mano quién la practica!
¡Levante la
mano quien sabe porqué razón hay que seguirla!
¡Levante la
mano quien sabe las consecuencias si no se sigue!
Esta frase,
ultra conocida por todos y en especial por los cristianos (“me aclaro la
garganta”), la dijo Jesús como parte del “Sermón del Monte”, descrito en varios
de los Evangelios. Uno de ellos corresponde a los capítulos 5, 6 y 7 del Evangelio
de Mateo. La frase que nos ocupa se lee en:
Mateo 5:43-48
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
43 Oísteis
que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.
44 Pero yo os digo: Amad a vuestros
enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os
aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;
45 para que
seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol
sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.
46 Porque si
amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo
los publicanos?
47 Y si
saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también
así los gentiles?
48 Sed,
pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es
perfecto.
Todo el Sermón del Monte enmarca los lineamientos de vida que debe seguir cualquier
persona que se quiera llamar cristiana. Estos lineamientos fueron dados por el
mismo Jesús.
Solo que como la mayoría de los pasajes bíblicos, estos son malinterpretados
o subestimados por el común de las personas.
Cuando se oyen de consejos o lineamientos dados por Jesús, la gente
parece que los entiende como “propuestas”, como “lo que debería ser”, o “a lo
que deberíamos llegar”; y este es un error garrafal.
Todos los
lineamientos espirituales; y en especial los que Jesús indica, no son
opcionales; todos son obligantes. Estos no
son “propuestas de comportamiento” sino “advertencias”.
Jesús no
decía: “a mí me gustaría que ustedes amaran a sus enemigos...”. Él no esperaba
que lo entendiéramos, que lo hiciéramos cuando nos convenciéramos o cuando nos
fuera posible. ¡Error!
Cuando Jesús enseñaba, lo hacía desde los procesos espirituales que debían
tenerse en cuenta y los cuales tenían consecuencias. Todos se enmarcan en Leyes
Universales.
Y como buena ley, si no se respeta, pues hay consecuencias negativas. Las
sepamos o no, las entendamos o no, creamos en ellas o no.
Por eso, todo buen cristiano sabe que si el Maestro Jesús dice ¡brinca!, la
pregunta no es cómo lo logro, sino cuán alto brinco.
Por lo tanto, cuando Jesús decía “Amad a vuestro enemigos”, no lo dejaba a
nuestra buena intención de hacerlo; sino que debíamos entender que si no lo
hacíamos tendríamos consecuencias.
¿Y si no amo a mis
enemigos?
Nuevamente tengo que salir a buscar ayuda para explicar La Santa Biblia; porque
el texto que tenemos de ella es solo un resumen, casi ejecutivo, de lo que
Jesús enseñaba. En dichas enseñanzas dadas
al pueblo, no se explica generalmente ni las razones del porqué cumplirlas,
ni los beneficios o consecuencias de cumplir o no con las enseñanzas.
Simplemente se deben seguir y ya.
La carencia de explicaciones profundas en el trasfondo de una enseñanza
espiritual, se debe a que conocerlas implicaría saber de misticismo (cristianismo
místico); y este es un área que no es del dominio público. No se omite por
oculta o secreta, sino por compleja.
Incluso el misticismo cristiano no es conocido ni a veces aceptado por los
mismos cristianos eclesiásticos.
Pero necesito explicar el trasfondo místico para cumplir con el objetivo de
este escrito. No lo haré desde el misticismo crístico, sino que utilizaré un
concepto más común para la mayoría de las personas: la Ley Universal de
Acción y Reacción, es decir, la
Ley del Karma.
(Por favor “cristianos”
no me lancen piedras ni me condenen; voy a hablar del Karma. Si tienen el valor
y la tolerancia cristiana de seguir leyendo, a lo mejor aprenden algo nuevo; Si
les molesta mucho, pueden acabar de leer aquí sin ofender ni criticar. Yo no
voy a sus casas a insultarlos. Aunque les duela, mi Señor es el mismo Jesús de
ustedes) Continúo.
Pero tampoco voy a poder explicar todo lo que la Ley del karma implica; sino
que voy a utilizar solo algunos de sus principios. Si quieren saber a profundidad
sobre ella, he escrito bastante en algunos otros artículos.
Podemos ver al “karma” como una energía que se genera gracias a acciones
que a su vez producen emociones (buenas o malas) tanto en nosotros como en los
demás. Estas siempre suceden entre dos o más personas (siempre de a pares). Si
en una situación o acción emocional hay más de dos personas; siempre se pueden
formar pares de personas, interconectando a todos contra todos.
Así que para la explicación, tomaré a un solo par de personas: a ti y a
quien tú consideras tu enemigo.
La palabra “enemigo”
parece “muy grande”; pero en realidad es suficiente que una persona haga algo
que a te moleste, para que caiga en la categoría de “tu enemigo” para efectos
de la ley del karma.
Así que “tu enemigo” puede ser alguien que hizo algo que simplemente: te
indignó, o te molestó, o te fastidió, o te entristeció, o te dio rabia, o te
pareció injusto...
Y más aún, estos sentimientos que definen a “tu enemigo”, no implican ni
siquiera cercanía física. Alguien que únicamente salga en televisión u oigas
por radio o te enteres por prensa o por chismes, si te hace sentir “mal” se
convierte en “tu enemigo”.
A un sentimiento así, de “baja calidad”, corresponde entonces un karma que
se suele llamar “negativo”. Esta energía de karma, tarde o temprano, va a condicionar
las cosas que te suceden en la vida con la misma calidad de su vibración; de
forma negativa.
Entonces, si te sientes mal por culpa de alguien (con o sin razón), se
generará karma negativo que te traerá dificultades mas adelante. Pero la acción
del karma tarda tiempo en manifestarse; y mientras no lo hace, se van acumulando.
Entonces, pequeñas rabias, pequeñas indignaciones, pequeñas frustraciones; van
acumulando karma, que al manifestarse podrá ser uno MUY GRANDE.
Esto es suficiente para comenzar a entender porque Jesús advertía que
debíamos “amar a nuestros enemigos y bendecir a quienes nos maldicen”... porque
cualquier sentimiento diferente al amor hacia ellos, va a desgraciar nuestro
futuro. No es solo un tema de hacerles bien a ellos, sino de mantenernos
bien nosotros.
Pero apenas comienzo. El amar en aún más urgente.
El bonito compartir.
Una situación difícil entre tú y otra persona no solo genera karma en ti,
sino también en ella. Y esto ocurre (estoy simplificando mucho el proceso)
porque entre ustedes dos se genera lo que se conoce como “lazo kármico”.
Un lazo kármico es una conexión que une a los karmas de dos personas. A través de un lazo kármico establecido por un malestar
que alguien hace sentir a otra persona; el karma de uno pasar a ser el karma
del otro y viceversa. Ambos pasan a tener el karma de los dos.
Ahora bien.
Imaginemos que a ti te hace sentir mal una persona (lo que la convierte en “tu
enemigo”), y esta tiene una verdadera conducta reprochable; al margen de las
leyes humanas y divinas; dignas de poca estima y confianza; y que posiblemente
le haya hecho daño a más de una persona. Una persona así tendrá una gran
cantidad de karma negativo, que tarde o temprano sentirá el peso de la
“justicia de Dios”.
Si no la “amas”, formarás un lazo kármico con ella, y luego... a llorar el
valle.
¿Me voy explicando? Si te asusté, la respuesta es que sí.
Vamos a poner números sin sentido, solo para ejemplificar. Supongamos que
tú eres una “buena persona” y tu karma negativo tiene un valor de -4 unidades (estoy
inventando). Pero que por situaciones de vida una persona “mala” te hace
molestar. Esa persona mala tiene un karma de -5700 unidades.
En el mismo instante de tu molestia, se establece un lazo kármico entre
ustedes dos y los karmas de ambos se suman (estoy solo ilustrando con números
para tener una idea del proceso, esto no es correcto académicamente). Con esto,
tanto tú como esa persona, pasarán a tener un karma negativo de - (5700 + 4) =
-5704 unidades.
Tú, de 4 pasaste a tener 5704 unidades de karma negativo Y la persona mala
pasó de -5700 a -5704. ¿Quién salió perdiendo?
¿Comenzamos a
entender por qué Jesús te hablaba a ti, que no eres “el enemigo”; y te advierte
de “amarlo”? Literalmente te está intentando salvar la
vida.
Si tú hubieras tenido la altura espiritual para “amar” a la otra persona (a
pesar de lo que ella estuviera haciendo); no se hubiera establecido el lazo
kármico y te hubieras quedado con tus -4 pequeñas unidades de karma;
definitivamente una vida futura más tranquila y en paz.
Aquí es cuando se entiende que muchas personas que se enfrentan a sus enemigos
desde sentimientos difíciles (rabia, odio, resentimiento, ansias de
justicia...) salen ellas “con las tablas en la cabeza”. Pareciera que les va mucho
peor a “las buenas personas” que a “sus enemigos”.
Luego ¿a rezar por “el pobrecito”?, Si, claro que podemos rezar; pero no estará
ocurriendo nada que no deba ocurrir por ley divina. Si se hubiera sido buen
cristiano, se hubiera enfocado la lucha desde otro lado diferente.
Entonces ¿los
“malos” siempre ganan?
Lo primero que habría que definir es qué significa “ganar”.
¿“Ganar” es acaso obtener victorias terrenales sin importar de nuestro
camino al Padre? Porque eso es lo que hace el karma; pone más peso en nuestros
hombros dificultándonos la subida al Cielo.
Si el Cielo, si nuestra aproximación a Dios, no es importante para ti; pues
lamento que hayas perdido el tiempo leyendo. Pero entonces espero que seas
consistente y que en tus momentos de tribulación no andes pidiendo ayuda o
protección a ese Dios que para ti no significa mucho a la hora de medir tus
acciones y valorar tus victorias.
Pero aún así, todo buen cristiano sabe
que la lucha siempre hay que hacerla, donde corresponda. Cualquier lucha por cambiar
o mejorar algo, o toda corrección necesaria por alguna acción incorrecta,
siempre se deben hacer cuándo corresponda, dónde corresponda y bajo
lineamientos espirituales.
“Amar a tus
enemigos” no significa que se van a dejar pasar cosas incorrectas, pero es muy
diferente aplicar acciones correctivas desde sentimientos “difíciles” o desde
“actitudes cristianas”; donde el amor al prójimo sigue siendo otro lineamiento.
Si esto de “amar al enemigo” no se entiende, es muy probable que los malos
no siempre ganen, pero es seguro que nosotros siempre perdamos.
Lo sutil del
asunto.
Es importante recalcar que en este artículo no se busca invertir los
papeles sobre quien es peor, si el considerado “malo” o el que se enfrenta a
él.
Siempre lo digo: “hacemos más daño por ignorancia que por maldad”; tanto
a los demás como a nosotros mismos.
Para sufrir no necesitamos ser los villanos de la película. Los
lineamientos están claros y Dios hace salir a sol y caer la lluvia “sobre los
que se consideran tanto justos como pecadores”, sin distinción.
Y estoy dejando de lado en toda esta reflexión a otros aspectos
involucrados; a otras leyes universales como la Ley de Atracción; y a otros procesos como es el
fortalecimiento de los lazos kármicos y la “herencia” del karma; que pueden
llegar a empeorar el escenario en una cultura como la que vivimos.
Además, hable de karma “negativo” y dejé de lado el “positivo” que podría
ayudarnos.
Incluso, el hecho de que Jesús les estuviera indicando estos lineamientos
espirituales directamente a sus discípulos en el Sermón del Monte, tienen mayores
implicaciones en nosotros.
Pero por ahora es suficiente con lo que entendimos.
Finalmente...
“Amar a tus enemigos” es una de las máximas de Jesús; y a cualquier otro
lineamiento dado por Él se le podrían dar explicaciones del mismo estilo. Entonces,
¿comenzamos ya a hacerle caso en lo que dijo o esperamos entenderlo todo a
nivel místico?
Mejor reconocemos de una vez a Jesús como nuestro Señor; y si Él dice
“brinca”, nosotros lo hacemos lo más alto que podamos, sin esperar entender
todo y sin preguntar mucho.
Namasté
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original:
25 de noviembre del 2014
Twitters:
@SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Palabras-claves:
amar, ama, enemigos, jesús, karma, lazo,
kármico,