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domingo, 18 de enero de 2015

La importancia del contexto

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
Hoy, antes del almuerzo, mi hija tenía en sus manos mi teléfono y estaba concentrada en un juego; mientras yo servía la comida.
De repente dijo en voz alta: “me falta una pero no sé si gane, porque me quedan cinco movimientos”.
Lo escuche casi que por casualidad y en menos de dos segundos le dije rápido: “allí tienes un martillito, úsalo”.
A mi hija se le iluminó la cara; lo utilizó y ganó (!!!)
Pregunto, ¿ustedes entienden las palabras “allí tienes un martillito, úsalo”? ¿Cómo lo hubieran usado?
¿Es suficiente entender el castellano en este caso para recibir la información correcta y aún más, poder actuar?
Yo a ustedes les dibujé de entrada el escenario, por lo menos saben que se trata de un juego de esos que vienen en los teléfonos celulares. ¿Eso es suficiente para ustedes?
Por supuesto que pueden comenzar a hacer suposiciones, pero lo harán desde sus propias experiencias. Aún así, lo que digan serán hipótesis por lo tanto existe la posibilidad de equivocarse.
Lo que quiero plantear es la importancia del contexto en una comunicación, verbal o escrita. En la mayoría de los casos y dependiendo de la complejidad de la idea que se desee trasmitir, el solo entender las palabras que se leen o escuchan no es ni remotamente suficiente.
Y aún peor. No es que ponemos no entendamos el mensaje; sino que llegamos a inferir cosas, creemos que lo entendimos y cuando actuamos en función de eso, podemos estar actuando equivocadamente.

En este caso, entre mi hija y yo ya había un contexto común. Yo conozco a mi hija, sé qué podría estar haciendo con mi teléfono, sé con lo que ella podría pasar un tiempo de espera, identifico la frase “me falta una” y sé a que se refiere con “los movimientos”. Incluso la forma de agarrar el teléfono, me dio parte de la información. Con todo eso, pude entender y darle mi consejo apropiado.
¿Apropiado? Resulta que en el juego referido no hay ningún “martillito”; pero en ese momento quise trasmitirle la idea de utilizar un comodín que yo había conseguido días atrás y con el cual se rompen las fichas. En realidad lo que hay en el juego son “chupetas” que rompen “las fichas”.
Pero mi hija comparte mi mismo contexto: me conoce, sabe cómo pienso, sabe cómo hablo, sabe mis referencias o símiles; sabe que yo conozco el juego. Todo eso permitió que me comprendiera más allá de las palabras; entando incluso mal utilizadas.
Pero aún mas allá. Lo que le dije a mi hija se basó en mi experiencia; y experiencia personal y exitosa usando “esos martillitos”.
Y no solo eso; sino que en el hecho de entenderme, también estuvo su experiencia previa. Si ella no hubiera utilizado nunca “las chupetas” para romper las fichas y dicha experiencia no hubiera sido útil, pues no hubiera entendido; y mucho menos actuado tan rápido. En el mejor de los casos hubiera preguntado: ¿...qué?
Si hubiéramos confiado solo en las palabras textuales, no hubiéramos llegado a ninguna parte.
Me falta una pero no sé si gane, porque me quedan cinco movimientos”
Allí tienes un martillito, úsalo”

En una simple escena cotidiana a interpretación fuera de contexto puede no ser muy significativa; pero el asunto es que todo esto sucede incluso cuando hablamos de cosas mucho más complejas y posiblemente más importantes. Por ejemplo, al leer y entender escrituras sagradas o más en general cuando escuchamos enseñanzas espirituales.
Abstrayendo el proceso del juego del celular, tenemos que para transmitir una información (darla y recibirla = emisor y receptor) tenemos requisitos claros.
  1. Tanto el emisor como el receptor deben tener muy claro el contexto (la situación) donde se intenta dar la información.
    Si uno de los dos se ubica en un contexto y el otro en uno diferente; el mensaje correcto no llega. Con las escrituras sagradas pasa mucho este caso. Por ejemplo, todas las enseñanzas espirituales se dan como enseñanzas “desde el espíritu” “para el espíritu” (el espíritu es el contexto básico), y el receptor común puede creer que se hace referencia a asuntos terrenales. “Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”.
    Por ejemplo cuando se habla de “obtener paz” en una enseñanza espiritual, no se está haciendo referencia a la ausencia de problemas humanos, sino a paz espiritual a pesar de las situaciones difíciles.
    Muchas veces cuando se habla de “vida verdadera”, “vida eterna”, no se refiere a una “vida terrenal buena o duradera”, sino a la vida espiritual, aquella que tenemos luego de morir.
    De esta forma, encontramos cantidades de mensajes dentro el contexto espiritual; los cuales el receptor puede no saber manejar y por lo tanto no recibe la información correcta. O peor aún, lo que entiende fuera de contexto lo asume como correcto y se le complica la vida; o termina entendiendo algunas cosas sí y otras no.
  2. Debe haber un “emisor activo” que dé el mensaje.
    Un libro escrito, puede ser un emisor del mensaje dentro de la comunicación; pero difícilmente responderá pregunta que surjan dentro de la misma lectura. Se necesita a alguien en vivo y directo, que pueda: aclarar; parafrasear lo escrito; dar símiles; metáforas; contextualizar correctamente; cualquier cosa dependiendo de la dinámica que se genere cuando se esté dando el mensaje.
  3. Además, el emisor activo debe tener experiencia previa de TODO el contexto donde se centra la información. Esto es, debe ser un “emisor válido”
    Muchas veces los mensajes se aclaran con solo validarlos con otras informaciones dentro del mismo contexto. En toda una enseñanza espiritual (por ejemplo) la coherencia del mensaje debe ser sólida. Si se reciben mensajes que parecieran contradecirse a otro dentro de un mismo contexto; es porque la información está llegando mal. Hay que revisar: si el emisor y el receptor tienen el mismo contexto; si el emisor es realmente activo (para aclarar lo necesario) y si además este es un emisor válido.
    Tu no esperarías que te enseñara a hablar un idioma alguien que no lo hable bien. Cualquiera puede enseñarte palabras sueltas, pero serán eso, palabras sueltas. Y si encuentras a un hablante nativo, que lleve el idioma “en la sangre”, pues mucho mejor; porque además de tener el conocimiento, tendrá “la cultura” donde se circunscribe dicho idioma.
  4. Y por supuesto, el receptor debe tener la experiencia mínima o incluso la capacidad para recibir, entender y actuar con la información que se le trasmiten. No hace mucho una persona con incapacidad auditiva-verbal pidiendo que le enseñen a hablar otro idioma. De la misma forma existen incapacidades espirituales para entender ciertos mensajes. Un cristiano conoce de verdad su Santa Biblia, cuanto más experiencias de vida halla tenido donde aplicar las enseñanzas cristianas.

Y todo esto plantea un problema que constantemente se enfrenta la misma enseñanza espiritual.
  • En algunas sociedades y culturas modernas, no se maneja un contexto espiritual apropiado; y por lo tanto las enseñanzas no llegan o se desvirtúan naturalmente.
  • Los receptores de información espiritual creen que lo hacen bien leyendo solo libros. El sentido de autosuficiencia mal entendido hace creer que no necesitan a nadie que les explique. Cada quien entiende lo que humanamente puede, y eso lo defiende con los dientes.
  • No hay muchos interlocutores válidos. Con todo el respeto que me merece, la validez espiritual de los interlocutores no se obtiene automáticamente con estudios, investiduras, ni cargos religiosos. Muchas veces ni siquiera con creencias firmes o años de experiencia; ya que podemos vivir equivocados muchos años de nuestras vidas, defendiendo creencias personales poco acertadas.

Como ejemplo y acotación final, siempre apunto tres reglas básicas para entender la Biblia, y específicamente el Nuevo Testamento. No son las únicas reglas, pero sirven para comenzar. Cuando se lea una enseñanza se debe:
  1. Identificar a quién o a qué grupo humano se le estaba intentando trasmitir la enseñanza: público general, sacerdotes, dirigentes, amigos, discípulos, apóstoles, otros. Jesús, como Maestro, tenía un único mensaje; pero tenía diferentes formas de trasmitirlo, dependiendo a quién se lo decía (en función de lo que estaba preparados para entender)
  2. Determinar dónde se dice o dónde sucede algo: montes, debajo de los árboles, desierto, mar/río, templos, calles, casas particulares, etc.
  3. Cotejar dicha enseñanza con otros aspectos de la misma doctrina,asi se valida la coherencia. Si no es coherente, es porque se está entendiendo mal.
Nuestra Santa Biblia puede estar incompleta, faltarle libros, puede estar mutilada con respecto a la información; esto de forma intencionada o inocente. Pero como escritura sagrada que expresa enseñanzas espirituales, tiene un nivel altísimo de redundancia; lo que le brinda inmunidad ante la corrupción de la información. Las cosas que pueden estar oscuras, o poco explicadas, o con múltiples significados; se aclaran cotejándola con la misma enseñanza en otros segmentos.
Claro está, que para esto se debe tener un mismo “contexto”, un “emisor activo y válido”; y este “con experiencia real y personal” en las escrituras sagradas.
Y no les dije cual era el juego que jugaba mi hija; sáquenlo por contexto.
Namasté
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 16 de enero del 2015
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Palabras-claves: contexto bíblico, biblia, emisor, receptor, enseñanza, espiritual.

3 comentarios:

  1. Hola Maestro.
    ¿Cómo me le va?
    Me pasa a menudo..... Ve porque lo molesto tanto... es mi mejor emisor...
    Aunque debo reconocer que eso me molesta, sobre todo, en estos temas espirituales y religiosos porque desvirtúan muchos temas; por no decir todos. Y termina uno no creyendo nada. Necesitamos más personas así, claro está, con receptores dispuestos a aprender y con mente abierta. Nada de FANATISMO.
    Sacar de contexto las cosas hace que la gente se "divorcie de la religiones, de las cosas importantes de la vida" solo por el simple hecho de no contextualizar las cosas; yo soy un ejemplo de esto.
    Debo de reconocer que con el maestro he logrado conocer, saber cosas que son tan importantes para este mundo y para el otro; tiene esa DIVINA VIRTUD. Solo hay que leer la mayoría de los escritos y escucharlo para sentir esa paz con la que escribe y esa energía que le impregna a los escritos que parece que escribiera meditando…. Aunque cada vez que lo leo quedo con vacios y con más ganas de saber mássss...por eso mismo le doy gracias a Dios por habérmelo cruzado por este camino llamado vida; aunque sea VIRTUAL.
    Y esos msj los llevaré yo también a mí alrededor sin imponer nada a nadie, porque la ignorancia es atrevida.
    Saludos,

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