Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
La frase “la luz al final del túnel” se asocia con lo que se conoce como
“experiencias cercanas a la muerte”
Dichas experiencias narran relatos de personas que
por un instante se les ha declarado clínicamente muertas; pero que, por una
extraña razón, “vuelve a la vida” a los pocos segundos el hecho.
“La luz al final del túnel” refiere a la visión que la mayoría estos casos
relatan durante ese proceso de muerte. Las personas aseguran que en un primer momento
se sienten en un estado “etérico” y logran ver a sus propios cuerpos físicos en
tercera persona (separados de ellas mismas). Acto seguido, comienzan a caminar
como por un túnel, en cuyo final hay una luz muy fuerte, pero que no incomoda.
Extrañamente todos se han sentido irremediablemente atraídos hacia esa luz
al final del túnel; hasta el punto de recordar “no querer volver” cuando son
sometidos a procedimientos médicos de resucitación.
Pero más allá de la atracción de la luz; lo más común y lo que más llama la
atención es la sensación de gran bienestar cuando están en ese proceso.
Realidad del proceso
Tristemente, si esperamos que estas experiencias se validen por la ciencia
médica, todavía tendremos que esperar sentados un buen tiempo.
Pero definitivamente la validez se puede asumir por la coherencia entre lo
experimentado y las teorías que se conocen en cuanto al mismo proceso de la
muerte desde la visión holística.
Cuando muchos individuos que no se conocen entre sí, ni tienen una base de conocimiento
común; relatan experiencias similares que además concuerdan con lo que se sabe
sobre el proceso de la muerte a nivel místico (proceso que ellos mismos
desconocían), pues algo de verdad deben tener. Son demasiadas piezas
engranadas.
Pero aún así, el proceso místico de la muerte no es del todo público. Y
esto crea ciertas aseveraciones inexactas en el común de la gente, las cuales
hay que aclarar con mucha seriedad.
Primero dejaré algunos puntos claros sobre el proceso místico de la muerte:
- El proceso de morir
y las sensaciones que allí se presentan, son de origen más energético que
físico-sensorial. Por lo tanto las visiones que se tienen solo son
interpretaciones coherentes con las sensaciones que se experimentan.
Por ejemplo, no hay túnel real ni hay luz real, pero lo que se siente sí está muy bien representado por esas imágenes. Todo termina estando dentro de la fenomenología básica de percepción extrasensorial, la cual hemos hablado en otras oportunidades.
- Como seres
integrales que somos, estamos formados por un conjunto de partes que se
integran como un “todo”. El proceso de morir precisamente es la
desintegración y separación de algunas de esas partes.
Durante la muerte se van “apagando” en secuencia las partes más terrenales, para quedar integradas solo aquellas partes que nos permiten existir en el más allá.
Lo primero que se “apaga” es nuestro cuerpo físico, luego el cuerpo mental, luego el cuerpo emocional y por último nuestro cuerpo energético (ese mismo de los chakra).
Pero aún quedan integrados nuestros cuerpos: astral, akáshico y espiritual.
Estos tres últimos cuerpos se mantiene unidos; y con ellos nos convertimos en “fantasmas”, quienes tienen su existencia ya no en el plano físico, sino en el plano astral; el mismo plano que se conoce como “el más allá”.
Ahora, si creemos en el Cielo y hemos hecho méritos suficiente para entrar en él, entonces el cuerpo astral y el cuerpo akáshico se desintegran, quedando solo el espíritu.
Este último proceso es lo que se conoce como “Resucitar”, llegar al Cielo, llegar al Nirvana, etc.
- El “apagado” de los
diferentes cuerpos nunca es brusco. Mientras se van apagando los cuerpos
inferiores, la consciencias superiores se van activando gradualmente y de
forma escalonada.
Por ejemplo, se puede estar apagando el cuerpo físico y pueden permanecer la consciencia mental, la consciencia emocional y comenzar a aparecer la consciencia energética. Al irse apagando gradualmente la mente, se mantiene la consciencia emocional y van aumentando escalonadamente las consciencias energética y astral. Terminamos muriendo con un degradé de consciencias que va desde la física/mental hasta la astral (principalmente)
- Una “muerte correcta” se cumple cuando el Ser apaga todas sus consciencias inferiores y queda únicamente con la consciencia astral como consciencia activa.
- Los seres que popularmente se dice que quedaron “en pena”, son en los que no llegaron a apagarse totalmente las consciencias inferiores (mental y emocional) y quedan “anclados” a este plano terrenal, a pesar de no tener vida biológica.
- La existencia en el
“más allá” se establece cuando el Ser ya se “despegó totalmente” del plano
terrenal (cuando sus consciencias inferiores ya se desvanecieron).
Es entonces cuando el Ser se ubica en un nivel astral, que puede ser mejor o peor (más alto o más bajo, de mayor o de menor vibración, más sutil o más denso, de mayor paz o de más malestar) dependiendo de la altura espiritual que haya conseguido mientras vivía.
El túnel
Explicados los puntos anteriores, veamos qué representa el túnel en el proceso
de la muerte.
Cuando el cuerpo físico muere, la consciencia mental se queda por un corto
tiempo activa; pero sin el soporte físico necesario de nuestro cuerpo, esta
consciencia comienza a desaparecer.
Al ir desapareciendo, comienza a darle paso a las consciencia emocional y energética;
las cuales, más tarde terminarán desapareciendo para dejar el mando total a la
consciencia astral.
Esto es lo que precisamente representa el túnel. La entrada marca el
comienzo del desvanecimiento de la mente; el recorrido dentro del túnel es
cuando la mente va desapareciendo y cediendo el paso a las emociones; y la luz
representa la estrada al plano astral donde no hay materia, ni formas, ni
colores; solo luz.
En todas las experiencias cercanas a la muerte, el retorno es posible
únicamente si se realiza algún procedimiento de resucitación antes de que todas
las partes terrenales desaparezcan. Esto es mientras aún se está dentro del
túnel y no se ha cruzado la luz.
Si el Ser que está muriendo llega a la luz y la atraviesa, el proceso de la
muerte se completa. Esto es irreversible y solo un proceso de reencarnación (si
se cree en ella) puede traer de nuevo a esa alma (consciencia astral) a una
experiencia terrenal.
Así que las personal de “vuelven” de dichas experiencia cercanas a la
muerte, en realidad nunca murieron; estuvieron apunto, pero “no pasaron”.
El bienestar del viaje
No saber el hecho de que las personas con experiencia cercanas a la muerte
en realidad nunca murieron, trae malos entendidos graves.
El peor de estos malos entendidos, es la creencia de que morir es
placentero. El viaje puede ser placentero; pero el llegar y establecerse en el
más allá responde a otras cosas.
Con la mayoría de la gente equivocada, creyendo que morir es placentero:
¿dónde queda el compromiso de portase bien mientras se está vivo para de esta
forma ganarse el Cielo? Parecería proponerse la idea de que, sin importar lo que
se haya hecho correcto o dejado de hacer, en la muerte se va a estar mejor.
Esto nunca ha sido así, ni lo será.
Pero en realidad, el paso por el túnel sí es placentero. Aquí la razón.
Si analizamos, desde el punto de vista terapéutico, los problemas del Ser
humano (vivo), encontramos que en todos los casos la mente tiene un papel
preponderante.
Incluso cuando referimos problemas sentimentales, en realidad la mente es
la que protagoniza (pseudo-sentimientos).
Podemos hablar de frustraciones, de expectativas no cumplidas, de rencores,
de estrés, de sentido de culpa, de miedos o incertidumbres; incluso el mismo
miedo a las consecuencias de alguna enfermedad o el mismo sufrimiento, todos vienen
de la mente.
Entonces, ¿qué pasaría si se pudiera alcanzar un estado de existencia donde
la mente “se apagara”? Pues entonces, “se apagaría” todo por lo cual sufrimos;
y mágicamente obtendríamos un estado de bienestar, que en realidad es un estado
de “ausencia de problemas terrenales”.
En realidad esto es lo “hermoso” que se siente cuando se pasa por el túnel
hacia la luz; un estado “sin mente” donde los sentimientos y la energía (muchos
más sutiles que los pensamientos) no nos hacen sentir mal. Por eso se ve todo
“tan hermoso”.
Pero la mala noticia es que lo
hermoso dura solo el trayecto del túnel.
Una vez que atravesamos “la luz al final del túnel”, entramos en el
verdadero “más allá” (plano astral) y allí es cuando nos ubicaremos dependiendo
donde nos corresponda (más arriba o más abajo).
Por conocimiento de causa, les digo que la mayoría de las veces los “recién
llegados” al más allá se llevan sorpresas; y lo primero que dicen es: “…pero
¡si yo me porté bien!”.
Claro, se portó bien según su criterio personal; sí, muy convenientemente.
Pero criterio de Dios, simplemente se esperaba mucho más de él.
El bienestar del viaje, sin
morir en el intento
Pero ahora no es cosa de morirse para buscar sentirse bien; ni loco. La
idea sí continúa siendo quitarle el protagonismo a la mente en nuestras vidas y
dárselo a los “verdaderos sentimientos”.
Repetidas veces he hablado sobre los “verdaderos sentimientos”, en función
de lo que “creemos sentir”; sírvase buscarlo entre mis artículos. Pero lo que
si voy a decir es una de las formas en que podemos intentar calmar a la
mente para que no se entrometa en todo; y de esta forma le deje espacio a los
sentimientos. Está práctica se llama meditación.
La práctica sostenida y perseverante de la meditación, durante el tiempo
necesario, logra quitar paulatinamente ese protagonismo obsesivo de nuestra
mente. Cuando esto comienza a suceder, las fuentes de nuestros malestares
(frustraciones, expectativas, rencores, estrés, etc.) comienzan a tener menor
peso; y por lo tanto, comenzamos a sufrir menos.
Entonces, se puede conseguir un estado de bienestar similar al descrito en
el proceso de la muerte, gracias ala meditación; y por supuesto sin morir.
Aún es importante
Y con todo lo anterior explicado, quiero volver al punto inicial que me
movió para aclarar el proceso.
Por muy esperanzador que se venda el proceso de morir, basado en
experiencias cercanas a la muerte; aún
es muy importante portarse correctamente desde lineamientos espirituales,
mientras se esté vivo.
Una vida correctamente llevada, sí puede lograr que te acerques al Cielo,
donde realmente el sufrimiento ya no está; y por toda la eternidad.
Namasté
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 17 de octubre del 2015.
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Palabras-claves más allá, astral, mente, muertos,
difuntos, muerte, morir, luz a final del túnel
Excelente artículo Maestro, muy esclarecedor... es increíble la importancia que tiene ver todo el contexto adecuado, como usted siempre nos ha dicho... ahora las personas que desconocen estas enseñanzas viven bajo un engaño y "el desconocimiento de la ley no le exime del castigo"... continuaremos esforzándonos por llevar una vida según las enseñanzas de Jesús... muchas gracias!
ResponderEliminarNamasté
gracias maestro, que esclarecedor
ResponderEliminarHola Maestro.
ResponderEliminarEncantado con el articulo, muy aclarador. Gracias.
Ahora bien. Es verdad que nuestro familiares se acerca a recibir a alguien que muere? Es esto posible? podria ser una tarea de ellos? o siempre son los angeles de la muerte que nos acogen????
Gracias por responder Rabonni.
Saludos,
Gracias. Quienes ayudan en el viaje siempre son Ángeles de la Muerte; pero un Angel de la Muertes es una tarea, una función, un cargo; no es un tipo especial de seres.
EliminarHay familiares que pueden hacer esa tarea como Ángeles de la Muerte y bajan a recibir a sus queridos. Pero no es lo común.
La fenomenología de que los moribundos ven a sus difuntos, no significa que sus difuntos lo vienieron a buscar.
Aun estando una persona viva, es común que su parte astral comparta con sus queridos que ya parieron.
Al estar mueriendo, su consciencia astral retoma y el moribundo los "ve".
Espero aclare.
Namasté