Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
Cuando se habla de “sanar” algo, muchas veces lo confundimos con “curaciones
milagrosas”, con eventos “mágicos e instantáneos”; y tristemente nada es más
alejado que eso.
“Sanar” es un proceso de erradicación del malestar, que pretende resolver
desde lo más profundo, las condiciones que causaron el mismo malestar. Y ese
abordaje desde los mismos orígenes de un malestar, puede ser muy intrincado y
definitivamente toma tiempo.
Sanar es diferente a “curar”; ya que en este último enfoque, el malestar se
aborda desde los efectos o causas evidentes y se intenta erradicarlos. Ese
enfoque sí suele dar mejorías muy rápidas, aunque las causas profundas pueden
mantenerse y crear posibles manifestaciones posteriores.
Una forma útil de imaginar a nuestro malestar es el
de un ovillo de muchos hilos enredados.
En nosotros, muchos factores (hilos) se van torciendo, se van enredando
unos contra otros; hasta el punto que se forma un gran nudo de muchos hilos,
donde todo se tranca y el cual resulta muy difícil de desanudar. Ese nudo, esa
tranca, ese bloqueo, eso estancamiento, ese no fluir; es lo que llamo el
malestar.
Mientras todavía en los hijos haya movilidad, la persona puede no darse
cuenta de lo que está pasando o de lo que le puede llegar a suceder.
“Curar” es, metafóricamente, tomar unas tijeras y comenzar a cortar. El
nudo se deshace, pero se pierden hilos, el orden no necesariamente se recupera;
y bueno, se sale del malestar; pero no se asegura que no pueda volver.
En cambio, en este ejemplo, “sanar” es más ver cómo están los hilos;
comenzar a aflojar algunos, lo que puede apretar otros; es un tirar y encoger;
es ir soltando poco a poco hasta que podamos comenzar a liberar todos los hilos
para organizarlos y así no se vuelvan a enredar.
Y los hilos pueden ser muchas cosas. Puede representar aspectos físicos,
mentales, sentimentales; actitudes de vida; creencias o conceptos errados;
malas prácticas y costumbres; energías
discordantes; fuerzas del más allá; débil relación con Dios, ignorancia en las
leyes de vida, etc.
Es por esto por lo que sanar no solo puede llevar mucho tiempo, sino que
tampoco se puede predecir cómo va a suceder, ni cuáles hilos son los que se van
a aflojar; por muy buen análisis que se intente hacer del ovillo-problema.
Pero sanar tiene ventajas. Muchas veces es la única y verdadera forma de
lidiar con los problemas; y además, asegura que haya la menor reincidencia
posible. Cuando algo se sana, se sana; no vuelve a aparecer el malestar asociado.
Caso ejemplo
Me voy a permitir un acaso simple de ejemplo para completar la idea.
Un grupo de “reikistas” (el Reiki es una técnica de sanación, “reikista” es
quien la practica), se ponen de acuerdo una noche para enviarle energía a
distancia, a una persona con una dolencia en una pierna. Lo hacen con la
técnica correcta y con la actitud apropiada.
Muchos de ellos esperan ansiosos la mañana para ver si la dolencia había
“desaparecido milagrosamente” o “disminuido notablemente”
Error de sanación. Tanto la energía como el protocolo utilizado por
supuesto que son de sanación, pero los efectos no tienen que ser los de un
“milagro”.
Se puede dar el caso que más allá de “sentirse mejor”, o “más tranquilo”,
el dolor en la pierna persista. ¿Qué pasó allí? ¿A dónde se fue la energía que
se aplicó? ¿Se falló en la técnica?
Vuelvo al ovillo de hilos enredados. Pregunto: ¿acaso la energía debía ir
al nudo para desintegrarlo? ¿O debía ir a los hilos que forman el nulo?
Solo como ejemplos. Esa energía de sanación, a lo mejor en las siguientes
horas, le permitió (sin saber) a la persona tomar la buena decisión de
cumplir su reposo (lo que le ayudará a su sanación).
A lo mejor esa energía de sanación fue “al universo” y permitió que la
persona encontrara al médico correcto en días posteriores.
A lo mejor esa energía hizo que comenzara a cambiar alguna visión de una
situación que estaba contribuyendo al dolor.
A lo mejor esa energía permitió no a la persona, sino al terapeuta, que ajustara
el tratamiento para su beneficio a corto plazo.
Incluso esa energía puede producirle a la persona un empeoramiento
temporalmente (una “crisis de sanación”) para que tenga un impulso mayor
en hacer los cambios necesarios para sanar.
Las frases subrayadas en los párrafos anteriores pueden ser tal vez los
hilos o los tirones necesarios para que el nudo-problema se comience a
resolver, para que comience a sanar. Y puede ser todo efecto de la terapia de
sanación.
Ningún sanador real esperaría atacar al nudo directamente, sino ir soltando
sus hilos.
Entonces, ¿acaso aplicar una sola sesión de sanación es suficiente? Pues
no, se deben aplicar el protocolo de sanación una y otra vez para producir
muchos tirones y soltar muchos hilos y así llegar a sanar completamente.
Esto es sanar; es un trabajo alejado de los milagros, que implica mucho
esfuerzo y perseverancia, tanto de la persona que desea hacerlo como del
sanador.
Lo digo en todos los talleres de Reiki, pero nunca está de más recordarlo.
Sin engaños; “al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.”
Namasté
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 10 de noviembre del 2015.
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Palabras-claves sanar, sanación, sanar, Reiki, ovillo,
nudos, hilos
Namasté Maestro.
ResponderEliminarGracias por recordarnos una vez más, que en todo lo que abordemos en esta vida hay que actuar sin expectativas, y por poner nuevamente de relieve cómo funciona la energía inteligente del Reiki.
CEH
Muy interesante e importante su articulo Maestro, Namasté
ResponderEliminarGracias por el artículo Maestro y por recordarnos que el proceso de sanar es eso, un "proceso" y por ende amerita tiempo, sin expectativas. Muchas veces se nos olvida y queremos resultados inmediatos...
ResponderEliminarNamasté