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martes, 22 de diciembre de 2015

Mi primer fantasma



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Por ser una anécdota personal de cuando era pequeño, no tengo registrada la edad exacta; pero sería entre los seis y ocho años.

Era de tarde, entrada la noche; como buen niñito pegado a las faldas de mi mamá; muchas de las visitas de confianza las atendía mi mamá en la sala junto conmigo. Yo simplemente me quedaba a su lado, escuchando a los adultos hablar o pensando en mis asuntos.

Esa tarde fue la señora Margot, la vecina de la casa de al lado.

Ya la señora saliendo por la puerta principal de mi casa, se dirigía hacia la suya. Ella caminando y aún se despedían con las últimas palabras; mientras mi mamá permanecía de pie en la puerta de la casa.

Yo, abrazando a un pequeño tramo de pared con la puerta de salida a la izquierda y la escalera al segundo piso a la derecha. Yo estaba inclinado a la izquierda y asomaba mi cabeza entre las piernas de mi mamá para seguir la conversación que las dos señoras tenían al despedirse.

En un momento, me balanceé a la derecha (imagino que para no caerme) y quedé viendo ya no a la salida, sino a la escalera que subía.

La escalera es de dos tramos, con un descanso a mitad de altura.

Al balancearme a la derecha, mis ojos vieron la escalera que subía por décimas de segundo; volviendo de inmediato a inclinarme a mi izquierda para seguir escuchando la conversación.

Pero en los instantes que volvía a esa posición, me di cuenta de que había visto “algo” el descanso de la escalera que no debía estar allí. Había sido, una “sombra negra”.

Más por acto reflejo que por curiosidad, volví a inclinarme a la derecha para ver de nuevo a la escalera que subía; y en esa posición (sin soltar el tramo de pared que abrazaba) “vi” a esa sombra negra a mitad de la escalera; que no solo estaba allí, sino que me estaba mirando.

Era solo una silueta negra; la percibí como un hombre de tamaño promedio y con sombrero de copa; y tal vez con las manos una sobre otra, apoyadas en parte del pasamano.

Todo hubiera quedado allí. No habrían sido más de cinco segundos. Pero en los segundos finales, cuando ya con la mirada fija, tomo consciencia de lo que estaba “viendo” y de que esa “figura” me estaba observando; percibo yo, el terror que esa figura cuando ella se dio cuenta de que yo la estaba mirando.

Imagino que la “figura” estaba “observando la escena” pero suponiendo que pasaba inadvertida. Cuando entramos en contacto “visual” y se dio cuenta de que “había sido descubierta”, se escapó corriendo escaleras arriba, saliendo de mi vista.

Más allá de los segundos de asombro que un niño podía tener luego de esa “visión”; todo terminó allí. No recuerdo haberlo comentado, no recuerdo haberme asustado; de cualquier forma no era la primera vez con sensaciones paranormales, ni sería la última.

Lo que sí recuerdo es que este fue el único y sino más evidente encuentro “visual” con un posible ser no perteneciente a este plano.

Y el aprendizaje que pude corroborar con muchas otras experiencias en los años siguientes, es que por muchos desencarnados que convivan con nosotros; cada uno de nosotros anda por su cuenta, la mayoría de las veces sin percatarse el uno del otro.

Y que además, igual que a muchos humanos les da miedo el ver a muertos; a los muertos también les da miedo que los humanos los vean.

Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 21 de diciembre del 2015.
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Palabras-claves fantasmas, muertos, aparecidos

2 comentarios:

  1. "Y que además, igual que a muchos humanos les da miedo el ver a muertos; a los muertos también les da miedo que los humanos los vean."

    siiii... gracias.

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  2. Namasté Maestro."Y que además, igual que a muchos humanos les da miedo el ver a muertos; a los muertos también les da miedo que los humanos los vean."
    Nunca lo vi de esa forma, el tener miedo a verlos si lo sentí una vez (la ultima vez que vi uno creo) pero no sabía que ellos también sentían eso. Gracias Maestro

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