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viernes, 22 de abril de 2016

Para los familiares de los afanados por Dios

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Yo defino a un “afanado por Dios” como aquella persona que comienza a dedicar parte de su tiempo a una búsqueda o a un refinamiento de su relación con Dios. Es una persona en un verdadero camino de crecimiento espiritual.

Y lo defino como “afán” porque no me refiero a aquellas personas que lo hacen a su propio ritmo, cuando tengan tiempo o cuando no tengan nada mejor qué hacer.

Esta calidad de personas afanadas por Dios es muy difícil de conseguir; si bien es ideal porque nunca se han logrado grandes cosas dedicándoles solo un tiempo o un esfuerzo residual. Y esto es conocido por todos.

En estos casos, uno sabe lo difícil que es un verdadero crecimiento espiritual. Recorrerlo significa dejar un estilo de vida probablemente ciento por ciento terrenal/humano (físico, mental, emocional y energético) para comenzar a crear un porcentaje de esa vida con aspectos espirituales en cuanto a: pensar, actuar y forma de ver la vida.

Pero lo difícil está en que este estilo de vida espiritual no es compartido (ni compatible) con el estilo de vida terrenal/humano que se lleva en nuestras sociedades occidentales; y lograr ser espirituales en un ambiente que te obliga a ser terrenal para no ser rechazado, es muy complicado.

Es por esto por lo que la mayoría de las personas que comienzan un verdadero camino de crecimiento espiritual sucumben; y vuelven a su realidad que una vez pretendían mejorar con su espíritu. Triste pero cierto.


¿Y qué sucede a su alrededor?

Pero esta no es toda la historia. Porque una cosa es lo difícil que lo pasa un discípulo espiritual tratando de ver como congenia su parte humana y su parte espiritual sin morir en el intento; y otra igual de complicada es lo que vive la familia y cercanos de dicha persona.

Por supuesto que este escrito fuera innecesario si toda la familia estuviera involucrada en una intención viva de llegar a Dios, como motivación primaria de la misma existencia. Pero tristemente lo planteo para la mayoría de los casos donde esto no aplica.

Por experiencia frecuente sé que muchas veces los esposos, las esposas, los hijos, las parejas, los amigos; ejercen tanta presión a los que intentan crecer espiritualmente, que terminan siendo ellos el motivo real de que alguien desista del esfuerzo de cultivar su relación con Dios. Y lo digo de esta forma; porque más allá de ser una victoria el haberlo sacado de “ese mundillo espiritual”, es un hecho triste haber castrado en alguien la necesidad de Dios.

Pero no defino aquí ni a culpables ni a víctimas. La familia y  los cercanos pueden comenzar a sentir “alertas” o “preocupaciones legítimas” cuando una persona cercana comienza a modificar la forma en la cual vivían con ellos.

Y estas “alertas” no hay que descartarlas de entrada. Hay muchos grupos humanos con “filosofías extrañas” que dicen ser de crecimiento espiritual. Muchas veces estos grupos no son solo que no logran cambiar el estilo de vida de una persona hacia mejor; sino que buscan romper con su realidad humana. El caso extremo de estos grupos son las sectas.

En una secta se adoctrina a sus seguidores para renegar o menospreciar su realidad humana/terrenal hasta el punto de agredirla activamente; de esta forma, crean un vacío e invitan a vivir una “fantasía espiritual” que nunca lleva a nada bueno.

Por el contrario; un verdadero enfoque de crecimiento espiritual, impulsa al discípulo a honrar a su realidad humana/terrenal (familia/parejas/economía/salud física) y a perfeccionarla en función de los atributos espirituales que se vayan cultivando en su camino de crecimiento espiritual.

Y es allí el punto difícil que nombraba anteriormente: ¿cómo usar eso que se aprende desde el espíritu en una estructura familiar y social incompatible con lo espiritual?


Pero cuidado: dependencias no sanas

Pero aun cuando los familiares y cercanos pueden darse cuenta que su ser querido no está en “nada raro ni peligroso”; aun así se pueden presentar molestias y hay que estar atentos a posibles quiebres; que si bien no son deseados pueden ocurrir.

Posiblemente cuando alguien se decida a dedicarse al espíritu (no me refiero a ir a misa o a rezar el Santo Rosario) era porque nunca lo había hecho con seriedad; y cuando se asume correctamente, por supuesto que va a exigir de un tiempo que antes se estaba dedicando a otras actividades.

Entonces se comienzan a crear algunas perturbaciones alrededor de esa persona que antes dedicaba TODA su vida a su esposo, a su esposa, a su trabajo, a sus hijos, a sus hermanas y hermanos, a sus amistades; y muy poco o casi nada a sí misma. Lamento decir que esta forma de vivir no es nada sana.

Suele ocurrir en ocasiones, que la familia se reciente porque la persona descubrió que hay algo que le llama la atención y comienza a dedicarle parte de SU TIEMPO a eso. El problema aquí no es el crecimiento espiritual; el problema es la dinámica familiar inapropiada.

De la misma forma sucede cuando la familia depende (hasta lo absurdo) de una persona; y esa persona comienza a utilizar de SU TIEMPO en cuestiones de crecimiento espiritual. Atención, el problema no es Dios, ni el grupo, ni el maestro; el problema nuevamente es la dinámica familiar.

Ni se diga cuando los esposos, esposas, parejas o incluso hijos y hermanos, acostumbraban a  tener el control de su compañero, compañera, padre o madre. Cuando él o ella comienza a interesarse por “esas cosas espirituales”, el culpable no es Dios, ni el grupo, ni el maestro. Si esa persona se sincerara diría muy bien quién tiene la culpa.

Y un punto muy frecuente es cuando esa persona en camino hacia Dios, descubre que puede experimentar un bienestar (e incluso una felicidad) que ni su familia imaginaba pudiera hacerlo.

Pero, por ejemplo, cuando un hombre descubre que su pareja está comenzando a sentir “extrañamente” mayor felicidad de la que ella había podido sentir con él… ¡uf!

Por supuesto que son tipos y grados de bienestar o felicidad diferentes a lo humano/terrenal. Lo que llega a sentir una persona desde su espíritu no es bienestar de pareja; ni siquiera de cariño especial; sino que es algo que se siente desde el propio espíritu y que se debería experimentar desde allí  para saber que no es en absoluto peligroso.

A esos hombres “celosos de bienestar”, yo les aconsejo que estén precavidos; a ninguna mujer le gusta estar con un hombre celoso que cree que ella lo va a engañar en cualquier momento y con cualquiera. Y créanme que es mejor descubrir un bienestar mayor con Dios, con lo espiritual, que con otro hombre; no tensen la cuerda. Lo equivalente para las mujeres.

¿Los hijos? Si ya están “grandecitos” y pueden cumplir con sus responsabilidades; denle espacio a papá o a mamá para que desarrollen esta área espiritual. Todo hijo e hija sabe que es mejor tener a papá y a mamá contentos y sintiéndose útiles, que frustrados contra el mundo.


Qué espera un discípulo de su familia

Pero en toda relación humana, siempre debe haber negociación. El discípulo moderno sabe que debe honrar su terrenalidad y llevarla lo mejor posible con todas sus herramientas. Si se es un buen discípulo, de eso no hay duda.

Pero el discípulo espera que le comprendan. Se ha despertado en él un interés particular hacia Dios que no es ni malo ni peligroso; y que para colmo, va más allá de todo entendimiento y necesidad humana. Muchas veces para él mismo es increíble.

Él entiende la preocupación que puede producir en sus familiares (de hecho es un tema a considerar en crecimiento espiritual); pero sobre todo espera que le ayuden a dinamizar sus relaciones familiares para poder tener una relación ganar-ganar con todos.

El discípulo, aún sin saberlo, está haciendo únicamente lo que debe hacer; y si nos decimos cristianos (católicos, evangélicos, ortodoxos, luteranos, etc.) deberíamos estar felices por él. Cito:

Lucas 10:25-28
Reina-Valera 1960 (RVR1960)

25 Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?

26 Él (Jesús) le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?

27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.

28 Y (Jesús) le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás (tendrás vida eterna).

Se entiende entonces porqué el Crecimiento Espiritual es tan exigente. El mismo Jesús dijo que se debe tratar de amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todo el esfuerzo y con toda la dedicación posible.


Pero todo buen discípulo espiritual sabe que amar a Dios sobre todas las cosas no significa dejar de amar a los demás. Sino que además de amar a Dios, debe amar a su prójimo; a su familia; a sus cercanos; amigos; a todos; como a sí mismo.

¿Te parece sencilla la tarea?

¿Entiendes ahora por qué muchas veces las personas que están en crecimiento espiritual tratan compulsivamente de convencer a sus familiares a que también se involucren en lo que a ellos les está dando bienestar? Eso es parte de “amar a tu prójimo como a ti mismo”; invitarlos al bienestar que tú mismo estás logrando.

Pero bueno, esto último es harina de otro costal; generalmente es esfuerzo infructuoso.


Cómo debe actuar la familia

El cómo debe actuar la familia con algunos de sus miembros en crecimiento espiritual depende mucho de la familia. No puedo dar recomendaciones puntuales, pero sí algunas generales:

  1. Lo principal y más importante es no juzgar, desde la rabia ni desde sus miedos e inseguridades, el proceso que lleva la persona. Nunca desacrediten, ni minimicen el esfuerzo ni las actividades que hace la persona en crecimiento espiritual. Esposos y novios: pueden estar poniendo en bandeja de plata una decisión que su pareja no había querido tomar. “Guerra avisada no mata soldado”
  2. Nunca infantilicen o se burlen de la necesidad de llegar a Dios que su familiar esté sintiendo. Realmente esa persona ha encontrado que Dios es un asunto muy importante.
  3. Involúcrense (aunque sea tímidamente) en el crecimiento espiritual de su ser querido para que sientan en carne propia este mundo y lo comprendan. Claro, siempre que de verdad sea “un ser querido”.
  4. Conversen con ellos, lean un poco de lo que ellos lean, compartan cada uno el mundo del otro; sin burlas, sin menosprecio.
  5. Conozcan a otras personas, parejas y familias del grupo, para que suelten la aprensión.


Beneficios hacia la familia

Pero tampoco quiero llegar hasta aquí planteando la idea de “pobrecito aquel que está intentando crecer espiritualmente” y por eso hay que hacerle el mundo fácil; a pesar de las incomodidades de la familia.

Mi mamá siempre me refería que en la Europa de hace pocas décadas (Italia específicamente), lugar donde la parte espiritual y religiosa aún eran importantes, se decía que cualquier familia se sentía bendecida si alguien parte de ella se dedicaba a Dios (sacerdote, monje, monja, etc.)

Más allá de considerar esta creencia popular como absurda y conveniente para la época; tiene todo el fundamento espiritual y místico real.

Estamos hablando del “karma familiar”; de “eso” que puede producir situaciones realmente desafortunadas para cualquiera de los integrantes de una misma familia. Desde una simple “mala suerte” hasta tragedias completas.

¿Cómo ayuda a la familia?

El crecimiento espiritual de una persona, se puede ver como el camino que lo lleva a la “vida eterna”, al Cielo. Pero se entra en el Cielo una vez que no se tenga pecado; es decir,        que se hayan limpiado todos los karmas.

Por lo tanto, el proceso de crecer espiritualmente tiene como trasfondo para un discípulo limpiar los karmas; y esto es lo que hace un discípulo dentro de un escenario espiritual con su maestro espiritual.

Pero un discípulo, con su trabajo de llegar a Dios ¿cuál karma limpia?; ¿acaso únicamente el karma personal? Pues no solo el karma que se podría considerar “personal”, sino que además limpia el “karma de la familia”.

Cuando alguien con mucho esfuerzo personal se afana por afinar su relación con Dios, convierte su vida en un estilo de vida “kármicamente amigable”. Estoy quiere decir que no solo limpia su karma (personal y familiar) sino que no ensucia más.

La familia entonces sale favorecida sin mover un dedo; con el solo hecho de “dejar hacer” o apoyar (en el mejor de los casos) a aquel que está afanado con Dios. Y el beneficio llega a las parejas; a los hijos; a los padres y hermanos; a los nietos; y generaciones sucesivas.

¿Mentira? Pues tú y tus hijos se lo pierden.


La norma siempre será…

Y nuestra normal interna siempre seguirá siendo: “construir (nuestra espiritualidad) sin destruir (nuestra terrenalidad)”.


Si amas a esa persona que está intentando acercarse un poco a Dios con su esfuerzo diario, ayúdala; no se lo niegues; por el contrario, permíteselo, anímala. Créeme que la sola tarea sin presiones externas es suficientemente dura. Dios te lo agradecerá infinitamente.

Pero claro, prefiero terminar todo bonito hasta aquí. Porque podríamos imaginar qué sucedería si llegas a entorpecer el camino de alguien que está buscando a Dios.

Lucas 17:1-2
Nueva Versión Internacional (NVI)

Luego dijo Jesús a sus discípulos:
—Los tropiezos son inevitables, pero ¡ay de aquel que los ocasiona!
Más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino atada al cuello, que servir de tropiezo a uno solo de estos pequeños (que se están intentando acercar a mí).


Dios te bendiga.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: día 112 A.S. (21abril2016)
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777

Palabras-claves  espíritu crecimiento espiritual, karma familiar, pecado, maestro espiritual camino, Jesús

1 comentario:

  1. Hola Pedro. Siempre tus escritos son tan elocuentes y le llegan a uno al alma. He pasado por esta situación que me ha resultado bastante difícil de manejar, pero se que a nadie le quitan lo aprendido, lo experimentado y siempre les deseo el bien. Igualmente sigo en el camino. Gracias siempre.

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