Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
Uno
de los pasajes bíblicos que personalmente me parece más bonito,
sencillo y aleccionador en el de “pescadores de hombres”.
Trascribo y luego contextualizo la enseñanza a nivel místico:
Mateo 4:18-20
(RVR1960)
18
Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón,
llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar;
porque eran pescadores.
19
Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.
20
Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron.
¿Quién
que se diga cristiano o que desee serlo no se ha sentido o desearía
ser pescado por Jesucristo?
Aunque
hayamos sido pescados por representantes de Jesucristo, estos nos
pescan en Su Nombre.
Pero
en este simple pasaje hay una enseñanza doble. La primera es para
aquellos que se convierten en pescadores de Jesucristo y la
segunda enseñanza es para aquellos que deseen ser pescados
por Jesucristo.
Y
como todo es metafórico, debemos primero conocer las imágenes que
se plantean:
Los
pescadores: son aquellas personas que Jesucristo espera que trabajen
para Él.
Los
peces: son esa personas que desean ser atrapadas por el Cristo (o ya
lo han sido).
El
mar: representa a nuestra realidad humana/terrenal/biológica; donde
los peces que ahora no son “cristianos” están sumergidos,
viven, se relacionan, se afanan, etc.
Los
pescadores
Más
allá de si los primeros fueron Simón-Pedro y Andrés, el párrafo
comienza destacando a dos personas que estaban afanadas “echando
sus redes” en el mar.
Echar
la redes no es una tarea fácil; implica un esfuerzo intencionado a
nivel humano (el mar) de conseguir el sustento. Pero se hace de forma
activa y no agresiva; empleando músculos, valiéndose de la
experiencia personal, pero desde una barca en calma, esperando el
momento justo, sin apuro, intentándolo una y otra vez.
Los
pescadores no suelen caerle a golpes a las redes ni al agua donde
pescan, porque se les escaparían los peces; dejan de remar, apagan
los motores, para no crear perturbación. Son mucho más cuidadosos
que impulsivos.
Pero
al momento de tener que recoger las redes, utilizan todas sus fuerzas
para ir en contra de la corriente o para vencer la resistencia del
agua, para tirar de peso la carga y poder subir la pesca a la barca.
Ellos
saben dónde y en qué momento deben actuar con cautela o con
firmeza. Ellos saben que no se pueden enfrentar al mar ni a los
peces.
Pero
aún hay más. El Cristo no solo les invita a ser pescadores de
hombres, sino que les exige. Y la exigencia de Jesús es que “fueran
es pos de Él”. Y para este compromiso, los pescadores dejaron sus
redes y lo siguieron.
La
orden de “ir en pos de Jesucristo” y la metáfora de “dejar las
redes”, plantea el comportamiento que debían adoptar los
pescadores.
Este
comportamiento debería ser tal que Jesucristo y lo que Él les podía
ofrece (la enseñanza espiritual) se debía convertir en lo más
importante para ellos, esto debía marcarles el camino que
comenzarían a recorrer.
Y
dejar las redes con las cuales pescaban en su realidad
humana/terrenal (en el mar), significa que debían quitarle el
protagonismo a sus asuntos terrenales/humanos y comenzar a vivir más
bajo las enseñanzas espirituales.
Atención:
ellos nunca destruyeron sus redes; así que sus esfuerzos, metas y
logros humanos podían seguir existiendo. Pero el hecho de dejarlas
de lado significa que ni sus esfuerzos hacia lo humano, ni sus metas
humanas, ni sus logros humanos serían lo que guiaría sus vidas de
allí en adelante.
La
primera enseñanza entonces plantea las características de
aquellas personas que buscar pescar para el Cristo:
No
son personas “flojas”; no le temen al esfuerzo personal para
conseguir lo que buscan. Son esas personas que se fajan de forma
incansable en sus asuntos humanos.
Su
esfuerzo lo realizan con paciencia y con perseverancia; nunca con
violencia ni enfrentándose a las cosas ni a las situaciones.
Pero
saben que habrá momentos de trabajo calmado y otros donde tendrán
que sacar mucha fuerza para obtener el resultado final; pero fuerza
en sus propios músculos, en sí mismos, no para agredir a nadie ni
para luchar contra otros.
Saben
que muchas veces el esfuerzo no da el resultado esperado en el
momento esperado; y lo que deben hacer entonces es volver a
intentarlo una y otra vez.
Y
finalmente son personas capaces de vivir no en función de sus
logros y metas terrenales, sino que su verdadera motivación de vida
es honrar a Jesucristo a través del cumplimiento de sus enseñanzas.
Los
peces
Benditos
los peces a los que el Cristo espera pescar.
Pero
¿qué características poseen o que sucederá en la pesca a esos
peces? Veamos.
Un
pez es esa persona que vive sumergido en sus cosas terrenales, en sus
escenarios humanos (en el mar).
Estar
sumergida en el mar no significa que esa persona desconozca que hay
otras cosas; sino que lo que indica es que su vida, su afán, sus
ocupaciones y sus preocupaciones están circunscritas en las cosas
terrenales.
Un
pez puede saber que hay algo más allá del agua (de su realidad
humana), de echo hay algunos que hasta brincan y saltan fuera del
agua, pero siempre vuelven a ella. Estos peces (estas personas) no
conciben su existencia fuera de su terrenalidad; y si la llegan a
imaginar, no se ocupan de ella mientras estén en el agua.
Este
escenario en el mar, conforma la “zona de confort” de
estos peces.
Segunda
enseñanza: entonces ¿qué espera Jesucristo cuando dice de
“pescar hombres”? Pues está muy claro; al pescar un pez se le
debe sacar del agua; es decir que el pez DEBE SALIR DE SU ZONA DE
CONFORT.
Ningún
pez espera ser pescado y a la vez no cambiar su estilo de existencia.
De igual manera ninguno que quiera ser cristiano debe esperar
quedarse igual que cuando no lo era.
Y
no hablo de la respuesta ingenua de que con “Jesús estoy ahora
mejor que antes”, porque un pez, terrenalmente hablando, no está
mejor fuera del agua que dentro de ella.
En
esta enseñanza se plantea abiertamente que la vida terrenal de
cualquier cristiano tiende complicarse (no a dañarse). Vivir como
cristiano es infinitamente más complicado que vivir no siéndolo. Se
vuelve un pez que incluso le puede costar vivir, pero que tiene la
esperanza de una existencia mejor.
¿Acaso
miento? Cito solo cuatro parábolas de las muchas que Jesucristo
solía decir a los que pretendía seguirle:
Mateo 10:22 (TLA)
22 ¡Todo el mundo los odiará a
ustedes por ser mis discípulos! Pero si ustedes confían en mí
hasta el final, yo los salvaré.
Mateo 10:34 (TLA)
Jesús advierte a sus discípulos
34 »No crean ustedes que he venido
para establecer la paz en este mundo. No he venido a traer paz, sino
pleitos y dificultades.
Mateo 16:24 (RVR1960)
24 Entonces Jesús dijo a sus
discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame.
Mateo 19:21 (TLA)
21 Jesús le dijo:
—Si quieres ser perfecto, vende
todo lo que tienes y repártelo entre los pobres. Así, Dios te dará
un gran premio en el cielo. Luego ven y conviértete en uno de mis
seguidores.
Entonces,
es evidente y planteado expresamente por Jesús, que ninguna persona
que desee ser cristiano (seguidor o discípulo del Cristo) puede
esperar de entrada que al estar como “un pez fuera del agua” su
vida terrenal vaya a ser más sencilla que cuando no lo era.
La
vida de un cristiano es muchísima más exigente, terrenalmente
hablando, que la de una persona que no sea cristiana; y es necesario
que así sea. Ningún cristiano va a buscar que su vida terrenal sea
perfecta, por el simple hecho de que él sabe que debe trabajar para
que “su vida perfecta” sea en el más allá, al morir.
¿Que
siendo cristiano hay cosas que pueden mejorar? Por supuesto que si
hay cosas que mejoran sustancialmente siendo cristianos.
Para
un cristiano no mejoran necesariamente las situaciones que le rodean
(que muchas veces dependen de no cristianos), sino que mejoran: su
propio enfoque sobre las situaciones complicadas, el abordaje que
este le da a dichas situaciones y con esto muchas veces las
situaciones se superan o se viven con una paz que antes era imposible
de imaginar.
Por
eso está claro que las bendiciones que siente un cristiano al seguir
y al honrar a Jesucristo a través de cumplir con sus lineamientos,
vienen de su ser interior, de su propio fortalecimiento; no
necesariamente de mejores situaciones externas.
Sé
que este tema no es sencillo para el común de las personas, y mucho
menos para personas que se han creído cristianas, pero que aún sus
sufrimientos, luchas y afanes están en cosas terrenales.
A
estás últimas personas, les pido que no se cierren y vuelvan a leer
este escrito. Estoy seguro de que Dios les necesita, pero a lo mejor
lo primero que debemos hacer es dejar de lado lo que nos han vendido
y hemos comprado, para luego poder sincerarnos y comenzar a caminar
de verdad.
Además,
quisiera que nuevamente sea notorio lo necesario que es que alguien
te explique la escrituras en un real contexto de enseñanza mística.
Dios
les bendiga.
Namasté.
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
día 323 A.S. (18 octubre 2016)
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