Autor:
ShaniShaktiAnanda
Los
símiles y las metáforas siempre han sido útiles para explicar
procesos que de otra forma fueran difíciles de entender.
Uno
de los procesos que me atañen es el de crecer espiritualmente; en
particular cuando debo explicar a las personas sobre la necesidad de
desapegarse a su terrenalidad para poder ser más espirituales;
además, de cómo ayuda el Maestro Espiritual a este proceso.
Para
explicarlo en metáfora, voy a utilizar la imagen de dos postes de
alumbrado: un poste que representa los aspectos terrenales de la
vida y el otro poste que representa el aspecto espiritual.
Recordemos, antes que nada, que los aspectos terrenales comprenden:
lo físico/económico, lo mental/intelectual/sensorial,
lo emocional/sentimental y lo energético/bienestar-humano.
Ambos
postes están a una distancia, uno del otro, un poco mayor que la
longitud de tus brazos abiertos. Es decir, que no llegas a agarrarte
de ambos a la vez. Es bíblico, “no puedes servir a dos señores a
la vez” (Mateo 6:24), no puedes estar agarrado de los dos postes a
la vez.
Abrazados
al poste terrenal.
La
realidad es que muchas personas viven abrazadas al poste de la
terrenalidad; con instantes en los que ven al poste espiritual a la
distancia, sin soltarse del terrenal.
Esto
representa a la gran mayoría de personas que viven en función de
sus asuntos terrenales: sus metas de vida son terrenales, sus
esfuerzos son hacia esas metas terrenales, sus angustias son
terrenales, lo que más ansían son cosas terrenales, sus
preocupaciones son terrenales; en resumen, sus vidas son
principalmente terrenales. Recordemos los párrafos anteriores donde
acoté cuáles son los aspectos terrenales.
Pero
es cierto que esas personas cuando les va mal en sus asuntos
terrenales ven hacia el poste espiritual para pedirle a Dios o a
cualquier divinidad que les ayude en sus asuntos terrenales. Es
decir, aún en problemas y pidiéndole a Dios, no se sueltan de su
poste terrenal.
El
problema de esto es que tarde o temprano, de forma inesperada, el
poste terrenal desaparecerá (la persona muere), y su alma, sin ese
soporte terrenal, literalmente se va a desplomar al piso (se queda en
un estado de desamparo y sufrimiento que metafóricamente se conoce
como los infiernos).
Y
sin necesidad de que la persona muera; ese poste terrenal muchas
veces se sacude o se calienta mucho y la persona, abrazada a este, no
la pasa nada bien.
Este
tipo de personas tienen mucho apego a sus cosas terrenales; por lo
tanto, al momento de los problemas terrenales o de muerte física no
le va a ir nada bien.
Estirando
el brazo.
Otro
grupo de personas (las más sabias y trascendentes), reconociéndose
primero como seres espirituales, comienzan a buscar crecer
espiritualmente.
Entonces,
se atreven a comenzar a soltar una mano del poste terrenal y buscan
estirar el brazo hacia el poste espiritual.
Esas
personas, de forma automática, cuanto más intentan alcanzar el
poste espiritual más aprietan la mano que agarra el pote terrenal.
Esto se produce por la normal resistencia al cambio. Generalmente,
esta respuesta que se da por miedo a lo desconocido se disfraza de
precaución, de excusas, de frases como que “el tiempo de Dios es
perfecto”, de “en su momento”, “ahora tengo muchas
ocupaciones”, etc.
Estos
intentos de ser espiritual (de agarrar el poste espiritual) se pueden
repetir una y otra vez; de una forma o de otra; en un escenario o en
otro; de una religión a otra; brincado de un lado para otro; sin
éxito final alguno, principalmente porque se intentan hacer por sus
propias fuerzas.
A
pesar de todos estos intentos de estirarse solo, si de la misma
manera el poste espiritual llegara a desaparecer, la persona caería
a las profundidades.
La
ayuda del maestro espiritual.
En
cada intento explicado anteriormente de tocar lo espiritual, donde no
se suelta nada de lo terrenal, las personas llegan por momentos a
rozar la experiencia espiritual. Pero lo hacen con la puntas de sus
dedos, sin nunca llegar a agarrarse de ese poste.
Aquí
es donde llega la ayuda del maestro espiritual.
Desde
el entendido de que nadie llega a ser realmente espiritual por cuenta
propia; las personas que verdaderamente quieren llegar al poste
buscan a alguien que ya esté en ese poste. Ese alguien, esa persona
que ya está en el poste espiritual, es precisamente un maestro
espiritual.
Cuando
este aparece, él agarra la mano que está tratando de estirar la
persona e intenta estirarle un poco más. De esa manera, la persona
hace más contacto con el poste espiritual, sin llegar a agarrarlo.
Si
aún con la presencia del maestro espiritual la persona sigue
aferrada a su terrenalidad, ni el maestro ni nadie podrá hacer
mucho. Por más que el maestro tire de la persona, existe un límite
físico de su cuerpo. Aún falta un pequeño paso.
Ese
pequeño paso es que la persona comience a aflojar sus dedos del
poste terrenal para que el maestro pueda ayudarle.
Este
“aflojar sus dedos del poste terrenal” se puede traducir en
muchas cosas; por ejemplo: vencer su zona de confort; practicar “la
taza vacía”; dejar costumbres que atetan abiertamente contra lo
espiritual; optimizar su tiempo para que pueda participar en las
actividades de crecimiento espiritual; no correr pero tampoco
dormirse en los laureles en el camino que comienza a recorrer; entre
otras.
Si
la persona pone sinceramente de su parte, llega el momento en el que
mientras el maestro lo está tirando hacia lo espiritual, un pequeño
aflojar adicional de lo terrenal hace que logre asirse del poste
espiritual; y es allí donde la persona comienza a ser espiritual.
Pero
atención. La idea de que la persona se agarre ahora del poste
espiritual no implica que abandone totalmente el poste terrenal.
Es necesario que la persona siga viviendo y cumpliendo con sus
obligaciones terrenales. Es importante, porque entre estos dos postes
es que se crece espiritualmente.
La
persona seguirá en contacto con su terrenalidad, rozándola con sus
dedos, pero firmemente agarrada de su espiritualidad.
En
este punto es que comienza a vencer el apego, aunque siga viviendo
terrenalmente.
¿Ventajas
de esto? Que si su poste terrenal se sacude, se calienta o se
derrumba, la persona ya no está abrazada a él. Bastará con alejar
un poco la mano y su terrenalidad no la sacudirá, no la calentará,
ni la derrumbará. El poste espiritual es firme como Dios; nunca
se sacude, nunca se calienta y nunca se derrumba.
¿Puede
una persona estar mejor que esto mientras vive terrenalmente?
Y
al morir, al desaparecer su poste terrenal, la persona no “caerá a
los infiernos”, sino que se mantendrá firmemente espiritual.
Espero
que este símil te haga reflexionar y te haga tomar las decisiones
necesarias para que consigas es paz que buscas.
Dios
te bendiga.
Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original:
1577 AS. (26 de abril del 2020)
Instagram
@ShanisShaktiAnanda @EscuelaparaelAlma.ssa
Palabras-claves:
postes, espiritualidad, terrenalidad, maestro espiritual apego
desapego
Muchas gracias, Maestro, por este artículo que nos permite entender bien las ventajas de esforzarnos por asirnos al poste de lo espiritual. Namasté
ResponderEliminarGracias maestro por explicarnos con este maravilloso símil el camino correcto que debemos tomar, el espiritual, de la mano de un verdadero maestro espiritual. Namaste 🙏
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