Autor:
ShaniShaktiAnanda
En tiempos de pandemia, a pesar de que la vida terrenal es lo que se ve amenazada de forma evidente, las reflexiones hay que hacerlas hacia Dios.
Primer
semestre del 2020. Dios ha permitido un alto brusco en todas las
actividades humanas/terrenales en el planeta Todo esto con la
esperanza de que entendamos que debemos dedicarnos también a El y no
totalmente al mundo.
.
Es
como un niño que pasa las tardes distraído con la televisión,
olvidando sus deberes escolares y dejando de lado las repetidas
llamadas de atención del papá. Llega el momento en que al padre no
le queda otra opción que apagarle el televisor y encerrarlo en su
cuarto. Eso no implica que el papá no quiera a su hijo.
Tal
cual no está pasando con el Coronavirus. Nos apagaron las cosas
terrenales que nos apartaban de nuestros deberes con Dios y nos
obligaron a estar encerrados en nuestras casas. Eso no implica que
Dios nos quiera. Quien tenga oídos que escuche.
La
humanidad ha estado tan afanada en asuntos terrenales que la gran
mayoría de las personas ha polarizado sus conductas hacia la
obtención de bienes, disfrutes y metas terrenales (incluyendo la
felicidad).
Tanto
es así que todos creen que “es un derecho ser feliz y tener
bienestar” en función de las cosas terrenales.
Dios,
como buen padre de hijos desobedientes, quiere ahora que entendamos -
aunque sea la fuerza- que nuestras metas deben ser espirituales. Que
nuestro objetivo es ganarnos el Cielo para así estar a su lado; y
eso debe comenzar por dejar de buscar tanta complacencia terrenal.
Pero
este nuevo enfoque de metas hacia lo espiritual amerita bajar el
protagonismo a nuestra terrenalidad y adaptar, de ahora en adelante,
nuestras conductas a Dios, no al mundo.
Pero
cumplir con Dios es mucho más de lo que el común de las personas
cree. Asistir a los servicios religiosos ya no es suficiente; orar o
rezar se deben re-aprender; ya la caridad no implica mayor esfuerzo.
Ahora, lo que debemos hacer es emprender una verdadera lucha interior
para llevar una vida dedicada a Dios en vez de una vida dedicada
exclusivamente al mundo.
No
hablo de ingresar en órdenes religiosas; hablo de seguir viviendo lo
que tenemos que vivir, pero con el foco en Dios; tener respuestas
ante la vida cotidiana de la forma en la que Él lo indicó.
Recordamos
el primer gran mandamiento para todos los seres humanos:
Marcos
12:30 (RVR1960)
Y
amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal
mandamiento.
Lo
que se ama, se prefiere; uno prefiere lo que ama. Y es evidente
que la humanidad prefiere las cosas terrenales, el disfrute, el
bienestar, los sentidos, antes que a Dios. Por lo tanto, la humanidad
ama más al mundo que a Dios. ¿Acaso Dios no había tardado mucho en
enojarse?
Y
no es cuestioón de castigo, solo un niño en su inmadurez piensa que
su papá lo castiga cuando en realidad lo está aleccionando.
Permitiendo
esta pandemia, Dios nos ha demostrado nuevamente quién manda; y nos
ha hecho ver lo frágil que es nuestro aspecto humano. No está dando
la lección de este primer mandamiento: que dejemos de vivir en
función del mundo, para que lo amemos a Él, para que lo prefiramos
a Él, para que vivamos en función de ÉL
¿Por
quién vamos a decidirnos de ahora en adelante? ¿Por el más
poderoso pero exigente o por el más frágil pero tontamente
gratificante? ¿Decidiremos por las cosas de Dios o por las cosas del
mundo?
¿Seguiremos
acaso viviendo en este planeta como seres humanos que entregan su
esfuerzo al mundo para agradar al mundo y obtener satisfacciones de
este? ¿O comenzaremos a vivir como seres espirituales entregando
nuestro esfuerzo de vida a Dios, para que sea Él quien no dé
recompensas espirituales?
Pero
aprender a vivir como seres espirituales no es obvio. La mayoría de
las personas cree que lo hacen; pero sus situaciones de vida
personales y grupales demuestran lo contrario.
Nuestra
forma de ver la vida, nuestras reacciones ante lo que nos sucede,
nuestras prioridades y nuestras metas deben ser las que Dios designa,
no las que el mundo diga o la que agrade a nuestros sentidos. Y esto
debe ser así en acciones, no en intenciones ni en decretos.
Es
hora de tomar la decisión: ¿me ocupo de aprender a comportarme como
Dios espera? ¿O sigo comportándome como el mundo lo necesite?
PapáDios
nos apagó el televisor de la terrenalidad, porque la humanidad
estaba muy distraída y se había olvidado de cumplir con sus deberes
hacia Él.
.
Si
tomas la decisión correcta, búscame y te ayudó a hacer lo que Dios
espera de ti.
Dios
te bendiga.
Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original:
1568 AS. (17 de abril del 2020)
Instagram
@ShanisShaktiAnanda @EscuelaparaelAlma.ssa
Palabras-claves:
Dios,
pandemia coronavirus, terrenalidas, espiritualidad
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