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domingo, 28 de junio de 2020

El crucificado salvado

Autor: ShaniShaktiAnanda

A muchas personas preocupa el hecho de ganarse el Cielo (la Vida Eterna, la entrada al Edén, o como se quiera decir). Y esa preocupación es importante, porque sabemos que no tenemos el Cielo ganado de forma automática.

Al involucrarnos en cualquier enseñanza espiritual, encontramos que el objetivo en la vida es aprender a modificar nuestra conducta en función de lo que Dios señala y así hacer méritos para la Vida Eterna.

Y nuestra Santa Biblia está llena de pasajes con recomendaciones metafóricas y recomendaciones específicas, que nos indican cómo debemos comportarnos para agradar a Dios y así obtener la salvación. Son tantas referencias que para muchas personas puede ser confuso.

Uno de esos pasajes se dibuja en el momento de la crucifixión de Nuestro Señor Jesucristo.

Según el Evangelio de San Lucas, Jesucristo fue crucificado con dos ladrones a los lados. Uno de los ladrones lo criticaba y lo insultaba, desconociéndolo como el Cristo; mientras que el otro hizo algo por lo cual el Cristo lo llevó al Cielo.

No tanto el hecho, sino ¿cuál es el trasfondo detrás del hecho del ladrón bueno, que le otorgó la salvación?

Coloquemos el pasaje bíblico a continuación:

Lucas 23: 39-43 (TLA)
39 Uno de los criminales allí colgados empezó a insultarlo:
¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!
40 Pero el otro criminal lo reprendió:
¿Ni siquiera temor de Dios tienes, aunque sufres la misma condena?
41 En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; este, en cambio, no ha hecho nada malo.
42 Luego dijo:
Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
43 —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso —le contestó Jesús.

Comparemos las actitudes de ambos hombres:

Crucificado salvado (Dimas) Cruficicado NO salvado (Justas)
No insultaba a nadie a pesar de su dolor.
Insultaba e insultaba.
Tenía temor de Dios.
No tenía temor de Dios.
Reconocía que su sufrimiento era por su propia causa.
No entendía que lo que sufría era por como había sido él mismo.
Reconoció que ese hombre a su lado, tan humano, tan desvalido, tan común como ellos en apariencia, era el Cristo.
No reconoció al Cristo en ese hombre “común” y lo increpaba irónicamente.
No pedía que lo salvaran, sino que pedía humildemente que Dios posara sus ojos en él.
Quería ser salvado por Dios, así no más.


Y gracias a esto, el crucificado salvado (cuyo nombre fue Dimas) llegó al Cielo.

Ahora tenemos clara la enseñanza de ese pasaje de la crucifixión. Posiblemente algunos de los lectores dirán: “está bien, pero esto no se aplica a mi porque yo no soy ningún criminal ni ningún ladrón.”

Querido lector, lo escrito es una metáfora. No se trata de que si se es un ladrón, criminal o mala gente. Se trata de una persona “crucificada”, recibiendo un castigo; que incluso lo puede percibir como injusto.

Así que si algunas vez te has sentido castigado por la vida, crucificado por alguna situación, pues deberías sentirte reflejado; y aplicar la enseñanza de corazón sincero y así serás salvo de esa situación.

Pero no veamos estas actitudes como un hecho que se debe hacer una sola vez en la vida. La enseñanza implica que esta forma espiritual de ver cada “crucifixión” que te sucede, debe ser tu estilo de vida.

Aunque la vida te esté crucificando, tu actitud correcta te puede salvar.” SSA

Dios les bendiga.

Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original: 1638 AS. (28 de junio del 2020)
Instagram @ShanisShaktiAnanda @EscuelaparaelAlma.ssa
Palabras-claves: crucifixión, ladrones, Jesús, Cristo, cruz, salvación

4 comentarios:

  1. Namasté Maestro, antes situaciónes complicadas, las vemos hasta como injusta, y es ahí donde debemos aplicar las enseñanzas y los Lineamientos de Jesús Cristo desde el corazón.

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  2. Gracias maestro,por la enseñanza, que muchas veces no queremos asumir nuestra conducta errada.

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  3. Maestro como identificar lo que debo aprender del bloqueo de prosperidad siento que hago ejercicios y no cambia nada

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  4. El corazon limpio es algo importante...

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