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jueves, 28 de octubre de 2021

Los dos enfoques hacia las personas tóxicas

Autor: ShaniShaktiAnanda

Hoy en día está muy de moda el término de “persona tóxica”. Básicamente son aquellas personas con las que el trato interpersonal es difícil; con las cuales sentimos que nos cargamos de mala vibra; o simplemente nos incomodan (bajo cualquier argumento).

Se pueden destacar dos enfoques a la hora de lidiar con alguna de ellas. Un primer enfoque muy humano (lo que quiere decir muy poco espiritual) y otro enfoque más propio de personas con una noción de vida espiritual.


Enfoque humano: “culpar y retirarse”


Como si fuera algo caliente, algo maloliente, o simplemente algo desagradable a la vista, un enfoque muy humano es identificar ese algo que nos molesta y retirarnos o alejarnos de su influencia.

De forma natural, tendemos a reconocer la “mala influencia” de alguna persona en lo que llamamos “nuestra paz o tranquilidad”; y sin argumentos o con pseudoargumentos espirituales, nos apartamos.

Este enfoque es hasta cierto punto válido; ya que si no se tienen herramientas de vida para sacar provecho de algo, pues simplemente no tiene sentido estar cerca de ese algo.

Es mucho mejor este enfoque de retirarse que el enfoque que quedarse sufriendo la “toxicidad” de algunas personas, Y entrecomillo “toxicidad” porque veremos más adelante que en realidad puede no ser tal.

Al retirarnos, a veces se utilizan frases ingenuas como: “te amo y te perdono”, “te dejo vivir libremente”, “no tienes el poder de afectar a mi paz”, “soy un ser de luz que no se afecta por ti”, “te envuelvo en amor y te libero”, y cosas por el estilo.

Estas frases no son más que salidas “pseudoiluminadas” para sentirse espiritual ante un enfoque que no tiene absolutamente nada de iluminado.

¿Pero eso quieres decir que debo quedarme con una persona tóxica? Si no tienes las destrezas espirituales suficientes, absolutamente no. Si estás cocinando y no tienes guantes aislantes para sacar las cosas del horno, mejor no lo hagas porque te puedes quemar.


Enfoque espiritual: “reconocer y aprender”

En cualquier enfoque mínimamente espiritual, lo que nunca se debe hacer es “juzgar”a alguien. Juzgar implica señalar a alguien como el culpable o el responsable de nuestro malestar o de nuestras situaciones complicadas. Precisamente este juicio es el que se debe erradicar en cualquier doctrina espiritual.

Espiritualmente se establece (en realidad se aprende con la práctica de la enseñanza) que todo lo que te sucede tiene tu energía; llámala energía de karma o energía de corazón. Y estas dos energías tienen su origen en ti; en la forma espiritualmente asertiva o poco asertiva como te desenvuelves en las situaciones que vives o en las que has vivido.

Adicionalmente, desde un enfoque espiritual está muy claro que el trabajo de cada uno es interior. Hay que trabajar nuestros puntos débiles, nuestros condicionamientos negativos, nuestras heridas, nuestras “personalidades heribles”, nuestros demonios; y si nos damos cuenta, todos estos aspectos son “nuestros”. Estos asuntos internos, cuando se manifiestan, son los únicos protagonistas de nuestros malestares.

De esta manera, comienza el enfoque espiritual: “Espiritualmente, ese alguien que defines como tóxico es simplemente alguien que exacerba esos asuntos internos que tú tienes que trabajar en ti. Alguien tóxico no es alguien que te hace daño; es alguien que te muestra lo que tienes dañado.” (SSA)

Adicionalmente, se debería meter la noción personal que tienes de Dios. Vamos a sincerarnos: Dios te debe querer muy poco, si permite que se atraviesen en tu camino “personas tóxicas” que te hagan daño y de las cuales debas apartarte a cada rato.

Es más coherente con la visión espiritual “un Dios que te ama y que permite se te acerquen personas que evidencien (a través de tu malestar) las heridas que tienes, para que busques sanarlas.”

Con todo esto, el enfoque espiritual en el tratamiento de personas tóxicas es el de “reconocer” tu malestar y “aprender” a superarlo. Totalmente diferente al enfoque humano.

Cuando sanes tus asuntos, la persona tóxica dejará de serlo. ¿Acaso lo era antes?

Esta es la razón por la cual una persona tóxica puede serlo para ti y no para otras personas. Tú puedes tener asuntos que sanar diferentes a las otras personas.


Ahora bien, si estás tratando de hacer el abordaje espiritual de una persona tóxica y no tienes ni las herramientas ni los escenarios para sanar tus heridas internas, o para limpiar tus condicionamientos, o para matar a tus demonios; pues aléjate de esa persona. Pasa entonces al enfoque humano mientras te sigues esforzando para ganar altura espiritual.

Y ojalá que eso de ganar altura espiritual lo estés haciendo de forma correcta, de la mano de un maestro espiritual y no de forma solitaria y autoreflexiva.

Dios les bendiga.

Namasté.

ShaniShaktiAnanda
Original: 2127 AS. (28 de octubre del 2021)
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Palabras-claves: personas, tóxicas, maestro, espíritu, espiritual, humano, personalidades, heribles, condicionamientos, demonios

domingo, 10 de octubre de 2021

Descuidamos el continente

Autor: ShaniShaktiAnanda

¿Descuidamos el “continente”? Uso extraño de la palabra “continente”, donde no me refiero a una extensión de tierra que agrupa países, culturas, personas.

Aquí utilizo “continente” como aquello que reúne o contiene a algo; al contenido.

Muchas veces llegamos a preocuparnos por el contenido, pero descuidamos aquello que lo contiene:

  • Si tenemos comida envasada, es importante asegurarse que la comida esté en buen estado; pero muchas veces todo comienza porque el empaque (el continente) también lo esté.

  • Si queremos almacenar agua, es importante que el continente sea el apropiado y esté bien cerrado.

  • Si queremos calentar algún alimento en el horno microonda, es necesario que el continente sea el correcto, no cualquiera (o sucederá un desastre)

  • Si tenemos una medicina, el continente debe ser el que corresponda.

  • Si queremos hervir agua, el continente no debe tener agujeros al fondo.

  • Si queremos cocer al fuego, pues no lo haremos con un recipiente de plástico, sino alguno que resista las llamas.

Situaciones como las anteriores se dan por asumidas; lo que mucha veces nos lleva a actuar en automático y a descuidar otros continentes que no son tan obvios.

Contenido y continente desde lo espiritual

Hablemos de lo espiritual. ¿Acaso tenemos en nuestro ser algo que se pueda asemejar a un contenido y un continente?

Cuando comenzamos a tener conciencia de nuestra realidad espiritual, comenzamos a entender que somos almas encarnadas con la única misión de volver a ese estado superior de existencia que podemos llamar Cielo, Paraíso, Padre, Dios, Nirvana, etc.

Y que para recorrer ese camino, debemos esforzarnos en ser cada vez más espirituales aquí en la tierra.

Si entendemos esto, el “contenido-continente” se engloba en el hecho de ser “almas espirituales – (re)encardanadas en cuerpo físico”. Nuestro contenido es el alma espiritual y nuestro continente es nuestro cuerpo biológico.

Si estudiamos el proceso de nacer desde la integralidad de nuestro ser (extiendo la invitación a que se involucren en los escenarios de formación donde lo explico), vemos que existen requisitos para que un alma pueda “engancharse” a un cuerpo biológico. Uno de los requisitos más importantes es la formación en el feto de las estructuras del sistema endocrino: llámense glándulas endocrinas.

¿Acaso el sistema endocrino es importante para la vida? Pues pregúntenle a cualquier médico.

El sistema endocrino está relacionado con la misma supervivencia, con el sistema reproductivo, con el sistema metabólico, con el sistema inmunológico, y con todo los demás de forma directa o indirecta.

Nuestra biología, basado en el sistema endocrino, es la que nos permite no solo la vida cotidiana, estable; sino asumir las exigencias extraordinarias de procesos de crecimiento, enfermedad, curación, sanación, expansión, mejora; no solo de nuestra parte física, sino de todo nuestro Ser.

¿Creemos entonces que nuestro cuerpo biológico (lo que contiene a nuestra alma) es importante? La respuesta categórica es sí.

¿Acaso lo cuidamos con la importancia que tiene? Posiblemente la respuesta sea no.

Muchas veces, cuando se asume un estilo de vida espiritual, se deja de lado ingenuamente aquellas cosas que mal asumimos terrenales. Este es un muy grave error.

Si entendemos que venimos a este plano para recorrer el camino hacia Dios, pues lo haremos de forma más eficiente y efectiva si el vehículo de nuestra alma lo mantenemos de forma óptima. Esto es así ya que sabemos que el camino a la espiritualidad está marcado por muchísimo esfuerzo: subidas empinadas, bajadas pronunciadas, altas temperaturas, baches, luchas internas para perfeccionarnos y cambios constantes.

Ser verdaderamente espiritual es, sin duda alguna, el mayor esfuerzo que cualquier ser encarnado pueda realizar. ¿O aún creemos que la recompensa de llegar al Cielo es para flojos y cómodos?

Es un viaje exigente, ¿podremos hacerlo con un cuerpo físico mal entonado?

Y no se trata de ser bello (que no está mal), sino de estar sano y funcional.

Sometido a fuego

Cuando recordamos que debemos conquistar más espíritu para que nuestra alma espiritual se eleve, sabemos que lo vamos a tener que hacer con mucho esfuerzo humano. Quien haya comprado y creído lo contrario, simplemente le estafaron.

El diamante se forja del carbón a altas presiones y temperaturas; el mismo oro (simbolismo del espíritu) se purifica con fuego.

Y trascender a nuestra humanidad para poder comenzar a ser seres espirituales implica cambios de conductas humanas a conductas espirituales. Y los cambios son difíciles. El miedo al cambio, al fracaso, la perniciosa zona de confort, la apología hacia el cero esfuerzo, el positivismo; son paradigmas modernos que dejan a las personas estancadas.

En la naturaleza, para producir cualquier cosa, se necesita fuerza, esfuerzo; es ley.

El hecho de ser espiritual, ganar cada vez más espíritu, se puede resumir en:

  1. Hacer cambios en la visión de la vida

  2. Hacer cambios en cómo llevamos nuestras acciones y

  3. Hacer cambios en cómo reaccionamos ante las situaciones que acontecen.

Todos son cambios; y cambios que exige energía. Obtenemos buena parte de esa energía de nuestro cuerpo terrenal. Es como estar hecho de un material refractario super resistente para así poder purificarnos.

Cuando descuidamos nuestro continente terrenal ¿tendremos energía para hacer dichos cambios? Difícilmente podremos avanzar si no aseguramos un medianamente buen funcionamiento.

Lo que se suele llamar “flojera”, desidia, apatía, letargo; son actitudes que frenan el éxito de ser espiritual. Muchas veces esos estados vienen por carencia de energía; un cuerpo biológico mal entonado. Aunque ustedes no lo crean.

Y sin considerar cuando enfermamos. La energía que deberíamos utilizar para “subir al Cielo” se va a utiliza para intentar sanar o curar aquello que no cuidamos. Perdemos tiempo y recursos. La prevención siempre será buen negocio.

Cuidando nuestro continente

Con esta pequeña reflexión, nos damos cuenta que es obligatorio mantener el continente de nuestra alma (nuestro cuerpo biológico-terrenal) de la forma más óptima posible. La forma de hacerlo escapa del alcance de este escrito.

Pero no es extraño hablar de algunos aspectos para mantener de forma óptima nuestra biología:

  • Buena alimentación.

  • Ejercicio de alta intensidad de forma regular.

  • Sueño apropiado y suficiente.

  • Suplementación necesaria, cuando la buena alimentación no sea suficiente o los requerimientos sean mayores.

  • Hidratación correcta.

  • Meditación/relajación.

  • Enfoque preventivo de la salud (exámenes diagnósticos)

  • Atención inmediata e inicial en problemas.

Entre muchos otros.

Es casi una obligación con Dios mantener el vehículo de nuestra alma muy bien entonado; porque es con el esfuerzo de este como podemos recorrer el camino hacia Él.

Dios les bendiga.

Namasté.

ShaniShaktiAnanda
Original: 2109 AS. (10 de octubre del 2021)
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martes, 13 de julio de 2021

Entre conversaciones: Ser verdaderamente fuerte

 Autor: ShaniShaktiAnanda

Adhikari:        Namasté. Maestro.
Creo que esto ya se lo he preguntado, pero quisiera, si lo permite, volver a reflexionar sobre lo que se entiende desde el plano terrenal con fortaleza, o con el hecho de ser fuerte. Creo que el concepto está invertido con la verdadera fortaleza que es la espiritual.

SSA:             Namasté. Claro, querido Adhikari.
Hay una frase o pensamiento que muchos conocen, pero como sucede, conocer algo no significa comprenderlo y mucho menos actuar en consecuencia.
La frase reza: ¿Quién es más fuerte? ¿Quién reacciona y pega el golpe ante una ofensa o quien se contiene?
La respuesta resulta obvia, quien se contiene; pero casi nadie actúa así.

Adhikari:        Allí está el punto que quisiera reflexionar. ¿Cómo se le hace entender a una persona esto de ser verdaderamente fuerte?

SSA:              Voy a poner un símil. ¿Quién es más fuerte? ¿Un río caudaloso que corre libre cuesta abajo o una represa que aguante su caudal?
La respuesta es obvia, la represa es más fuerte.
¿Qué hace más daño, incluso al mismo terreno, un rio descontrolado que va arrasando todo por donde pasa o un río sostenido por una represa?
La respuesta debería ser obvia, el rio descontrolado es más peligroso.
Pues voy a extender el símil hacia una persona.
El terreno donde está el río es la vida de la persona: sus situaciones, sus sueños, su bienestar, etc.
El río es el fluir de los sentimientos de la persona; lo que siente en cada situación que vive. Hay sentimientos tranquilos, que se asemejan a aguas tranquilas, pero hay sentimientos reactivos que son aguas turbulentas que arrasan con el terreno, es decir, con la vida de la misma persona.
Y la represa es la actitud espiritual de la persona, que no es innata, que al igual que una represa se tiene que construir. Y es la que pone control a los sentimientos (al río). La represa no deja que el río destruya la vida de la persona.

Adhikari:        Qué hermoso y claro símil, Maestro. Pero ¿por qué aún las personas no construyen su represa?

SSA:              Primero, no la construyen porque nadie les ha dicho las consecuencias de no hacerlo; y segundo porque en la sociedad moderna (muy poco espiritual) parece lógico y normal ser reactivo ante las situaciones que no te convengan humanamente o que se consideren humanamente malas o injustas.
Una persona muy humana (entiéndase poco espiritual) generalmente vive enfocada en sus asuntos y metas terrenales; y ante la incapacidad de controlar todo lo que quisiera, constantemente siente agresiones en cada cosa que sucede. Esto produce estados de frustración que llevan a las personas a defenderse y posteriormente a enfermarse y deprimirse.

Adhikari:        Pero a veces ese río desbocado, no es cuestión de pelear o de agarrarse a golpe, ¿cierto? Puede ser mucho menos evidente.

SSA:             Totalmente cierto. El rio que corre descontrolado y daña a la misma persona, son sentimientos poco armónicos que bien se pueden quedar sin expresar. A veces en silencio, pero con rabia, queja, sed de justicia, impotencia; la persona se va destruyendo. Mucho más, si esos sentimientos complicados se expresan sin control o sin contención. Tanto desde el silencio como desde la queja expresada, la destrucción del terreno (de la vida de la persona) se lleva cabo.
Muchas personas dicen que es mejor decir lo que se siente en esos momentos; pues no, decirlo o callarlo produce el mismo efecto. Lo mejor es no sentir dichos sentimientos.
Basta ver los comentarios en redes sociales sobre tópicos sensibles, para sentir ríos de frustración, descontento, rabia, resentimiento, sed de justicia. Luego, la gente le pide a Dios o espera que de forma mágica todo se arregle, no dándose cuenta de que sus sentimientos sin contención son las que están destruyendo todo.

Adhikari:        Increíble Maestro, por mucho que usted explique esto siempre hay enseñanza nueva.

SSA:             Entonces Adhikari, ¿dónde está la verdadera fuerza? ¿En destruir una casa o en mantenerla en pie? ¿En contener los sentimientos complicados o en dejarlos salir libres? ¿En mantener un agua en un tanque o en derramarla por el suelo?

                     Toda doctrina espiritual trata de enseñarte a contenerte emocionalmente ante lo que te parece malo o injusto: “amar a tus enemigos”, “poner la otra mejilla si te golpean en una”, “darle la túnica a quien te roba el manto”. Y hablo solo de esto ejemplos metafóricos de nuestro cristianismo. En otras religiones encontramos enseñanzas similares.
Por lo tanto, una persona que no hace el esfuerzo real y cotidiano de contenerse sus emociones complicadas en situaciones sensibles para ella, difícilmente se puede auto-considerar espiritual.
Y la contención de nuestras emociones complicadas lleva asociada la contención de nuestras acciones y de nuestras ganas de cosas terrenales. Recuérdalo.

Adhikari:        Y Maestro, para adoptar esas enseñanzas sagradas de contención emocional se debe tener la práctica viva de la enseñanza de la mano de un maestro espiritual. No es cosa de declararlo y hacerlo por su cuenta.

SSA:             Dices bien, Adhikari. Pero de eso no vamos a hablar hoy

Adhikari:        Nuevamente gracias Maestro. Seremos verdaderamente fuertes cuando podamos contener nuestros sentimientos complicados y en consecuencia nuestras acciones y nuestras ganas terrenales. Namasté.

SSA:             Todo lleva siempre a mantener el corazón limpio. Dios te bendiga.
Namasté.


ShaniShaktiAnanda

Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 2020AS. (13 de julio del 2021)
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jueves, 8 de julio de 2021

Tu vida sobre ruedas

Autor: ShaniShaktiAnanda

Con todas las cosas que queremos concretar en la vida, con las metas que definen nuestras acciones, todos quisiéramos que nuestra vida fuera “sobre ruedas”.

El término “ir sobre ruedas” se refiere a que las cosas marchen sin mucho tropiezo, con el menor esfuerzo posible. Es la metáfora de arrastrar una pesada carga apoyada directo al suelo o con ruedas debajo de ella.


Y sí, se podría decir que el Universo puede llegar a conspirar a tu favor, pero ciertas condiciones aplican. Y esas condiciones que pueden lograr que el Universo haga magia con nosotros, pasan, absolutamente todas, por nuestras conductas: tanto conductas cotidianas, como conductas en momentos específicos de nuestras vidas.

Este escrito puede parecer un juego; pero te aseguro que no lo es. Lo que voy a destacar aquí tiene como basamento las leyes que rigen el mismo Universo, De tal forma, si te pliegas a estas pequeñas conductas, te estarás poniendo a tono, en armonía, con Universo y éste se pondrá en armonía con tu vida.

Por su puesto, en nuestra vida hay conductas de mayor o menor impacto. Hay conductas que no se pueden adoptar desde un simple escrito como este, sino que necesitan la vivencia de enseñanzas espirituales en los escenarios con un maestro espiritual. Pero lo que voy a explicar aquí es básico y sencillo de ejecutar para cualquier persona; y el efecto resulta mágicamente evidente con no mucho esfuerzo.


Creando armonía a tu alrededor

Si deseas que el Universo ayude a armonizar las cosas de tu vida, debes demostrarle que estás ganado a esa armonía; y tú mismo, en pequeño, la vas creando a tu alrededor y en tu corazón.

La frase anterior resume de todo. Simplemente voy a poner ejemplos que deberás aplicar y extrapolar en tu realidad.

Muchas veces despreciamos las cosas pequeñas; tenemos una creencia de que las cosas de alto impacto, las grandes, las esforzadas, son las que importan.

La armonía la podríamos definir como el acople correcto de un grupo de leyes universales en algún momento y alguna situación particular. Por ley de correspondencia (como es arriba es abajo, como es afuera es adentro) el Universo no distingue entre la armonía en pequeñas cosas o en grandes cosas. Armonía es armonía a cualquier escala; y desarmonía es desarmonía a cualquier escala.

Si tú vives en situaciones personales de poca armonía, aunque estas parezcan insignificantes, le estarás indicando al Universo que esa es la forma en la que deseas que ocurran o se mantengan las cosas en tu vida.

Así que el truco para que tu vida se monte sobre ruedas es adoptar conductas cotidianas que vayan creando armonía en las cosas que tienes a tu alrededor y que claramente no están armónicas.

Es una realidad en que las cosas que están a tu alrededor pueden no depender totalmente de ti; pero siempre habrá cosas que sí, o por lo menos muchas donde puedes colaborar.

Pero hay otro secreto indispensable de considerar. Cuando comiences a crear armonía en tu exterior, debes asegurarte de que lo hagas con armonía en tu interior. Esta armonía en tu interior se refiere a corazón limpio: sin rabia, sin resentimientos, sin recriminaciones, sin indignarse, sin quejas, etc.

Ahora los ejemplos concretos. Aunque suenen cosas muy simples, funcionan y el Universo las entiende:

  • Pasas por algún lugar de tu casa y ves un papel en el piso o algo mal colocado o algo caído. Piensa, ¿por qué el universo hizo que vieras eso? Recógelo o arréglalo sin quejarte. Estarás creando armonía.

  • Con tu apariencia personal, algún detalle que dejas pasar, alguna uña mal cortada, algún roto en tu vestimenta; no dejes esa desarmonía en tu vida.

  • Presta atención y toma medidas con pequeños detalles sobre tu aseo personal que puedas corregir de manera simple.

  • Tu mesita de noche: puedes tener muchas cosas, pero tómate el tiempo necesario para mantenerlas arreglarla.

  • Tu cartera o billetera: si cada vez que metes la mano sientes desarmonía, pon remedio; saca papeles que no uses, recibos viejos, tarjetas vencidas, etc.

  • La pantalla de tu celular: aunque pase desapercibido para tus ojos, no pasa por alto para el universo. Mantenla sin manchas.

  • La habitación de tus hijos: si en un momento la ves desarreglada, guarda el regaño para después y con el corazón limpio, crea armonía.

  • La fruta que se pudre en la cocina: a lo mejor no depende directamente de ti, pero si te diste cuenta es porque el Universo te da oportunidad de crear armonía en tu vida.

  • La gota de agua que se bota en el lavamanos de tu baño. Busca repararla.

  • La gaveta o el estante que no cierra bien y con los que luchas cada vez que intentas sacar algo.

  • El vaso vacío sin lavar en el friegaplatos, no te cuesta nada crear armonía que se reflejará en tu vida.

  • La punta dañada del cordón de tu zapato. Repárala.

  • Ese objeto muy cerca del borde de la mesa que puede caerse si alguien roza, es una tensión poco armónica. Simplemente mételo más adentro.

  • La cámara de tu celular que saca fotos borrosas. Te sumerges en desarmonía cada vez que ves una de ella. Límpiala antes de cada toma de fotos.

  • La planta que se secó por descuido de alguien. Quítala del medio. Igual las flores.

  • Eso sencillo que debes arreglar y lo dejas para después porque tienes cosas más importantes.

  • Ese granito en la cara, aunque no te lo veas. Mejóralo.

  • Esas prendas que muestran que tienes más peso del que deberías. Haz algo con eso pero no desarmonices.

  • El mosquito que mataste contra la pared; límpialo con cuidado.

  • Cualquier cosa que tenga deteriorada y que sepas que no tiene arreglo: deshazte de ella.

  • Esos vellos faciales que no deberían estar; retíralos.

  • Los restos de comida en los dientes; no te arriesgues, limpia tus dientes frecuentemente.

  • Los zapatos que te quitaste y dejaste tirados en tu cuarto, uno por un lado y otro quién sabe. Ponlos uno al lado del otro (apuntando hacia fuera del cuarto, por supuesto)

  • Asegúrate de estacionar tu vehículo bien; tanto en tu estacionamiento como en lugares públicos. No es solo detenerse y dejarlo como quedó.

  • El salero o la jarra de agua que quedaron vacíos. Llénalos.

  • La pequeña mancha que salpicó: límpiala.

Y así pudiera seguir hasta el infinito. Tú puedes extrapolar con estos ejemplos.


Fundamentos básicos de esta práctica

Pero todo esto tiene cinco fundamentos básicos que te ayudarán en este proceso de poner a tu vida sobre ruedas creando armonía a tu alrededor:

  1. Debes entender que esto se trata de ti. Independientemente de si fuiste tú, de si los demás son desconsiderados, de que ellos no hacen lo que deben, es en tu vida en la que quieres crear armonía y por eso tú debes hacerlo. Es absolutamente cierto que con muchas cosas poco armónicas no podrás hacer nada, ya que dependen de dinámicas complejas de convivencia humana y de otros factores; pero otras está allí para que seas tú quien tome medidas.

  2. Tienes que desarrollar una observación aguda. El Universo no va a decir: “ay, es que no lo vio, no se dio cuenta”. Si dejas desarmonía a tu paso, pues la tendrás en tu vida.

  3. Debes mantener siempre el corazón limpio mientras creas armonía a tu alrededor. Si en todas las pequeñas acciones no mantienes el corazón limpio, por mucho que arregles, repares y corrijas estarás atrayendo a tu vida la misma desarmonía que tienes en tu corazón.

  4. Esfuérzate, todo este proceso es acumulativo. Se podría llegar a la paranoia, pero sabemos que será imposible estar atento a todo y cuidar cada detalle. La consigna es que una cosa a la vez va sumando hacia una vida mejor.

  5. Es mejor hacer muchos esfuerzos pequeños, que sufrir desarmonía en cosas más grandes y significativas para ti. A lo mejor lo que lleve más tiempo o más esfuerzo o más dinero necesitarán abordajes especiales; pero las cosas pequeñas suman y hacen la diferencia en cosas grandes en tu vida.

Como dije al principio, esto puede parecer simplemente un juego; pero tiene el basamento de todo el funcionamiento del Universo y sus leyes universales.

Te invito a que comiences a practicar esto hoy. Yo lo hice con mi primera maestra espiritual desde muy niño. Aunque te digo, con toda sinceridad, que aún hoy se me escapan muchas cosas, no llevo el estandarte del orden y aún suceden cosas complicadas por otras leyes universales a las que estamos sometidos. Pero tener esta herramienta y vivir de esta forma, me ha ayudado más de lo que nadie puede imaginar.

Además, esto te va formando el temperamento de compromiso por si algunas vez quieres adoptar enseñanzas sagradas de algún maestro espiritual.

Todo esto se soporta con una de mis frases de enseñanza de muchos años: “Debemos hacer lo correcto, simplemente porque corresponde hacerlo”. SSA

Dios les bendiga.

Namasté.

ShaniShaktiAnanda
Original: 2013 AS. (07 de julio del 2021)
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sábado, 3 de julio de 2021

¿Cuál es tu noción de éxito?

 Autor: ShaniShaktiAnanda

La noción de éxito constante o sostenido es una meta que todos perseguimos; pero no de forma natural. Toda cultura, sociedad nos impulsa a ser exitosos.


La noción de éxito en la naturaleza existe, pero es muy puntual; y se puede llamar supervivencia. Eres exitoso si logras reproducirte, tener una refugio, cazar, recolectar o sembrar para comer, dar alimento a los tuyos, salvar algún ataque de algún depredador; cosas como esas. Pero se puede observar que estos estados exitosos no son los más deseados, no es lógico pasarse la vida sobreviviendo; incluso llegan a ser desgastantes.

La sociedad nos impulsa (solo Dios sabe porqué extraña razón) a constantemente ser exitosos. Y muchos lo hacemos a costa de nuestro propio bienestar. Actualmente reproducirnos, cazar recolectar y conseguir una cueva se sustituye por cosas más “inteligentes” pero no menos desgastantes.

Pero no podemos decir qué ser exitoso es malo; sobre todo si este hecho se basa en un impulso de perfeccionamiento. Eso si lo tenemos claro, somos seres perfectibles y debemos esforzarnos en ello.

Pero ¿perfeccionarnos en qué? Hagamos que el desgaste valga la pena.


Nuestro Ser y nuestra ropa

Mientras vamos observando y aprendiendo sobre la integralidad de nuestro Ser, nos damos cuenta de que somos muchísimo más que seres terrenales que se acaban con la muerte.

Nuestra verdad es que somos seres trascendentales (espirituales) con una experiencia terrenal temporal. Y como temporal hablo de “muy temporal” y pero aún de duración “totalmente imprevista”; hoy estamos aquí y mañana no sabemos.

Por lo tanto, no es lógico identificar nuestra experiencia terrenal como nuestro Ser.

Nuestro verdadero Ser es lo que somos; mientras que nuestra experiencia terrenal es lo que momentáneamente tenemos, “la ropa” que vestimos por los años de vida biológica que nos toque vivir; aunque la cambiemos todos los días.

Al igual que cada mañana colocamos ropa nueva y en la noche la quitamos, nuestro Ser se reviste de terrenalidad cada vez que viene y la pierde al irse. Porlo tanto, nosotros no somos nuestra ropa.

Pero para continuar, debemos definir cuáles aspectos de nuestra vida representan nuestra experiencia terrenal. Aquí hay mucha confusión en la mayoría de las personas.

Nuestra “ropa”, nuestra experiencia terrenal, corresponde a cuatro aspectos:

  1. Aspectos físicos/biológicos, económicos, supervivencia biológica...

  2. Aspectos mentales, cognitivos, intelectuales, lógicos, racionales...

  3. Aspectos emocionales, sentimientos (bonitos o feos)...

  4. Aspectos energéticos vitales; o de forma general, lo que entendemos como bienestar terrenal.

Es importante que se entiendan muy claramente que los cuatro aspectos anteriores forman nuestra experiencia terrenal. Y es sencillo de entender si vemos que al morir (al perder nuestra experiencia terrenal) estos cuatro aspectos desaparecen, no trascienden con nuestro Ser.

Al morir perdemos nuestra biología, nuestros pensamientos y sentimientos (cerebro y hormonas) y nuestros chakras, los cuales manejan nuestra energía vital.

Entonces resulta lógico que nos vestimos de esos cuatro aspectos cuando venimos a este plano, pero que no nos quedamos con ninguno de ellos al trascender. Sufriremos las consecuencias de cómo los tratamos, pero no los tendremos más.

¿Vivirías entonces tu vida esforzándote, usando tu tiempo, planteándote metas, ocupándote principalmente de la ropa que temporalmente tienes o lo harías mejor si te esfuerzas por lo que realmente eres?


Dos nociones de éxito, dos tipos de personas

En función de la claridad que tengamos en la concepción de nuestro Ser, podemos definir la idea de perfeccionamiento; y correspondientemente la idea de éxito.

Si retomamos la idea de nuestro ser trascendental, vestido circunstancialmente con aspectos terrenales, habría que preguntarse: ¿qué voy a perfeccionar en mí? ¿Mi Ser trascendental o mi ropa?

No podemos denigrar de la ropa, la cual nos sirve, nos protege; y tampoco es cosa de vivir vestido con harapos. Pero vivir en función de la ropa, buscando perfeccionar y enriquecer nuestra vestimenta, no parece lo más lógico.

Existen entonces dos tipos de éxitos:

  1. El éxito como perfeccionamiento de nuestros aspectos terrenales

  2. El éxito como perfeccionamiento de nuestro Ser trascendental: de nuestra alma espiritual.

Como se dijo al comienzo, la persecución del éxito requiere de mucho esfuerzo. Y pudiéramos preguntar ingenuamente: ¿cuál éxito estás persiguiendo tú?

El primer impulso es decir: “estoy persiguiendo ambos éxitos; debe haber un equilibrio.”

La respuesta se respeta, pero es similar a la respuesta de un estudiante cuando se le pregunta: ¿estás dedicado a estudiar o a divertirte?

La respuesta debe ser sincera, no debe ser convenientemente ambigua para quedar bien. Ya que perfeccionarte es un asunto de esfuerzo, la auto evaluación que puedes hacer sería en función de hacia dónde estás invirtiendo tu mayor esfuerzo de vida:

  1. Si tus acciones de vida, pensamientos, sentimientos, metas están principalmente enfocados a los cuatro aspectos terrenales presentados anteriormente, pues estás buscando perfeccionar tu vestimenta temporal. Esto es éxito terrenal.

  2. Pero si tus acciones de vida, pensamientos, sentimientos, metas están principalmente enfocadas a agradar a Dios, a cumplir con Dios, pues estás buscando tu éxito trascendente. Esto es éxito espiritual.

Acabo de sacar de la manga el concepto de vivir en función de agradar a Dios. Esto es un concepto muy espiritual que pueden encontrar en otros escritos.

Puedo resumir el “vivir en función de Dios” (el “agradar a Dios”) como el estilo de vida de una persona que la lleva a actuar, reaccionar y ver la vida en función de enseñanzas sagradas.

Por el contrario, cuando una persona ve la vida desde parámetros humanos; cuando sus acciones se atienen a las que el mundo espera que haga y para así disfrutarlo; y cuando sus reacciones principalmente se centran en defenderse de lo que le sucede en el mundo, pues está claro que está guiando su vida hacia agradar y agradarse del mundo; no hacia agradar a Dios.


¿Qué tipo de éxito persigues tú?

Puedes responderte:

  • ¿Tu meta principal es ser feliz y próspero en esta vida o es intentar agradar a Dios?

  • ¿Los resultados que esperas son principalmente terrenales o esperas trascender y ganarte ese estado que llamamos Cielo?

  • ¿Tus conductas se modelan en función de lo que quieres terrenalmente o en función de lo que Dios espera de ti?

El éxito trascendental (espiritual) no excluye al bienestar terrenal; esto se suele entender, pero no se suele creer; porque seguimos enfocando nuestro esfuerzo a metas terrenales.

Esta sociedad nos plantea la idea de que si no eres terrenalmente exitoso (biológicamente exitoso, económicamente exitoso, mental/académicamente exitoso, emocionalmente exitoso y con suficiente bienestar general) no eres muy apreciado.

Nos vendieron la idea, y nosotros mismos nos encarcelamos y botamos la llave. No es una forma bonita de vivir.

Pero nos escondieron la verdadera forma de vivir: que la persecución del éxito espiritual, incluye la satisfacción de las otras necesidades de supervivencia terrenal.

Mateo 6:33 NVI

Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.”

Más claro no canta un gallo. Está dicho de muchas formas, desde hace muchos siglos, en todos las doctrinas espirituales. Solo debes buscar quien te lo explique de verdad y sobre todo quien te lo enseñe a vivir. Es un asunto de tu Ser integral.

Dios les bendiga.

Namasté.

ShaniShaktiAnanda
Original: 2009 AS. (02 de julio del 2021)
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Palabras-claves: éxito, terrenal, espiritual, trascendente, terrenal, espiritual, alma espiritual.

viernes, 2 de julio de 2021

¿Por qué a mí?

 Autor: ShaniShaktiAnanda

A veces se puede sentir o no se logra comprender el porqué Dios (o el destino) se ensaña en contra de nosotros.

Si bien este es un pensamiento que va desapareciendo mientras vamos aprendiendo cómo trabaja Dios; en cualquier momento difícil se puede pensar: Dios ¿por qué a mí?

Podemos tener la sensación de estar siendo “utilizados” por Dios para que a otros les vaya bien. Nos pasan cosas en contra de nuestro bienestar y eso parce servir a las personas a nuestro alrededor. Podemos llegar a sentir que somos conejillos de Indias del gran laboratorio de Dios de donde salen las ayudas a los demás a costa nuestra.

Si alguna vez te has sentido así, sigue leyendo hasta el final; y si no, pues también sigue leyendo.


Por qué me pasa lo que me pasa

Primero y principal nos pudiéramos preguntar: ¿por qué pasan las cosas que nos suceden?

Dios no es caprichoso. Dios no es discrecional. Dios no es rencoroso. Dios no es alcahueta. Dios, como creador de todo lo que existe, hizo que todo funcionará a la perfección. Pero que algo funcione a la perfección no quiere decir a funcione para complacernos.

Por leyes naturales, las cuales son perfectas, una manzana cae al suelo por la ley de gravedad y podemos recogerla y disfrutarla. Pero por la misma perfecta ley de gravedad, si se cae una piedra de un tejado y nosotros estamos debajo, nos golpeará muy fuerte. O por la misma perfección de Dios, si un avión falla (por fallas humanas), la misma ley de gravedad hará que el avión se venga a tierra y se puedan morir todos los pasajeros.

Con estos ejemplos se deja en claro que Dios es perfecto y todo funciona perfecto; aunque a veces esa perfección de Dios no sea de nuestra conveniencia o agrado.

En los ejemplos anteriores, ¿dónde está Dios?: ¿en las situaciones o en las leyes que rigen las situaciones?

Está claro que nosotros mismos estamos sometidos a la leyes universales que rigen toda la creación de Dios; a fin de cuentas, somos criaturas de Dios.

Por lo tanto, es fácil de suponer que si queremos que todo en nuestra vida ande sobre ruedas, tenemos que comenzar por dos cosas:

  1. someternos y actuar en armonía con las mismas leyes universales que crearon y rigen del universo (previamente deberíamos conocerlas suficientemente)

  2. no cometer errores humanos que pongan a las leyes universales en contra de nuestro bienestar.

Pero debemos conocer y trabajar dichas leyes universales, ya que nunca podremos escaparnos de ellas. Conozcamos dichas leyes o no, creamos en ellas o no; todo el universo (incluyéndonos) funciona con ellas; sin discusión. Ni siquiera Dios puede romper dichas leyes; no sería coherente si una vez creadas, las rompiera a discreción, a conveniencia de alguien. Si Dios rompiera sus propias leyes, dejaría de ser un Dios justo y pasaría a ser un Dios alcahueta y acomodaticio.

Con todo esto, comenzamos a ver de dónde salen las cosas que nos suceden; incluso las que no nos gustan. ¿Salen del sombrero de Dios? ¿Salen de la suerte? ¿Salen por la envidia que nos tienen otras personas? ¿Salen de los astros? Nada de eso.

Cualquier cosa que nos suceda es parte del universo; por lo tanto, todo lo que nos sucede está controlado por las leyes que rigen al mismo universo.

En particular, las situaciones que no nos agradan aparecen porque nosotros mismos, en algún momento, trasgredimos el flujo armónico de alguna ley universal, aunque lo hubiéramos hecho sin conocimiento o sin intención (el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento)

En particular, entre todas las leyes universales, las situaciones que nos suceden están sujetas principalmente tres de ellas: la Ley del Karma, la Ley de Atracción y la Ley del Mínimo Esfuerzo.

En este escrito no voy a describir dichas leyes; se necesitarían muchas páginas para presentarlas. Pero sí puedo dejar por sentado de dónde vienen nuestras situaciones.

Así que la pregunta de “¿por qué a mí?”, no tiene mucho sentido como expresión lastimera; la respuesta es “porque te corresponde”, porque algunas vez trasgrediste algunas leyes universales.


¿Y para qué las tengo que vivir?

Si no explicara más, las situaciones difíciles pudieran parecer crueles castigos; y no lo son. Veamos un símil.

Si estamos aprendiendo algún asunto académico, eventualmente se nos va a presentar algún tipo de evaluación y luego de un tiempo nos dará la calificación. Si no estudiamos lo suficiente (sea la razón que sea), tendremos malas calificaciones y entonces sufriremos.

Una calificación negativa es similar a una situación difícil de vida que nos hace sufrir. Una situación difícil te viene a recordar que no llevaste bien alguna situación pasada en tu vida y como consecuencia te entregaron ahora una mala calificación.

Muchas personas están convencidas de que han vivido bien (de que han estudiado y saben la materia); pero la vida a veces les da malas calificaciones (situaciones difíciles); y entonces se pregunta y ¿por qué a mí?

Y ante cada mala calificación (situación difícil), lo que debería llevar a cualquier persona es a revisar sus conductas pasadas (que tuvo que haber aprendido para actuar), averiguar en cuál aspecto falló (cuál ley universal trasgredió) y así aprender, practicar y esperar la próxima evaluación. SI hace todo esto, comenzará a minimizar las situaciones difíciles en su vida (las malas calificaciones).

Entonces, las malas situaciones no son castigos sino recordatorios de que en algún momento fallamos; y que nos debemos esforzar para que las próximas veces lo podamos hacer mejor.


Pero, si he sido buena persona

Cuando algo complicado le sucede a alguien, no se puede decir a la ligera que esa persona haya sido un mal ser humano. Incluso, a las buenas personas les pasan cosas malas. Esto es así porque las situaciones de vida no se atienen necesariamente a lo mala persona que hayamos sido, sino a lo espiritual que dejamos de ser en algún momento.

De entrada esto no se entiende; pero puede haber una gran diferencia entre “una buena persona” y “una persona espiritual”.

Las conductas de “una persona espiritual” incluyen: las conductas de “una buena persona” más las conductas que Dios espera de cada uno. A diferencia de las conductas de “un buen ser humano” que pueden no incluir a las conductas espirituales.

Y adivinen ¿cuáles conductas nos favorecen ante las leyes universales? ¿Las buenas conductas humanas o las conductas espirituales? Las leyes universales se favorecen con las conductas espirituales.

Esta es la razón por la cual a “muy buenas personas” muchas veces les ocurres “malas cosas”. No vasta con ser “buena gente”, hay que “ser espiritual”.

Alguien “gente buena”, que no sabe este hecho básico, ante situaciones difíciles se suele preguntar: “¿por qué a mí?” Y la respuesta posible es que esa persona ha sido en tu vida muy buena gente, pero tal vez no lo suficientemente espiritual.


El aprendizaje exigente

Pero a pesar de que todo se haga bien, acepto que Dios (o el Universo) a veces se excede. Y si bien una persona puede estar intentando hacer las cosas bien (espiritualmente hablando), Dios parece que pone muchos exámenes, uno más complejo que el otro.

Volvamos al símil de la evaluación. Si un profesor se da cuenta de que un estudiante tiene capacidades mayores que el común de sus compañeros, ¿qué haría? Pues ese profesor le exigiría más al estudiante prometedor y le podría exámenes tras exámenes (situaciones difíciles tras situaciones difíciles) para que estudiara y aprobara a mayor velocidad y se graduara antes. A lo mejor incluso le enseñaría y le evaluaría cosas que no le enseñaría al promedio de los otros estudiantes.

¿Y si ese profesor fuera Dios; y este identificara a una persona con mucha capacidad espiritual? Pues le exigiría y le pondría en situaciones de examen mucho más seguido. Eso significaría que le sucederían, unas tras otras, más situaciones personales complicadas que a otras personas.

Es lo contrario a lo que una persona común piensa: si Dios fija sus ojos en mí, la vida me irá de forma más tranquila. Pues no necesariamente.

Esto no quiere decir que a una persona prometedoramente espiritual le va a ir peor que a cualquier otra persona; pero lo que sí es verdad es que su vida podrá ser a veces mucho “más movida” con más situaciones de aprendizaje que debe aprender a superar.

¿Y por qué Dios le puede poner más situaciones complicadas a una persona potencialmente espiritual? Por una razón muy sencilla. Cuando Dios encuentra a una persona espiritualmente prometedora, intenta que se perfeccione mejor y más rápido; con el fin de que sirva de modelo a otras personas. Y precisamente las situaciones complicadas son el medio perfecto para hacer el esfuerzo en perfeccionarse.

Esto no quiere decir que el sufrimiento perfecciona, nunca. La perfección viene cuando se abordan con conductas espirituales las situaciones que te hacen sufrir. Si esto se logra, pues se deja sufrir. Si no lo haces así y simplemente sufres de forma sostenida, cualquier situación complicada puede hundirte más de lo que estabas antes.

Si estudiamos la vida de personalidades espirituales (los santos, por ejemplo) nos damos cuenta de que sus vidas estuvieron plagadas de situaciones difíciles, dolorosas, complicadas. Estas personalidades enfocaron estas situaciones con dones o argumentos espirituales y el resultado final fue su propio perfeccionamiento espiritual e incluso convertirse en modelos a seguir.

¿Pudiera decirse, en cualquier caso, que Dios suele castigar a los que terminan siendo santos? Pues tampoco. Lo que hacía era distinguirlos como personas espiritualmente prometedoras y llevarlos a un aprendizaje exigente para que luego sirvieran de modelos a otros.

¿Serás tú alguien llamado a santidad? En principio, todos deberíamos serlo.

Así que, cada vez que sintamos que Dios juega con nosotros y nos somete a situaciones sin que sepamos las razones; pensemos que, independientemente de nuestras responsabilidades pasadas por infligir leyes universales, ÉL está buscando que nos perfeccionemos en espíritu.

Lleguemos a ser santos o no, al perfeccionarnos en espíritu siempre podremos ser modelos para alguien. Posiblemente Dios sí nos esté utilizando para poder llegar a otras personas a través de nosotros.

Dios les bendiga.

Namasté.

ShaniShaktiAnanda
Original: 1944 AS. (28 de abril del 2021)
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Palabras-claves: leyes universales, dios, situaciones difíciles, problemas