Autor:
ShaniShaktiAnanda
A
veces se puede sentir o no se logra comprender el porqué Dios (o el
destino) se ensaña en contra de nosotros.
Si
bien este es un pensamiento que va desapareciendo mientras vamos
aprendiendo cómo trabaja Dios; en cualquier momento difícil se
puede pensar: Dios ¿por qué a mí?
Podemos
tener la sensación de estar siendo “utilizados” por Dios para
que a otros les vaya bien. Nos pasan cosas en contra de nuestro
bienestar y eso parce servir a las personas a nuestro alrededor.
Podemos llegar a sentir que somos conejillos de Indias del gran
laboratorio de Dios de donde salen las ayudas a los demás a costa
nuestra.
Si
alguna vez te has sentido así, sigue leyendo hasta el final; y si
no, pues también sigue leyendo.
Por
qué me pasa lo que me pasa
Primero
y principal nos pudiéramos preguntar: ¿por qué pasan las cosas que
nos suceden?
Dios
no es caprichoso. Dios no es discrecional. Dios no es rencoroso. Dios
no es alcahueta. Dios, como creador de todo lo que existe, hizo que
todo funcionará a la perfección. Pero
que algo funcione a la perfección no quiere decir a funcione para
complacernos.
Por
leyes naturales, las cuales son perfectas, una manzana cae al suelo
por la ley de gravedad y podemos recogerla y disfrutarla. Pero por la
misma perfecta ley de gravedad, si se cae una piedra de un tejado y
nosotros estamos debajo, nos golpeará muy fuerte. O por la misma
perfección de Dios, si un avión falla (por fallas humanas), la
misma ley de gravedad hará que el avión se venga a tierra y se
puedan morir todos los pasajeros.
Con
estos ejemplos se deja en claro que Dios es perfecto y todo funciona
perfecto; aunque a veces esa perfección de Dios no sea de nuestra
conveniencia o agrado.
En
los ejemplos anteriores, ¿dónde está Dios?: ¿en las situaciones o
en las leyes que rigen las situaciones?
Está
claro que nosotros mismos estamos sometidos a la leyes universales
que rigen toda la creación de Dios; a fin de cuentas, somos
criaturas de Dios.
Por
lo tanto, es fácil de suponer que si queremos que todo en nuestra
vida ande sobre ruedas, tenemos que comenzar por dos cosas:
someternos
y actuar en armonía con las mismas leyes universales que crearon y
rigen del universo (previamente deberíamos conocerlas
suficientemente)
no
cometer errores humanos que pongan a las leyes universales en contra
de nuestro bienestar.
Pero
debemos conocer y trabajar dichas leyes universales, ya que nunca
podremos escaparnos de ellas. Conozcamos dichas leyes o no,
creamos en ellas o no; todo el universo (incluyéndonos) funciona con
ellas; sin discusión. Ni siquiera Dios puede romper dichas
leyes; no sería coherente si una vez creadas, las rompiera a
discreción, a conveniencia de alguien. Si Dios rompiera sus propias
leyes, dejaría de ser un Dios justo y pasaría a ser un Dios
alcahueta y acomodaticio.
Con
todo esto, comenzamos a ver de dónde salen las cosas que nos
suceden; incluso las que no nos gustan. ¿Salen del sombrero de Dios?
¿Salen de la suerte? ¿Salen por la envidia que nos tienen otras
personas? ¿Salen de los astros? Nada de eso.
Cualquier
cosa que nos suceda es parte del universo; por lo tanto, todo lo que
nos sucede está controlado por las leyes que rigen al mismo
universo.
En
particular, las situaciones que no nos agradan aparecen porque
nosotros mismos, en algún momento, trasgredimos el flujo armónico
de alguna ley universal, aunque lo hubiéramos hecho sin conocimiento
o sin intención (el desconocimiento de la ley no exime de su
cumplimiento)
En
particular, entre todas las leyes universales, las situaciones que
nos suceden están sujetas principalmente tres de ellas: la Ley del
Karma, la Ley de Atracción y la Ley del Mínimo Esfuerzo.
En
este escrito no voy a describir dichas leyes; se necesitarían muchas
páginas para presentarlas. Pero sí puedo dejar por sentado de dónde
vienen nuestras situaciones.
Así
que la pregunta de “¿por qué a mí?”, no tiene mucho sentido
como expresión lastimera; la respuesta es “porque te corresponde”,
porque algunas vez trasgrediste algunas leyes universales.
¿Y
para qué las tengo que vivir?
Si
no explicara más, las situaciones difíciles pudieran parecer
crueles castigos; y no lo son. Veamos un símil.
Si
estamos aprendiendo algún asunto académico, eventualmente se nos va
a presentar algún tipo de evaluación y luego de un tiempo nos dará
la calificación. Si no estudiamos lo suficiente (sea la razón que
sea), tendremos malas calificaciones y entonces sufriremos.
Una
calificación negativa es similar a una situación difícil de vida
que nos hace sufrir. Una situación difícil te viene a recordar que
no llevaste bien alguna situación pasada en tu vida y como
consecuencia te entregaron ahora una mala calificación.
Muchas
personas están convencidas de que han vivido bien (de que han
estudiado y saben la materia); pero la vida a veces les da malas
calificaciones (situaciones difíciles); y entonces se pregunta y
¿por qué a mí?
Y
ante cada mala calificación (situación difícil), lo que debería
llevar a cualquier persona es a revisar sus conductas pasadas (que
tuvo que haber aprendido para actuar), averiguar en cuál aspecto
falló (cuál ley universal trasgredió) y así aprender, practicar y
esperar la próxima evaluación. SI hace todo esto, comenzará a
minimizar las situaciones difíciles en su vida (las malas
calificaciones).
Entonces,
las malas situaciones no son castigos sino recordatorios de que en
algún momento fallamos; y que nos debemos esforzar para que las
próximas veces lo podamos hacer mejor.
Pero,
si he sido buena persona
Cuando
algo complicado le sucede a alguien, no se puede decir a la ligera
que esa persona haya sido un mal ser humano. Incluso, a las buenas
personas les pasan cosas malas. Esto es así porque las situaciones
de vida no se atienen necesariamente a lo mala persona que hayamos
sido, sino a lo espiritual que dejamos de ser en algún momento.
De
entrada esto no se entiende; pero puede haber una gran diferencia
entre “una buena persona” y “una persona espiritual”.
Las
conductas de “una persona espiritual” incluyen: las conductas de
“una buena persona” más las conductas que Dios espera de cada
uno. A diferencia de las conductas de “un buen ser humano” que
pueden no incluir a las conductas espirituales.
Y
adivinen ¿cuáles conductas nos favorecen ante las leyes
universales? ¿Las buenas conductas humanas o las conductas
espirituales? Las leyes universales se favorecen con las conductas
espirituales.
Esta
es la razón por la cual a “muy buenas personas” muchas veces les
ocurres “malas cosas”. No vasta con ser “buena gente”,
hay que “ser espiritual”.
Alguien
“gente buena”, que no sabe este hecho básico, ante situaciones
difíciles se suele preguntar: “¿por qué a mí?” Y la respuesta
posible es que esa persona ha sido en tu vida muy buena gente, pero
tal vez no lo suficientemente espiritual.
El
aprendizaje exigente
Pero
a pesar de que todo se haga bien, acepto que Dios (o el Universo) a
veces se excede. Y si bien una persona puede estar intentando hacer
las cosas bien (espiritualmente hablando), Dios parece que pone
muchos exámenes, uno más complejo que el otro.
Volvamos
al símil de la evaluación. Si un profesor se da cuenta de que un
estudiante tiene capacidades mayores que el común de sus compañeros,
¿qué haría? Pues ese profesor le exigiría más al estudiante
prometedor y le podría exámenes tras exámenes (situaciones
difíciles tras situaciones difíciles) para que estudiara y aprobara
a mayor velocidad y se graduara antes. A lo mejor incluso le
enseñaría y le evaluaría cosas que no le enseñaría al promedio
de los otros estudiantes.
¿Y
si ese profesor fuera Dios; y este identificara a una persona con
mucha capacidad espiritual? Pues le exigiría y le pondría en
situaciones de examen mucho más seguido. Eso significaría que le
sucederían, unas tras otras, más situaciones personales complicadas
que a otras personas.
Es
lo contrario a lo que una persona común piensa: si Dios fija sus
ojos en mí, la vida me irá de forma más tranquila. Pues no
necesariamente.
Esto
no quiere decir que a una persona prometedoramente espiritual le va a
ir peor que a cualquier otra persona; pero lo que sí es verdad es
que su vida podrá ser a veces mucho “más movida” con más
situaciones de aprendizaje que debe aprender a superar.
¿Y
por qué Dios le puede poner más situaciones complicadas a una
persona potencialmente espiritual? Por una razón muy sencilla.
Cuando Dios encuentra a una persona espiritualmente prometedora,
intenta que se perfeccione mejor y más rápido; con el fin de que
sirva de modelo a otras personas. Y precisamente las situaciones
complicadas son el medio perfecto para hacer el esfuerzo en
perfeccionarse.
Esto
no quiere decir que el sufrimiento perfecciona, nunca. La
perfección viene cuando se abordan con conductas espirituales las
situaciones que te hacen sufrir. Si esto se logra, pues se deja
sufrir. Si no lo haces así y simplemente sufres de forma sostenida,
cualquier situación complicada puede hundirte más de lo que estabas
antes.
Si
estudiamos la vida de personalidades espirituales (los santos, por
ejemplo) nos damos cuenta de que sus vidas estuvieron plagadas de
situaciones difíciles, dolorosas, complicadas. Estas personalidades
enfocaron estas situaciones con dones o argumentos espirituales y el
resultado final fue su propio perfeccionamiento espiritual e incluso
convertirse en modelos a seguir.
¿Pudiera
decirse, en cualquier caso, que Dios suele castigar a los que
terminan siendo santos? Pues tampoco. Lo que hacía era distinguirlos
como personas espiritualmente prometedoras y llevarlos a un
aprendizaje exigente para que luego sirvieran de modelos a otros.
¿Serás
tú alguien llamado a santidad? En principio, todos deberíamos
serlo.
Así
que, cada vez que sintamos que Dios juega con nosotros y nos
somete a situaciones sin que sepamos las razones; pensemos que,
independientemente de nuestras responsabilidades pasadas por infligir
leyes universales, ÉL está buscando que nos perfeccionemos en
espíritu.
Lleguemos
a ser santos o no, al perfeccionarnos en espíritu siempre podremos
ser modelos para alguien. Posiblemente Dios sí nos esté utilizando
para poder llegar a otras personas a través de nosotros.
Dios
les bendiga.
Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original:
1944 AS. (28 de abril del 2021)
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leyes universales, dios, situaciones difíciles, problemas