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martes, 26 de agosto de 2014

Compenetración energética de una pareja



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Cuando se es pareja de alguien, se dice que hay compenetración entre ambos seres y que comparten mucho más que solo buenos momentos. Además, siempre se plantea que vivir correctamente en pareja es lo más sano (y hasta necesario y bendito) para todos los seres humanos.

Pero esa compenetración, ese compartir y ese bienestar al que se asocia la vida en pareja tiene mucho que ver con nuestra existencia como seres energéticos. La compenetración es energética; si bien la manifestación de estas energías se suele presentar principalmente a nivel físico, mental y emocional. Estos tres campos son los más evidentes a la hora de observarlos y estudiarlos; si bien nuestras partes astral, kármica y espiritual no están exentas del impacto de la vida en pareja.

Si nos ubicamos en el  ser humano energético; recordamos la existencia de nuestros centros energéticos (chakras) y de las dinámicas que existen entre ellos. Sabemos además que no son solo los chakras de forma independiente sino más bien sus dinámicas, las que enmarcan las acciones de los seres vivos.

Pero para explicar la compenetración energética de una pareja, dentro de este escrito abierto, tomaré únicamente a los chakras como unidades independientes. 

Cuando existe una pareja (y hablo de pareja sentimental – novios, amantes, esposos) se suele asociar una frase a dicha interrelación; se dice que entre los dos hay “cierta química”.
En realidad no es “química” lo que hay, sino una compenetración “energética” básica de sus chakras.

Nuestros centros energéticos, distribuidos a lo largo del eje vertical central de nuestro cuerpo (columna vertebral), se comienzan a enumerar desde el primero al séptimo, de abajo hacia arriba. En realidad hay otros más que sostienen energías no tan asociadas con nuestra conciencia terrenal, pero son estos siete chakras los suficientes para caracterizar todo el comportamiento energético del ser humano terrenal.

  • Primer chakra (chakra base – Muladhara): en la zona del perineo. Maneja, entre otras cosas, la energía asociada a: instintos, protección, dominio, posesión, sexo orgánico.
  • Segundo chakra (chakra sacro – Swadhisthana) a unos pocos centímetros debajo del ombligo. Maneja la energía asociada a: disfrute en general, maternidad, cuidar, cobijar, alimentar, sexo de disfrute, sensualidad, entre otras cosas.
  • Tercer chakra (chakra de plexo solar – Manipura) a nivel de lo que conocemos como “la boca del estómago”. Maneja la energía asociada a: “el hacer”, objetivos, alcanzar, metas, esfuerzo, empeño, emociones (sentimientos que perduran en el tiempo), entre otras cosas.
  • Cuarto chakra (chakra del corazón - Anahata) a nivel del músculo cardíaco (corazón físico). Maneja la energía asociada a: sentimientos, concepción del “yo personal”, empatía, dar de forma desinteresada, entre otras cosas.
  • Quinto chakra (chakra de la garganta – Vishudda) a nivel de tiroides/paratoroides. Maneja la energía asociada a: comunicación de forma amplia (por cualquier medio, siempre de forma bidireccional: expresarse y escuchar), capacidad de captar y comprender lo que le rodea, entendimiento asociado con la sabiduría (lo que permite tener una visión particular del mundo); entre otras cosas.
  • Sexto chakra (“tercer ojo” – Ajna) en el entrecejo. Maneja la energía asociada a: la percepción (sensorial y extrasensorial), la inteligencia lógica, la capacidad de sacar relaciones de cosas y eventos, intelectualismo, interpretación; entre otras cosas.
  • Séptimo chakra (chakra de la coronilla – Sahasrara) en la parte más alta del cráneo. Maneja la energía asociada a: interrelación real con Dios (más allá de la percepción y la intelectualidad), verdadera espiritualidad asumida (no solo interpretada); entre otras cosas.
Como se puede observar, de cada chakra dí una muy sencilla referencia de las funciones humanas donde se utilizan las energías que estos manejan. Esto, si bien es muy simple, es lo necesario para explicar la compenetración energética en la pareja.

Entonces, cuando una pareja se forma, lo natural es que automáticamente y apenas al primer encuentro del uno con el otro, los chakras de cada uno comiencen a tratar de “unirse” energéticamente. Recordemos que siempre digo que las interacciones humanas son principalmente interacciones energéticas (que se expresan luego en aspectos evidentes como los físicos, los mentales y los emocionales)

Esta “unión energética de los chakras”, que no tiene que pasar por contacto físico y que tampoco es intencionado; se lleva a cabo de forma diferente entre dos personas cualesquiera o entre dos personas que naturalmente podrían formar pareja. El orden o la secuencia de “interconexión” de los chakras en ambos casos es diferente. Me voy a centrar en una pareja. 

La primera interacción se realiza entre los “chakras base”. Eso produce esa “atracción instintiva” del uno hacia el otro; ese “gusto”; que puede llevar incluso a encuentros sexuales sin involucrar más nada. Esta primera unión de chakras, incluso de forma inconsciente, se suele “negar” ya que muchos de nuestros condicionamientos como seres sociales, apuntan a que una interacción de pareja es mucho más que “sexo instintivo”. Es por esto por lo que a veces se siente esta atracción y se deja de lado, hasta que no se verifiquen uniones en los chakras subsiguiente.

La compenetración de estos primer chakras se manifiesta  también en un estado de seguridad (generalmente la mujer se siente “segura con su hombre”) y un estado de posesión, de dominio (el hombre siente “que esa mujer es suya”)

Hay otras causas por las cuales los chakras base de las personas tienden a unirse, pero escapan del alcance de este texto (revisar el artículo “Atracción Sexual”)

El siguiente chakra que se intenta unir es el segundo (van en orden), el asociado al bienestar. Aquí, la potencial pareja descubre que no solo se gustan, sino que entre ellos pueden disfrutar; que se pueden proveer momentos de disfrute, de bienestar; el uno al otro.

Cuando el primero y segundo chakra logran esa compenetración, es cuando se puede decir que ya hay una “pareja formada”; desde el punto terrenal, casi animal, pero pareja al fin.

Una compenetración de primer y segundo chakra en una pareja es suficiente para la madre naturaleza; porque es lo único necesario para que la especie humana subsista; procreando más niños. Dos personas se atraen sexualmente, obtienen bienestar y la magia está lista.

Pero es una magia no muy duradera. La atracción sexual puede darse con otras personas y el disfrute se puede obtener casi con cualquiera... así que esta compenetración con solo estos dos chakras puede no ser ni permanente, ni exclusiva; y por lo tanto no incluye necesariamente fidelidad.

Una pareja más permanente, duradera, estable, exclusiva, comienza a aparecer cuando la compenetración energética involucrar a los charkas siguientes.

En una pareja, cuando los tercer chakras también forman parte de la compenetración (se asume que el primero y segundo ya están unidos) ambos individuos que conforman la pareja pueden mantener metas en conjunto, objetivos como pareja, los dos trabajan por sus sueños como un equipo. Hay intereses de pareja, más allá de la atracción y del disfrute. 

Cuando el cuarto chakra (corazón) se involucra en la compenetración energética, cada miembro de la pareja comienza a ser más solidario con el otro; hay mayor empatía; los sentimientos del otro se cuidan como los propios y las acciones se cuidan para no herir a los sentimientos del otro.

Esta compenetración del primero al cuatro chakra define una “pareja ideal” desde nuestra concepción terrenal. Este tipo de pareja es la que brinda el escenario apropiado, no solo tener hijos, sino para criarlos y llevarlos a ser “adultos apropiados socialmente”, con experiencias en su temprana edad que les ayuden a madurar energéticamente los aspectos necesarios.

Pero aún hay compenetraciones energéticas mayores y deseables. Cuando una pareja comparte también una forma de ver el mundo similar, se puede estar presentando una compenetración de quinto chakra.

Al tener formas de pensar similares y formas muy parecidas de argumentar sus experiencias de vida, se puede estar hablando de compenetración de sexto chakra. Esto incluye también niveles de formación intelectual y académica equiparables.

Pero finalmente (y esto sí conforma una pareja ideal en todos los sentidos) se tiene a la pareja que además de todos los chakras anteriores unidos, consiguen y mantienen un séptimo chakra (el espiritual) en comunión, uno con el otro.

Esto último permite que ambos tengan, más allá de una comprensión similar de Dios, un enfoque espiritual práctico de sus vidas personales y de su vida como pareja.

Con todo esto, hemos recorrido entonces una secuencia  de compenetración que puede definir el tipo de pareja que dos personas pueden formar.

La pregunta que surge es: ¿deben estar conectados en secuencia, sin que haya ningún salto? La respuesta es sí. Me explico.

Puede haber parejas a las que se les reconozca una integración del primero y el segundo chakra; pero que también “parecen” quererse mucho y comparten muchas visiones de vida similares. Por lo tanto, indicaría una integración de los chakras de corazón y de garganta.

Pero esta misma pareja no comparte muchas metas en conjunto, aunque sí tienen sus propias metas individuales.

Observamos entonces, que hay una separación en el chakra del plexo solar, que crea una ruptura en la secuencia. Por eso esta pareja es únicamente de compenetración de chakras primero y segundo (hasta donde la secuencia se mantenga)

De la misma forma se pueden confundir relaciones personales con compenetraciones de chakras diversos, con relaciones de pareja. Pueden existir personas con metas comunes, con sentimientos comunes, con formas de ver a Dios similares, pero si no hay una compenetración del primer chakra o del primero y del segundo; por muchas cosas que se compartan, no son una pareja factible.

Cuando se ayudan a sanar a parejas dentro de las terapias energéticas, este es uno de los abordajes posibles: realizar el análisis de cuáles chakras están compenetrados. Y es muy común observar a parejas disfuncionales, las cuales más que una secuencia de chakras compenetrados, lo que tienen son formas de pensar similares, o iguales objetivos de vida, o necesidades que se complementan, y en función de esto “acuerdan” ser pareja. Más temprano que tarde descubren su fracaso. 

Beneficios reales. 

La compenetración real de los chakras en una pareja (la unión efectiva, ese compartir de sus energías) tiene un efecto extraordinario en el bienestar de ambas partes. Cuando una de las partes tiene, por ejemplo, un bajón energético en algún chakra, la conexión con el chakra equivalente en su pareja puede “amortiguar la caída”, puede sostenerlo. Es una dinámica energética de soporte (del uno con el otro) entre la pareja.

La manifestación de una compenetración inexistente se muestra en la frase popular que muchas damas utilizan con sus caballeros: “es que tu no me entiendes” (haciendo referencia a sus sentimientos). Definitivamente, si el hombre no tiene compenetrado su chakra de corazón con el de su compañera; pues el soporte que en algún momento ella puede necesitar, no existe. Tan sencillo como eso.

Y esta dinámica de soporte es VITAL en el mantenimiento de la pareja. Ya de por sí las relaciones interpersonales son muy difíciles; sin ese soporte sería inviable mantenerse conviviendo con una persona en la cotidianidad.

Y es por eso además, que en los momentos difíciles (situaciones de vida que sobre exigen a los diferentes chakras) es cuando más relaciones de pareja se rompen. En dichas “emergencias energéticas”, es donde se descubren que su compañero no les sirve de apoyo de vida (“energético”). Entonces viene la desilusión, el arrepentimiento, el “quien me mandó a casarme con este”, etc.; etc.; etc.

Nos damos cuenta otra vez, que la vida se explica bastante bien desde el conocimiento energético y es por eso por lo que una terapia energética bien llevada puede servir de complemento excelente a los otros enfoques profesionales de recuperar el bienestar.

Pero además, si no hablamos de recuperar el bienestar, sino de hacer decisiones inteligentes a la hora de seleccionar a una pareja; no te olvides que no eres únicamente carne y huesos. Busca asesoría seria.

Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 26 de agosto del 2014.
http://www.sanacioncristica.org http://www.evolucionconsciente.org.ve http://www.reiki.org.ve Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Palabras pareja, relaciones, chakras, integración, compenetración, cuerpo, energético.

domingo, 24 de agosto de 2014

¿Qué quiere Dios que yo haga por Él?



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
 
Primero lo primero. Esta pregunta, y por lo tanto este artículo, es pertinente únicamente para las personas que sienten que Dios es importante en sus vidas. Para aquellas persona para las cuales la espiritualidad o la religión son platos de segunda mesa o simplemente formas de salir de atolladeros (o para algunos simplemente “perder de tiempo”), les digo que bien pueden dejar de leer ahora; no se perderán de mucho.

Ahora sí, a ti; que posiblemente te ha abordado en algún momento alguna preocupación sobre cómo enfocar tu vida, no solo para tu ser egocéntrico, sino con la idea de que Dios también espera algo de ti. Muchas veces la respuesta no llega de forma inmediata.

En tanta espera o en tanta búsqueda, a veces seguimos clichés como: dar limosnas, asistir a misa, orar, hacer trabajo social voluntario, etc. Nada de esto es despreciable y definitivamente debemos continuar haciéndolo; pero a veces no son suficientes, o se tratan superficialmente, o no están a nuestro alcance, o se ven limitados por nuestro campo de acción. 

Otras veces se asumen acciones extremas de abandonar muchas cosas “terrenales” y dedicarse a actividades más “sutiles”. Con la correcta formación espiritual, la actitud y el compromiso necesario, esta forma de servir a Dios resulta muy útil y efectiva.  Pero el problema es que la mayoría de las personas no cumplen con alguno de esos tres requisitos.

Aún así, hay una gran franja central de actividades de vida donde podemos servir a Dios de forma acertada. Y esa franja central abarca, en principio, cualquier tipo de actividades que cumplan con unos pocos requisitos muy claros.
 
Gracias a esto, dedicarle tu vida a Dios se puede hacer desde cualquier ámbito o actividad de vida, siempre y cuando:


1.      No sufras tú. No te expongan a situaciones o acciones donde el sufrimiento esté evidentemente manifiesto o sea potencial. La idea de “mártir moderno” no existe. Un verdadero mártir está tan ganado a la aceptación de una situación como voluntad de Dios, que simplemente no sufre (ni se queja, ni busca que la cosas sean diferentes). El sufrimiento personal, con o sin intención, o con o sin argumentos; está manejado por la Ley de Atracción. Aunque no le creas, aunque no la aceptes, aunque no la sepas; estás sometido a ella. Puede bendecir tu realidad o destruirla.
Nota: Dios por todos los medios no tolera que sus criaturas sufran. Recuerden que el sufrimiento se define como “el dolor que se extiende penosamente en el tiempo”.
Dios no excluye que nos duelan situaciones; un dolor nos puede servir de alarma indicando que debemos hacer las cosas diferentes o de aviso que debemos aprender algo de esa situación dolorosa. Pero cuando se trata de sufrimiento; tanto hacer sufrir al otro como el autosufrimiento es contraespíritu.
Además cuando tú sufres, siempre alguien está sufriendo por nuestra causa; y entonces violamos la segunda condición.

2.      No hagas sufrir a los demás. Aún en las actividades donde se penalizan acciones inapropiadas, el sufrimiento que se genera en los otros debe ser el mínimo necesario; debiéndose proveer herramientas para que se aprenda de las acciones inapropiadas y el sufrimiento no se vuelva a repetir o se eviten sufrimientos subsecuentes.
Es mucho más cierta esta condición cuando el sufrimiento que se propina al otro es “gratis”. El sufrimiento producido a los demás: con o sin intención, o con o sin argumentos, está manejado por la ley de Acción y Reacción (Karma). Aunque no le creas, aunque no la aceptes, aunque no la sepas; estás sometido a ella. Puede bendecir tu realidad o destruirla.

3.      Mantén a Dios siempre en tu mente, hagas lo que hagas. No significa mantener la idea infantil de que Dios es bueno y que me quiere y me protege. Mantener a Dios en la mente es sopesar cada acción y cada actividad que hagas, bajo lineamientos espirituales válidos, coherentes y consistentes; estos dentro de alguna enseñanza espiritual/religiosa. De aquí nace la idea de “hacer lo correcto” pero en el ámbito espiritual. Si no tenemos esos lineamientos claros; “lo correcto” termina siento lo que nos conviene nosotros (de forma egocéntrica), o a nuestro grupo (de forma conveniente), o lo que aprendimos o lo que esté de moda en el momento. Y definitivamente esta “correctitud” humana/terrenal sesgada, puede estar totalmente divorciada de lo que Dios espera de nosotros.

4.      Mantén a Dios en tu corazón, hagas lo que hagas. En otras palabras metafóricas, enamórate de Dios. Prioriza en tu vida tu actuación en función de Dios, considéralo importante, como a un novio/novia dedícale tiempo; la cosa no eres solo tú, también es Dios. En cualquier momento puedes morir y lo que hayas cultivado de Él es lo único que te va a servir:
Tanto la inteligencia, como el intelecto, como lo aprendido, como el dinero, como el poder, como el renombre; terminaran apenas muera (y créeme que puede ser en cualquier momento). ¿Vas a esperar morir para ver si esto es verdad? Yo siendo tú, no lo haría.

Si nos fijamos, el tema de lo que Dios quiere que hagamos por Él no es difícil de resolver. Son solo cuatro los puntos que debemos evaluar en nuestras acciones de vida para, de esa forma, asegurarnos que estamos sirviéndole a Dios.

¿Un nuevo enfoque para ti? Yo no estoy inventando nada; solo te estoy presentando de otra manera aquello que algunas vez se nos dijo: “Amarás a Dios con toda tu mente, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10:27)

Puedes servir a Dios siendo niño, joven, adulto o anciano; estudiante, empresario, ama de casa, comerciante, ingeniero, artista, médico; religioso o laico; estés empleado o desempleado; millonario o pobre; sea donde sea que estés viviendo; sea lo que sea lo que te esté sucediendo; o seas de la religión que sea.

Y bueno, servir a Dios puede o no traer riquezas terrenales, servir a Dios puede o no traer reconocimiento social y fama; pero lo que siempre trae es algo que no se consigue de ninguna otra manera: trae “paz espiritual”, aún en las situaciones más difíciles. Esa paz es la que te ayuda a levantarte y seguir adelante con el corazón limpio cuando te caes; esa paz es la que te permite dormir tranquilo; y esa misma paz es la que añorarás de no tenerla en el segundo antes de morir.

Tú decides.

Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 12 de agosto del 2014.
http://www.sanacioncristica.org
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Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
 Palabras paz, espiritual, amar, prójimo, hacer, correcto, correctitud, sufrimiento, dolor, dios, actitud,

sábado, 16 de agosto de 2014

La escencia espiritual femenina poniendo orden



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
Dentro de todos los esquemas de crecimiento espiritual está la noción de una escencia femenina. Dicha escencia espiritual se relaciona en mucho con esa “parte maternal” que puede no solo enseñar a sus hijos, sino ayudarlos en el momento que lo requieran.

Tenemos así, como ejemplos de dichas escencias espirituales, las presentaciones de nuestra Madre La Virgen María en el cristianismo, de Madre Durga/Kali en el hinduismo o de la representación de las diferentes Tara en el budismo.

Si bien todas tienen representaciones iconográficas diferentes, e incluso algunas parecieran hasta opuestas; el fondo, la enseñanza espiritual que se encierran detrás de ellas es la misma.

Pero sigue siendo una constante que cuando llevamos una vida espiritual de forma personal o a la ligera, solo vemos en las enseñanzas las características que nos convienen. En la esencia femenina se suele ver a una persona o a un ser frágil, puro cuidado, puro amor, incapaz de reprender a nadie y capaz de perdonar todo. Y solo una verdadera madre sabe que a veces debe reprender muy fuerte, obligar incluso a sus hijos a hacer ciertas cosas; porque nos solo quieren que sus hijos se sientan bien en el momento, sino que los prepara para un futuro próspero. Esto lo hace procurando su crecimiento, su progreso, su desarrollo, su fortalecimiento; para que se formen hombres y mujeres de bien.

Como un simple ejemplo, recordémonos de niños sin la conciencia de que ir a la escuela es necesario para el futuro, o bañarnos para la salud, o comer bien para nuestro crecimiento, o que la responsabilidad es necesaria para todo en la vida. Si extrapolamos esas concepciones infantiles que generalmente se tiene de nuestras madres espirituales, tendríamos respuestas tales como:

-          “... bueno hijito mío, no importa. Si no quieres ir al colegio quédate aquí en casa conmigo, jugando...”
-          “... está bien mi cielito, no llores, no te bañes más nunca...”
-          “... ¡uy! ¿no te gusta la comidita sana? No importa, pero por lo menos como todo el helado que te provoque...”
-          “... ¿te fue mal por no hacer la tarea y por gritarle al profesor? ¿y el profesor te regañó?... no te preocupes mi retoño, el profesor es el malo y seguro no te quiere. ¡Uy!, hasta pueda que tenga el “diablo adentro”
¿Exagero? ¿Cuántos de ustedes se ha imaginado a nuestra Virgen María reprendiendo fuertemente a alguien por no haber hecho las cosas bien? ¿Acaso como buena madre no debería hacerlo? ¿O simplemente es una “alcahueta”?

Solemos creer en una madre espiritual “espumita”; pero no creemos en una madre espiritual aleccionadora y con deseos de que sus hijos crezcan fortalecidos.

A esta idea surgen argumentos aún más infantiles, como que la virgen “enseña con cariño”, que “ella no necesita regañar”. Pero el tema es que nosotros “no aprendemos con cariño”; (a veces ni a los golpes) y la mayoría de las veces “sí necesitamos jalones de oreja” que nos hagan despertar de nuestros comportamientos espirituales inapropiados.

A ninguna madre le gusta ser rígida con sus hijos; pero créanme que al momento de serlo, una buena madre lo es como ninguna; y eso no desmerita el amor que le tiene a sus hijos.

La ingerencia de la escencia femenina hoy en día

Ya presentada muy superficialmente a la escencia femenina; se pueden imaginar lo que yo me asusto al ver que alguien le pide asistencia.

Con mucha seguridad la persona cree que ella va a venir “a cubrirlo con su manto” y a evitarle el sufrimiento; y a lo mejor llega regañándole y dándole un peñisco (simbólicamente hablando) para hacerles ver los errores que se han estado cometiendo y que ha causado dicho sufrimiento. Todo esto con el único fin de que se dé cuenta, lo corrija y que “se ponga serio y comience a hacer las cosas bien”.

Pero, ¿acaso es eso lo que está pasando hoy en día? En realidad lo que describí anteriormente pasa siempre. Solo que los estudiosos místicos hablan de ciclos evolutivos (de crecimiento) que la humanidad atraviesa; y en algunos de ellos las diferentes escencias espirituales marcan la enseñanza que deberíamos aprende y utilizar.

Si vamos al hinduismo, recordamos que estamos en lo que se conoce como la Era de Kaliyuga (ya lo he dicho en otros artículos). Esta Era está marcada por la lucha simbólica de la escencia espiritual femenina (Madre Durga) en contra del Diablo. Para nosotros los cristianos es exactamente la misma imagen de la Virgen María pisando la cabeza de la serpiente (presentada desde el Libro del Génesis).

Y el planteamiento de esas imágenes, o cuando se argumenta que esta es una era Mariana o de Kaliyuga; lo que significa principalmente es que las enseñanzas espirituales planteadas por la escencias femeninas son las únicas que pueden hacernos salir con bien de los asuntos complicados. De esa forma ayuda nuestra Virgen María, con sus enseñanzas, no con su varita mágica.

Si aplicamos lo que María (como escencia femenina cristiana) enseñó y en particular con su ejemplo, pues saldríamos adelante de los problemas de esta Era.

Quisiera poder escribir las tres horas que dura una de mis charlas “marianas”, pero es imposible; espero algún día vernos en alguna de ellas. Pero sí voy a esbozar aquí, muy por encima, cuál es el basamento de una escencia espiritual femenina y cómo se presenta su enseñanza.

Pudiera tomar la imagen de Madre Kali (hinduismo) para la explicación de lo que enseña la escencia femenina, ya que se entiende mucho más claro y fácil; pero creo que más de un lector se asustaría. Así que tomaré la imagen de La Virgen María; que al final de la explicación serán, a nivel operativo, igual de terrorífica para algunos.


¿Contra qué lucha la escencia femenina?

Lo primero es identificar en una situación difícil, cuál es objeto contra el cual la escencia femenina debe luchar o debe protegernos. Es aquí donde el simbolismo del diablo aparece.
Nuevamente es muy infantil pensar en el Diablo como un Ser. Primero porque lo limitaríamos mucho y sabemos que por el contrario él es muy astuto y poderoso. La forma correcta de entender al Diablo es como un concepto: todo lo que nos produzca malestar puede ser enmarcado como diabólico. De esta forma, podremos identificarlo donde quiera que esté y así luchar contra él.

Entonces, las enseñanzas espirituales dejadas por nuestras madres espirituales, las cuales simbólicamente se enfrentaron al diablo; son las únicas propicias para luchar contra “todo eso que nos da malestar y nos quita la paz”. ¡Eureka! Iluminación para muchos. La cosa apenas comienza.

¿Dónde está el diablo?

El asunto fuerte ahora que tenemos esa claridad, es identificar eso que nos hace daño.
Otra de las cosas que suelo repetir es la máxima espiritual que plantea que si queremos sanar o crecer espiritualmente debemos dejar de buscar al enemigo afuera de nosotros.

Tenemos una tendencia evasiva por la cual, cada vez que nos sentimos mal, buscamos a los culpables entre los que están a nuestro alrededor. Esto es totalmente lamentable y desafortunado, porque nuestro bienestar parecería depender siempre de los demás y nunca de nosotros mismos.

Si siempre encontramos culpables en los otros,  estamos declarando que somos incapaces de ser felices o mejorar por nuestra cuenta; dependerá siempre de los demás. ¿Triste no?
Pero cuando buscamos sanar apuntando a un bienestar integral real, descubrimos el verdadero secreto de la paz interior: “debemos fortalecernos hasta el punto en que no sintamos que lo de afuera perturba nuestro interior”

Esto no significa (lo he repetido mil veces) que debamos volvernos insensible hacia nuestro exterior. Por el contrario; si queremos ayudar a las situaciones desafortunadas que suceden  a nuestro alrededor, seremos más efectivos  y certeros si lo hacemos en un estado de mayor paz. Si nuestro interior se vuelve tan o más caótico que el mismo exterior: con rabia, con resentimientos, con frustraciones, con miedos; ¿a quién podremos ayudar? si tal vez estamos iguales o peores que los que afuera; ¿qué queremos arreglar? si no podemos siquiera poner orden ni a nuestros propios sentimientos.

Parecería una utopía, pero realmente se puede comenzar a conquistar hoy mismo esa fortaleza; con “crecimiento espiritual” no hay otra forma... De eso ya he hablado antes.
Con todo esto, vemos que para sanar y estar cada vez mejor, debemos enfocarnos en fortalecernos nosotros mismos.

Es lo que tenemos dentro como debilidad; o en otras palabras nuestra actitud personal equivocada ante la vida; lo que en realidad nos puede dañar.

¿Dónde está el diablo entonces? ¿Fuera de nosotros? ¿O dentro?

Aquí ya, algunos de ustedes pueden estar a punto de indignarse con estos planteamientos que estoy dando; pero les invito a que vuelvan a leer todos los párrafos anteriores y se den el tiempo para digerirlo; porque ahora sí viene lo bueno.

Esos de ustedes que están a punto de dejar de leer, seguramente son de los que dicen conocer la Santa Biblia. Les invito entonces a que recuerden cuando Jesús se enfrentó al Diablo en el desierto. Pregunto yo: ¿Jesús estaba con otras personas en el desierto o estaba SOLO? ¿Jesús se enfrentó con el diablo cuando estaban otras personas con Él? ¿Jesús tenía alguna situación de interacción humana mientras estaba en el desierto?

Lamentablemente no se termina de entender el simbolismo básico de las sagradas escrituras.

Cuando se nos plantea que Jesús se enfrentó con el diablo estando solo en el desierto, se nos enseña a que el diablo no está en las demás personas (allí no había más nadie) y ni siquiera en las situaciones de vida (nadie le estaba haciendo nada a Jesús); si no, que el diablo aparece desde adentro, que está en nuestro interior. Esto, es cristianismo básico.

¿En qué parte de nuestro interior?

Veamos. Aquí es cuando voy a tener que resumir bastante las enseñanzas espirituales desde la escencia femenina; ya que lleva años entenderla, internalizarla y adoptarla como estilo de vida. Pero usaré algunas imágenes conocidas para ayudarme.

Supongámonos estar frente a alguna situación problemática. Escojamos alguna sencilla para comenzar. Lo primero que debemos hacer es reconocer que nos sentimos mal ante esa situación. Esto no es difícil.

Lo segundo es definir cuándo “sufrimos” la situación. Aquí hay que recordar la diferencia entre el “dolor” y el “sufrimiento”. El “dolor” es una sensación natural, humana, a través de la cual reconocemos a algo difícil o complicado en nuestra vida. El “sufrimiento” es cuando ese dolor pasa a ser prologado en el tiempo y se convierte en un foco de perturbación constante que nos va destruyendo progresivamente o va mermando nuestro bienestar.

Cuando no se tienen las herramientas, las fortalezas o las actitudes personales apropiadas para tratar con algún dolor; este termina convirtiéndose en sufrimiento y esto es lo pernicioso.

Si ante una situación ejemplo, nos tomamos la tarea de identificar “desde dónde sufrimos” o mejor aún “qué parte de nosotros es la que sufre”; siempre encontraremos que es una parte de nuestra “personalidad humana” la que se siente herida. Eso se suele llamar en algunos círculos el “ego”; yo suelo llamarlo el “egocentrismo” (he dado los argumentos en distintos escenarios).

Sea como sea; encontraremos siempre que algunas situaciones o algunas personas que definimos como “malas”, únicamente lo que hacen es herir esa parte de la personalidad que creemos “muy importante” para nosotros.

Ejemplos de trozos heridos de personalidad

Si en un trabajo un jefe me trata mal, podemos pasarla muy mal y sufrir. En este caso lo que sentimos herida es esa parte de nuestra personalidad que se identifica con “Yo trabajador”.

Si no tenemos un concepto amplio de los que somos, más allá de “Yo trabajador”; pues nuestro sufrimiento será grande; porque nos estaremos sintiendo agredidos en casi la totalidad de lo que somos.

Bastaría comprender que somos más que eso (dejar el egocentrismo de trabajador estrella) para disminuir el sufrimiento.

Esto no quiere decir que debe dejarnos de importar las amonestaciones de nuestro jefe; no estoy hablando de personas inmaduras. Una persona capaz de entender este concepto, debería tener una altura espiritual tal que corresponda a una responsabilidad sobre sus actos y una corrección de lo corregible.

Si simplemente nos quedamos con “nuestra parte de personalidad herida”, quedamos como niños sufriendo, hablando mal de jefe, quejándonos por toda la empresa; en fin,  destrozándonos la vida.

Como otro ejemplo. Si nos sentimos mal por un conflicto de relación de pareja; estaremos sufriendo desde una parte de nuestra personalidad donde nos reconocemos como “pareja ideal”. Bastaría reconocernos a nosotros mismo y al otro como personas perfectibles para que el sufrimiento disminuyera y así tener oportunidad de resolver la situación.

En cada situación de sufrimiento hay una parte de nuestra personalidad humana que se siente herida (“pobrecita, el mundo esta en contra de ella”); Si aprendemos a fortalecernos, pues esas partes dejarán de ser tan “frágiles” y por lo tanto sufriremos menos por lo que las personas nos hagan o por lo que nos suceda.

Claro está, el reconocimiento de esas partes frágiles no es sencillo. Requiere de mucho conocimiento interior y aun más de sinceridad. Pero siempre el proceso de reconocimiento comienza cuando dejamos de buscar “culpables afuera”; porque cuanto más veamos hacia afuera, menos lo hacemos hacia nuestro interior.

Recordemos ahora la celebre frase de Jesús que enmarcaba todo esto como enseñanza a la hora de enfrentar situaciones difíciles: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” (Mateo 16:24)

Esto es lo que significa “negarnos a nosotros mismos”; que busquemos esas partes de nuestra personalidad humana que se sienten heridas y que no le demos más importancia de la que tienen, que no hagamos una apología del sufrimiento con ellas. No es desconocer lo que sentimos, es darle un enfoque espiritual a la situación; por eso es que termina la frase con “...sígueme” (a Jesús, a sus enseñanzas)

¿Qué pasaría si a nuestra personalidad humana la comenzáramos a sustituir por la consciencia divina de que somos “hijos de Dios”? Quiero decir antes que trabajadores, parejas, ciudadanos, etc.

Ser “hijos de Dios” no excluye ser trabajadores (y de los buenos), parejas (y de las amorosas), ciudadanos (y de los más responsables) pero si nos aleja un poco del sentirnos frustrados cuando esos trozos de personalidad humana se hieren.

Usando imágenes

Hasta aquí llego con el intento de explicación teórica. No espero ni remotamente haber tenido la habilidad de explicarme lo suficiente para que me entendiera. Si consiguieron algo, el mérito es de ustedes. Ahora vamos a usar unas imágenes.

Todos los cristianos tenemos en nuestras figuras espirituales ejemplos de como actuar ante las adversidades. Y así deben ser tomadas; no solo debemos escuchar y seguir lo que ellos dijeron, sino ver cómo actuaban e imitarlos; porque sus acciones son parte de su enseñanza.

Con nuestra Virgen María sucede lo mismo. No solo sentirla todo amor, sino ver cómo era su actuación y honrarla, llevando nosotros una actitud de vida similar a la suya.
Y es precisamente en nuestra Virgen María donde tenemos esa enseñanza de “negación a sí misma” de forma palpable.

Hubo varias, posiblemente muchas oportunidades donde La Virgen María se tuvo que olvidar de lo que ella era terrenalmente y asumir su espiritualidad. Incluso ella pudo haber tenido esos trozos frágiles de personalidad humana, que si no los hubiera supeditado a su consciencia de Dios, la historia hubiera sido otra.

Gracias a eso ella pudo mantener su paz (con el dolor correspondiente, pero sin sufrimiento) que le permitiría a Jesús cumplir con su misión y a ella llegar directo al Cielo.

Recordemos solo dos de esas situaciones donde María se negó a sí misma.

La anunciación:
La Virgen María, ante el aviso del ángel Gabriel de que quedaría embaraza por “extraño mecanismo”, se olvidó de su personalidad de “mujer respetable ante la gente”, de “mujer que debía honrar a su esposo”, del “qué dirá la gente”, de lo que significaría “tener un hijo con tanta responsabilidad peligrosa”; para termina diciendo: “he aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.” (Lucas 1:38)

La crucifixión:
Viendo a su hijo Jesús siendo crucificado; con todo el dolor de una madre en ese momento, ella pudo haberse sentido herida en su parte de la personalidad de “madre terrenal” y haber comenzado a tirar piedras, golpear, quejarse, insultar a sus acusadores, etc.

Pero ella, en vez de eso, negó su personalidad de madre y aceptó su rol divino de Madre del Hijo de Dios. ¿Sintió dolor? Claro que sí; ¿sufrió? Pues no; porque no se echó a morir ni quedó con el resentimiento ni con el rencor, ya que se levantó y siguió con su tarea al lado de los apóstoles.

Tanto en el budismo como en el hinduismo se encuentran enseñanzas e imágenes similares; las enseñanzas de la escencia femenina son consistentes.

Volviendo a nuestro aquí y a nuestro ahora

Pero todo esto ¿cómo lo podemos conjugar con nuestra realidad actual?

El título de este escrito refiere a la escencia espiritual femenina poniendo orden donde no lo hay. Hablamos también que vivíamos en una época donde esa misma escencia femenina era la que regía a la hora de ayudarnos espiritualmente.

Hoy en día, una de las cosas notables es el derrumbe de situaciones de vida, personales y grupales: matrimonios, trabajos, grupos, sociedades, países, etc.

Si observamos bien, en todos estos escenarios que se están derrumbando, han regido esos trozos de personalidades humanas; es decir el egocentrismo.

Si está establecido que podemos servirnos de la escencia espiritual femenina para solventar los problemas actuales; pues la enseñanza básica sería “negarnos a nosotros mismos”

Y no es solo servirnos de esa ayuda, sino que es la motivación principal de aprendizaje. Esta época es la más propicia para aprender esa negación de nuestro egocentrismo que causa sufrimiento.

Es como si tuviéramos todos que ver esa materia en una universidad. Tenemos a seres con escencia espiritual femenina como profesores y guías. Ya se dio la teoría, ya se han hecho algunas prácticas, y ahora estamos presentando exámenes finales.

La única forma de salir bien y aprobar dichos exámenes, es ejerciendo la negación de ese “sí mismo terrenal”. Hasta que no lo consigamos, seguiremos en exámenes continuos.

Dichos exámenes no son otros que las diferentes situaciones de sufrimiento donde serviría ejercer esa enseñanza de escencia femenina.

“Virgencita, ayúdame y resuélveme la situación” ¿Tú crees que tu madre, que necesita que tú aprendas, te va a eximir de la práctica o del examen?

Por el contrario; esas energías de escencia femenina que queremos involucrar en nuestras situaciones de sufrimiento, pueden evidenciar más y más el malestar. Y esto no como castigo, sino para que tengamos la oportunidad de reconocer en dónde está la falla y  abocarnos a sanarla.

Si se nos exonera de vivir dichas situaciones, nunca vamos a aprender, nunca vamos a fortalecernos; y nuestra madre no quiere criar muchachos debiluchos, enclenques e inservibles que vayan por el mundo lloriqueando y quejándose de lo que la gente les hace o de si “lo miran feo” o “si no lo quieren”.

Respetar lo que en realidad somos

En las situaciones donde sufrimos, nos encontrarnos defendiendo a capa y espada trozos de nuestra personalidad humana; las mismas que no corresponden con lo que somos realmente a nivel espiritual.

¿Cómo entonces va a ayudarnos la escencia femenina? Pues sacudiendo esos escenarios donde estamos actuando más como humanos que como seres espirituales.

Lo pongo de esta forma. Si hoy en día vivimos en posturas egocéntricas (el miedo es egocentrismo) formando castillos y habitando dentro; olvidando así lo que realmente somos a nivel espiritual; pues lo que corresponde es derrumbar dichos castillos.

Este derrumbe lo hace la escencia femenina. El propósito es que reconozcamos nuestras debilidades espirituales; las cuales muchas veces se ocultan con una “altivez” humana fácilmente “frustrable”. Estos “sacudones” causan dolor a nuestra humanidad, la cual se sentirá desalojada del castillo.

¿Qué hacer entonces? Sustituir esa fragilidad humana por la correspondiente fortaleza espiritual.

Más sencillo. Si vivimos, por ejemplo, en relaciones de pareja desde conveniencias personales, sosteniendo dichas relaciones desde necesidades y miedos humanos; lo que le corresponde hacer a la escencia femenina es crear malestar en dicha relación como un llamado de atención para que lo hagamos mejor. Si no prestamos atención al llamado, la relación llega a un punto insostenible. Si no aprendemos, volveremos con otra pareja a una relación similar que también terminará destruyéndose.

La idea tampoco es salir corriendo como los tres cerditos del cuento, cada vez que una de las casas se derrumba. La idea inicial es reconocer qué parte de nuestra humanidad se está sintiendo agredida con la situación; e intentar sustituirla con un arreglo de dones espirituales.

Por ejemplo, si no sabemos ser esposa o esposo desde los principios espirituales y sentimos que nuestro matrimonio “nos hiere”, pues debemos intentar meter los dones espirituales en él, y de no poder hacerlo, el matrimonio dolerá, hasta que se destruya y desaparezca.

Otro ejemplo. Si vivimos en una sociedad donde nos sentimos más “ciudadanos con derechos” que “hermanos en Dios”; pues de alguna forma se nos debe enseñar a no preferir a esa “personalidad terrenal frágil” (me refiero a la de ciudadanos con derechos) antes que al rol espiritual. La forma en que lo hace la escencia femenina es destruyendo nuestro bienestar como “ciudadanos con derechos”, hasta que aprendamos a vivir como “hermanos en Dios”.

Hubiera bastado que las situaciones las hubiéramos asumido desde el principio con mayor consciencia espiritual (con menos egocentrismo). De esa forma nuestra madre (la escencia femenina que nos está asistiendo actualmente) no hubiera necesitado tomar medidas tan extremas de enseñanza.

¡Así que cuidado! Esta es la forma en que la  escencia femenina pone orden. Puede no resolver situaciones, sino más bien evidenciarla; con la esperanza de que aprendamos que algo estamos haciendo mal y que debemos corregir.

Si no sabes enfrentar espiritualmente a una situación y la sufres sin adoptar medidas serias para fortalecerte espiritualmente; se te va a acentuar el sufrimiento y se te quitará lo que anhelabas terrenalmente.

¿Que nunca te lo habían dicho de esta forma? Lo siento, pero si alguna vez te presentaron a La Virgen María, te debieron haber dado este contexto y mucho más. Y de adulto, si no hubieras anulado tu rol espiritual, simplemente por ser más “apto” a nivel terrenal, lo hubieras sacado tú mismo por contexto a través de las lecturas bíblicas.

Si hemos pasado más tiempo viviendo con nuestras personalidades terrenales egocéntricas y frágiles; no esperemos que de la noche a la mañana nuestros asuntos importantes se resuelvan de forma definitiva.

A este punto no te he dicho cómo solucionar los problemas, o cuáles son los pasos para sacar provecho de la escencia espiritual femenina. Apenas te he hablado de generalidades. Si todo esto te interesa, debes comenzar lo antes posible un crecimiento espiritual serio, comprometido y guiado. Aquí se te enseñan estas cosas.

Todo esto que puede parecer malo, termina siendo una gran oportunidad para aprender que lo que necesitamos para ser feliz no es satisfacer nuestras personalidades terrenales, sino darnos cuenta de lo que en realidad somos espiritualmente y enfocarnos en ello.

Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 14 de agosto del 2014.
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Palabras escencia , femenina, virgen, maría, durga, kali, espiritual, ayuda, protección.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Cuando se ausenta el Maestro Espiritual



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
Siempre he dicho que un Maestro no es indispensable; sí es la mejor forma de crecer espiritualmente, pero no es indispensable.

Claro, cualquiera puede decir esto y descubrir que no es totalmente cierto una vez que se ha encontrado a su maestro.

Otra de las cosas que siempre se acota es que un maestro espiritual no puede ser soporte emocional de nadie. En el momento en que el Maestro sea el “paño de lágrimas” de alguien; y ese alguien busque al Maestro simplemente para que le resuelva sus problemas o le aclare sus dudas, pues en ese mismo instante el maestro dejará de serlo y comenzará a ser “amigo” o un simple “informador”.

Pero una vez que alguien se convierte en discípulo (encuentra a su maestro y lo asume) la relación entre ellos trasciende los planos físico, mental y emocional. Y es entonces cuando el Maestro puede hacer su verdadero trabajo.

Por lo tanto, lo que dije al comienzo de lo “no indispensable del Maestro” es totalmente cierto; siempre y cuando estemos trabajando en plano terrenal.

Un discípulo sí tiene dependencia del maestro en planos sutiles (no terrenales); y en especial en los planos kármico y espiritual.

Parafraseo. Si una persona no tiene consciencia despierta en planos sutiles; pues sus necesidades serán solo en plano terrenal. En ese caso, un maestro espiritual no significa gran cosa. Probablemente sea solo un concepto que no se comparta o que ni siquiera se entienda. Incluso puede llegar a ser algo que se siente como importante pero que no se termina de asumir.

Pero si alguien ya despertó en planos sutiles, las dependencias terrenales van desapareciendo y comienzan a aparecer las que sí pudiera satisfacer un maestro espiritual. Es el estado típico cuando las personas se comienzan a interesar en “estas cosas raras espirituales”

Además, si alguien ya consiguió a un maestro, esta dependencia es la que puede despertar la necesidad de cuidar al maestro, de atenderlo, de estar pendiente de él. El Maestro puede comenzar a ocupar más espacio en la atención y en el pensamiento cotidiano del discípulo. 

Todo maestro se debe cuidar de ese efecto que puede ejercer; para asegurarse que la necesidad que alguien tenga de él se mantenga en planos sutiles; y no se confunda con planos terrenales.  Es por eso por lo que un maestro con sus discípulos puede llegar a ser intencionalmente “poco cortés”, “chocante”, “desapegado”, “poco amigo”; alguien con el que la mayoría de las personas no se sentaría a tomar una taza de café. Todo esto; sin excluir el respeto entre personas adultas, necesario para una convivencia sana; pero nunca de “mucha amistad”

A pesar de todo este escenario, las veces que el Maestro llega a ausentarse, algunos de sus discípulos se pueden sentir “desorientados” o con “malestar”.  ¿No te trata bien, pero lo necesitas? ¿Suena masoquista? No lo es.

El Maestro sí llega a dar un verdadero bienestar, pero en planos sutiles (evidentemente no en planos terrenales). Y si el bienestar disminuye, entra la idea de malestar.
Pero esto únicamente lo notan personas con capacidad de valorar su propia espiritualidad; personas que hayan conocido lo que significa sentirse bien espiritualmente. 

¿Por qué un maestro se puede ausentar? 

Un maestro se puede ausentar principalmente por dos condiciones:

  1. Si deja de ser un maestro para un discípulo en particular.
  2. Si debe ocuparse de sus asuntos terrenales de forma prioritaria, dejando de lado su parte espiritual. Esta condición puede ser temporal o definitiva.
 
Son estas razones las que pueden hacer mella en el bienestar espiritual de los discípulos; y son estas las que guían el comportamiento de los discípulos hacia el Maestro. El primero de los comportamientos es el de cuidarse para o dejar de ser discípulo y el segundo es ayudar en las cosas terrenales del maestro. Dicho comportamiento definitivamente no tiene sentido si se observa con ojos terrenales. 

A veces esta es la razón por la cual algunas personas buscan asumir a un maestro espiritual ya trascendido (desencarnado o hasta inventado); a estos ya no aplica la condición número dos. El problema es que es soberanamente difícil ser discípulo verdadero de un Ser con el cual no se puede tener contacto humano.

Cuando alguna de estas dos condiciones de ausencia se da y alguien que se sentía discípulo comienza a sentir un retroceso, un estancamiento, unas ganas de no seguir su camino espiritual; antes de tomar alguna decisión lo primero que debe hacer es volver a evaluar su vida personal para ver desde dónde nace ese apego al maestro; qué era lo que el maestro estaba satisfaciendo. 

Si descubre que el apego era terrenal y el maestro satisfacía una necesidad o carencia terrenal, pues habrá perdido el tiempo con el Maestro. 

Si el apego es de planos sutiles, siempre se puede comenzar a procurar que el Maestro vuelva; y si esto no es posible, pues hay que comenzar a utilizar todo el crecimiento espiritual ganado para aprovechar la vida mientras se encuentra a otro maestro, si llega a ser el caso. 

De cualquier forma el mundo no se acaba. Ese “malestar” por ausencia del maestro, no es un malestar real, sino una disminución del bienestar que proporcionaba el Maestro.

Afortunadamente los Dones Espirituales que se refuerzan al lado de un maestro espiritual nunca retroceden. Así que no hay un daño real; siempre se va a seguir mejor de lo que se estaba antes de haber estado con el maestro. 

Entonces vuelvo al comienzo. El maestro espiritual no es indispensable para vivir; lo que si hay que hacer es aprovechar cada segundo de aprendizaje cuando se tiene uno, antes de que se ausente.

Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 12 de agosto del 2014.
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Palabras ausencia, dependencia, maestro, discípulo, plano terrenal, consciencia, planos sutiles

sábado, 9 de agosto de 2014

Había una vez un joven



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Había una vez un joven, alrededor de sus trece años, que llevaba una situación personal difícil, que si bien puede parecer de poca monta, para él era importante. 

Tímido de naturaleza, con una forma de ser poco tradicional entre los jóvenes de su edad, tenía en su colegio muy pocos amigos: en realidad dos. Dicho amistad, terminó siendo compañerismo; pero un compañerismo forzado. Si bien no se metían en ningún problema grave, uno de sus dos compañeros comenzó a tomar el liderazgo de los tres y comenzó a ejercerlo de forma patológica.

Se tenían que reunir las veces que él quería, donde a él le gustaba; se debía hacer lo que él decía; había que decir lo que él proponía. Las tareas y los exámenes eran apoyados por los otros dos, bajo amenaza de consecuencias desagradables.

La timidez y la poca destreza de lucha de nuestro joven, el más “débil” de los tres; lo llevo a vivir en soledad momentos difíciles: poniendo excusas absurdas para no reunirse; intentando faltar al colegio; prefiriendo no sacar buenas notas para no destacar sobre su compañero; etc. Las familias eran ignorantes de dichas situaciones; porque más allá de tener hijos académicamente mediocres, allí no pasaba nada.

Pero nuestro “débil” amigo, tenía una “fortaleza oculta”. Él sabía, dentro de su formación espiritual, que no estaba solo; y que cumplidas algunas condiciones particulares, los “de arriba” lo podían ayudar.

Tal vez en esa situación por primera vez comenzó a rezar pidiendo ayuda para sí mismo. Pero era una oración constante, sin condicionar lo que debía pasar, simplemente pidiendo que su situación cambiara para que él no sufriera tanto. 

Como podemos imaginar su petición fue escuchada. Al terminar ese año escolar, sus otros dos compañeros fueron “sacados” del colegio. Más allá de la extrañeza de todos, ya que ante los ojos del mundo no eran chicos problemas; la razón real nunca se llegó a presentar.
Afortunadamente para ellos, también todo fue bien. 

No les presento aquí solo una historia bonita; sino que les traigo una enseñanza que un no finaliza y que bajo los principios espirituales apropiados y enmarcada en los escenarios donde corresponda, puede definir el proceso real de enfrentar muchos de nuestros problemas de vida.

Recuerden que el joven sabía que para recibir ayuda se debían cumplir “ciertas condiciones particulares”. El que tenga oídos que oiga.

  1. Tener la certeza de que no se está solo en el mundo con los problemas. Que hay “seres” que pueden ayudar si estas condiciones se dan.
  2. Reconocer la propia debilidad en la resolución de los problemas. Esto nunca significa “echarse a morir”, sino seguir asumiendo la situación de la mejor manera posible con la confianza de que dicho esfuerzo será recompensado; aunque no se sepa de qué forma. Cero expectativas.
  3. El asumirla de la mejor manera posible implica además hacer el mayor esfuerzo posible para evitar vivir en “sufrimiento lastimero”
  4. En cada momento difícil, atajarse el malestar recordando que hay “seres arriba” que ante nuestra propia debilidad, ya están tomando medidas para que la situación se resuelva. Esto se puede hacer colocándose en oración.
  5. Y no solo en oración compulsiva cada vez que el malestar se evidencia; sino que debe haber una rutina de oración constante, donde más que la petición, predomine la confianza en los “de arriba”, sabiéndose en las manos de ellos.
Estos sencillos pasos parecen los lógicos, pero para la mayoría de la gente la norma es otra:

  1. Se duda de que merecemos ayuda; o de que la misma sea posible; o de que las situaciones dependen únicamente de nosotros.
  2. Se cree en que depende de “nuestras acciones” (en vez de nuestra actitud) el “que todo vaya bien”.
  3. Es todo un tema  de altivez “el sentirnos heridos en nuestro amor propio”; en realidad es en nuestra personalidad egocéntrica (que se debe erradicar), nunca es en nuestro espíritu.
  4. En los momentos difíciles no nos atajamos, sino que tenemos la necesidad de responder con igual o mayor intensidad de fuerza, de lucha.
  5. Y la oración se suele hacer, pero sin respetar las condiciones anteriores; es decir que no termina sirviendo para nada.
Yo siempre he dicho; que si Dios, o los santos, o los “de arriba”, sienten tu “empoderamiento activo”. tu sensación de “lucha aguerrida” en resolver las situaciones; pues respetan tu decisión y te dejan solo. Es lo que corresponde al libre albedrío.

¿Se consiguen logros de esa forma tan personal? Claro que sí. Pero en aquellas situaciones complejas donde está en juego más que la simple terrenalidad, probablemente caigamos en un foso del cual no podamos salir.

Para concluir el cuento les puedo decir que esto que hizo nuestro joven, aún lo usa; aún le sirve. Y hoy en día trata de enseñar a la gente a conquistar dichas condiciones particulares para que Dios pueda participar de forma activa en sus vidas.

Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral

Original: 09 de agosto del 2014.
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Palabras empoderamiento, atajarse, lucha, problemas, debilidad, sufrimiento, lastimero