Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
Muchas
veces se presentan a estos dos actores (Tierra y Cielo) como
opuestos, hasta como enemigos irreconciliables en el camino que una
persona puede tomar.
En
un camino espiritual muchas veces se invita a que estemos atentos a
nuestra terrenalidad porque puede “entorpecer” nuestro paso. Y
del otro lado se plantea que en un camino terrenal, material y
lógico, la espiritualidad no tiene cabida.
Por
supuesto que hay intermedios, pero permítanme aclarar este
importante punto.
Cuando
estamos en un camino
real de crecimiento espiritual,
una de las formas como podemos reconocerlo es en el desvanecimiento
de la dualidad; lo he dicho de forma constante. Debatirse entre lo
correcto y lo incorrecto puede ser necesario, pero siempre y cuando
ese debate se centre en comprenderlos (Compasión-EvolConsc) e
igualarlos (Humildad-EvolConsc). Si planteamos la dualidad para
quedarnos allí o para ponernos del lado de alguno de los actores,
nuestro camino espiritual simplemente estará estancado.
Además,
es indispensable identificarnos como seres integrales, somos tanto
terrenalidad como espiritualidad, por lo menos mientras estemos en
este cuerpo físico. Si Dios no hubiera querido que tuviéramos
experiencias y hasta necesidades físicas/terrenales, simplemente no
hubiera permitido que naciéramos en este plano tierra.
El
problema entonces no es que tengamos una parte terrenal ni una
espiritual; el problema o la advertencia que siempre se hace es que
ninguna de ellas debe entorpecer nuestro camino hacia el bienestar.
Si
planteamos un camino de crecimiento espiritual, nuestra terrenalidad
es contraproducente cuando empieza a torpedear nuestro avance hacia
el cielo. Y si planteamos nuestro bienestar terrenal, nuestra
espiritualidad es inconveniente cuando comienza a dañar a nuestra
terrenalidad.
Pero
¿cómo una puede afectar a otra? El asunto puede llegar a ser “tan
sutil” y pasar tan desapercibido que yo a veces lo equiparo con esa
noción de “ el diablo” que muchas religiones advierten.
Permítanme ponerlo con ejemplos muy sencillos para ahorrarme
explicaciones que con simples letras se confundirían.
Como
escenario básico traemos a una “persona común con ganas de
crecimiento espiritual o ya en ese camino”, la cual muchas veces
puede verse limitada por “cuestiones terrenales”. Estas
cuestiones terrenales suelen ser tan “entendibles y lógicas” que
desarman cualquier acción o argumento.
Por
ejemplo, el
argumento del dinero.
No es que crecer espiritualmente sea costoso, pero alguna inversión
se puede querer hacer. Algún tiempo debe dedicarle esa persona a su
actividad espiritual y sería un tiempo donde no se estaría
produciendo, económicamente hablando. A veces pensamos que debemos
descansar para poder rendir más en el trabajo y por tanto no podemos
hacer las “tareas” espirituales. Y peor aún, a veces no tenemos
el dinero para asistir a una charla o a alguna actividad que nos va a
servir espiritualmente y la opción es eximirnos de ella.
En
ningún caso el dinero es malo; pero aquí se convierte en lo que
está entorpeciendo tu camino de crecimiento espiritual. Y algo que
te aleja de tu espíritu se le da el tinte de “diabólico”. A
esto se refieren místicamente las enseñanzas religiosas.
¿Qué
hacer en estos casos? Vencer al “demonio”. ¿Cómo? ¿haciendo
las cosas a juro o sacrificando otras actividades de bienestar u
otros deberes? Definitivamente
¡NO!
Lo
primero que debemos hacer es no enfrascarnos en la dualidad. El
dinero no es el problema, el asunto es que no pareces tenerlo de
forma suficiente. El abordaje por el contrario debe ser en tratar de
mejorar económicamente, quizá: siendo más eficiente en tu trabajo,
concentrándote más en tus horas laborables para tener mayor
rendimiento; ser más amable con las personas para tener más
propinas; atreverte a cambiar ese empleo donde reconoces
(sinceramente) que estás dando mucho de ti y no aprecian tu
esfuerzo; buscar alguna pequeña actividad económica adicional que
pueda darte dividendos para tener otra entrada y poder invertir en tu
espíritu, etc.
Como
vemos, el abordaje en este caso (y en todos) no es arremeter en
contra de nuestra terrenalidad, sino integrarla a nuestra
espiritualidad; de esa forma, esta deja de ser negativa.
Como
otra terrenalidad tenemos el argumento
de la familia;
donde muchas veces la familia no está ganada a las actividades que
está haciendo esa persona con ansias de crecimiento espiritual.
Muchas veces no es una negación, sino a lo mejor es una dependencia
que habría que analizar; o esos esposos, hijos, padres se sienten
abandonados y excluidos de esas actividades; o se comparte menos con
ellos “de lo poco que ya se compartía”.
En
esos casos la acción clara no sería abandonar el crecimiento
espiritual, porque aunque no se manifieste de esa forma, la familia
podría ganarse un poco de “culpa kármica” porque esa persona no
crezca en espíritu. La acción tampoco sería abandonar a la familia
y causar dolor, nunca; allí la culpa kármica sería de la otra
persona. A lo mejor el abordaje es intensificar el “compartir de
calidad” con la familia en los momentos en los que se pueda; o a lo
mejor involucrar de hecho, de palabra o de “alegría” a la
familia en las actividades espirituales para que ellos también
agradezcan el bien que produce.
Pero
el argumento más fuerte que se encuentra en la terrenalidad para
dejar de lado al crecimiento espiritualidad es el argumento
del tiempo.
Este argumento es fuerte porque todo puede caber dentro de él. Todo
consume tiempo: trabajo, familia, obligaciones, descanso; así que
cuando se dice “que no tengo tiempo”... es como si cayera una
piedra gigante y todos los argumentos se silenciaran.
Y
la necesidad del aprovechamiento del tiempo es una realidad; lo que
nos lleva siempre a jerarquizar las actividades para darles más
tiempo a las que consideramos nosotros que son más importantes;
dentro de nuestra apreciación personal.
La
idea en este argumento es tratar de sacar tiempo para las actividades
que te acerquen a Dios; y esto no se hace creando el tiempo (ya que
no se crea) sino optimizando las otras cosas que haces para que Dios
“quepa en tu vida”. Ahora, si de verdad no consigues apartar
tiempo, deberás sacar algunas cosas “de menor jerarquía” para
poder meter a Dios y si aún así no puedes, pues se entiende: en tu
vida Dios es de poca prioridad.
En
este último caso la terrenalidad (“el diablo”) ganó utilizando
el argumento del tiempo.
Aparte
de estos argumentos terrenales genéricos hay otros más elaborados:
“la inseguridad”, “los miedos personales”, “los traumas o
los rechazos por experiencias pasadas” ... imagina cualquiera.
Ninguno de ellos se pueden desvirtuar, pero hay que tratar con ellos
para que no se conviertan en “demonios” que entorpecen el
crecimiento espiritual necesario. Los intentos que se hagan en
manejar a estos nuestros pequeños “demonios” son más loables
que cualquier exorcismo que hayas visto por televisión.
De
la espiritualidad se podría plantear ejemplos equivalentes. Si
nuestra práctica religiosa comienza a destrozar nuestra vida
terrenal y no hacemos nada al respecto, honrando tanto a una como a
la otra, estaremos recorriendo un “falso camino espiritual”,
engañándonos a nosotros mismos. El abandonar o romper a la familia,
el descuidar el trabajo, el entregarse al no hacer nada, entre otros,
son también “demonios” que en algún momento pueden hacernos
creer que estamos en el camino correcto, pero en el real camino
espiritual no debería haber personas que sufran por nuestra causa.
Planteamos
estos ejemplos dentro del escenario de una “persona común con
ganas de crecimiento espiritual o ya en ese camino”: Si habláramos
de personas con compromisos espirituales mayores, las argumentaciones
cambian hacia mayor intensidad y tendría que reformularlas, cosa que
escapa de este escrito.
Así
que, mientras estemos aquí, todos somos Cielo y Tierra y debemos
congeniarlos para poder tener una existencia plena.
Namasté.
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
08 de abril del 2013
Twitter:
@eReiki
Gracias Maestro, otro articulo de oro, enmarcado dentro de tu proyecto de crecimiento espiritual Evolución Consciente, parte de estos puntos que tocas, no los explicaste muy claramente en la charla "conociendo al Diablo", estos obstáculo pueden desviar unas ganas inmensas de tu espíritu de mantener un camino de crecimiento sostenido y aquí entregas los Tibs para que esto no te saque de tu deseo de llegar al Padre, también pienso lo importante que es llegar a conocer quienes somos y reconocer que Dios nos ama (Autoconciencia En (Evol.Consc.) así sabremos donde estamos parados y que vinimos a hacer aquí, creciendo en espíritu dentro de nuestras vivencias terrenales esa es la insignia de tu proyecto, eso nos enseñas con la practica de dones espirituales en cada situación en la que estemos.
ResponderEliminarQue suerte estoy dentro del proyecto , seguiré esforzándome.
Un abrazo
Namasté
Así mismo es. Gracias.
EliminarNamasté
Vaithy Figuera: Gracias infinitas a Ti ...
EliminarNamasté
Marianela: comenzando por el final del articulo, la clave esta en lograr el equilibrio entre la terrenalidad y la espiritualidad,no es nada fácil nutrir el espíritu en medio del quehacer terrenal. Me pregunto: la practica de los dones del espíritu contribuyen a congeniar el cielo y la tierra? valga de reflexión. Otro excelente artículo para el crecimiento espiritual. Gracias Pedro, valoro mucho tu esfuerzo.
ResponderEliminarNamaste
Si Marianela, los Dones Espirituales que practicamos en EvolConsc precisamente sirven para poder vivir una vida plena, incluyendo la terrenalidad.
EliminarNo es tarea fácil congeniar todo, pero podo a poco lo que se logra no tiene retroceso.
Gracias por tus palabras.
Namasté
Maravilloso artículo Maestro. Al ser nosotros seres espirituales encarnados tenemos que trabajar nuestra espiritualidad y nuestra terrenalidad conjuntamente, para cada día lograr ser una mejor versión de nosotros mismos. El dinero, la familia y el tiempo son meras excusas que esconden la falta de interés en un Crecimiento Espiritual. Namasté.
ResponderEliminarExcelente artículo...lograr el camino espiritual es bastante difícil, mas no imposible...y entender los dones del espíritu, que son regalos que el espiritu de Dios nos dá, y aplicarlos en nuestras vidas, con sabiduria ...es todo un aprendizaje.....y alli estamos... entre el cielo y la tierra.... Namasté
ResponderEliminarExcelente artículo...lograr el camino espiritual es bastante difícil, mas no imposible...y entender los dones del espíritu, que son regalos que el espiritu de Dios nos dá, y aplicarlos en nuestras vidas, con sabiduria ...es todo un aprendizaje.....y alli estamos... entre el cielo y la tierra.... Namasté
ResponderEliminarOuch!!! Eso dolió... El argumento del tiempo me suena familiar... El secreto está en encontrar el equilibrio... Y se me ocurre que allí es donde podemos utilizar la parte mental a nuestro favor. Organizando, distribuyendo el día en tareas que realmente nos ayuden a crecer en espiritu y trabajar la terrenalidad... Gracias muevamente Maestro... Cada vez que leo sus artículos (literalmente hablando), lo imagino a usted en un gran salón con muchas pantallas viendo en cada una de ellas como nos desenvolvemos en la vida; porque es taaaaaaaan aplicable a nuestra realidad...jejejejeje Gracias por tanto... Namasté!
ResponderEliminarBella reflexión, digna de releer cada día. Gracias. Maru
ResponderEliminarCOMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia.
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente.
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años
Gracias Maestro !
ResponderEliminarNamasté, trabajar nuestra Espiritualidad sin destruir nuestras terrenalidad es de Grand esfuerzo, compromiso, optimizar nuestro tiempo, para mí es lo que más me cuestan pero ahí voy, para seguir evolucionando Espiritualmente bajo sus enseñanzas, gracias Maestro.
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