Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
No es
común, pero si es afortunado, que alguien se pregunte cómo hacer
para poder llegar a sentir a Dios.
Mas
allá de la respuesta inocente (y hasta ingenua) de sentir a Dios en
la naturaleza, o en el prójimo, o en el amor que se da o que se
recibe, podremos asegurar que sentimos a Dios en nuestros corazones
en los momentos más duros de nuestras vidas.
Y no
es un acto de fe; lo ideal es que se tenga la certeza y que ese
sentir a Dios en tu corazón te ayude a salvar cualquier situación
difícil.
Me lo
han preguntado varias veces y recientemente una amiga cercana; pero
más allá de tener la certeza personal de llevar a Dios en mi
corazón, no supe en el momento indicar cómo lo conseguí.
Mas
allá de los clichés normales de “ten fe”, de “búscalo”, de
“pide que venga a ti”, de “ya llegará el momento”, de “Él
está contigo aunque no lo sientas”, mi compulsión me llevó a
intentar argumentar el procedimiento por el cual eso ocurría o por
lo menos la forma en la que uno podría favorecer el sentir a Dios en
el corazón.
Y no
fueron horas sólo de imaginar, sino horas de meditar procedimientos
que existieran en los planos emocionales, energéticos, espirituales,
mentales y kármicos y que pudieran explicar el proceso; y
procedimientos ideados que no fueran consistentes en todos los
planos, procedimientos que desechaba.
Hasta
hace unas pocas noches que en meditación nocturna, me llegó algo
que hasta el día de hoy es consistente y que definitivamente
corresponde a mi experiencia de vida. Muchos dirán que estoy
descubriendo el agua tibia, pero mi mejor intensión es plasmarlo en
caso de que esto le sirva a alguien.
No
pretendo ser extenso, pero tengo que plantear cosas básicas desde
mis enseñanzas:
- La diferencia entre mente y corazón
- El corazón (sentimiento) es el canal directo de comunicación con Dios
- La mente puede distraer la búsqueda real en planos sutiles por intentar mantener el control e intentar racionalizar cosas que no se representan por parámetros terrenales.
- El hecho de que para poner oír al corazón se debe acallar a la mente (o por lo menos ocuparla y darle una tarea para que se quede tranquila)
- El entendimiento de que todo lo podemos relacionar con nuestros centros energéticos. Si gastamos mucha de nuestra energía en intentar entender a Dios con nuestra mente (6to chakra) estaremos dejando a los otros chakras (sobre todo al del corazón - 4to) con poca energía para sentirlo.
- La mente es como un carro, si aceleramos mucho o vamos en una subida (pensamos mucho), consume mucho combustible, lo mejor es dejarlo en mínimo (no hay necesidad de apagarlo), dejar el motor encendido pero con el menor trabajo posible (Ley del Mínimo Esfuerzo).
- Además, siempre se mantiene la Ley de Correspondencia: como es arriba es abajo, como es el cielo así en la tierra; si un procedimiento es válido en un plano, debe ser consistente en todos los demás.
Con
esas premisas como base doy algunos pasos sencillos que (según yo)
asegurarán que de verdad puedas sentir a Dios en tu corazón:
- Paso 1. Satura a tu mente (pensamientos y acciones) de Dios. Comienza a invertir horas, oyendo, pensando, hablando, leyendo, rezando, orando, de forma intencionada, rutinaria, auto-impuesta. Lecturas sagradas son MUY útiles. No es que debes esperar que te agrade, debes forzarte para hacerlo como tarea. El pensar en Dios, el actuar con principios religiosos, permite a la mente llenarse de la energía espiritual necesaria para que la misma mente se quede tranquila. Entonces esta energía comenzará a rebozarse y caerá hacia el corazón. Dios se debe convertir en “rutina” dentro tu vida, no sólo de pensamiento sino de acción, así la mente comenzará a quedarse “en mínimo” (como un auto) y podrás seguir con los siguientes pasos
OJO:
aun venos que un actuar “religiosamente correcto” no es
suficiente para sentir a Dios en el corazón. Es un trabajo necesario
y debe ser arduo y constante, pero no será suficiente si no se
avanza a los siguientes pasos
- Paso 2. Comienza ahora a enfocarte en tus sentimientos, comienza a sentir a Dios en toda tu vida. Dios está en todas tus bendiciones y tus problemas, sólo que debes comenzar a buscarlo y encontrarlo (de forma argumentada si es necesario).
- Paso 3. Exponte a Dios. La sensación de Dios también se contagia. Déjate ayudar/guiar por alguien que te pueda inundar de Dios; alguien que verdaderamente sea capaz de sentirlo en su corazón y no únicamente en su mente. Muchas veces este paso 3 es necesario para llevar con éxito el paso número 2,
- Paso 4. Y finalmente sométete a la acción de Dios. Deja de quejarte y asume que todo lo que te sucede es necesario para Dios.
Este
último paso parece algo difícil de asumir, pero es una
consecuencia directa de haber cumplido con los pasos anteriores a
él.
Si te
das cuenta, el primer escoyo a trabajar es nuestra mente. Para
personas muy “mentales”, “lógicas”, “racionales”,
“estructuradas”, “rígidas”, les resulta más difícil estos
primeros pasos. Para personas donde por naturaleza el corazón es lo
más importante, consiguen el resultado final de forma más sencilla.
No te
puedes escapar de ninguno de los pasos, aunque puedas hacerlos en
paralelo; mientras no hayas conseguido lo necesario de cada uno, no
avanzarás.
Una
vez que llegues a inundar a tu corazón de Dios, no solo lo sentirás,
sino que lo pensarás, lo entenderás, lo argumentarás.
¿Y
cómo sabrás que llegaste a sentir a Dios en tu corazón?
- Si comienzas a vivir la vida con felicidad, respetando el dolor y sanándolo, pero sin engancharte en el sufrimiento.
- Si todo lo que te pasa se vuelve para ti una enseñanza que puedes aprovechar para crecer.
- Si logras ver cómo actúa Dios en los imprevistos que te suceden día a día. Podrás distinguir a Dios en todas partes únicamente si lo conoces.
- Si no te enganchas en las situaciones, sino que las trabajas.
- Si no te sientes agredido por tu realidad (personas o situaciones difíciles a tu alrededor)
Seguramente
hay más indicadores, pero estos son suficientes para vivir muy bien.
¿Cuánto
tardaré en alcanzar esta certeza de sentir a Dios en el corazón? La
respuesta es la misma que la de la pregunta ¿cuánto tardaré en
llegar al Paraíso?: lo que sea necesario, no importa cuánto.
Disculpen
si estoy lloviendo sobre mojado. Si ya sientes a Dios en tu corazón
(valídalo por los indicadores anteriores) pues agradécele y sigue
adelante; si no, ahora tenemos unos pasos que podremos probar, “a
lo mejor y son ciertos”.
Namasté
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original:
24 de septiembre del 2012
Twitter:
@eReiki