Autor:
ShaniShaktiAnanda
Si
queremos vivir con bienestar, siempre es sano recordarnos como Seres
Integrales; así no se nos escapa ninguna de nuestras partes que
debemos cuidar o que debemos sanar.
Y
esto no es solo con lo que hacemos, sino con lo que pensamos; con
nuestros conceptos o prejuicios.
Entre
los conceptos más polémicos de nuestras sociedades modernas, están
los relacionados con la sexualidad. Uno de ellos se conoce como
Diversidad Sexual (o la Diversidad Sexual y de Género). Trascribo
una definición sencilla:
“La
diversidad sexual y de género (DSG) o simplemente diversidad sexual
es un término que se usa para referirse de manera inclusiva a toda
la diversidad de sexos, orientaciones sexuales e identidades de
género, sin necesidad de especificar cada una de las identidades que
conforman esta pluralidad.” (Wikipedia - 20mayo2017)
Y
cuando hablo de la Diversidad Sexual mal entendida, no me refiero al
concepto, sino a la mala imagen y al juicio que muchas personas
tienen hacia personas con orientaciones e identidades sexuales
diferentes a las suyas.
No
son desconocidas las luchas que han venido librando las personas
sexo-género diversas, para conquistar espacios que la misma sociedad
les ha negado; espacios no solo físicos, funcionales o laborales;
sino incluso emocionales.
Y
no puedo opinar de las luchas hacia exclusiones sociales; porque no
tengo mucho que aportar; pero sí quiero establecer conceptos claros
en cuando a las exclusiones de estas personas en los ámbitos
espirituales/religiosos.
No
son lógicas las exclusiones de los espacios humanos, pero son
inadmisibles las exclusiones de los espacios espirituales. ¿O acaso
Dios es excluyente en las oportunidades de llegar a Él?
Incongruencias
del pasado reciente
Muchas
personas alegan que las personas sexo-género diversas no están
excluidos de las iglesias; lo único que deben hacer es “corregir
sus inclinaciones”. Es triste encontrar a personas a las que les
parece una preferencia sexual diferente, similar a una inclinación
criminal, a la cual se debe renunciar
Y
eso me recuerda tanto cuando en un pasado no lejano se consideraba
una desviación el hecho de ser “zurdo” (utilizar
prioritariamente la mano izquierda). A los niños se les amarraba la
mano izquierda para forzarlos a utilizar la derecha, y así eliminar
ese estado “no natural”. Los “zurdos” podían ser personas
“normales”, siempre y cuando contuvieran su inclinación de
utilizar su mano izquierda. Tristemente absurdo.
Recordemos
la esclavitud, de la cual todo el mundo de hoy se llena la boca
renegando; cuando solo por el color oscuro de la piel no se tenía
derecho a nada. Tristemente absurdo.
Veamos
en el ámbito religioso, como muchas a muchas personas les parece
absurdo que se excluyan a las mujeres de ciertas prácticas y
actividades, pero con otro grupo humano sí está totalmente
justificado.
Pero
por mucha mente abierta que hoy exista, aún la inclinación sexual
es causa de exclusión.
El
argumento más utilizado
Pero
los que aún hoy rechazan la diversidad de género, esgrimen un
argumento que es muy conocido y es sobre el cual pretendo enseñar.
Génesis
1:27 (RVR1960)
“Y
creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón
y hembra los creó.”
Uno
de los más grandes problemas de la era moderna es la ignorancia a la
hora de leer una escritura sagrada. Muchos alegan que lo que dice la
Santa Biblia (por ejemplo) hay que aceptarlo literalmente, al pie de
la letra.
Y
yo siempre repito que ninguna Sagrada Escritura (sea de la religión
que sea) se debe tergiversar; pero una de las formas de
tergiversarlas es interpretándola de forma literal.
¿O
es que acaso el hombre tiene una costilla menos por haber sacado de
allí Dios a Eva? (Génesis 2:22)
¿O
es que si tu hijo peca, le vas a sacar un ojo o le vas a cortar una
mano? (Mateo 5:29-30)
¿O
es que interpretamos las sagradas escrituras de forma literal o no,
según nuestras conveniencias?
Nuestra
Santa Biblia es tanto un libro histórico como metafórico. Esta
doble característica es ideal para dar una enseñanza espiritual
perdurable y comprensible en el tiempo (gracias a las metáforas),
pero a la vez contextualizada al momento socio-cultural donde se
enseñaron (gracias a los momentos históricos plasmados)
Por
lo tanto, suponer que todo es literal es la mejor forma de
desprestigiar a una Escritura Sagrada.
Pero
más allá de la unión de las metáforas y de la historia, todo
libro sagrado no es un libro de texto; es un libro místico.
Todo
texto místico plantea una explicación del mundo espiritual a través
de imágenes del mundo humano/terrenal. Esto exige un altísimo uso
de simbolismos.
Estos
simbolismos místicos son la forma de presentar a nuestra mente lo
que no entendería directamente desde nuestro espíritu. Es algo
similar a codificar la información espiritual al alfabeto terrenal.
Por
ejemplo, cuando se habla de “agua” en los textos sagrados, se
está haciendo referencia a la vida biológica. Cuando se habla de
Fuego del Cielo, se hace referencia a las consecuencias de nuestras
acciones no espirituales. Cuando se habla de oscuridad o de noche, se
hace referencia a lo no espiritual. Cuando se habla de una barca
sobre el mar, se hace referencia a la vida terrenal de alguien o de
un grupo humano. Cuando se habla de vino, se hace referencia a la
escencia espiritual. Cuando se habla de viento, se hace referencia a
problemas. Y así pudiera seguir por cientos de términos.
Pero
cuando una persona común lee la biblia sin la explicación mística
necesaria, las malas interpretaciones e incoherencias comienzan a
salir; peor aún si esta persona cree que lo está entendiendo todo
bien. Allí será muy difícil que alguien la convenza de que está
equivocada.
Y
dentro de esta codificación espiritual hacia el alfabeto terrenal,
es como debe de entenderse cuando se habla de “varón y hembra”.
Aquí no se está refiriendo ni a hombre o mujer (“genitalmente”
hablando) ni al desempeño o preferencia sexual.
¿Qué
es lo importante para Dios?
Si
queremos comenzar a hablar con veracidad, debemos reflexionar sobre
esta pregunta: ¿qué es lo que a Dios le importa de nosotros?
Recordamos
a grades rasgos parte de nuestro Ser Integral. Entonce tenemos:
Una
parte terrenal conformada por: nuestro cuerpo físico/biológico,
nuestra mente, nuestros sentimientos y nuestras energías;
Una
parte álmica: lo que se conoce propiamente como nuestra alma;
Una
parte espiritual: referida directamente a nuestro espíritu, o a esa
parte de Dios en nosotros.
Cuando
hablamos de sexo, sexualidad y preferencias sexuales; nos estamos
refiriendo a características de esa primera parte que comprende
nuestro ser terrenal, encarnado. Y las características de este plano
terrenal, de este mundo, parecen no tener tanta importancia para
Dios. Dicho por el mismo Jesús: “mi reino (sobre lo que yo puedo
regir y tengo injerencia) no es de este mundo” (Juan 18:36)
Pero
no digo que a Dios no le importe este mundo terrenal; claro que sí
le importa. Pero le importa no desde sus características, sino desde
cómo nosotros nos comportemos hacia los demás mientras estamos en
este mundo terrenal; seamos diestros, zurdos, nos gusten las
verduras, nos gusten las carnes, seamos blancos, morenos, o con
cualquier inclinación sexual.
Pero
más allá de nuestras partes terrenales, a Dios le importan dos
cosas más trascendentes que nuestros cuerpos físicos; le interesan
nuestras almas y nuestro espíritu.
Y
en nuestra alma, no hay sexo. En nuestro espíritu menos aún.
Más
allá de nuestra corta vida biológica, la definición de hombre-pene
y mujer-vagina no existe. Tanto es así el sexo (cromosómico) se
establece en el momento de la fecundación como inicio de la vida;
por lo tanto, al acabarse esa vida, la noción del sexo desaparece.
Por
eso, el hombre-pene y la mujer-vagina es una característica total y
absolutamente biológica. Y nosotros tenemos cosas más importantes
para Dios que nuestros genitales; tenemos alma y espíritu.
¿Pero
y los términos varón y hembra de la Biblia?
Sí.
A pesar de lo dicho anteriormente, de que ni antes de la vida
biológica ni después de la muerte física la diferenciación sexual
existe; aún en nuestras sagradas escrituras están los términos de
“varón y hembra”. ¿A qué se refiere entonces?
Rescato
el hecho del simbolismo místico en las escrituras sagradas y de la
importancia de nuestra alma para Dios.
Aquí,
la interrogante lógica debería ser: ¿acaso en nuestra alma hay
alguna característica que sea similar a “varón y hembra” pero
que no esté asociado al sexo físico/fisiológico? Pues sí lo hay.
Cuando
hablamos de “almas” podemos referirnos a una de sus
características que llamamos escencia. Una escencia álmica se
podría ver como una “cualidad, tonalidad, color, vibración” que
tiene cada alma; ni mejor ni peor, solo diferentes.
Y
dos de estas escencias son lo que se conoce como “escencia
masculina” y “escencia femenina”.
Siempre
cuando presento estos términos, lo primero que aclaro es que no
tienen nada que ver como hombre-mujer, ni macho-hembra.
Un
ser humano de sexo masculino, puede tener una escencia álmica
femenina o masculina; así como un ser humano de sexo femenino puede
tener una escencia álmica masculina o femenina.
Así,
como enseñanza espiritual entendida correctamente a nivel místico,
cuando en el Génesis se apunta que Dios los creó “varón y
hembra”, en realidad se está refiriendo a la creación de Dios de
ambas escencias álmicas: la creación de la escencia masculina y de
la escencia femenina.
Esto
está muy claro para cualquier místico. Si lo que digo no te suena
creíble porque no lo dicen las iglesias, no es problema mío, sino
de las iglesias; son ellas las que se estás reservando información
importante.
La
importancia de las escencias masculina y femenina
¿Pero
por qué es importante para Dios crear ambas escencias álmicas?
De
hecho, en el mismo Génesis 2:18, Dios se da cuenta de que “No era
bueno para Adán, estar solo...” y comenzó entonces a buscarle su
complemento, hasta que creó a Eva.
¿Acaso
Dios quería buscarle a Adán alguien con quien tuviera sexo? Pues
no; recuerda que el primer intento en complementar a Adán fue crear
animales... así que la motivación no era el sexo.
¿Acaso
la ayuda que le quería dar Dios a Adán era más sublime? Por
supuesto que sí.
La
idea del complemento era para que lo ayudara a vivir “en el
Paraíso”. Que después se equivocarán, fue otra cosa.
Recordemos
por un momento que Dios es Uno, en Dios no hay dualidad; por lo
tanto, en Jardín del Edén tampoco la hay. Así que si Adán debía
quedarse junto a Dios, debía vencer su propia “unipolaridad” de
escencia masculina y unirse con su complemento, la escencia femenina
(el otro polo) para que así, ellos también llegar a ser Uno. Era la
única forma de permanecer en unión al Padre Creador, con el Uno.
Pero
no solo era la forma de permanecer allí junto a Dios, sino que
desarrollar, unir o complementar esas ambas escencias es la única
forma de llegar de vuelta al Cielo. Este concepto es común a toda
enseñanza espiritual,
Y
precisamente, por el hecho de que uniéndose ambas escencias sus
criaturas pueden llegar al Cielo, es que son tan importantes las
parejas para Dios; pero parejas de escencias álmicas
complementarias, no parejas de genitales complementarios.
Para
llegar a Dios es indispensable que una persona de escencia masculina
comparta su vida terrenal con otra persona escencia femenina; en un
compartir alineado con lineamientos espiritualmente correctos. Esto
es lo primordial para Dios-Padre. De hecho, por eso mandó a su Único
Hijo, Nuestro Señor Jesucristo; para recordarnos como vivir en
función llegar al Padre (resucitar, volver al Cielo).
En
esto de las escencias que se deben complementar para llegar a ser
espirituales, hay demasiada tela que cortar; pero es imposible
extenderme aquí. Pido disculpas por ello, esperando sea suficiente
lo que he dicho.
Pero
¿y dónde quedaron las personas sexo-género diversas?
Pues
si ya nos dimos cuenta de que lo importante para Dios es el crecer de
nuestras almas hacia el espíritu; y que un alma tiene que
complementarse con su escencia correspondiente para llegar a ser UNA
y así unirse con Dios; seguramente ya comenzamos a entender que aquí
ni el sexo genital ni la preferencia sexual tienen nada que ver.
Si
tomamos por ejemplo una relación homosexual, si bien ambos
participantes pueden ser del mismo sexo biológico, es altamente
probable que una de ellas tenga una escencia álmica masculina y la
otra tenga una escencia álmica femenina. Pues si es así, y ambos
llevan sus vidas bajo lineamientos espirituales (por ejemplo el
Sermón del Monte – Mateo 5,6, y 7) pues eso va bien para Dios.
Si
en una relación homosexual, los involucrados llevan sus vidas con
Dios como meta; ¿por qué Dios iba a tener problemas?
Vamos
a sincerarnos: ¿cuántas parejas heterosexuales existen que viven
sus vidas alejadas de los que Dios espera? Con mucha seguridad tienes
varias a tu alrededor.
A
estas alturas de su evolución, el ser humano es todavía muy dado a
criticar; pero critica desde una humanidad limitada y espiritualmente
infantil. El ser humano es incapaz de considerar que Dios puede estar
viendo cosas más importantes de las que él mismo ve; en este caso
no es capaz de imaginar que Dios puede estar viendo cosas más
trascendentales que los genitales.
1 Samuel 16:7 (PDT)
7 Pero el SEÑOR le dijo a Samuel:
—Eliab es alto y apuesto, pero no
te fijes en eso. Dios no se fija en las cualidades que la gente ve.
La gente sólo presta atención al aspecto de las personas, pero el
SEÑOR ve su corazón. Eliab no es el hombre que he elegido.
Los
genitales son lo que la gente ve; en cambio, el corazón, como puerta
del alma, es lo que Dios ve.
Enfermos
y pecadores
Es
triste. Todas las iglesias de todos los tiempos han tenido a algún
grupo humano excretado de sus salas; considerándolos como enfermos y
pecadores. Con estos grupos no se dignan ni a compartir una mesa (ni
un altar).
Hoy
en día pareciera que las personas sexo-género diversas son dichos
leprosos para algunas iglesias y algunas personas.
Estas
personas y estas iglesias deberían recordar para quiénes vino el
Cristo en realidad. No fue precisamente para aquellas que se
consideraban a sí mismas sanas y sin manchas; sino para aquellos
que, sin estarlo en realidad, eran considerados por los demás como
enfermos y pecadores.
Ni
mejores ni peores
Nada
de lo que he dicho aquí busca ofender ni defender ni exonerar ni
exaltar ni empoderar a nadie. Tener nuevos argumentos que apoyen a la
igualdad, no implica ahora un aval para comportamientos
reaccionarios, ni libertinajes, ni soberbias, ni irresponsabilidades,
ni irrespeto a los demás, ni luchas ofensiva, ni imposiciones, ni
revanchismo, ni venganzas, ni nuevas exigencias que pasen por encima
o pongan el peligro el bienestar de los demás.
Porque
seamos como seamos, tengamos los condicionamientos que tengamos,
prefiramos lo que prefiramos, todos tenemos dos mandamientos
principales:
Marcos 12:30-31 (NVI)
30 Ama al Señor
tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y
con todas tus fuerzas”.
31 El segundo
es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento
más importante que estos.
Y
estos dos mandamientos, tiene mucho de trasfondo.
Esto
debe ser lo realmente importante; no la preferencia sexual.
Dios
les bendiga.
Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Twitters:
@shanishakti @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777
IG:
@shanishaktiananda
Facebook:
https://www.facebook.com/shanishaktiananda.oficial
Palabras-claves:
sexo-género diverso, homosexualidad, homosexual, almas, génesis,
Adán, Eva, escencias, masculina, femenina, Paraíso, espíritu, ser,
integral