Autor:
ShaniShaktiAnanda
¿Cuántas
personas no apelan a la Justicia Divina cuando sienten que están en
una situación dura que no pueden resolver? Es usual que ante una
situación de enfrentamiento, la persona que se siente agredida
clame, espere, amenace o advierta sobre la Justicia Divina; la cual
“estará de su lado” y “vendrá a favorecerle”.
Todos
hablamos de un Dios Justo; realmente es así. Dios como creador de
todo el Universo, también lo rige con sus leyes.
Y
no solo lo rige; sino que como juez justo imparte justicia: exonera y
corrige.
Pero
hay que reconocer que Dios no ejerce su justicia aleatoriamente; no
lo hace aveces sí o aveces no. Siendo Dios omnipresente,
omnipotente y omnisciente, su justicia no solo es eterna, sino
constante.
Deberíamos
estar claro que la Justicia de Dios (Justicia Divina) se cumple
siempre y en cada momento; porque si no, tendríamos a un Dios que se
descuida de vez en cuando en aplicarla.
Pero
entonces, ¿por qué clamamos por justicia si siempre se está
ejerciendo?
Nuevamente
resalto la ingenua y triste forma de ver y de entender a Dios, que
algunas personas tienen.
En
una situación difícil donde hay dos partes, las dos se enfrentan y
luchan; y cuando una de ellas se siente disminuida, pues clama por la
Justicia Divina.
Al
clamar por la Justicia Divina, se está asumiendo que la otra parte
está actuando mal. ¿Y acaso es así?
¿Estamos
seguros de que somos inocentes ante Dios?
Antes
de clamar por la Justicia Divina, deberíamos asegurarnos que
nosotros estamos en correctitud con los lineamientos del Juez (Dios)
que podrá orden, porque si no, será cuchillo para nuestra propia
garganta.
Esto
me recuerda a dos señoras que estaban delante de un juez y una
reclamaba que la otra le había chocado su vehículo en una
intersección.
El
juez revisa el caso, revisa el reporte de tránsito, la documentación
de ambas y la de los vehículos; y le dice a la señora que reclamaba
justicia: “Señora, efectivamente, su vehículo fue chocado; pero
debo preguntarle: ¿por qué usted tiene la licencia vencida; se
estaba comiendo la flecha al momento del accidente; y además
conducía su vehículo en día de parada?
Inocentes
ante Dios
Clamar
por la Justicia Divina es todo un tema; no solo porque no debería
hacer falta hacerlo, sino porque si metemos a Dios en nuestros
asuntos y resulta que nosotros somos tanto o más culpables que
nuestro agresor; pues mejor nos hubiera valido tratar de resolver
nuestros asuntos sin acudir a instancias superiores (Mateo 5:25-26).
De
seguro es innegable la presunción de inocencia que podemos asumir en
nosotros mismos; siempre es más fácil decir que “los demás son
los malos”. ¿Pero es así? ¿Es suficiente creerlo y asegurarlo?
¿Acaso nuestros criterios humanos son los válidos para asumir que
Dios está de buenas con nosotros?
Dios
rige el Universo (incluyendo todas las situaciones y nuestras propias
vidas) según sus criterios espirituales; que no son necesariamente
“humanos”.
Cualquiera
se puede preguntar ¿cuáles son esas criterios espirituales que
establece Dios?
Esos
criterios espirituales son probablemente conocidos por todos los que
están leyendo este escrito; o por lo menos les han sido presentados
a todos. Pero es muy probable que también hayan sido olvidados por
todos.
En
cualquier religión verdadera, existen escrituras sagradas; y en
dichas escrituras están establecidos esos lineamientos o criterios
de vida por los cuales DIOS EJERCE JUSTICIA.
Esos
criterios espirituales se traducen en actitudes y formas de vivir que
Dios (el Juez) espera que nosotros practiquemos. Si no lo hacemos,
estaremos contra su Ley.
La
Justicia Divina no se atiene a lo que a nosotros nos conviene como
seres humanos. La Justicia Divina se aplica en función de lo que
Dios espera de nosotros como seres espirituales, aunque a nuestra
humanidad no le parezca lógico.
En
el cristianismo, por ejemplo, estos criterios del Juez para dictar
Justicia Divina están más que claros; y los describe Jesucristo en
El Sermón del Monte (Mateo 5, 6 y 7)
¿Los
recuerdan? ¿Que no lo sabían? ¿Y cómo se atreven a “manejar su
vida” corriendo el riesgo de que el Juez dicte sentencia en contra
de ustedes?
Les
recuerdo solo unos pocos de estos lineamientos, para ejemplificar:
- “... Pero yo digo: no resistas a la persona mala. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, ofrécele también la otra mejilla.” (Mateo 5:39 - TLA)
- “... Amen a sus enemigos y oren por quienes los maltratan.” (Mateo 5:44 – NTV)
- “Si perdonas a los que pecan contra ti, tu Padre celestial te perdonará a ti; pero si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados.” (Mateo 6:14-15 NTV)
- “Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?” (Mateo 6:25 – NTV)
- “No juzguen a los demás, y no serán juzgados.” (Mateo 7:1 – NTV)
¿Ahora
los recuerdas? ¿Los cumples (más allá de solo intentarlo)? ¿O te
parecen tontos y anacrónicos?
¿Acaso
tienes la Justicia Divina a tu favor? ¿O creías que la Justicia
Divina es para tus enemigos pero no para ti?
Vamos
a sincerarnos. Clamamos por Justicia Divina cuando estamos ahogados
en enfrentamientos en los cuales no encontramos salida. Pero ¿no
será acaso que por esa misma Justicia Divina, por haber incumplido
en algunos momentos con Dios, es que estamos ahogados en dichos
enfrentamientos?
Afortunadamente
siempre hay oportunidad de corregir; siempre y cuando no escondamos
la cabeza como las tortugas o volteemos la mirada para desacreditar
estas verdades simplemente porque no nos convienen. Además, que
implicaría salir de nuestra Zona de Confort y hacer el esfuerzo que
nunca hemos hecho.
Solo
te invito a que vuelvas a leer este escrito, reflexiones y busques
ayuda. Esto es lo único que puede hacer el cambio real que esperas
en ti y en el mundo.
Dios
te bendiga.
Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original:
575 AS. (28 de julio del 2017)http://www.shanishaktiananda.org
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Palabras-claves:
Justicia Divina, Justicia de Dios, lineamientos, culpables,
inocentes, leyes, lineamientos, sermón del monte, Jesucristo,
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