Autor: ShaniShaktiAnanda
Definamos, de entrada, que vamos a referirnos del estrés
patológico. Sí, hay dos tipos de estrés: el que nos permite responder a
exigencias puntuales de la vida (eustrés),
necesario y útil; y el estrés que no nos sirve, que es generalmente crónico y
que nos daña en silencio (distrés)
Los estados de estrés (bueno o malo) son generalmente
eventos adicionales y repentinos al comportamiento estable de nuestro ser.
Cuando estos se disparan, utilizan energía adicional a la que normalmente
utilizamos para funcionar usualmente.
Si este estado o situación de estrés se resuelve dentro
del tiempo y la forma establecida por el mismo proceso que lo generó, la
energía adicional que se emplea se saca de nuestras reservas energéticas y
listo. En el curso normal de nuestra vida, nuestras reservas se llenan de
nuevo.
Pero si esta situación de
estrés tarda más de lo normal en resolverse, el consumo de energía adicional
puede agotar nuestra energía de reserva y entonces se comienza a utilizar
nuestra “energía de funcionamiento sano”. Es allí cuando algunos de nuestros
sistemas empiezan a quedarse sin energía y, por lo tanto, comienzan a fallar
(todo proceso necesita energía suficiente para llevar a cabo correctamente).
Llegamos entonces al nivel donde el estrés se comienza a manifestar en una
enfermedad, malestar, sensación, cansancio, agotamiento, mal carácter,
insomnio, etc. Simplemente, esos estados de estrés no resueltos gastan la energía
que necesitaríamos para funcionar correctamente. En un estrés sostenido
entramos en déficit energético, ya que se gasta energía de forma constante sin
que se resuelva la situación.
Como nota mental, podemos asumir que si tuviéramos
energía de reserva muy alta o infinita; pues el estrés, como proceso que
consume energía adicional, no nos afectaría o lo haría mucho menos.
Tipos de energía
Aquí entro, como sanador, a considerar nuestra
integralidad, más allá del cuerpo físico.
Desde esta Integralidad del Ser, donde somos: cuerpo
físico/biológico, cuerpo mental, cuerpo emocional, cuerpo energético, cuerpo
álmico, cuerpo kármico y cuerpo espiritual; tenemos tres tipos de energía.
Estos tipos de energías se usan indistintamente en todo
nuestro Ser; aunque cada una tiene pertinencia especial en sistemas
particulares, echando mano de las otras de ser necesario.
Dejo una tabla de referencia:
Tipo
de energía
|
Nombre
|
Origen
asociado
|
Pertinencia
especial (no exclusiva)
|
Posible
optimización de la energía
|
Algunas
fuentes de estrés
|
Energía biológica
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Molécula de Adenosín Trifosfato (ATP)
|
Cuerpo biológico: células – mitocondrias
|
Funciones orgánicas y mentales
|
Mejorar del ambiente alrededor de las células.
Aumentar de la densidad mitocondrial.
Asegurar los elementos utilizados en la producción del
ATP.
Asegurar el suficiente descanso.
Otras.
|
Inflamación crónica de bajo grado.
Acidez metabólica.
Sedentarismo,
Nutrición deficiente.
Otras.
|
Energía vital
|
Ki/Chi/Prana
|
Cuerpo energético:
chakras/nadis
|
Funciones energéticas; conductuales; emociones;
sentimientos; sistema endocrino
|
Adoptar conductas menos demandantes energéticamente.
Controlar nuestras emociones.
Ampliar conciencia del porqué nos suceden las cosas.
Practicar de rutinas/terapias energéticas.
Asegurar el suficiente descanso.
Otras.
|
Conductas reactivas.
Conductas evasivas.
“Perfeccionismo” más allá de querer hacer las cosas
correctas y bien.
Emociones poco armónicas hacia situaciones y personas,
sostenidas en el tiempo.
Otras.
|
Energía espiritual
|
Espíritu
|
Cuerpo espiritual
|
Funciones álmicas y kármicas
|
Adoptar conductas espirituales, que impliquen un estilo
de vida realmente espiritual; más allá del “Dios me ama, yo lo amo”, “Dios
ayúdame” y del “Agradecer a Dios”.
Ajustar de nuestra relación con Dios.
Practicar religiones de forma real, personal y
comprometida (no me refiero a la práctica cultura/social)
Otras.
|
Estilos de vida enfocados principalmente a metas
terrenales (físicas, económicas, mentales, emocionales y de bienestar)
Conductas kármicas negativas (en generación y/o en contagio)
Expectativas/apegos.
Otras.
|
Tabla 1. Referencias de los tipos de energía en nuestro
Ser Integral. v.1.1 (©PAGR –SSA)
Y estos tres tipos de energías son las que se agotan o
las que no tenemos suficiente.
El estrés, que se puede dar en cualquier parte de nuestro
Ser, agota las energías y eso produce mal funcionamiento en nosotros.
Conocíamos el estrés mental, recientemente el estrés
biológico; pero el estrés puede ser también emocional, energético, álmico y
kármico.
Fuentes de estrés
En la tabla anterior se destacan algunas de las fuentes
de estrés que desgastan nuestras energías, por los menos las fuentes de estrés
más comunes en la actualidad:
- Inflamación
crónica de bajo grado.
- Acidez
metabólica.
- Sedentarismo.
- Nutrición
deficiente.
- Conductas
reactivas.
- Conductas
evasivas.
- “Perfeccionismo”
más allá de querer hacer las cosas correctas y bien.
- Emociones
poco armónicas hacia situaciones o personas, sostenidas en el tiempo.
- Estilo de
vida enfocado principalmente a metas terrenales (físicas, económicas,
mentales, emocionales y de bienestar)
- Conductas
kármicas negativas (en generación y/o en contagio)
- Expectativas/apegos.
Estas son solo algunas fuentes de estrés; pero el problema
real no es la cantidad, sino que muchas de ellas pasan desapercibidas o
justificadas dentro del “ideal” (si bien patológico) de una conducta exitosa
humana.
Es impresionante como nosotros, quienes nos decimos espirituales,
gastamos todas nuestras energías siendo tan terrenales; porque si echamos otra
mirada a las fuentes de estrés, todas son actitudes muy humanas.
Actuamos inclusive humanamente bien y nos estamos
desgastando en contra absoluta de nuestro Ser.
Y el problema es que una sola fuente de estrés que
descuidamos puede hacer mella en cualquier parte de nuestro Ser. Por eso no
resulta sencillo encontrar el origen del porqué estoy sintiendo esto o aquello.
Esta es la razón por la cual el diagnóstico de estrés suele ser tan general y
su tratamiento tan al azar para algunos profesionales de la salud.
Peor aún, es muy probable que no tengamos una única
fuente de estrés.
Por ejemplo, podemos cuidar bastante bien de nuestra parte
física/biológica con ejercicios, alimentación y nutrición; pero si no nos
percatamos del estrés mental o emocional en alcanzar a toda costa metas
terrenales, podemos terminar enfermos.
Podemos ser unas hermosas y bellas personas en nuestras
vidas, viendo al mundo color de rosa; pero si no nos cuidamos del estrés de
nuestra biología o de nuestra alma, todo se puede derrumbar en cualquier
momento.
Podemos ser buenas personas, pero si no controlamos el
deseo de justicia ante lo que consideramos injusto (estrés mental y emocional),
todo se puede ir al foso.
El estrés aceptado
El problema de base a la hora de luchar en contra del
estrés, es la normalidad patológica aceptada cultural y socialmente.
- Es normal y
hasta comprensible preocuparnos, ya que vivimos en nodo supervivencia y
tenemos que sobrevivir.
- Es normal y
hasta comprensible dejar de descansar para intentar resolver problemas.
- Es normal y
hasta comprensible sentirnos mal con las situaciones o personas que
sentimos que nos dañan.
- Es normal y
hasta comprensible no tener tiempo para hacer ejercicios.
- Es normal y
hasta comprensible no poder alimentarnos bien porque siempre estamos
apurados.
- Es normal y
hasta comprensible no tomar suplementos alimenticios por lo caros que son.
- Es normal y
hasta comprensible la necesidad de ser mejor que cualquiera consiguiendo
metas terrenales, incluso a costa de nuestra salud.
- Es normal y
hasta comprensible no meditar, por falta de recursos o tiempo.
- Es normal y
hasta comprensible no asumir terapias complementarias porque la ciencia no
lo avala.
- Es normal y
hasta comprensible no aceptar propuestas de sanación simplemente porque no
creo en ellas o nunca me las enseñaron antes.
- Es normal y
hasta comprensible no comprometernos con cosas que sí sabemos que pueden
ayudarnos porque tenemos la vida complicada.
- Es normal y
hasta comprensible no creer es escenarios espirituales diferentes a las
iglesias establecidas, aunque estas no nos propongas bienestar, sino
convertirnos en pedigüeños hacia Dios.
En nuestra sociedad son normales y hasta comprensible muchas
cosas patológicas. Por eso es válido decir que vivimos en sociedades enfermas.
¿Cómo vamos a salir adelante si la normalidad que
aceptamos es lo que nos enferma o no nos deja mejorar?
¿Qué hacer?
Tienen razón muchos profesionales de la salud ante
algunos diagnósticos: “Cualquier cosa puede ser estrés; y el estrés puede
producir cualquier cosa.”
Pero está muy claro que para paliar el estrés de forma
general debemos hacer dos cosas:
- Controlar
nuestro desgaste o el mal uso de nuestras energías, para lo cual primero
debemos identificarlos.
- Aumentar nuestras
reservas de energía (de los tres tipos).
Pero aquí no hay recomendaciones generales. Cada persona
puede ser un caso particular. Cada sanador, luego de un análisis concienzudo,
deberá proponer acciones donde corresponda. Pero hay que buscarse un verdadero
sanador integral, que conozca todos los planos de existencia.
Estas acciones siempre van a proponer cambios del estilo
de vida de la persona; porque si hemos entendido los factores de estrés, observamos
que estos son parte de los estilos de vida.
Eso de cambiar para mejor nuestro estilo de vida es lo
que se denomina “sanar”. No hay sanación
si seguimos siendo y haciendo lo mismo que nos trajo al malestar.
Como regla general, cambiar un estilo de vida implica:
- Cambiar o
mejorar la forma en la que ves la existencia, tu vida, lo que eres y lo que te
sucede. Esto lo llamo “ampliación
de consciencia”. Pero ampliar consciencia de la forma correcta y objetiva,
no a la forma ingenua y positivista.
- Cambiar o
ajustar en mucho la motivación y la forma en la que haces las cosas (todo lo que
haces).
- Cambiar o
ajustar en mucho tu reacción ante todo lo que te sucede.
Si pudiéramos dar un solo nombre a estos tres aspectos, pudiéramos
decir: cambiar o ajustar tus conductas
de vida.
Aquí el verdadero problema. Estamos tan acostumbrados a
vivir tal como lo hacemos que, aunque no estemos también como desearíamos, defendemos
nuestro estilo de vida y desestimamos cualquier propuesta cambio o a cualquiera
que te lo proponga. Simplemente lo dejamos de lado o incluso lo desprestigiamos.
Es por esto por lo que digo que el estrés (producido por
nuestro estilo de vida) es el enemigo aceptado. Sabemos que estamos mal,
pero no tenemos la entereza ni la determinación suficiente de hacer los cambios
necesarios para mejorar.
Muchas veces buscamos “a alguien que nos haga algo” para
nosotros sanar, pero ¿cambiar nosotros? No lo creemos necesario o simplemente
no tenemos tiempo.
Y ¿sabemos cuál es la forma más integral de cambiar
nuestras conductas para vivir con menor desgaste energético? Las adoptadas en
los escenarios de Crecimiento Espiritual. Pero eso sería tópico de otro
escrito.
Tomemos consciencia que depende de nosotros estar mejor.
Dios les bendiga.
Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original: XXXX AS. (15 de julio del 2022)
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Palabras-claves:
estrés, meditar, enfermedad, sanar, sanador