Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
Este
título da para mucho; podría significar aprender con un experto, o
aprender en el colegio, o con un profesor particular. Pero en la
tónica general de mis escritos, Maestro se refiere a un Ser
(encarnado o no) que te brinda un aprendizaje “básicamente”
espiritual. Entrecomillo “básicamente” porque en realidad
cualquier aprendizaje espiritual debe trasladarse a todos nuestros
planos, inclusive al terrenal.
Siempre
lo repito, todo crecimiento espiritual debe tener la figura de un
Maestro Espiritual, el cual es diferente a un maestro de escuela o de
alguna terapia energética o de algún oficio.
Pero
el aprendizaje con este Maestro Espiritual es algo particular, ya que
no pasa necesariamente por una secuencia de instrucciones, ni un
cúmulo de información o de explicaciones claras ni detallas.
Un
Maestro (Espiritual) te va a enseñar a vivir tu terrenalidad desde
el punto de vista espiritual; claro está, dentro de una
argumentación muy clara y una enseñanza coherente y consistente
(cada Maestro tiene la suya). Pero además hay algo que es
indispensable, el aprendiz debe pasar parte de su vida con el
Maestro.
El
Maestro te va a enseñar a vivir y para esto debes “incluirlo” en
tu vida. Nadie puede decir que tiene a un Maestro o se es discípulo
de alguno con solo haber leídos sus libros o haber vistos sus videos
o saberse algunas frases o entender algunas de las cosas que dice.
Uno
de los secretos de un Maestro es el de enseñar con ejemplos en
experiencias reales y cotidianas. Por tanto, es indispensable que el
Maestro (o su enseñanza) estén presentes en la cotidianidad del
discípulo.
Más
allá de dar instrucciones, un Maestro enseña con lo que hace dentro
de la vida del discípulo; y con lo que deja de hacer también. “Un
verdadero Maestro te propone de forma consciente e intencionada
escenarios de aprendizaje para que puedas practicar la enseñanza
espiritual” (PAGR2013). “Un verdadero Maestro te deja
caminar a su lado y él se debería volver una parte importante de tu
realidad interna” (PAGR2013)
No
solo con la palabra enseña un Maestro; un Maestro enseña también
con una mirada, con una mueca, con un gesto, con un silencio, con
algo que hizo o algo que dejó de hacer; a veces lo hace con un
comportamiento errado, a veces lo hace de forma terrenal o a veces a
niveles sutiles.
De
aquí viene la costumbre de que un discípulo conviva con su Maestro
por un período de tiempo; esto simplemente para aprender cómo este
lleva su vida.
Pero
en nuestra sociedad actual hacer eso es inapropiado. Descuidar a los
nuestros o a nuestras obligaciones para incluir a un “extraño”
en nuestras vidas se puede ver, como mínimo, “irresponsable”.
Pero
antes, la única convivencia era la física, la de cara a cara.
Ahora, en este mundo moderno hay otras formas. En la actualidad para
algunas personas, muchas veces la convivencia “virtual” suele ser
más intensa que la real. ¿Cuántas personas no mantienen relaciones
humanas más intensas por Internet que con sus propias familias bajo
el mismo techo?
Así
que hoy en día la forma en la que se puede mantener ese contacto
indispensable con el Maestro cambia. Aún debe ser MUY intenso, real
y personal; pero no cien por ciento físico.
Un
Maestro Espiritual moderno debe acoplarse a la realidad de quienes le
puedan necesitar. Las interacciones hoy en día pueden ser por
diferentes medios: teléfonos, mensajes de texto, correos
electrónicos, Facebook, Twitter, videochats, blogs; sin desestimar
el acercamiento en vivo cuando sea posible, el reconocimiento cara a
cara, con la cual se puedan mirar a los ojos y descubrirse el alma.
En
la antigüedad un discípulo seguía al Maestro a donde sea que fuera
(campo, ciudad, cueva, a cazar, recolectar, etc.) ya que nunca se
sabía dónde el Maestro iba a hacer algo que sirviera de
aprendizaje. Hoy en día se debe seguir a un Maestro por Twitter, por
blogs, por mensajes, por Facebook, por charlas; porque no se sabe
cuándo ni dónde el Maestro vaya a “aprovechar la oportunidad para
enseñar algo”; con una frase escrita, con un emoticón, con un
escrito, con la palabra o simplemente con abrazo.
La
idea aún se sostiene; el discípulo siempre es el que debe seguir al
Maestro. Pero el “seguirlo” no es solo aplicar sus enseñanzas,
sino seguir sus acciones por “cualquier terreno” (o cualquier
medio de información) para aprender de su forma de vivir la vida.
A
un Maestro no se le debe perder la pista.
Namasté.
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
20 de abril del 2013
Twitter:
@eReiki @EvolConsc @pagr777
Maestro
ResponderEliminarGracias por esta aclaratoria. Aunque he medio-aprendido a usar los medios virtuales de comunicación, no se me había ocurrido que esta fuera una forma válida de contacto con mi Maestro. Eso demuestra que no hay cosas "evidentes", siempre hay alguno que no le "caído la locha"...
Namasté