Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
Sea cual
sea la fe que se profese, la figura de aquel hombre llamado “Jesús
de Nazareth”, fue una figura importante. Independientemente si se
comparten
sus enseñanzas o no; o más allá de si se cree un mito o una figura
real histórica; el hecho de que dos mil años después cada vez
tenga mayor vigencia, es importante.
No me
atrevo a comparar a Jesús con otras figuras históricas o
mitológicas que han formado pensamientos espirituales; pero me voy a
centrar en Él porque es lo que me corresponde.
A pesar
de su importancia y de su expansión en el mundo (desde el hecho de
que su actuación conocida se circunscribió en un territorio
relativamente pequeño); Jesús el Cristo es un personaje con
interpretaciones diversas, ligeras y hasta acomodaticias dentro del
común de la gente.
Eso
puede no ser desafortunado, ya que lo hace una figura accesible a
todos; pero a veces llega el momento de recoger al rebaño disperso y
poner algunas cosas claras.
Dentro
de mi enseñanza espiritual Jesús el Cristo tuvo (y tiene) dos roles
principales en su vida. Únicamente los voy a resumir aquí porque
los he planteado ampliamente en otros escritos:
- Jesús el Salvador: que representa el perdón de los pecados a través de su crucifixión; con la cual, una vez aceptada, se pasa a ser un cristiano con todas las ventajas. Se requerirían varios meses de enseñanza y reflexión para su total argumentación y comprensión.
- Jesús el Maestro: quien dio sus enseñanzas; las mismas que tienen validez y son aprovechables para todos, sea como sea que nos llamemos o nos creamos ser. De hecho, a las enseñanzas cristianas se le pueden encontrar sus equivalentes en diferentes filosofías, enseñanzas espirituales o religiones.
Desde
este doble rol de Jesús se enmarca todo su esquema de enseñanza
espiritual “crística” (palabra que suelo utilizar cuando hago
alusión al cristianismo místico). Entendidos y aceptados estos dos
roles, no hace falta absolutamente nada más.
Pero hay
un tercer rol con el que el público general lo busca: Jesús el
“hacedor de milagros”.
No se
puede negar que Jesús en su tiempo propició milagros. La iglesia
católica misma le reporta veinticuatro (24) milagros únicamente en
curaciones según los evangelios canónicos; y es esta capacidad para
hacer milagros la que el común de las personas busca cuando tiene
problemas. ¿Adorarlo y honrarlo como nuestro Salvador? ¿Hacerle
caso a todo lo que dice Jesús como Maestro?... “bueno sí, pero
hazme este milagrito”.
¿Será
que es cierto? ¿Será que Jesús quería ser reconocido como
“milagrero”?
Una de
las cosas que tenía Jesús era su consistencia entre palabra y
acción. Él fue el Salvador y asumió su sacrificio; Él fue Maestro
y asumió su enseñanza. ¿En alguna parte de La Biblia asumió su
capacidad única de hacer milagros personales? Me permito traer una
pequeña muestra de los milagros con mis reflexiones:
Lucas
5:17-26
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
17 Aconteció un
día, que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos y
doctores de la ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de
Galilea, y de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él
para sanar.
18 Y sucedió
que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba
paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él.
19 Pero no
hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la
casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio,
delante de Jesús.
20 Al
ver él la fe de ellos,
le dijo: Hombre, tus
pecados te son perdonados.
En esta
historia se destacan cuatro cosas: primero, que Jesús no estaba en
faena de milagrero, Él estaba enseñando y lo buscaron para sanar;
segundo que “el perdón de los pecados” es lo que representa el
milagro que se convierte más adelante (no reseñado) en sanación
física; tercero que Jesús destacó la fe de ellos y gracias a esta
es que Él realizó el milagro; y cuarto que la fe se evidenció en
el esfuerzo casi sobre humano que hicieron los hombres para “llegarle
a Jesús”, definitivamente hubo sacrificio.
Se
entiende que al milagro se les antepusieron “condiciones previas”
para que pudieran ocurrir.
Lucas
7:1-10
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
1 Después que
hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en
Capernaum.
2 Y el siervo de
un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto
de morir.
3 Cuando el centurión oyó hablar de
Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que
viniese y sanase a su siervo.
4 Y ellos vinieron a Jesús y le
rogaron con solicitud, diciéndole: Es
digno de que le concedas esto;
5 porque ama a nuestra nación, y nos
edificó una sinagoga.
6 Y Jesús fue con ellos. Pero cuando
ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos
amigos, diciéndole: Señor,
no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo;
7 por lo que ni aun me tuve por digno
de venir a ti; pero dí la
palabra, y mi siervo será sano.
8 Porque también yo soy hombre puesto
bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste:
Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo
hace.
9 Al
oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la
gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta
fe.
10 Y
al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al
siervo que había estado enfermo.
Nuevamente
encontramos que Jesús no estaba en faena de milagrero, sino que
estaba predicando. En los versículos 4,6,7 y 8 se presentan las
“condiciones necesarias” para
que el milagro ocurriera:
el centurión “era digno” (4), el reconocimiento por parte del
centurión de lo pequeño que él era ante Jesús – la no soberbia
– (6), y la certeza del poder de Jesús (7 y 8).
Entonces,
gracias a que esas condiciones estaban dadas, pudo darse el milagro.
Jesús no parece ir haciendo milagros así por así, a menos que
estén dadas ciertas condiciones o que
haya alguna intención de enseñanza precisa que Él mismo determine.
Juan 5:2-18
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
2 Y hay en Jerusalén, cerca de la
puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual
tiene cinco pórticos.
3 En éstos yacía una multitud de
enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento
del agua.
4 Porque un ángel descendía de
tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero
descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano
de cualquier enfermedad que tuviese.
5 Y
había allí un hombre (paralítico) que hacía treinta y ocho años
que estaba enfermo.
6 Cuando Jesús lo vio acostado, y
supo que llevaba ya mucho tiempo así,
le dijo: ¿Quieres ser
sano?
7 Señor, le respondió el enfermo, no
tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre
tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.
8 Jesús
le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.
9 Y al instante aquel hombre fue
sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo[a] aquel
día.
Y este
texto es espectacularmente aleccionador. Un estanque; una multitud de
enfermos; y Jesús sanó solo a uno. ¿Cuáles “condiciones
necesarias” estaban presentes en ese enfermo?
El
enfermo había mantenido el empeño por 38 años y había hecho
durante todo ese tiempo el esfuerzo sobrehumano de intentar llegar al
agua a pesar de su parálisis; una y otra vez sin lograrlo, sin tener
a nadie que le ayudara. Definitivamente había mucho merecimiento
porque no se amilanó ante su incapacidad e intentaba sanar sin
desistir.
Pregunta
de reflexión; ¿será que ante situaciones en las cuales rogaríamos
un milagro; este no se manifiesta porque aún se espera más de
nosotros mismos? Con mucha seguridad es así. El
haber hecho todo lo posible y todo lo que nos corresponde ante una
situación particular, parecería “condición necesaria” para un
milagro.
Lucas 5:12-13
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
12 Sucedió que estando Él en una de
las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo
a Jesús, se postró con el rostro en tierra
y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
13 Entonces, extendiendo él la mano,
le tocó, diciendo: Quiero;
sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él.
Nuevamente al milagro lo antecede la
adoración y confianza que le tenía el leproso a Jesús.
Lucas 8:48,50
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
48 Y él (Jesús) le dijo (a la mujer
que tocó su manto): Hija, tu
fe te ha salvado; ve
en paz.
50 Oyéndolo Jesús, le respondió (a
Jairo sobre su hija muerta): No
temas; cree solamente, y será salva.
Y no solo en estas dos citas, Jesús
apunta en muchas otras que los milagros se realizaron gracias a “la
fe”, “la confianza”, “el reconocimiento de la Divinidad”,
“la humildad”, “la adoración”, “el esfuerzo tenaz” de
los solicitantes. Nuevamente “condiciones previas” necesarias.
Pero parece que aún no llego a
ninguna referencia clara sobre el hecho de que los milagros sucedían
alrededor de Jesús pero que no era su funciona principal. Si
continuamos la cita anterior, encontramos una evidencia irrefutable:
Lucas 5:14-16
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
14 Y
él (Jesús) le mandó (al
leproso sanado) que no lo dijese a nadie;
sino ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu
purificación, según mandó Moisés, para testimonio a ellos.
15 Pero su fama se extendía más
y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase
de sus enfermedades.
16 Mas él se apartaba a lugares
desiertos, y oraba.
Evidentemente,
a Jesús no le interesaba que lo conocieran como “milagrero”; de
hecho, no fue esta la única vez que pidió discreción ante los
milagros.
Pero
no solo eso; en el versículo 15 y 16 indica que, siendo buscado por
la gente que necesitaba de sus milagros, “Él
se apartaba de ellos”. ¡Jesús los llegó a evitar!
¿Necesitamos algo más claro que esto?
Y
no creo que Jesús evadiera a los que lo buscaban para milagros
porque no pudiera hacerlos o porque le molestara; sino que
probablemente porque Él sabía en su corazón, que muchos no
cumplían las “condiciones previas” para que estos ocurrieran.
Probablemente lo buscaban únicamente para eso; y no es la idea en
absoluto.
Definitivamente
si uno de los roles de Jesús hubiera sido el de hacer milagros, Él
no se hubiera apartado nunca; Él hubiera dado su vida por su deber,
como sí lo hizo dentro de sus roles de Maestro y Salvador.
Lucas
4:42-43
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
40 Al ponerse el sol, todos los que
tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él,
poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.
41 También salían demonios de
muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero él
los reprendía y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el
Cristo.
42
Cuando ya era de día, (Jesús) salió y se fue a un lugar desierto;
y
la gente le buscaba, y llegando a donde estaba, le detenían para que
no se fuera de ellos.
43
Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie
el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado.
¿Anunciar
el Evangelio era el porqué fue enviado?; ¿es decir, que su función
principal no era hacer milagros? Según Él mismo, parece que es así.
¿Eres
tu uno de los que le pide milagros a Jesús el Cristo? ¿Por lo menos
cumples con las “condiciones previas” necesarias para que
sucedan? ¿Serán por eso las veces que no parece oírte?
Jesús
sana de muchas maneras, no solo haciendo milagros de forma personal.
En su paso por la tierra la gente se agolpaba para oír sus
enseñanzas y así lograban sanación. Vivir en las enseñanzas de
Cristo son la mejor forma de conseguir ese bienestar integral que
tanto buscamos, más allá de las situaciones difíciles que
temporalmente podamos tener.
Debemos
buscar a Jesús primero como Maestro y Salvador, antes de como
milagrero. La necesidad o la enfermedad o las ganas de estar bien, no
son las condiciones mínimas necesarias para que nada ni nadie te
conceda un milagro; hay otras y debes buscar y honrar.
Namasté.
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
28 de diciembre del 2013.
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