Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
Seamos cristianos
a no, todos tenemos en claro que el juzgar es algo que debemos evitar.
De alguna forma
entendemos las contraindicaciones con respecto a convivencia interpersonal y a
nivel de impacto emocional que el juicio puede tener en los demás.
Pero el punto es
que el “no juzgar” tiene impactso más profundos, permanentes y difíciles de sanar,
porque pasan desapercibidos a la vista de nuestra mente terrenal.
Por algo, el “no
hacerlo” es una exhortación de carácter espiritual. Las siguientes frases son
muy conocidas:
Mateo 7 (1) No juzguéis, para que no seáis juzgados. (2) Porque con el
juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será
medido. (3) ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no
echas de ver la viga que está en tu propio ojo? (4) ¿O cómo dirás a tu hermano:
Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?
Mateo 6-(22) La lámpara del cuerpo es el ojo (lo que percibas del mundo); así que, si tu ojo es bueno (no te enfrascas en el juicio negativo) , todo tu cuerpo estará lleno de luz; (23) pero si tu ojo es maligno (si solo estás concentrándote en lo que te parece malo), todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?
Mateo 6-(22) La lámpara del cuerpo es el ojo (lo que percibas del mundo); así que, si tu ojo es bueno (no te enfrascas en el juicio negativo) , todo tu cuerpo estará lleno de luz; (23) pero si tu ojo es maligno (si solo estás concentrándote en lo que te parece malo), todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?
Pero como
siempre, estos párrafos leídos de forma aislada, fuera de un contexto amplio de
enseñanza cristiana, se pueden entender a medias.
Si pensamos, como
de costumbre, desde nuestro plano mental-terrenal (nuestra percepción externa
usual), creemos que el “no juzgar” se cumple con “no hablar mal de las
personas” o en “tratar de entender el porqué hacen ciertas cosas”. Si tratamos
de hacer esto nos sentimos como si ya estuviéramos cumpliendo con el mandato Divino.
Evidentemente que
controlar nuestras palabras puede ser importante e intentar comprender lo es
más lo es mucho más (es el principio de la Compasión ); pero esas actitudes no llegan ni a la
mitad de lo que en realidad nos exige el “no juzgar”.
La argumentación
contextualizada del “no juicio” nos puede llevar a muchos pasajes bíblicos
(desde el Génesis hasta el Apocalipsis), pero vamos a argumentarlo de forma
sencilla y práctica.
Primero y
principal, el “juicio” es muy diferente a la “crítica”. El “no juzgar” no
implica el desconocer lo que está mal, ni esconderlo, ni pasarlo por alto ni “hacernos
la vista gorda”.
Si el “no
juzgar” hubiera sido el “no criticar”, tanto Juan el Bautista como el mismo
Jesús hubieran trasgredido esa regla a lo largo de sus vidas. Juan el Bautista
se la pasaba predicando por todas partes (dicen que por el desierto) echándole
en cara a todo el mundo lo que estaban haciendo mal; y llamando entonces al
arrepentimiento desde un reconocimiento de lo mal que estaban llevando la vida.
Jesús mismo llamó hipócritas a mucha gente, agarró a latigazos a los que un día
estaban en el Templo; y constantemente estaba recalcando lo mal que lo
estábamos haciendo y contraponía la forma de cómo deberíamos hacerlo. Ni Juan el
Bautista (preparando la llegada de Jesús), ni el mismo Jesús, iban por la vida
“haciéndose de la vista gorda” ante las cosas que se estaban haciendo mal.
Ellos criticaban a diestra y siniestra; pero... no juzgaban.
¿Dónde está la
diferencia entre la crítica y el verdadero juicio que no debemos hacer? Veamos
este otro pequeño pasaje bíblico para contextualizar:
1 Samuel 16- (7) 7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho (yo no le hago caso a eso); porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
Más allá de lo
que nuestros ojos miren, de lo que nuestra lengua hable o calle, de lo que nuestra
mente se argumente o piense; lo que le llega a Dios de forma directa es lo que
sentimos en nuestros corazones. Esto parece fácil, pero generalmente se
confunde.
El juicio (ese que no debemos tener) se manifiesta en
el mismo momento que percibimos algo y sentimos cosas inapropiadas en nuestros
corazones (ya que eso es lo que está oyendo Dios).
En el mismo momento en que alguien hace algo y
nosotros sentimos: rabia, indignación, sed de venganza o de
“justicia”, molestia, etc.; en ese mismo instante “estamos juzgando” Y ESO ES
LO QUE DIOS NO QUIERE.
Muchas veces
callamos nuestra lengua, pero nuestros corazones arden; muchas veces nuestra
mente se argumenta razones, pero nuestros corazones lloran... eso es juicio;
eso es lo que debemos controlar.
Hasta que no aprendamos
a estar conscientes, no de nuestra mente (que es una simple herramienta), sino
de nuestros sentimientos (que son los que de forma verdadera y única escucha
Dios); no habremos ni siquiera comenzado el camino de la realización personal.
Estaremos viviendo y creyendo que lo estamos haciendo bien, pero envueltos en los
infortunios o estancamiento de nuestras propias acciones inapropiadas.
Ahora, las
preguntas correctas son: ¿Cómo aprendo a no juzgar? ¿Cómo aprendo a controlar
lo que siento cuando alguien hace algo que considero equivocado? Con guía, con
trabajo, con tiempo y con paciencia. Con crecimiento espiritual, no hay otra
forma. Pero no se puede hacer de la noche a la mañana. Primero hay que crear
consciencia de nuestros propios sentimientos para comenzar a controlarlos.
Juan el Bautista
y Jesús criticaban a diestra y siniestra, pero en sus corazones albergaban el
amor más grande que existió por todos nosotros; no había juicio en ellos hacia
nosotros.
¿Te quedó alguna
duda? Tienes dos formas de resolverlo Sanación Crística o Evolución Consciente.
Si no lo asumes ahora, algún día será urgente que lo hagas. Es mandato Divino.
La humanidad
no ha cambiado; por eso le cortaron la cabeza a Juan el Bautista. Nunca a nadie
le ha gustado reconocer los desaciertos que comente y mucho menos que un “loco
cualquiera” (sin nombre, sin fama, sin fortuna, caminando por el desierto) se
los diga. Pero créanme que es la única forma de mejorar. Ni la soberbia ni la
altivez nunca han sido buenas compañeras en ningún camino de sanación.
Namasté
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
17 de enero del 2014.
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Así entendí tu artículo Maestro: Si como "seres espirituales que somos viviendo una experiencia terrenal" nos planteamos como meta vivir desde el espíritu, debemos estar conscientes de que somos responsables de lo que sentimos. Esa Conciencia Espiritual se logra únicamente con un Crecimiento Espiritual consciente y sostenido en el tiempo.... Namasté
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