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domingo, 30 de marzo de 2014

Jesús, un asunto también de muerte



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Es notorio y muchas veces lo he escrito, que las enseñanzas de Cristo Jesús suelen ser incomprendidas o muy difíciles de seguir. De hecho, se suele vivir una cristiandad a conveniencia, aplicando lo que es fácil de seguir y alegando y dejando de lado lo que parece ilógico o insensato en nuestra realidad.

En cuanto a nuestra vida cotidiana, la mayoría de la gente vive “de su cuenta”. A veces se acuerdan de alguna enseñanza de Jesús, pero siente y actúa como si su vida dependiera únicamente de sus esfuerzos personales (actitud que es, por demás, poco cristiana).

Pero en muchos casos esta actitud de vida no dedicada a Jesús no es criticable; ya que encontramos “promesas sobreentendidas” que parecen no cumplirse. Tenemos personas con vidas complicadas que no parecen tener recompensas evidentes y manifiestas con el comportarse medianamente correcto desde el punto de vista cristiano. Y aún más, tenemos vidas que terminan abruptamente y hasta trágicamente en personas con una entrega a Jesús y con un compromiso manifiesto de su fe espiritual.

Entonces cualquiera puede preguntarse: la dedicación de una vida cristiana ¿no trae “necesariamente” consecuencias  positivas en esa vida?

La respuesta debería ser que sí; que sí trae consecuencias positivas. Y la consecuencia principal está en un cambio de óptica cuando percibimos algunas situaciones terrenales. No es lo mismo una interpretación de un hecho de vida de una persona no cristiana a la de un cristiano comprometido (real). Pero más allá de esa visión diferente de la vida, las cosas difíciles parecen no estar exentas a ninguno.

Entonces ¿para qué tanto esfuerzo intentando cumplir con lo que Jesús decía? Imagínate, ¿“bendecir a nuestros enemigos” para que después nos traten peor? ¿Tener tanta confianza en Dios, para después morir de improviso?

Estoy poniendo ejemplos extremos, ya que en realidad sí le va mejor a cualquier cristiano en relación con el que no lo es (desde la simpleza de que se mete en menos problemas); pero el cuestionamiento sigue siendo válido.

Y la pregunta a reflexionar es: “el ser cristiano, ¿debe tener un impacto directo sobre nuestra vida terrenal (situaciones terrenales)?”

Veamos que dijo Jesús:

Juan 18: 35-36
(Reina-Valera 1960)

35 Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
36 Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.

Jesús como Rey y Señor nuestro, fija las leyes de vida necesarias, las reglas, las normas, pero para un mundo que no es este que conocemos, sino uno “fuera de este mundo”, Estas normas, como todas, hacen que ese mundo funcione en armonía, funcione bien, para que todos los que allí viven puedan disfrutar de felicidad eterna.

Juan 18: 35-36
(Reina-Valera 1960 )

1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.


Si solo dejara la reflexión hasta aquí, la reflexión que puede surgir espontáneamente es: “entonces si las reglas son del más allá, pues las cumpliré cuando llegue a ese lado”.

Suela lógico, pero el punto necesario a pensar luego sería: si ese lado del “más allá” es el “verdadero”, la “vida eterna”, ¿para qué entonces estamos vivos en esta “vida falsa”?. Al final igual nos morimos después de muchas cosas buenas o malas y entonces no nos llevaríamos nada.

La respuesta es que estamos en “esta vida” para prepararnos para “la eternidad”. El mismo hecho de que Jesús, el Rey y Señor de “ese mundo eterno”, viniera a este plano “hecho hombre” (como un ser terrenal), es porque Él vino a traernos en persona esas reglas de vida que debemos cumplir en “estado humano” para prepararnos para cuando debamos entrar en su reino.

Es por esto mismo que algunas de sus enseñanzas (“poner la otra mejilla” por ejemplo) no parece tener sentido en nuestra realidad humana; pero júrenlo que hacerlo trae ganancia, preparación y merecimiento para poder estar mejor al morir, para poder entrar en el Reino de los Cielos.

¿Que no te quieres morir? Es lo único que tenemos seguro. Mejor y nos preparamos, ya que tarde o temprano presentaremos el examen que nos calificará en ese reino.

No puedo discutir la sensación humana de que nuestra realidad terrenal depende mucho de nosotros y de lo que hacemos; y por tanto se tiende a actuar sin muchos consejos cristianos; ¿pero y la muerte?

Asumiendo que la muerte te importe (y nos damos cuenta desde el mismo instante que ponemos todo el empeño en mantenernos vivos) ¿estás preparado para ese momento inevitable pero que tratamos de retardar al máximo?

Al igual que intentas controlar tu vida terrenal: ¿podrás controlar tu muerte o lo que pase en el más allá una vez que llegues? ¿Sabes siquiera qué vas a encontrar al morir?

Mejor es prepararse para ese momento; y está claro con esta reflexión que las enseñanzas de Jesús no son solo un asunto de vivir bien, sino que es un asunto también de muerte; de llegar a ese plano del más allá de la mejor manera posible.

Así que siendo buen cristiano cultivarás tu estadía en la eternidad. Entonces y solo entonces, la muerte se convierte efectivamente en un paso a una mejor vida.

Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 30 de marzo del 2014.
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1 comentario:

  1. Maestro, desde algún tiempo para acá me venía cuestionando el hecho de que hemos sido "preparados para la vida más no para la muerte". Nuestros padres nos dan lo que consideran la mejor educación para nosotros, nos sugieren las "condiciones" que debería reunir nuestro futuro esposo, nos dan consejos "para ser felices y exitosos" y evitar el sufrimiento....etc, etc.... Este brillante artículo me da la respuesta a mi interrogante: " Estamos "en esta vida" para prepararnos "para la eternidad" ... Que maravilla! Namasté

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