Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
En una relación
maestro - discípulo, una de las cualidades que deben estar presente es la
humildad. Y hablo de la actitud del discípulo, que es la persona que está
aprendiendo; porque siempre debemos recordar que todo maestro espiritual fue
antes un discípulo, por lo tanto, ya lo debió de haber aprendido.
Y como me refiero
a la actitud del discípulo, no hablo del “don espiritual de la humildad”, sino
de la “actitud humilde” del discípulo; desde su mismo plano terrenal.
Simplifico.
Cuando un maestro tiene varios discípulos, nacen actividades y funciones, que
entre todos se deben realizar para que el beneficio obtenido de la enseñanza
transcienda fuera del grupo.
Todo maestro
espiritual tiene limitaciones y sus más grandes son las que se refieren a su
desempeño terrenal. Es aquí donde los discípulos pueden llegar a ser muy
importantes. Entonces, cada quien desde sus fortalezas, puede llegar a aportar su
grano de arena.
Y es aquí donde suelen comenzar los problemas.
Una de las cosas
que se debe erradicar dentro de un grupo espiritual es el protagonismo entre
los discípulos. Pero ante la mencionada debilidad terrenal del maestro,
cualquier discípulo dispuesto puede convertirse en un “colaborador especial”.
Esto no sería
problema si no existiera en algunos discípulos, una satisfacción por “ser
necesario”. Y si se consigue “ser necesario” hacia el maestro, pues mucho más
satisfactorio.
El querer “ser necesario”
puede venir de una “urgencia de ser incluido o aceptado”, la misma que marca
una patología que se debe sanar. Y el maestro puede ayudar dentro del escenario
espiritual.
Un discípulo con
esa característica en su personalidad, una de las cosas que carece es de la humildad
necesaria. Y esa misma carencia de humildad, lo aleja de la figura del
discípulo.
Pero la idea no es
dejar de ayudar al maestro. Por el contrario, dentro de las posibilidades de
cada quien, es apreciado el hacerlo. Pero lo que hay que cuidar es la forma; paso
a describir lo más apropiado:
- La actitud de ayuda de un discípulo es más de “estar atento y dispuesto para…”; que “…el hacer compulsivamente”. Ese discípulo “que parece estar más consiente de las necesidades del maestro, que el mismo maestro”, termina siendo el menos útil.
- Un discípulo debe evitar brindar su ayuda directamente al maestro. Lo más apropiado es que cualquier ayuda que un discípulo esté dispuesto a brindar, se debe conversar y articular primero con los otros discípulos. Luego dicha ayuda se presenta como una ayuda del grupo. Esta es la mejor forma de disolver el protagonismo y que el maestro reciba una ayuda “más limpia”.
- Mucho mejor si el maestro no se entera de quienes le ayudan. Al fin de cuentas, lo que se debe querer es “ayudar al maestro”, no el “reconocimiento del maestro”.
- Es importante que la ayuda al maestro venga de los mismos discípulos. No es aconsejable buscar a terceros para que ayuden al maestro, a menos que la posibilidad de ayuda no exista dentro de los discípulos. Cualquier ayuda “externa” (o “favor”) se debe articular del exterior hacia los discípulos; y el maestro será un beneficiado indirecto. La razón que enmarca este protocolo enredado, proviene de un tema kármico; ya que un discípulo no debería comprometer kármicamente al maestro con personas externas que le hagan “favores”. Sería más karma externo a procesar.
- Un discípulo, que con su actitud consigue protagonismo entre los demás discípulos, crea un desbalance dentro del grupo. Es por esto por lo cual el maestro se puede ver obligado a rechazar la ayuda, a pesar de que puede necesitarla realmente.
Se suelen ver a
los maestros espirituales como “superseres”; y en realidad pueden llegar a ser
los seres más débiles y dependientes terrenalmente de otras personas.
Pero no son pocas
las veces que un maestro con alguna necesidad, prefiere no pedir ayuda a alguno
de sus discípulos, porque este puede no tener actitud correcta. Y el negarse la
ayuda a sí mismo, lo hace en beneficio del resto del grupo.
Un discípulo con
falta de humildad, no solo daña al grupo; sino que se imposibilita él mismo a
ayudar al maestro. Termina siendo poco útil.
Otro caso es el de
algunos discípulos que se molestan cuando el maestro pide ayuda a otro discípulo.
Y la molestia surge desde el autoengaño de que son ellos los que quisieran ayudar
al maestro. La mayoría de ellos buscan inconscientemente “ser importantes” para
el maestro; simple y vulgar protagonismo.
El mismo Jesús,
enseñándonos cómo vivir en una relación maestro – discípulo, lo dejó muy claro:
Marcos 9: 33-35
Dios Habla Hoy (DHH)
Dios Habla Hoy (DHH)
33 Llegaron a la
ciudad de Cafarnaúm. Cuando ya estaban en casa, Jesús les preguntó:
—¿Qué venían
discutiendo ustedes por el camino?
34 Pero (sus discípulos) se quedaron callados,
porque en el camino habían discutido quién de ellos era el más importante. 35
Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo:
—Si alguien quiere
ser el primero, deberá ser el último de todos, y servirlos a todos.
“Si te obsesionas para que el maestro te necesite, corres el riesgo de que
te deje de lado.”
(PAGR)
Namasté
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano,
Karuna Ki
Original: 04 de enero del
2015
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Palabras-claves:
humildad, maestro, discípulo
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