Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
Es
muy fácil dudar, desestimar e incluso desprestigiar lo que no
entendemos. Y nuestra creencia religiosa no se escapa de eso.
Muchos
no creyentes apuntan a que alguna vez fueron cristianos y que Dios (o
Jesús) les decepcionó o les falló.
Permítanme
decir que el ser cristiano no es un calificativo que podamos
auto-imponernos; y mucho menos lo ganamos por solo estar bautizados,
repetir oraciones o ir a misa.
Somos
cristianos cuando ya Cristo es una verdad en nuestras vidas; y
ninguna verdad puede defraudarnos. Si alguna vez nos sentimos
abandonados por Jesús, es que aún no habíamos llegado a ser
cristianos.
Una
de las decepciones que pueden sentir las personas en busca de Cristo,
es la de sentirse “desoídos” en sus peticiones. Peticiones que
un cristiano real probablemente no haría.
Entre
las decepciones que Jesús parece causar, están: la existencia de
guerras, hambre, pobreza, enfermedades; la discordia entre familias,
hermanos, co-nacionales; las injusticias humanas; e incluso la muerte
de seres queridos; entre otras.
Pareciera
que nuestras peticiones en esos ámbitos deberían ser no solo
escuchadas sino atendidas sin demora por Jesús (o por Dios Padre a
través de Jesús); en el caso de que ellos realmente existieran.
Pero
más de una vez Jesús repitió: “Mi reino no es de este mundo”
(Juan 18:36). Y esto significa que la mayoría de las cosas que
suceden (si no todas) en este mundo, no son de la jurisdicción
directa de Jesús; por lo menos en lo concerniente a evitarlas.
Cualquier cristiano entiende esto.
Pero
si los asuntos terrenales no dependen directamente de Jesús, ¿de
quién depende las cosas por las que solemos pedirles y que están
apuntadas arriba? Pues dependen de nosotros mismos. Depende de
nosotros que no haya guerras; depende de nosotros que trabajemos en
conjunto en función de erradicar el hambre y la pobreza; depende de
nosotros no pelearnos y tolerarnos como hermanos en Dios; depende de
nosotros no anteponer nuestro propio beneficio egoísta antes la
justicia igualitaria de todos; y hasta depende de nuestra propia
biología terrenal el mantenernos vivos o morir; no de Jesús.
Cuando
pedimos a Jesús que nos salve, o cuando repetimos la frase de que
“somos salvos en Cristo Jesús”, o incluso cuando pedimos a Jesús
que salve a un familiar en peligro de muerte, ¿a caso significa que
Jesús no lo va a dejar morir físicamente? Si el mismo Jesús murió
físicamente cuando le tocó.
La
salvación de Jesús, prometida a través de sus enseñanzas,
significa el bienestar de nuestro ser en un plano más allá de la
muerte. Jesús promete una “Vida Eterna”; y cuando se habla de
esta “Vida”, nunca se ha hablado de vida física, sino de la vida
que existe más allá de nuestra existencia biológica.
Cuando
entonces pedimos a Jesús “que salve a un ser querido a punto de
morir”; estaremos pidiendo (o deberíamos entender como cristianos)
que lo salve de una vida de sufrimiento luego que haya partido de
este plano terrenal. Porque es así; nuestra existencia no se termina
cuando se detienen nuestras funciones biológicas.
Estas
cosas son básicas de cualquier cristiano (lo siento si no lo
sabías); y asumirse cristiano y no comprenderlo trae frustración y
sentimientos encontrados por el hecho de que Jesús parece no
escuchar algunas de nuestras súplicas.
Pero
debemos saber que hay cosas en esta vida que no les corresponden a
Jesús. Jesús se encarga de cosas más importantes; y tu vida
espiritual eterna, créeme que es más importante que una supuesta
vida terrenal buena y eterna.
Lo
que sí le correspondió a Jesús fue venir a enseñarnos cómo vivir
en esta Tierra, manteniendo siempre el foco hacia una “Vida
Eterna”. Pero parece que no llegamos a entenderlo. Por eso Jesús
no puede vivir nuestras vidas y tampoco evitarnos lo que nos toca
vivir; aún menos si no hemos seguido sus instrucciones.
No
quiero decir que no podamos elevar nuestras oraciones a Dios y/o a
Jesús, claro que podemos; pero una de ellas debería ser para que
podamos comportarnos, cada vez más, como mejores cristianos y que
nuestro ejemplo sirva para los demás.
Igual,
la vida de un verdadero cristiano termina siendo una experiencia
terrenal de mayor paz interior a pesar de las circunstancias; así
que Jesús aún vale la pena.
Namasté
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original:
17 de febrero del 2015
http://cartelesmaestros.blogspot.com/
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Palabras-claves:
Jesús, vida, eterna, morir, sálvanos, instrucciones, Dios
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