Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
Para
muchos llamados “cristianos”, los personales religiosos parecen
ser más “superhéroes” que figuras a imitar.
Tanto
Jesús, María, los ángeles y los santos (los que apliquen según
sea la iglesia cristiana), y hasta el mismo Dios Padres, son figuras
a las que se les invoca para que acudan a resolver nuestros
problemas; una vez, claro está, que nos autodeclaramos incapaces de
resolverlos.
Pero
como buena escena de tira cómica;
nos declaramos incapaces no por nuestras debilidades; sino porque
siempre hay un malhechor o villano que sobrepasa nuestras propias
fortalezas. Estos malhechores suelen ser: fuerzas oscuras del mal;
malas energías; espíritus inmundos; hechizos; trabajos de brujería;
magia negra; conspiraciones humanas, satánicas o extraterrestres; o
incluso el mismo diablo.
Lo
que suele suceder es que muchas veces dichos llamados quedan sin
asistencias o tardan mucho. Aunque no podemos ignorar que a veces las
situaciones parecen disolverse; pero uno no sabe si fue un milagro o
si ya tocaba que terminara.
Gran
cantidad de veces me ha tocado recordar o discutir que más allá de
las enseñanzas espirituales que nuestros personajes religiosos nos
pudieron dejar; la mejor de las formas de enseñar es por el ejemplo.
Esto implica entonces que la mejor forma de aprender es por imitación
de dicho ejemplo.
Cuando
hablo con estos “cristianos”, les planteo que debemos dejar de
ver a Jesús, a María, a los santos, etc. como “proveedores de
milagros”. Lo que debemos hacer en cambio es comenzar a honrar sus
enseñanzas aplicándolas en nuestra vidas, tal como ellos lo
hicieron en las suyas. Cuando doy esta recomendación; generalmente
salgo “con las tablas en la cabeza”.
Han
sido varias las veces que ante mi propuesta de imitar a Jesús (por
ejemplo), la gente sale esgrimiendo lo “especial y superpoderoso”
que era Jesús y que por eso él puede hacer cosas que son imposible
para nosotros “pobres humanos”.
Eso,
más que un reconocimiento de superioridad de Jesús; es una actitud
de debilidad muy cómoda, para así evitar enfrentarnos a nuestras
responsabilidades.
Una
de las cosas que Jesús hacía frecuentemente era enfrentarnos a
resolver nuestros asuntos. Alusiones a nuestra “poca fe” son muy
frecuentes en la Santa Biblia; y el mismo hecho de que Jesús nos
enseñara, plantea la idea de “empoderarnos” para que nosotros
resolviéramos. Ningún maestro enseña a otra persona con la
intensión de que esta dependa de él eternamente; se dan las
herramientas para que ella pueda vivir bien.
Por
ejemplo:
- Discípulos con Jesús en la barca, en plena tormenta. Estos asustados, no sabían qué hacer. Levantan a Jesús para que les ayude. Jesús se molesta; resuelve; pero les regaña porque tener miedo y por no tener suficiente fe para resolver por ellos mismos. (Mateo 8:23-27)
- Jesús caminando sobre las aguas. Llama a Pedro para que fuera hacia él, caminando sobre las aguas, imitándolo. Pedro intenta, pero se asusta y se hunde. Jesús reprende a Pedro por no poder hacerlo. (Mateo 14:22-33)
- Discípulos de Jesús intentando sacar a un demonio de un muchacho. No pudieron. Acuden a Jesús. Jesús de molesta. Jesús saca al demonio y reprende a sus discípulos por no poder hacerlo como lo hizo Él; les vuelve a decir “hombres de poca fe”. (Mateo 17.14-21)
- Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que el que confía en mí, hará lo mismo que yo hago. Y, como yo voy a donde está mi Padre, ustedes harán cosas todavía mayores de las que yo he hecho.” (Juan 14:12)
Y
como estos, se pueden encontrar más pasajes donde Jesús espera que
sus discípulos logren resolver por ellos mismos, apoyados en la fe
en Él; e incluso hasta imitándolo.
¿Pero
fe en que Jesús va a venir a ayudar? ¡No!, sino fe en que viviendo
como Jesús nos enseñó, podemos salir adelante en nuestras
situaciones difíciles. Esa es la verdadera fe que Jesús espera de
nosotros; confianza en asumir sus enseñanzas en nuestras propias
vidas.
Así
que la idea de imitar a Jesús, en su forma de ver y actuar antes las
situaciones, es vital a lo largo de toda la enseñanza cristiana;
para así tratar de resolver por nosotros mismos.
No
hablo de imitar hechos concretos (nadie espera que muramos en la
cruz, ni que agarremos a latigazo a nadie en ningún templo, ni que
sanemos enfermos, por ejemplo), pero que sí aprendamos a ver la vida
y a enfrentarla como Jesús lo hizo.
Lo
mismo sucede con Nuestra Señora Virgen María, y su forma particular
de entregarse a Dios y de decirle siempre que “sí”, incluso a la
muerte de su propio hijo.
Y
ni hablar de los santos, donde a cada uno se le asigna un ámbito o
aspecto de acción (amor, trabajo, enfermedad, etc.), pero que de la
misma forma siempre se destaca la forma de vivir su fe y de enfrentar
sus propios problemas. Igual con ellos, deberíamos imitar sus formas
de enfrentar la vida, para poder gozar de los beneficios que se le
atañen.
Y
por si toda esta reflexión fuera poco, el Apóstol Pablo da la
indicación precisa en su Primera Carta a los Corintios:
1 Corintios 10:31-11:1
La Biblia de las Américas (LBLA)
La Biblia de las Américas (LBLA)
31 Entonces, ya
sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa,
hacedlo todo para la gloria de Dios. 32 No seáis
motivo de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de
Dios; 33 así como también yo procuro agradar a
todos en todo, no buscando mi propio beneficio, sino el de muchos,
para que sean salvos.
11:1 Sed
imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo.
Y
existe la propiedad de transitividad, que dice que si a=b y b=c
entonces a=c. Si Pablo imita a Cristo y nosotros debemos imitar a
Pablo, entonces nosotros debemos imitar a Cristo.
Debemos
entonces estar atentos. Antes de pedirle a Jesús, a María o a algún
santo; mejor buscamos conocerles e imitarles. A lo mejor nos damos
cuenta que comportándonos como ellos, podemos resolver nuestro
sufrimiento y no les molestamos.
A
mí no me gustaría que Jesús sintiera que perdió el tiempo cuando
vino a enseñarnos; y que como nunca le hicimos caso, aún dependemos
de Él para resolver nuestros problemas, incluso aqueños con
nuestros prójimos.
Yo no podré imitar a Superman
ni a Spiderman, pero con Jesús hago el esfuerzo todos los
días de mi vida. Yo no quisiera que se siguiera molestando :-).
¡Qué pena con ese Señor! Después
de que vino, se hizo hombre, me enseñó y murió por mí, ¿le voy a
seguir pidiendo que resuelva las cosas por mí, sin yo haber hecho como él hubiera hecho?
Namasté
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original:
16 de febrero del 2015
http://cartelesmaestros.blogspot.com/
Twitters:
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@AdamaConsc
Palabras-claves:
imitar, jesús, discípulos, maría, santos, superman
GRACIAS POR SUS INVALUABLES ENSEÑANZAS MAESTRO. QUE DIOS LE BENDIGA POR SIEMPRE. JMA
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