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lunes, 16 de febrero de 2015

Imitar a Jesús

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Para muchos llamados “cristianos”, los personales religiosos parecen ser más “superhéroes” que figuras a imitar.

Tanto Jesús, María, los ángeles y los santos (los que apliquen según sea la iglesia cristiana), y hasta el mismo Dios Padres, son figuras a las que se les invoca para que acudan a resolver nuestros problemas; una vez, claro está, que nos autodeclaramos incapaces de resolverlos.

Pero como buena escena de tira cómica; nos declaramos incapaces no por nuestras debilidades; sino porque siempre hay un malhechor o villano que sobrepasa nuestras propias fortalezas. Estos malhechores suelen ser: fuerzas oscuras del mal; malas energías; espíritus inmundos; hechizos; trabajos de brujería; magia negra; conspiraciones humanas, satánicas o extraterrestres; o incluso el mismo diablo.

Lo que suele suceder es que muchas veces dichos llamados quedan sin asistencias o tardan mucho. Aunque no podemos ignorar que a veces las situaciones parecen disolverse; pero uno no sabe si fue un milagro o si ya tocaba que terminara.

Gran cantidad de veces me ha tocado recordar o discutir que más allá de las enseñanzas espirituales que nuestros personajes religiosos nos pudieron dejar; la mejor de las formas de enseñar es por el ejemplo. Esto implica entonces que la mejor forma de aprender es por imitación de dicho ejemplo.

Cuando hablo con estos “cristianos”, les planteo que debemos dejar de ver a Jesús, a María, a los santos, etc. como “proveedores de milagros”. Lo que debemos hacer en cambio es comenzar a honrar sus enseñanzas aplicándolas en nuestra vidas, tal como ellos lo hicieron en las suyas. Cuando doy esta recomendación; generalmente salgo “con las tablas en la cabeza”.

Han sido varias las veces que ante mi propuesta de imitar a Jesús (por ejemplo), la gente sale esgrimiendo lo “especial y superpoderoso” que era Jesús y que por eso él puede hacer cosas que son imposible para nosotros “pobres humanos”.

Eso, más que un reconocimiento de superioridad de Jesús; es una actitud de debilidad muy cómoda, para así evitar enfrentarnos a nuestras responsabilidades.

Una de las cosas que Jesús hacía frecuentemente era enfrentarnos a resolver nuestros asuntos. Alusiones a nuestra “poca fe” son muy frecuentes en la Santa Biblia; y el mismo hecho de que Jesús nos enseñara, plantea la idea de “empoderarnos” para que nosotros resolviéramos. Ningún maestro enseña a otra persona con la intensión de que esta dependa de él eternamente; se dan las herramientas para que ella pueda vivir bien.

Por ejemplo:
  • Discípulos con Jesús en la barca, en plena tormenta. Estos asustados, no sabían qué hacer. Levantan a Jesús para que les ayude. Jesús se molesta; resuelve; pero les regaña porque tener miedo y por no tener suficiente fe para resolver por ellos mismos. (Mateo 8:23-27)
  • Jesús caminando sobre las aguas. Llama a Pedro para que fuera hacia él, caminando sobre las aguas, imitándolo. Pedro intenta, pero se asusta y se hunde. Jesús reprende a Pedro por no poder hacerlo. (Mateo 14:22-33)
  • Discípulos de Jesús intentando sacar a un demonio de un muchacho. No pudieron. Acuden a Jesús. Jesús de molesta. Jesús saca al demonio y reprende a sus discípulos por no poder hacerlo como lo hizo Él; les vuelve a decir “hombres de poca fe”. (Mateo 17.14-21)
  • Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que el que confía en mí, hará lo mismo que yo hago. Y, como yo voy a donde está mi Padre, ustedes harán cosas todavía mayores de las que yo he hecho.” (Juan 14:12)
Y como estos, se pueden encontrar más pasajes donde Jesús espera que sus discípulos logren resolver por ellos mismos, apoyados en la fe en Él; e incluso hasta imitándolo.

¿Pero fe en que Jesús va a venir a ayudar? ¡No!, sino fe en que viviendo como Jesús nos enseñó, podemos salir adelante en nuestras situaciones difíciles. Esa es la verdadera fe que Jesús espera de nosotros; confianza en asumir sus enseñanzas en nuestras propias vidas.

Así que la idea de imitar a Jesús, en su forma de ver y actuar antes las situaciones, es vital a lo largo de toda la enseñanza cristiana; para así tratar de resolver por nosotros mismos.

No hablo de imitar hechos concretos (nadie espera que muramos en la cruz, ni que agarremos a latigazo a nadie en ningún templo, ni que sanemos enfermos, por ejemplo), pero que sí aprendamos a ver la vida y a enfrentarla como Jesús lo hizo.

Lo mismo sucede con Nuestra Señora Virgen María, y su forma particular de entregarse a Dios y de decirle siempre que “sí”, incluso a la muerte de su propio hijo.

Y ni hablar de los santos, donde a cada uno se le asigna un ámbito o aspecto de acción (amor, trabajo, enfermedad, etc.), pero que de la misma forma siempre se destaca la forma de vivir su fe y de enfrentar sus propios problemas. Igual con ellos, deberíamos imitar sus formas de enfrentar la vida, para poder gozar de los beneficios que se le atañen.

Y por si toda esta reflexión fuera poco, el Apóstol Pablo da la indicación precisa en su Primera Carta a los Corintios:

1 Corintios 10:31-11:1 
La Biblia de las Américas (LBLA)

31 Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. 32 No seáis motivo de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios; 33 así como también yo procuro agradar a todos en todo, no buscando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.

11:1 Sed imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo.


Y existe la propiedad de transitividad, que dice que si a=b y b=c entonces a=c. Si Pablo imita a Cristo y nosotros debemos imitar a Pablo, entonces nosotros debemos imitar a Cristo.

Debemos entonces estar atentos. Antes de pedirle a Jesús, a María o a algún santo; mejor buscamos conocerles e imitarles. A lo mejor nos damos cuenta que comportándonos como ellos, podemos resolver nuestro sufrimiento y no les molestamos.

A mí no me gustaría que Jesús sintiera que perdió el tiempo cuando vino a enseñarnos; y que como nunca le hicimos caso, aún dependemos de Él para resolver nuestros problemas, incluso aqueños con nuestros prójimos.

Yo no podré imitar a Superman ni a Spiderman, pero con Jesús hago el esfuerzo todos los días de mi vida. Yo no quisiera que se siguiera molestando :-).

¡Qué pena con ese Señor! Después de que vino, se hizo hombre, me enseñó y murió por mí, ¿le voy a seguir pidiendo que resuelva las cosas por mí, sin yo haber hecho como él hubiera hecho?

Namasté

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 16 de febrero del 2015
http://cartelesmaestros.blogspot.com/
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Palabras-claves: imitar, jesús, discípulos, maría, santos, superman

1 comentario:

  1. GRACIAS POR SUS INVALUABLES ENSEÑANZAS MAESTRO. QUE DIOS LE BENDIGA POR SIEMPRE. JMA

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