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lunes, 4 de mayo de 2015

El agua y la roca - cuento



Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
 
La roca sólida, dura, inflexible; el agua tranquila, maleable, sin fortaleza aparente delante de la roca.

Como es en el Cielo así es en la Tierra; macrocosmo, microcosmo. Debemos recordar siempre que este universo trabaja con leyes inexorables; y que las mismas se aplican a toda escala. Si en un plano aprendemos sobre ellas; sin ninguna duda las podremos extrapolar en planos diferentes.

Los sabios de la antigüedad sabían que aprender cómo funciona la naturaleza podría ayudarnos a vivir; e incluso a llevarnos al Cielo.

¿Cuántas veces no nos hemos sentido en situaciones duras o delante de adversarios poderosos como una roca? Y que por más que tratamos de disolverlas o vencerles; terminamos agotados y llevándonos la peor parte.

Podemos sentirnos como un chorro de agua golpeando a una roca gigante; sin hacerle nada.

¿Es que acaso el agua puede vencer a una roca?

No me refiero a la erosión de una corriente de agua sobre una piedra; que dependiendo del material de la piedra y con muchísimo tiempo, la puede llegar a horadar.

En situaciones que enfrentamos duras como una roca, no disponemos de mucho tiempo ni de mucha agua; necesitamos resultados más rápidos.

Aquí les dejo el cuento; Dios quiera les sirva de reflexión.

---o---

Había una vez una gran roca que dominaba el paisaje en una montaña. Ella sentía que tenía el poder, la solidez y la fuerza que nadie podía vencer.

La roca había comenzado a entorpecer el flujo de un río en formación; y las gotitas de agua le decían:

“Señora roca, por favor se puede mover un poco de lado para que nos deje seguir avanzando”

La roca, que se sentía la dueña de todo, le contestaba:

“No, gotitas de agua; este es mi lugar y yo controlo el paisaje. Yo soy lo más importante; y ustedes deben supeditarse a mí.”

Muchas veces las gotitas intentaron amablemente pedirle a la roca que se quitara; pero la roca, con su altivez, nunca cedió.

Muchas gotitas molestas se lanzaron violentamente contra la roca caliente por el sol; desintegrándose y evaporándose. Además de su fuerza, la roca estaba muy caliente en pleno día.

Otras gotitas trataron de rodear a la roca, pero en ese camino más largo ellas se perdían y desaparecían.

Afortunadamente había una gotita de agua muy sabia, que aconsejaba a las demás. Esta les decía:

“Hermanas gotitas; no sirve de nada ser violenta contra quien es más fuerte que nosotras, porque de forma natural nos desintegraremos y moriremos.

Tampoco sirve que algunas de ustedes intenten rodearla, porque se perderán y las pocas que lleguen al otro lado no podrán formar el río.

Seamos pacientes; y en la noche, la Madre Naturaleza actuará”

Ante un consejo así, muchas gotitas (de las violentas) se molestaron con la sabia; y las aventureras que buscaban rodear la piedra, la llamaron ingenua, tonta y loca.

Pero llegó la noche; y muchas gotitas de agua seguían luchando y muriendo; y las que no, se terminaban perdiendo.

Pero la gotita sabia convenció a una pocas y les pidió ayuda:

“Gotitas amigas, todo el mundo ve a esa roca como dura, firme y compacta; pero no saben que por muy sólida que parezca, tiene pequeñas fisuras internas en su estructura que no se ven. Ni la misma roca, por su altivez, sabe que las tiene.

Yo les pido que ahora que cae la noche, ustedes gotitas amigas se cuelen muy en silencio y con mucha suavidad en las fisuras de la roca. No se muevan mucho para que no se calienten; hagan que la misma roca les sienta a ustedes parte de ella.

Pero recuerden, es muy importante que no se alboroten mucho, no traten de ser heroínas. Simplemente estén allí y hagan lo que la Madre Naturaleza espera que ustedes hagan.”

Así lo hicieron; y las gotitas amigas penetraron en los minúsculos espacios vacíos de la roca, hasta el punto en que la misma roca se sentía agradada.

Pero entrada la noche en la montaña, la Madre Naturaleza, sin ninguna mala intención, comenzó a hacer lo que le tocaba. Y comenzó a bajar la temperatura; y bajaba más y más; cuanto más noche se hacía, más fría se volvía.

La gotita sabia gritaba bajito a sus amigas:

“... no se muevan; solo estén allí haciendo lo que la Madre Naturaleza espera: solo congélense.”

Las gotitas amigas no entendían para qué ni cómo eso iba a ayudar, pero confiaban en la sabia. Y en cada minuto que pasaba se iban congelando; y cuando se congelaban crecían un poquito; se dilataban, engordaban.

Y entonces, no fueron muchas las gotitas de agua que se habían colado dentro de la roca en el frío de la noche; y haciendo únicamente lo que tenían que hacer, generaron tal presión interna, que antes del amanecer la roca simplemente se fracturó, estalló.

La roca se partió en muchos pedazos más pequeños que ya no entorpecían al río; y muchos de los cuales se fueron con el mismo río.

Todas las gotitas de agua, se alegraron mucho; mientras que la gotita sabia les intentaba explicar la lección:

“La violencia forzada nunca ha partido ninguna roca; pero la paciencia activa, haciendo únicamente lo que corresponde hacer, puede vencer a cualquier obstáculo. Cuando nos ayudamos con fuerzas naturales más grandes que nosotros mismos, todo se resuelve mucho más rápido de lo que imaginamos.”

Mientras la gotita sabia trataba de que la oyeran, las gotitas violentas y las gotitas aventureras ya iban río abajo. Bueno... hasta la próxima roca.

---o---

Y recuerda: “Tanto la salvación (para las gotitas) como la perdición (para la roca) viene siempre de nuestro interior” (PAGR).

Namasté

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki
Original: 04 de mayo del 2015
http://cartelesmaestros.blogspot.com/
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Palabras-claves: cuento, roca, agua, violencia, paciencia activa, salvación, perdición.

2 comentarios:

  1. Que hermoso cuento Maestro... lleva a la reflexión y me hace pensar en varias cosas que nos ha enseñado... Es una lástima que haya tantas gotitas que no quieran escuchar, incluso luego de presenciar tantas pruebas... Gracias Maestro

    Namasté!

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