Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
Nuestra
civilización está inclinada a la búsqueda del saber con el afán
de poder controlar; y ese afán de control es muy desgastante. Se
tiene una tendencia patológica de intentar controlar cualquier cosa
con la intención de condicionar todo; simplemente para que ocurra lo
que a nosotros nos parezca apropiado.
Y
dentro de ese desgaste y ese afán, nos gustaría saber cómo irán
las cosas en el futuro. Conocer a priori lo que va a suceder
sería más fácil; nos daría más ánimo para continuar; o incluso
pudiéramos dar todo por perdido y así dejar de hacer y hacer.
De
este hecho, sale parte del interés sobre lo que se conocen como
profecías; cuyos concepto y motivo están mal entendidos. Aclaremos.
¿Qué
es una profecía?
Una
profecía no es una presentación de hechos que se esperan que
ocurran. Una profecía no es un conocimiento previo de hechos
del futuro (precognición); nunca lo ha sido y nunca lo será.
Dentro
del pensamiento místico, el universo (y todo lo que ocurre en él)
está claramente reglamentado. Esto quiere decir que toda secuencia
de hechos que ocurre está enmarcado dentro de leyes (universales)
que son comprendidas por cualquier místico real.
Gracias
a estas Leyes Universales, en el universo hay procesos (secuencia de
eventos) que se activan y comienzan a suceder; siempre y cuando
existan las condiciones iniciales necesarias y estén planteados los
escenarios que le sirvan de sustento a dichos eventos.
Pero
ni las condiciones iniciales, ni los escenarios de sustento que se
narran en una profecía, se refieren a personajes reales ni a
situaciones específicas.
Cuando
se estudia y transmite una profecía, es necesario presentarla dentro
de una puesta en escena donde hay actores encarnando personajes,
escenarios y situaciones consecuentes.
Una
profecía termina siendo la dramatización, dentro de algún
escenario imaginario o histórico, de un proceso definido por leyes
universales. El proceso definido por la profecía, simplemente
es algo que se pudiera activar y comenzar a operar si se llegan a
cumplir ciertas condiciones iniciales; pero como es solo un proceso,
este se puede enmarcar en cualquier escenario de vida.
Una
profecía se basa en personajes con actitudes precisas y situaciones
que son consecuencia de dichas actitudes. Nunca se pretende predecir
ni actores, ni lugares geográficos, ni momentos históricos.
Entendamos una profecía.
Permítanme inventarme una profecía
para poder ejemplificar:
“Y llegará el día en el cual
el rey pequeño que ha puesto su confianza en Dios, verá descender
un ángel de los cielos y podrá retomar su trono y de esa forma
servir al pueblo. Todo esto durará mil años.”
Veamos
los actores, las situaciones y los procesos:
- El “rey pequeño”: pudiera definir a alguien que debería tener alguna autoridad pero que no le es respetada. Además, por ser rey, su autoridad la debe utilizar al servicio de todos a su alrededor (su reino)
- “Confianza en Dios”: implica una actitud de humildad (confianza) hacia “algo superior a sí mismo”. Pero no una confianza pasiva; como “rey” debe siempre hacer el esfuerzo.
- El “ángel de los cielos”: representa una ayuda inesperada, una ayuda especial.
- “Retomar su trono” indica que se le vuelven a respetan sus opiniones, sus acciones.
- “Servicio al pueblo” es la condición dentro de la cual el proceso se cumple. Si el “pequeño rey” busca su beneficio personal, la profecía (el proceso) no se da.
- “Durará mil años”: simplemente es una indicación que de suceder este proceso, durará “mucho tiempo”.
Si
hiciéremos la lectura correcta y extrajéramos solo el esqueleto de
la profecía (el proceso que describe) pudiera quedar algo como:
“Cuando alguien siente que pudiera
hacer algo para servir/ayudar a los demás; y se ve
impedido/imposibilitado de hacerlo; solo le bastaría seguir
esforzándose con total confianza en Dios, para de esa forma poder
conseguirlo, incluso de forma inesperada. Y si logra esa confianza en
Dios, la posibilidad de servir nunca más le será quitada.”
Pero la profecía no se aclara con el
solo hecho de desvestir las palabras, sino que hay que
contextualizarla correctamente. Aquí faltaría el hecho de entender
qué significa “confiar en Dios”:
“Confiar en Dios” significa
“saberlo todopoderoso”; y por lo tanto “todo lo que ocurre está
bajo su mirada y dentro de sus planes”; y por lo tanto “no te
quejas ni reniegas de las situaciones”; y por lo tanto “sigues
trabajando” en el entendido de que “eso es lo que desea Dios que
hagas” más allá de los resultados, ya que “confías en que Dios
sabe lo que hace”; y por lo tanto al final “se hará su voluntad
y no la tuya”. Esto es “Confiar en Dios”
Completo entonces el entendimiento de
la profecía:
“Cuando alguien siente que
pudiera hacer algo para servir/ayudar a los demás; y se ve
impedido/imposibilitado de hacerlo; solo le bastaría seguir
esforzándose sin renegar y ni quejarse de su situación, para de esa
forma poder conseguirlo, incluso de forma inesperada. Y si logra esa
confianza en Dios, la posibilidad de servir nunca más le será
quitada.”
¡Eureka!
Deciframos la profecía inventada por mí.
Pero
¿es inventada? Pues no; porque esta profecía dramatiza un proceso
apegado totalmente con las Leyes Universales; y por lo tanto, si las
condiciones se dan, el proceso se cumple a cabalidad.
¿Y
dónde se cumple? Pues donde sea; siempre y cuando se cumplan con las
condiciones.
La
profecía se puede aplicar: a un estudiante que se esfuerza por sus
notas ante un profesor difícil; a un miembro de una pareja que se
siente con razón pero en desventaja; a un líder comunitario que no
logran que se escuchen los derechos de sus representados; a un
empleado con buenas ideas pero relegado por su jefe; etc.etc.etc.
Utilidad
de las profecías
Ahora
podemos darnos cuenta de que es tonto pensar en una profecía como
algo que va a ocurrir y comenzar a buscar futuros “posibles
culpables” o responsables.
Las
profecías, en cambio, son excelentes para prevenir o remediar
situaciones. Me explico.
Si
vemos que una situación de vida se encamina hacia el cumplimiento de
una profecía fatalista; pues solo debemos darnos cuenta de ello y
dejar de cumplir o cambiar las condiciones iniciales que dispararían
el proceso. Listo, nos salvamos.
O
si vemos que ya estamos viviendo dentro de un proceso descrito en una
profecía, generalmente se puede encontrar dentro de la misma
profecía lo que deberíamos hacer para que dicho proceso se
desvirtúe; así saldríamos de la profecía y pudiéramos “cambiar
nuestro destino”.
¿Dónde
hay profecías?
Generalmente
no hay profecías en las personas que pretenden adivinar hechos del
futuro; a estos se les podría llamar adivinadores, videntes,
precognitivos y algo similar; pero profetas no.
Un
profeta no busca adivinar o predecir el futuro, sino que busca
describir procesos “que se pudieran cumplir sí...” suceden
ciertas cosas.
Si
entendemos esto, es mucho más fácil lidiar con las profecias
oficiales.
Nuestra
Santa Biblia esta llena de profecías; si bien la que se conoce mejor
es la del Apocalipsis. En realidad cualquier texto sagrado está
formado por descripciones de procesos con indicación de condiciones
iniciales; estas son profecías.
Además,
dentro de una profecía puede haber muchas profecías anidadas una
dentro de otra.
Hay
muchas otras que podrían estudiarse; las de Michel de Nostradamus,
Edgar Cayce, Santa Gertrudis, Teresa de Ávila, Santa Catalina de
Siena, Santa Teresa de Lisieux; e incluso las mismas profecías
dejadas en construcciones y monumentos por civilizaciones antíguas
como la egipcia, la maya, etc.
Todas
las profecías tienen el mismo fin y deben recibir el mismo
tratamiento.
De
esta forma, se dejarían atrás ideas tan simplistas como creer que
“el fuego que vendrá de los cielos” será un meteorito que
destruirá a la tierra; o que el “anticristo” representa a una
persona particular. Tal vez pudiéramos entender que a lo mejor ya
estamos sometidos al castigo de ese fuego que consume, por hacer caso
omiso a los preceptos espirituales (referencia del cielo); o que
nosotros mismos, no honrando lo que Jesús enseñó, estamos
encarnando el proceso “anti-cristo”.
Aún queda mucha tela que cortar y
mucho que explicar; ojalá quede tiempo antes de que acabe la
profecía en la que estamos.
Namasté
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
28 de julio del 2015.
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profecía, leyes universales, procesos, apocalipsis, nostradamos,
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