Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
La
definición y caracterización del autismo como condición de algunos
seres humanos se los dejo a los científicos y especialistas; a mí
no me corresponde.
Pero
lo que sí me permito hacer es presentar al autismo como una
condición del ser integral; el ser humano no solo como ser terrenal,
sino como una integración de lo terrenal, lo álmico y lo
espiritual.
Y
en especial quiero referirme a los enfoques de tratamiento de algunos
tipos de autismo con animales; enfoques que cada vez más difundidos
y con mejores experiencias.
Vivir
¿desde dónde?
Más
allá de lo que nombro como “planos de existencia”, el “ser
integral” (la visión holística del ser humano) comprende tres
tipos de consciencias. De esto he escrito mucho, le ruego al lector
que busque las referencias; aquí únicamente voy a recordar lo
necesario.
Estas
tres consciencias son: la Consciencia Mental, la Consciencia Astral,
álmica o mágica y la Consciencia Espiritual. Nuestra vida la
vivimos (la percibimos y la accionamos) desde la sumatoria de las
tres consciencias.
Entre
las tres consciencias hay siempre un equilibrio perfecto y
automático. Este equilibrio logra que la expresión de cada
consciencia se balancee; y la suma de la proporción de manifestación
de ellas sea siempre del 100 %. Por ejemplo: si una persona es muy
mental, lógica, racional, la expresión de su consciencia mental es
alta; digamos un 70 %. En este caso, el 30 % restante se va a
repartir entre al consciencia astral y la espiritual (por ejemplo un
20 % astral y un 10 % espiritual).
En
una sociedad moderna extremadamente mental; orientada al logro; con
interacciones humanas complejas y cuidadas desde lo conveniente para
obtener beneficios; donde el intelecto, el razonamiento y la lógica
se premian; y en la cual cuando más piensas mejor eres; todos sus
miembros existen con una consciencia mental extremadamente
protagónica. (Está de más decir que esta es la razón de la falta
de espiritualidad real de nuestras sociedades modernas).
Es
por esto por lo que la mayoría de las personas “normales” viven
desde la mente. Por lo tanto, cualquier persona que no lo haga,
cualquier persona que experimente la vida desde otra consciencia, se
considera con algún grado de desadaptación o discapacidad.
Ajustes de las consciencias en
el proceso de nacer.
Pero la consciencia mental únicamente
se manifiesta en los seres humanos vivos, nacidos, encarnados o como
lo queremos llamar.
Si
creemos en un estado de existencia previo al nacer y posterior a la
muerte física, pues en esa existencia no existe la consciencia
mental.
Esto
enmarca correctamente lo temporal de la mente y su utilización
limitada a cuando estamos vivos. (Siempre ha sido un problema cuando
la vida humana se centra principalmente en la consciencia mental,
todo lo que se conquista desde la mente se pierde al morir).
Si
asumimos un nacimiento como un proceso de encarnación de un alma
(nada científico pero aceptado desde que el ser humano tuvo
consciencia de sí mismo), comenzamos a ver el asunto con claridad.
Toda
alma preparada para encarnar (y nacer), tiene solo los dos estados de
consciencia superior: la consciencia astral y la consciencia
espiritual. En el proceso de nacer, se conforma la tercera
consciencia, la mental. Y esta se debe comenzar a fortalecer para
permitir al ser humano en crecimiento vivir la vida terrenal.
En
esta formación de la consciencia mental, poéticamente se dice que
se corre un velo entre las consciencias (el Velo de Maya), que aísla
la consciencia mental del las otras dos consciencias. Por esta razón,
el ser humano comienza a ser un ser principalmente mental.
Esta
separación es importante, ya que nos especializa como seres
encarnados a vivir esta realidad terrenal. Si bien este velo no
debería ser un muro de piedra, sí es necesario para poder
interactuar de forma natural con las situaciones y con los otros
seres humanos que también son seres mentales.
¿Qué
sucede con el autismo?
Precisamente
en el autismo sucede lo que ya estás suponiendo.
En
una condición de autismo, el “Velo de Maya” no se establece
totalmente a la hora de encarnar, por lo cual la consciencia mental
no llega a tener la supremacía necesaria para su formación. En
estos casos, el desarrollo de la consciencia mental no se puede
llevar a cabo totalmente.
En
estos casos, como la consciencia mental no logra ser protagónica,
por equilibrio entre las consciencias alguna de las otras dos asume
el control; generalmente la consciencia astral.
Un
niño autista, visto desde la integralidad del ser, no es más que un
ser encarnado que vive más desde su consciencia astral que desde su
consciencia mental. Esto se debe a que, por condiciones difíciles de
definir, en el momento de la reencarnación no se separaron estas
consciencias y por eso la consciencia mental no pudo engranar en la
terrenalidad, permaneciendo la consciencia astral como dominante.
Si
una persona vive más desde su consciencia astral, pues vivirá en
función de los estímulos que reciba desde ese plano astral. Si lo
hiciera “correctamente” desde la consciencia mental, pues viviría
respondiendo a los estímulos físicos/humanos e interactuaría
correctamente con el plano terrenal.
Un
niño autista, realmente “vive en su mundo” y ese mundo es su
plano astral, no el plano terrenal del común de las personas. Es por
esto por lo que las formas de actuar de un niño autista no se
entienden, no tienen lógica, no corresponde a estímulos “reales”
terrenales.
Y
es por esto por lo que también que se produce el aislamiento de su
exterior (plano físico/terrenal) y se concentra en su mundo interior
(plano astral).
Un
niño autista vive en función de los estímulos de otros planos de
existencia que un ser principalmente mental no siente, no entiende, e
incluso no cree.
Si
colocamos a una persona “normal”, la cual responde a estímulos
sensoriales/terrenales, junto a una persona autista la cual responde
a estímulos astrales ¿acaso no es más que lógico que no tengan la
capacidad de interactuar?
Que
estén físicamente una al lado de la otra, no significa que sus
consciencias también estén cercanas; están actuando con dos planos
de consciencias totalmente diferentes.
No
solo se entiende la poca capacidad de interacción de una persona
autista con su realidad física, sino que es normal el rechazo a
dichos estímulos terrenales (contacto físico, emociones, sonido,
luces, etc.). En realidad, estos son estímulos terrenales que él no
sabe manejar, ya que en el plano astral donde vive, estos estímulos
no existen.
Esta
condición entonces, desde el punto de vista holístico se genera en
el nacimiento (repito, no nacimiento físico, sino del proceso de
encarnación del alma). Si bien se puede lograr mejorías (con
terapias que deberían estimular la consciencia mental) es una
condición que nunca se supera completamente.
Terapias
con animales
Pero
en el mundo se han hecho avances importantes a la hora de tratar el
autismo o de mejorar esta condición. Uno de estos avances ha venido
siendo la terapias con animales.
Hablamos de perros, caballos, delfines; con quienes se ha logrado que niños autistas interactúen muchas veces como nunca lo han hecho con otros seres humanos.
¿Por
qué se ha logrado esto? Lo razón es realmente simple.
Si
hablamos de animales, estos (como seres generalmente no espirituales)
solo tienen la consciencia mental y la consciencia astral; y en todos
estos, la consciencia mental está deprimida.
Sí,
los animales son seres (almas) encarnados cuya consciencia astral es
la predominante. Y esta es la razón por la cual personas autistas
(con consciencia astral predominante) puede interactuar más
fácilmente con algunos animales que con personas.
Pero
viene un problema. Muchas personas se preguntan ¿existe realmente
interacción entre personas con autismo y animales? Porque muchas
veces es solo un acercarse, o un tocar o un dejarse tocar.
Recordemos
que la interacción como la esperamos: interacción física de forma
intencionada, hablar, jugar, reírnos; son todas interacciones
mentales, no interacciones astrales.
Las
interacciones astrales muchas veces no tienen manifestaciones físicas
evidentes; sino que solo se ven como un acompañamiento de alma a
alma.
Pero
esto no es poca cosa; puede ser de real ayuda. Me explico
Por
ejemplo un perro; a pesar de que su consciencia astral es la
predominante, este tiene una consciencia mental bien operativa. El
perro interactúa muy bien con este plano terrenal, si bien percibe
muchos cosas del plano astral.
Un
autista también percibe los estímulos del plano astral, pero a
diferencia del animal, no sabe interactuar con el plano terrenal.
En
este caso, y con terapias bien llevadas, el perro podría enseñar al
niño autista a llevar a cabo esa integración de la consciencia
mental a su vida astral.
Es
así de sencillo, a lo mejor no así de fácil. Pero realmente las
terapias con animales en personas con condiciones de autismo las
tienen todas para ganar.
Claro
que hay animales más apropiados “astralmente” que otros; la
lista de perros caballos y delfines es apropiada.
Finalmente,
más allá de ofrecer en este escrito la visión del autismo desde el
punto de vista holístico y de explicar el porqué se observan
avances afortunados en las terapias con animales; quise intentar
mostrar lo importante de abrir nuestra visión del mundo y no
limitarnos a lo que sabemos o creemos o aprendimos.
Ojalá
este escrito le pueda ayudar a alguien.
Dios
te bendiga.
Namasté.
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
día 295A.S. (21 octubre 2016)
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Palabras-claves:
autismo, animales, planos, existencia, tipos de consciencias, mental,
astral, álmica, espiritual
Hola Maestro. Namasté.
ResponderEliminarSi me sirvió y servirá como profesional.
Ojala y pudiera hablar de otras condiciones que no conocemos a nivel sutil.
Gracias!!!
Saludos,
Namasté 🙏🏻 Maestro.. Gracias, de mucha ayuda, como siempre... Dios lo Bendiga Siempre.
ResponderEliminarNamasté 🙏🏻 Maestro.. Gracias, de mucha ayuda, como siempre... Dios lo Bendiga Siempre.
ResponderEliminarNamasté 🙏🏻 Maestro.. Gracias, de mucha ayuda, como siempre... Dios lo Bendiga Siempre.
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