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viernes, 14 de octubre de 2016

La importancia de erradicar nuestras propias personalidades

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Sobre el concepto de “nuestras propias personalidades” he escrito ya varias veces, así que aquí solo diré lo indispensable para esta reflexión.

Pero el tema es tan importante y tan profundo que bien vale la pena presentarlo y contextualizarlo de diferentes formas.


¿Qué son nuestras personalidades?

Nuestras propias personalidades no son más que la forma que tiene nuestra mente (humana/terrenal) de expresarse en diferentes situaciones.

Para todos es conocido que nuestra mente está condicionada por todo lo que hemos vivido desde que nacemos; condicionamientos que la mayoría de las veces no son “iluminados”.

Muchos de los condicionamientos son para defendernos; válidos posiblemente en su momento, pero condicionamientos que se extrapolan a situaciones que no son negativas.

Por ejemplo, ante un conflicto de pareja es más común que busquemos enfrentarnos a que busquemos negociar o entender al otro. Seguramente hemos aprendido más a defendernos que a conciliar.

Nuestra mente se condiciona a ser reactiva, dubitativa, conflictiva, capciosa, desconfiada, entre otras cualidades que si bien no son necesariamente malas, nos ponen a vivir de forma tal que no aprovechamos los escenarios de vida como escenarios de aprendizaje.

Pero imaginemos si además (como suele suceder) aprendimos a ser muy mentales. Pues toda nuestra vida: observada, interpretada y accionada desde nuestra mente; estará condicionada por esas personalidades que no son nada aprovechables.

Desde las personalidades simples como la testaruda, obstinada, conformista, lastimera, orgullosa, etc.; hasta las más complejas como la personalidad egocéntrica, la justiciera y la expectante; realmente no nos dejan vivir ni tranquilos no con provecho. Por ejemplo, nadie puede vivir ni tranquilo ni con provecho viendo como enemigas a las personas que no piensan como uno; o sintiendo que se está compitiendo con todo el mundo.

Cierto que tenemos personalidades que son de provecho, pero aquí me refiero a esas personalidades que yo llamo personalidades “heribles”. A estas son las que hay que erradicar.


¿Por qué erradicar nuestras personalidades heribles?

Cuando uno vive desde estas personalidades heribles, uno se convierte en esas personalidades. No es extraño que cuando se describa la conducta de una persona, se utilicen apelativos de esas personalidades para definirlo.

Potencialmente, cada personalidad herible está propensa a darnos sufrimientos; y si esto es así, pues estaremos muchas veces a la defensiva. ¿Acaso alguien puede aprender algo de provecho, desde un estado reactivo o temiendo ser herido? Pues no.

Si hablamos desde el aspecto espiritual, hay una idea de base: cada situación que vivamos tiene un trasfondo de enseñanza espiritual para nuestro espíritu. Por lo tanto, ninguna situación hiere al espíritu, sino que buscan enseñarle.

Pero si son nuestras personalidades humanas/mentales/terrenales (y no nuestro espíritu) quienes se enfrentan a las situaciones y las ve como negativas o potencialmente peligrosas; ¿acaso el espíritu puede aprender de ellas?

Para que nuestro espíritu crezca y se fortalezca, debemos asumir a cada situación desde nuestro espíritu, no desde nuestras personalidades humanas (desde nuestra mente). Y para eso, debemos darle más protagonismo a nuestro espíritu que a nuestra mente expresada en nuestras personalidades humanas heribles.


Las personalidades castran al espíritu

Vivir de forma protagónica desde nuestras mente; vivir con “nuestras razones y formas”, vivir con nuestra personalidades humanas heribles a flor de piel; imposibilita categóricamente a cualquier persona comenzar a crecer espiritualmente.

¿Pero acaso nuestro espíritu puede luchar por nosotros para ganarle la partida a nuestras personalidades humanas heribles? No, nunca, Esto debe ocurrir de forma inversa. Las personalidades heribles deben perder terreno, para que paulatinamente el espíritu asuma el protagonismo en nuestra vida.
Y esto es precisamente lo que ocurre en un escenario de crecimiento espiritual con un maestro espiritual. Erradicar a nuestra personalidades heribles es un trabajo con conjunto: de forma intencionada por el maestro y de forma esforzada por el discípulo.

Alrededor del maestro espiritual se van a suceder situaciones varias; y los discípulos, con las enseñanzas de maestro, deben esforzarse para no dejarse arrastrar por sus personalidades heribles. Si esto ocurre, cada discípulo comienza a florecer espiritualmente.

¿Se pueden suprimir las personalidades heribles de forma autónoma y solitaria? Tampoco.

La mente está preparada para autoprotegerse, nunca se va a suicidar. Y al primer intento humano (mental) que alguien pueda hacer por su cuenta para quitarle el protagonismo a su propia mente, se comienza a producir una avalancha de argumentos, resistencias, razones “por lo cual no hacerlo”; y en el mejor de los casos la persona hace intentos inútiles espiritualmente, que hacen sentir a la persona que lo está haciendo de maravilla.

Es por esta razón, por la cual es indispensable estar alrededor del maestro espiritual para crecer espiritualmente. No se aprende de un maestro espiritual solo en libros o escritos, ya que es en su entorno cercano donde se presentarán los escenarios en los cuales los discípulos deberán trabajar sus personalidades.


¿Hay referencia de esto en las religiones?

La erradicación de nuestras propias personalidades heribles, para que el espíritu sea el que pueda aflorar y tomar la rienda de nuestra vida, es un factor común en todas las doctrinas espirituales y en todas las prácticas religiosas.

En el budismo, el Señor Bhuda renunciaba a sus beneficios terrenales (incluso a su bienestar físico) para llegar a la máxima espiritualidad. En el hinduismo tenemos a Madre Kali, conocida (sin entenderlo casi nadie) como la “diosa de la muerte”; muerte que se refiere a la muerte de las personalidades humanas heribles.

Y en nuestro cristianismo tenemos a Nuestro Señor Jesucristo, quien lo enseñó de forma magistral y constante; dejando referencias claras en la Santa Biblia. En honor de mi doctrina cristina voy a colocar una de las referencias más claras y hermosas que resume todos estos párrafos:

Mateo 16:24
La Biblia de las Américas (LBLA)

24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.

Me voy a permitir parafrasear en contexto.

Discípulos”: son aquellas personas que quieren crecer espiritualmente; y para ello siguen a alguien a quienes siente como maestro espiritual.
Venir en pos de Jesucristo”: dirigirse hacia al Cielo, a donde Jesucristo iba a ir.
Sí mismo”: ¿recuerdan que uno se convierte es sus propias personalidades heribles? Esta es la referencia de uno mismo viviendo terrenalmente, de forma muy humana, nada espiritual; desde nuestras personalidades heribles.
Nuestra cruz”: son nuestros asuntos o situaciones de vida que pueden ser pesados y difíciles, ante los cuales sufrimos y sentimos que debemos protegernos, solucionar, luchar en contra. Estas situaciones son en las que salen nuestras personalidades heribles.
Seguir a Jesucristo”: las enseñanzas del Cristo marcan el camino al Cielo; por lo tanto seguir a Jesús es seguir sus enseñanzas sin desviarse.

Parafraseo:

Entonces, Jesucristo dijo a quienes le quería seguir para crecer espiritualmente: Si alguno quiere llegar al Cielo, debe negarse sus propias personalidades humanas heribles (debe negarse el vivir desde la mente); asumiendo de esa forma sus situaciones difíciles y en ellas aplicar lo que yo le he enseñado”. (ESdJ)


Espero que una vez más te hayas dado cuenta de lo importante que es tener un maestro espiritual, que no solo te haga luchar contra tus propias personalidades heribles, sino que también te explique estas cosas.

Cada vez queda menos tiempo, te conviene "enseriarte".

Dios les bendiga.
Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: día 288 A.S. (14 octubre 2016)
Twitters: @pagr777 @eReiki @EvolConsc @SanaCristica
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Palabras-claves: personalidades heribles, maestro espiritual, discípulo. Toma tu cruz, niégate a ti mismo.

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