Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
La
forma correcta de ser espiritual está extensamente explicada
en la Santa Biblia y en otros textos místicos; pero no hay peor
ciego que el que no quiere ver; o mejor dicho, no hay peor ciego que
el que cree que está haciendo las cosas bien y no acepta corrección.
Manifestarse
en totalidad como un Ser espiritual es la misión de vida de todo ser
encarnado. Pero se corre
un grave peligro en abandonar el esfuerzo necesario, cuando creemos
que ya somos espirituales.
Si
no somos realmente espirituales, pero creemos serlo porque así nos
enseñaron, o así lo aprendimos o de esa forma hemos invertido ya
mucho tiempo y esfuerzo; desde ese instante nos anclaremos y no
avanzaremos más en nuestra evolución espiritual. “Si ya lo soy,
para que esforzarme más”; esta es la triste concepción de muchas
personas ganadas a esto de la “Nueva Era”. Construimos
una zona de confort, que habría que romper para progresar.
Contextualizo
la enseñanza en un pequeño fragmento de la Biblia:
Mateo 12:25 (RVR1960)
25 Sabiendo
Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido
contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí
misma, no permanecerá.
Este
pasaje viene de una escena donde Jesucristo estaba refiriéndose a
sus propias acciones que
estaban siendo criticadas por los fariseos. Esto
quiere decir que estaba enseñando sobre la diferencia entre
lo “verdaderamente espiritual” y lo “no espiritual”
Es
sencillo...
Cuando
Jesucristo hablaba sobre “un
reino”, si bien podía estar utilizando la palabra de forma
genérica, en realidad se terminaría refiriendo como muchas veces,
al “reino de lo cielos”, a lo “verdaderamente espiritual”.
Y
Él refiere en su defensa, que “el reino de los cielos” (el
verdadero reino; Su reino – Juan 18:36) no podía estar
“dividido”; no podía tener “dos partes opuestas” (“dividido
contra sí mismo”).
Esta
“división contra sí mismo” es la concepción básica de la
dualidad: lo bondadoso y lo maléfico; Dios y el diablo.
Por
el hecho de que no existe la dualidad en lo verdaderamente
espiritual, entonces cabe un solo concepto, el
de Dios como “El UNO”.
Este
es el verdadero concepto de “El UNO”, mas allá de lo que se
enseña y se comprende erróneamente.
Conclusión
única.
Todo
esto concluye en lo que he enseñado desde siempre: “en lo
verdaderamente espiritual, la dualidad no existe.”
Cuando
se habla de espiritual (verdaderamente espiritual) hay que descartar
la lucha entre el bien y el mal. O lo que es lo mismo, cualquier
cosa que plantee una lucha entre “la luz y la
sobra”, “entre lo divino o lo diabólico”, NO ES ESPIRITUAL.
No
digo que no exista la dualidad, solo digo que la dualidad existe
cuando aún se está trabajando en planos burdos, en planos
inferiores a lo espiritual (terrenal/mental y astral/álmico).
Tampoco
niego que no existan cosas convenientes o inconvenientes; o que
no existan cosas que requieran corrección.
Es obvio que tenemos que perfeccionar nuestra
realidad burda; pero hay que hacerlo sin
juzgarla.
Lo
que sí pretendo es dejar en claro que mientras el afán se
establezca en función de esa dualidad; mientras se esté luchando o
se esté esforzando en esos planos burdos; no se puede decir que se
está siendo espiritual. Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que
es de Dios.
Siempre
ha sido ilógico que todas las religiones planteen la erradicación
del acto de juzgar (Mateo 7:4-5) y se pretenda ser espiritual
luchando “contra lo que se considera malo o diabólico”. Por lo
tanto, esta es la definición correcta de
lo verdaderamente espiritual.
Juzgar
o catalogar.
Pero
si bien en lo espiritual no existe el juicio de diabólico o divino;
en las misma escrituras sagrada se presentan enseñanzas que se
prestan a confusión. En ellas muchas veces se
destacan cosas a corregir, denuncias de
cosas que se están haciendo mal o que no debería hacerse.
Aquí
hay que recordar la referencia entre el juzgar y el catalogar. Coloco
ejemplos.
Si
algo es de color blanco y yo digo que es blanco, no estoy juzgando;
estoy catalogando. Yo no me siento mal porque eso sea blanco.
Si
algo está caliente y yo advierto que puede quemar a alguien, no
estoy juzgando; estoy catalogando. Yo no me siento mal porque eso
esté caliente.
Si
una persona golpea a otra y yo denuncio el hecho sin sentirme mal;
pues no estaré juzgando, simplemente estaré destacando ese hecho
como inapropiado.
Les
recomiendo revisar mis otros escritos sobre “el juzgar”, pero en
estos tres ejemplos debe quedar claro. Más allá
de yo catalogar, definir o destacar a algo
o a un hecho; el juicio comienza en el momento que mis
sentimientos se alteran por ese algo o por
ese hecho.
La
dualidad comienza cuando el juicio se expresa a través de los
sentimientos. Si yo siento algo como malo, no estaré siendo
espiritual; ya que estaré reconociendo la dualidad y por lo tanto
estaré desconociendo El UNO; y el Reino de Dios no puede
estar dividido.
¿El
diablo es malo cuando tentó a Jesús en el desierto? Discutible,
busca a tu maestro espiritual que te lo explique.
¿La
serpiente del Edén mala? Tristemente hasta en la mitología se
buscan culpables para no asumir la responsabilidad personal.
Identificación
rápida de lo “no espiritual”
El
juicio, como reconocimiento de la dualidad, se expresa cotidianamente
de dos formas: con sentimientos difíciles hacia otras personas,
o renegando de las situaciones que nos acontecen.
Alguien
que sienta (en su corazón) a otras personas
como enemigas, rivales, opuestas, negativas, malas;
aunque asegure tener razones de
sobra para eso; no estará siendo espiritual.
Por
muchos rosarios que rece, por mucho que
vaya a misa, por muchos golpes de pecho, por mucho
que ayude a los necesitados, por muchos amigos religiosos que
tenga, o por mucho que se crea bendecida y amada por Dios, estará
violando un mandamiento básico:
Mateo 5:44-48 (RVR1960)
44 Pero yo os digo: Amad a vuestros
enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os
aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;
45 para que seáis hijos de vuestro
Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y
buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.
46 Porque si amáis a los que os
aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los
publicanos?
47 Y si saludáis a vuestros
hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así
los gentiles?
48 Sed, pues, vosotros perfectos,
como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Esto
no requiere de mucha más explicación,
¿cierto?
Y
si se trata de alguien que siente a
algunas situaciones de vida como injustas (por muy
inconvenientes que estas sean) estará también reconociendo la
dualidad en ese momento.
Nuestra
historia sagrada está repleta de situaciones difíciles o injustas
que fueron aceptadas como Voluntad de
Padre; desde el “Anunciación a María”
(Lucas 1:26-38) muy difícil para la
Virgen María; hasta la “Aceptación de la Crucifixión por parte
de Jesucristo” (Mateo 26:39) extremadamente complicado para
la humanidad de Nuestro Señor.
¿Que
ellos fueron santos para asumir esos sacrificios y nosotros no? A
esto último debemos recordar siempre que el mismo
Apóstol Pablo nos invita
a imitar al Cristo, como él lo hace (1
Corintios 11:1).
Darse
cuenta que debemos mejorar, es requisito indispensable para mejorar;
y si aún sufrimos, es porque aún nos falta para llegar a Dios,
Aún
habría mucho más que decir, pero espero que con
este escrito me haya podido explicar. Es indispensable el
esfuerzo constante para ser espirituales y subir al Cielo; y no creer
que ya lo tenemos ganado.
Dios
te bendiga.
Namasté.
Pedro
A. Gómez Ruzzo. (SSA)
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
día 365 A.S. (31 diciembre 2016)
Twitters:
@pagr777 @eReiki @EvolConsc @SanaCristica
Facebook: https://www.facebook.com/groups/PedroAGR/
Facebook: https://www.facebook.com/groups/PedroAGR/
Palabras-claves:
el UNO, Cristo, Jesucristo, juzgar, juicio, catalogar, sentimientos,
corazón, diablo, maldad, divinidad, dualidad,
No hay comentarios:
Publicar un comentario