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jueves, 5 de enero de 2017

¿Qué significa complacer a Dios?

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Las religiones plantean los procedimientos, las prácticas y los escenarios que ayudan a adoptar las enseñanzas espirituales. Sin las religiones, lo espiritual se queda en teoría; y sin lo espiritual, las religiones se quedan en práctica vacía.

La incorrecta concepción de lo espiritual o de lo religioso; o la creencia de que se puede prescindir de uno o del otro, trae como consecuencia cada vez más personas alejadas del concepto real de seres espirituales.

Ni la espiritualidad sola, ni la religiosidad sola, traen ningún tipo de beneficio; y eso es la causa de que cada vez esté más extendida la concepción de que lo espiritualidad es tontería, o las religiones son un fraude.

Pero en la correcta conjunción de ambas (espiritualidad y religiosidad) siempre se plantea que nosotros somos los que debemos tener un compromiso real con Dios. Por el contrario, en espiritualidades sin fundamento y en prácticas religiosas mal enseñadas, se vende el concepto errado de que Dios es el que debe darnos a nosotros bienestar y bendiciones, sin importar las circunstancias o situaciones.

Entonces, si nosotros somos los que nos debemos a Dios; si nosotros somos los que necesitamos de Dios; pues debemos hacer algo lógico: tratar de complacer a Dios.

Si tú vas a un banco a solicitar un préstamo, pues vas a tener que complacer las condiciones del banco y plegarte a sus requerimientos, para ser merecedor de ese beneficio.

Si tú te enamoras de alguien y buscas que te corresponda, pues vas a tener que complacerle para ser siquiera merecedor de su atención.

Si tú quieres que tu empleador considere darte un salario mayor, pues vas a tener que complacer sus exigencias, siquiera para tener la posibilidad de un aumento.

¿Por qué con Dios iba a ser diferente?

Claro que Dios es diferente. Dios no es un banquero, ni un enamorado, ni un empleador; pero la diferencia en la relación con Él, la encuentras en el fondo, no en la forma. En el fondo, Él siempre va a actuar en función de que tú obtengas el mayor provecho para ti; pero la forma de obtener dicho provecho sigue siendo la misma; por merecimiento.

Y este merecimiento es el que se consigue “complaciendo a Dios”


¿Qué significa complacer a Dios?

Aquí comienzan los problemas semánticos y las malas interpretaciones convenientes.

Muchas personas creen que complacer a Dios es “tenerlo en el corazón”. Lamentablemente eso es muy subjetivo y general. Muchas personas dicen tenerlo en su corazón, pero en ese mismo corazón donde supuestamente tiene a Dios, albergan también sensaciones de injusticia, o de indignación, o de rabia, o de desconsuelo, o de resentimiento, o de sufrimiento, o de frustración, o de depresión; contra otras personas o en contra situaciones.

Cuando Dios está en el corazón de alguna persona, no cabe ningún otro sentimiento diferente de Dios; Dios es MUY grande.

Otras personas creen que complacer a Dios es “tener fe en Él”. Esto también es muy impreciso, por el solo hecho de que la fe se suele interpretar erróneamente como la certeza de que Él está contigo y te ayudará. ¿Y si esto no pasa? ¿Y si en algún momento no te sientes ayudado? ¿Entonces sacas a Dios de tu corazón?

La fe no es la certeza de que Dios te va a ayudar en la vida; la fe es el convencimiento de que debes vivir tal como Él te lo enseñó porque eso es lo único válido; a pesar de que no lo entiendas o de que humanamente no te dé el bienestar deseado.

Algunas otras personas dicen que complacer a Dios es “amarlo mucho”. ¿Y al prójimo? ¿Y a los enemigos? ¿Y ver a Dios en las situaciones donde nuestra humanidad se reciente? Este es un argumento un tanto ingenuo. Un banquero no te daría un préstamo con solo decirle que le quieres mucho.

Mientras que algunas pocas más dicen que complacer a Dios es “ayudar a los pobres y desvalidos”. Créanme que Dios se complacería más si amáramos a nuestros enemigos y mantuviéramos el corazón limpio hacia las personas que nos agreden. “Ayudar a los pobres y desvalidos” puede ser muy fácil y cómodo, aun más si lo hacemos con lo que nos sobra. Hay que hacerlo, pero sólo eso no complace a Dios.


¿Pero complacer a Dios en qué?

Para complacer a alguien uno debe comenzar por averiguar qué necesita ese alguien de nosotros. Uno no complace a alguien en algo que él no está esperando.

Debe haber algo tangible, objetivo y claro, que nos permita identificar qué espera Dios de nosotros.

Todo cristiano sabe lo que Dios expresamente espera de Él (o debería saberlo si se dice cristiano católico, evangélico, luterano o de cualquier iglesia cristiana); y lo dijo nuestro mismo Señor Jesucristo.

Lo cito en honor de los no cristianos, para quienes es lógico que no conocerlo:

Mateo 7:21-23 (RVR1960)

21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

Bien, contextualicemos.

Entrar en el reino de los cielos” definitivamente es el bien que debemos esperar luego de complacer al Padre; esto significar resucitar, y todas las enseñanzas espirituales y doctrinas religiosas del universo tiene esto como motivo.

Pero Jesucristo dice que para entrar al reino de los Cielos hay que hace la “voluntad del Padre”.

Entonces, ya comienza a tener lógica: complacer a Dios (al Padre) es “hacer su voluntad”. Pero ¿qué es “hacer su voluntad”?

Este pasaje citado de la Santa Biblia, no es más que el final de lo que se conoce como “El Sermón del Monte”, correspondiente al Evangelio según San Mateo, capítulos 5, 6 y 7.

En El Sermón del Monte, Jesucristo les describe claramente a sus discípulos, la forma de comportarse en esta vida para entrar al Cielo; es decir, para complacer al Padre.

¡Eureka!, entonces complacer al Padre no es más que actuar y sentirnos de la forma en que Jesucristo nos indicó en el Sermón del Monte. Resuelta la duda.

Pero no voy a recitar aquí El Sermón del Monte; todo cristiano ya lo conoce. Sólo voy a referir parafraseando, algunos de estos lineamientos dados por Jesucristo; esto para aquellos que no son cristianos:

  • Cualquiera que se enoje contra su hermano, tendrá su consecuencia negativa
  • Estás obligado a hacer las paces con las personas que tienen algo en contra de ti
  • Debes amar a tus enemigos
  • A cualquiera que golpee una mejilla, ponle también tu otra mejilla.
  • No pretendas recompensas terrenales al hacer tus buenas obras.
  • No te muestres sacrificado cuando hagas sacrificios por Dios.
  • No podemos pretender servir Dios y a las riquezas terrenales a la vez.
  • Confía en Dios y demuéstralo no angustiándote por tus asuntos terrenales, sin dejarte de dedicar a ellos.

Y algunas cosas más. Les invito a que sigan a un Maestro Espiritual, con suficiente tiempo y dedicación para que se los explique; o que busquen y lean muchas de las cosas que ya he escrito.


Cuidado con las obras

Pero no puedo dejar pasar algo tan importante como los versículos 22 y 23 de la cita anterior:

22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

Aquí Jesucristo se refiere a aquellas personas que alegando “sus buenas obras” incluso en su nombre, asumían que estaban complaciendo a Dios.

¿Qué les dijo Jesucristo? Que a pesar de esas buenas obras evidentes, si no había una verdadera conversión interior que les permitiera vivir bajo los lineamientos del Padre, Él mismo les desecharía y no les serviría para entrar al Cielo.

Las buenas obras en ese momento histórico se representaban como: profetizar, sacar demonios, hacer milagros.

¿Cuáles serían hoy esas buenas obras? ¿Ir a misa o al templo? ¿Recibir los sacramentos? ¿Celebrar las fiestas? ¿Regalar unas horas al mes a los pobres? ¿Dar limosnas de lo que nos sobre? ¿Amar a tu familia? Sigan reflexionando ustedes.

No hay peor ciego que el que no quiera ver; ni peor incapacitado que el que se siente muy cómodo.


Respuesta definitiva

Pero finalmente todo está claro:

Complacer a Dios es adoptar un estilo de vida terrenal que sea acorde con los lineamientos espirituales que Él dejó en claro; un estilo de vida que no sólo se expresa en acciones sino en sentimientos hacia los demás; en un cambio interno.
Muchas veces, dichos lineamientos espirituales serán extraños, incomprensibles, ilógicos y hasta inconvenientes para nuestra vida terrenal; pero estamos invitados a seguirlos para complacer a Dios y así, de esta única forma, ganarnos todos sus beneficios y bendiciones.” (PedroAGR)

Con una demostración de compromiso de ese calibre, cualquier banquero nos daría cualquier préstamo. Dios, más rápido, nos daría todas sus bendiciones si nos comprometemos de esa forma con Él.

Dios te bendiga.
Namasté.

Pedro A. Gómez Ruzzo. (SSA)
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: día 371 A.S. (05 enero 2017)
Twitters: @pagr777 @eReiki @EvolConsc @SanaCristica
Facebook: https://www.facebook.com/groups/PedroAGR/

Palabras-claves: Complacer, Dios, cristiano, sermén del monte, lineamientos espirituales, Jesucristo, discípulos, obras, sentimientos, estilo de vida

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