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jueves, 30 de marzo de 2017

Salud, prosperidad y paz

Autor: ShaniShaktiAnanda

Si se pudiera definir lo que todos deseamos en nuestras vidas, bien pudiéramos acordar estas tres palabras: salud, prosperidad y paz; tanto para nosotros como para los demás.

Pero nos damos cuenta de que conseguir estos estados de vida parece ser muy cuesta arriba, dejando de lado las actitudes positivistas que no llegan a mucho.

Nos esforzamos en alguno de estos tres aspectos y descuidamos los otros; soltamos otro y se nos concede alguno, pero nos quedamos sin el primero. ¿Acaso no lo hemos intentado de muchas maneras? ¿No nos afanamos trabajando para tener prosperidad y perdemos la salud? ¿No nos enfocamos en la salud y terminamos perdiendo el estado de paz? ¿No nos enfocamos muchas veces en la paz y perdemos nuestra salud y nuestra prosperidad?

Debe existir una forma única para conseguir las tres cosas simultáneamente, de forma tal de que no sean excluyentes.

¿Dónde está el problema?

Pues seguramente el problema está en el abordaje que hacemos para conseguir este sueño de vivir a plenitud.

La primera pregunta a responder sería: ¿qué somos nosotros en nuestra escencia más profunda? ¿Seres humanos o Seres espirituales?

La respuesta debería ser que somos Seres Espirituales; si bien tenemos una manifestación humana. Porque si alguien siente que solo somos seres humanos, mi respuesta sería que ni hagamos el esfuerzo de tener salud, prosperidad o paz; porque mañana por una enfermedad incurable, por un engaño o incluso por la muerte, todo puede derrumbarse. Así no valdría la pena esa lucha personal humana que de entrada no tiene muchas posibilidades de éxito.

Pero afortunadamente, como Seres Espirituales, tenemos a un As bajo la manga. Como Seres Espirituales nos debemos a una Consciencia de Bienestar Mayor, que solemos llamar Dios.

Pero atajo la reflexión antes de crear confusión. Cuando digo que “nos debemos” a un bienestar mayor, no me refiero a esperar que Dios nos dé todo lo que necesitamos. Por el contrario, primero “nos debemos en obediencia” hacia Dios, para que entonces nos merezcamos todo lo que Él nos pueda dar.


El factor común

Pero sí, como Seres Espirituales que somos, no solo venimos de Dios, sino que dependemos de Él. Y esto es lo que solemos olvidar o mal entender a conveniencia.

La dependencia no es solo en bienestar, sino en obligación. Si tú dependes de un jefe y este te tiene que dar tu salario o incluso aumentos de salarios y bonificaciones y permisos especiales; pues lo mínimo que debes hacer es obedecer al jefe.

¿Acaso sabes en qué espera Dios que le obedezcas? Eso sería lo primero a buscar, porque la respuesta correcta no es solo: ni rezar, ni orar, ni ir a misa, ni ir al templo, ni dar limosnas, ni portarme bien, ni ser justo, ni hacer el bien, ni decir siempre la verdad, ni rezar Rosarios.

Solo después que comenzamos a reconocernos como Seres principalmente Espirituales y asumimos nuestra dependencia en obediencia de Dios, es cuando Dios se convierte en el abordaje correcto para vivir nuestra vida en plenitud.

Pero ¿qué puede hacer Dios en nuestra salud, nuestra prosperidad y nuestra paz?

Primero debemos entender lo que Dios NO PUEDE HACER; y es concedernos cosas como si fuera un genio de alguna lámpara mágica. Dios es mucho más que un genio y por eso estamos obligados a mucho más que solo pedir deseos.

Con esto en mente, podemos comenzar a ver como Dios puede condicionar nuestro bienestar para mejor; pero no porque alguien se diga religiosa, o por decir que cree en Dios, o que lo ama.

El beneficio de Dios se presenta cuando una persona asume a Dios como lineamientos de vida, con el compromiso suficiente hacia Él. No hablo de sacerdotes ni monjas, hablo de personas comunes. En este caso, Dios comienza a impactar en la integralidad de esa persona y comienzas los beneficios.

Pero daré el enfoque desde el punto de vista holístico de nuestros cuerpos sutiles.


Nuestra salud con Dios

Cuando una persona vive con la intención de cumplir siempre con Dios, su cuerpo energético sufre una modificación muy afortunada.

La modificación energética es que su séptimo chakra (el Sahasrara) se activa de forma significativa; y esto aumenta el flujo de energía vital que entra en su cuerpo.

Cuando una persona tiene más energía vital de lo normal, todas sus funciones de vida se optimizan (física, mental, emocional e incluso energéticamente); y comienzan a cumplirse de mejor manera. Con esto, las probabilidades de enfermarse disminuyen.

Si se presenta alguna condición de enfermedad por otros factores (genéticos, accidentales, kármicos, etc.), el tener mayor energía vital por ese compromiso con Dios permitirá: o que lleve mejor su condición, o que sane más rápidamente, o que tenga una calidad de vida mejor.

De esta forma, el compromiso de una persona por Dios le permitirá manejar una mayor cantidad de energía vital, que el común de las personas, beneficiando su terrenalidad desde diferentes ámbitos.

Nadie asegura que no se enfermará o que no se sentirá mal, pero si lo hace tendrá la capacidad de recuperarse más rápidamente y mejor.


Nuestra prosperidad con Dios

La prosperidad es todo un tema; ¿cuántas personas no logran ser prósperas a pesar de mucho esfuerzo?

La prosperidad no es tener o desear mucho dinero o muchos bienes; la prosperidad es más ir obteniendo frutos según se vayan realizando los esfuerzos de vida.

Cuando una persona tiene a Dios como lineamiento de vida, algunas de las cosas que se van fortaleciendo en ella son: la paciencia, la humildad, el trabajo arduo y el control de las expectativas.

Estas cuatro características son muy necesarias para mantener la energía necesaria para que los sueños se cristalicen. Además, la real confianza en Dios que tienen las personas afanadas por Él, les permite manejar menos estrés asociado generalmente al esfuerzo de alcanzar metas.

Estas características hacen a una persona más eficiente y efectiva que el común de las demás. Estas últimas personas suelen creer que solo su esfuerzo personal, llevado como ellas estiman, es lo que sirve.

Una de las oraciones espirituales más importantes para los cristianos, el Padre Nuestro, apunta precisamente hacia la prosperidad, cuando reza: “... danos hoy nuestro pan de cada día.”

Así que el compromiso de una persona por Dios le enseñará a manejar mejor las expectativas evitando frustraciones paralizantes; y así poder ir cristalizando poco a poco, pero de forma continua, los frutos de su esfuerzo sostenido. Es decir, que podrá ser próspero.


Nuestra paz con Dios

Y la paz es lo mejor.

Lo primero que siempre aclaro es la definición de paz: “la paz no es el estado de ausencia de problemas, sino el estado de calma que puedes mantener aún en las peores situaciones.”

La paz es diferente a la tranquilidad. La tranquilidad sí es la ausencia de problemas, la paz no indica ausencia de problemas. La paz es un estado interno del ser a pesar de los problemas. Atención, la paz tampoco es desinterés o desidia.

Pero ¿qué hace Dios para permitir que tengamos paz?

Cuando una persona se identifica como un ser espiritual y acepta su compromiso con Dios (esto se hace en un escenarios de Crecimiento Espiritual), comienza a ver el mundo desde otra óptica.

Esa persona se comienza a dar cuenta de que su estado no depende de lo que suceda o deje de suceder en su realidad terrenal. La persona se esfuerza por su bienestar como es lógico; la persona se prepara, trabaja, se cuida; pero su motivación de vida está más enfocada hacia lo que Dios representa.

Si observamos todos los problemas del mundo, encontramos que el origen de ellos está basado en argumentos humanos. Los problemas son de origen material/físico/biológico; o de origen mental/control/expectativas; o de origen emocional/sentimental/interrelaciones personales.

Sin considerar las mal llamadas guerras santas, o las luchas que se disfrazan en principios religiosos, nadie tiene problema por Dios; nadie sufre por Dios.

Entonces, si Dios se vuelve el motivo de vida de una persona, sus problemas terrenales no dejan de ser importantes, pero no son lo peor que le puede pasar. Esta actitud es la que trae paz. Uno siempre puede seguir intentando estar mejor, con mucho esfuerzo, pero sabes que siempre habrá un bien mayor, que sí responderá proporcionalmente al esfuerzo personal.

Dios es ese concepto que realmente comienza a ser el bien mayor para todo aquel “que le ama y le prefiere sobre todas las cosas”. Esto es Paz Espiritual.


Concluyendo

Posiblemente he tenido que exponer en este escrito, ideas y conceptos que no son de uso cotidiano para muchos; pero lo que sí es fácilmente comprensible es que Dios es ese factor común que puede permitirnos conseguir salud, prosperidad y paz al mismo tiempo.

El problema es que este estado ideal no se consigue de la noche a la mañana; sino que va ocurriendo mientras vamos dándole un puesto cada vez más importante a Dios en nuestras vidas.

Y no es que debamos volveros religiosos, o que dejemos de hacer las cosas que nos gustan. Meter a Dios en nuestras vidas implica que podemos seguir viviendo según nuestras metas, pero guiando nuestras acciones según los lineamientos establecidos por el mismo Dios; lineamientos para todo aquel que pretenda ir ganando una vida con salud, prosperidad y paz.

Solo debemos evitar creernos que ya tenemos a Dios en nuestras vidas; tenemos que evaluarnos según los tres criterios como fueron expuestos aquí: salud, prosperidad y paz. En caso de que tambaleemos un poco en alguno, simplemente debemos reforzar nuestro comportamiento en función de lo que Dios espera.

Si sentimos que aún podemos tener un poco más de Dios, debemos redoblar nuestro esfuerzo hacia Él. Los frutos de dicho esfuerzo serán los mejores que alguna vez podamos soñar.


Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 455AS. (30 de marzo del 2017)http://www.shanishaktiananda.com
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777

Palabras-claves: salud esfuerzo, prosperidad, paz, Dios, lineamientos

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