Autor: ShaniShaktiAnanda
Para todo cristiano, cumplir con lo que
Jesucristo dejó dicho es muy importante; de hecho, debería ser el motivo de la
vida. Más aún cuando esperamos que Él no ayude en nuestros problemas.
Si no cumplimos con Él, no es lógico que
esperemos que Él (o cualquier instancia espiritual) cumpla con nosotros.
El mismo Jesucristo lo dijo:
Juan 14:23-24 (NTV)
23 Jesús contestó:
—Todos los que me aman harán lo que yo diga. Mi Padre los amará,
y vendremos para vivir con cada uno de ellos. 24 El que no me ama no me obedece. Y recuerden, mis palabras no son
mías; lo que les hablo proviene del Padre, quien me envió.
Espero que a estas alturas de la humanidad,
no haya duda en cuanto a eso. El amor a Jesucristo se demuestra obedeciendo sus
preceptos; y esto es indispensable para que Dios nos ame. Lo dijo el mismo
Jesucristo.
Una de esas "órdenes" o preceptos
que dejó Jesucristo, se suele malinterpretar y se queda solo como una anécdota
bonita. No se entiende no como una “orden obligante” para todo cristiano.
Esta orden se muestra en el siguiente
pasaje:
Mateo 19:14 (NVI)
14 Jesús dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan,
porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos».
¿Qué quiso decir Jesucristo aquí?
Siempre debemos recordar que no es
aconsejable interpretar las escrituras sagradas de forma literal, porque se
corre el riesgo de tergiversarlas o en el mejor de los casos se perdería la
verdadera enseñanza.
Si en este pasaje Jesús se hubiera estado
refiriendo a que los niños se debían acercar físicamente a Él, Él mismo hubiera
limitado su alcance. Si esto fuera así, los niños después de SU muerte hubieran
quedado en total y absoluta desventaja.
Como toda lectura sagrada, este párrafo
tiene por lo menos cuatro niveles de discernimiento. El entendimiento de la
cercanía física a Jesús es simplemente el nivel más superficial (nivel 0). Yo
voy a dar el nivel siguiente al superficial (nivel 1).
Como bien lo hacía siempre Jesucristo, Él daba
las enseñanzas con símiles y en parábolas con el objetivo de que perduraran más
allá de los momentos cuando se brindaban.
Entonces ¿qué quiso decir Jesucristo aquí?
Más allá de su persona, Jesucristo sabía
que Él mismo representaba una experiencia espiritual; Él vino a
enseñar a las personas a vivir su existencia terrenal con posibilidad de
ganancia espiritual (eterna).
Y esa experiencia espiritual tampoco se
daba con su sola presencia; sino con todo lo que Él proponía como escenario
espiritual.
Un escenario para aprender a vivir
espiritualmente se construye con tres elementos particulares:
1.
Con un Maestro
Espiritual, el cual propone los
escenarios o vivencias de forma intencionada para que el espíritu de las
personas que lo siguen tenga la necesidad de expresarse.
2.
Con unas escrituras
sagradas, desde las cuales el maestro espiritual
basa sus enseñanzas.
3.
Con un grupo de
discípulos que conviven entre sí, caminando junto al maestro espiritual y esforzándose a practicar lo
aprender desde las enseñanzas.
Esto es lo que se conoce como un Escenario
de Crecimiento Espiritual. Este escenario es indispensable para
acercarse a Dios, tanto así que se practicaba antes de Jesucristo, que Él mismo
articuló a su alrededor mientras estuvo en la Tierra y el cual no desestimó para futuro.
Recordemos que el
mismo Cristo advirtió que seguiría mandando "profetas, sabios y
escribas" (Mateo 23:34) para que aquellas personas que les siguieren
aprendieran a vivir verdaderamente en función de Dios. Esta es la labor de un
Maestro Espiritual.
Entonces, la orden de que "Dejen
que los niños se acerquen a mí" es en realidad una llamado a los padres y
responsables de niños para que les permitan a ellos vivir experiencias
espirituales como las que representaba Jesucristo en ese entonces.
Según Jesús, todo niño desde la más corta
edad debe ser involucrado a un escenario donde se le enseñe a vivir en función
de ganarse el Cielo; aprovechando aún su inocencia, sin vicios ni
condicionamientos malsanos.
Si vemos en otras culturas espirituales,
ese acercamiento de los niños a lo espiritual bajo la enseñanza de un maestro
espiritual es lo lógico y lo normal. Los padres, desde muy pequeños sus hijos,
buscan a un maestro espiritual que enseñe a sus pequeños. Con este pasaje
bíblico, se puede decir que el mismo Jesucristo apoya esas prácticas de otras
culturas.
Entonces padres y madres cristianos, ya
saben que deben seguir las órdenes de Nuestro Señor Jesucristo; aún más si
queremos estar de buenas con Él para recibir sus favores cuando los necesitemos.
Siempre lo digo: como padres y madres,
asumimos las responsabilidades humanas de nuestros hijos (alimentación,
cariño, educación, etc.); pero olvidamos o ignoramos que tenemos
responsabilidades espirituales con ellos mucho más impactantes para su ser
de lo que imaginamos.
Y estas responsabilidades van mucho más
allá de involucrarlos en los sacramentos básicos u obligarlos a ir a misa
porque sí, o enseñarlos a rezar u orar, o compartir sus cosas o a bendecir
alimentos. Esta responsabilidad implica permitirles escenarios donde ellos
aprendan a vivir en función de los lineamientos de Dios, enseñados de forma
activa y cotidiana.
Entonces, si te dices cristiano, si amas a
Jesucristo y si tienes pequeños a tu cargo, pues comienza a cumplir con sus mandatos
para que Él y su Padre comiencen a considerarte de forma especial; a ti y a tus
pequeños.
Si impides o no
propicias de alguna manera a que tus hijos se involucren en escenarios donde
sus espíritus tenga la necesidad de manifestarse cada vez más en función de
agradar a Dios, estarás en franca rebeldía contra uno de los mandatos del
Cristo.
Si así lo quieres asumir, adelante. Por mí
no quedó decírtelo.
Dios les bendiga.
Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original: 650 AS. (11 de octubre del 2017)
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Palabras-claves: niños, Jesucristo, Jesús, Cristo,
Dios, maestro, espiritual, vida, compromiso, padres, padre, madre, hijos
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