Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
Hace tiempo escribí otra reflexión de título “La Necesidad de Sacralizar”. Esta nueva reflexión se le parece en muchos aspectos, pero los voy a enfocar desde otro punto de vista.
Generalmente cuando vivimos en este plano terrenal utilizamos mucho a nuestra mente; y llegamos a hacer maravillas con ella, logrando conectarnos con este mundo a través de los sentidos y de la lógica. Llegamos a ser tan efectivos mentalmente hasta el punto de ser capaces de entender los procesos que rigen esta realidad física y llegar a formular hipótesis y cultivar éxitos.
El secreto entonces es que nuestra mente se conecte con el mundo para sacarle provecho. Esta conexión tan “afinada y magistral” crea cierta “adoración” de parte de una mente inteligente hacia los procesos que comprende. Algo así como un físico nuclear viendo toda su realidad desde los procesos atómicos.
Cuando trascendemos de nuestro plano terrenal, al morir, si hay algo que desaparece es nuestra "sensorialidad". Nuestros cinco sentidos se desconectan al morir ya que la mente también desaparece. A pesar de esto muchos de nosotros creemos (o sabemos) que en el “más allá” aún mantenemos algún tipo de consciencia; consciencia que ya no es mental (sensorial) sino “espiritual” (pudiendo ser más astral que verdaderamente espiritual),
En ese momento de trascendencia, cuando despertamos a esa consciencia no mental, nuestra alma busca desesperadamente comenzar a conectarse con “algo”; al igual que lo comienza a hacer un bebé recién nacido con sus cinco sentidos.
Un bebé busca conexión con el oído (las voces de mamá o papá), con el tacto (las caricias, el agarrar), con la vista (el movimiento) y con el olfato y el gusto (para el alimento). Cuando nosotros llegamos a ese plano no físico, no terrenal, ¿con qué intentamos conectarnos?; pues con alguna energía, ya que no existe nada físico; pero ¿con cualquiera?... con la que hayamos podido aprender a reconocer cuando aún estábamos vivos.
Al igual que nuestra mente en plano tierra, nuestra alma o nuestro espíritu debe aprender a conectarse para actuar de la forma y en el plano que corresponda. Créanme que es MUY difícil despertar en ese plano espiritual (al morir) y no saber nada, no poder conectarse con nada, estar a la deriva, perdido, sin rumbo. Puede suceder que no podamos conectarnos con ninguna energía especial que podamos reconocer como nuestra “Madre”, como nuestra “Esencia Original”, como nuestro “Dios”; con lo cual nos pudiéramos sentir seguros, como lo hacen los bebés con el olor de la madre por ejemplo.
Esa energía de conexión que busca tu alma es tu “Dios”, que marca tu rumbo en este nuevo plano de existencia. Lo ideal es que al dejar este plano físico puedas, de inmediato, conectarte con esa energía que tú consideras divina, y comiences a andar hacia ella, con un rumbo establecido. Pero no deberías llegar allá para comenzar a buscar “qué cosa es tu Dios”, cómo reconocerlo; sería como llegar a un país extraño, sin conocer el idioma ni las costumbres, salir del aeropuerto y no tener idea de qué hacer o adonde ir.
Muchas personas asumen que al morir va a ser suficiente haber visto en una estampita la imagen de Jesús (por ejemplo) o la de La Virgen María, o la del Señor Shiva. Te recuerdo que estas imágenes impresas no son más que estímulos sensoriales, visuales; que están almacenadas en tu mente, la misma mente que desaparece al morir... y que por lo tanto no te va a poder hacer recordar ni reconocer ninguna imagen que hayas visto en vida.
Pero no todo está perdido, aún hay formas de que te conectes con Jesús, María o Shiva al momento de morir. Ellos son mucho más que una imagen visual; ellos representan una esencia espiritual, una energía; pero una energía que más te vale hayas aprendido a reconocer antes de hacer el viaje al más allá; si no, vas a estar igual de perdido.
Ese reconocimiento de esas esencias espirituales que se hace mientras estamos vivos es lo que se consigue con la práctica de “Adoración”.
La Adoración no sólo sirve para prepararte para la muerte; definitivamente
cuando lo haces en vida elevas en mucho tu energía espiritual y eso nos da
muchos beneficios: desde bienestar, sanación, milagros, paz, hasta crecimiento
espiritual.
¿Pero cómo se hace? Debes exponerte a tu Dios, a la Divinidad y a lo que representa, una y otra vez. Generalmente se consigue en procesos meditativos (con la Divinidad) y se puede tardar años en conseguir. Una vez conseguido ese reconocimiento, esa conexión con la Divinidad, no se debe abandonar la práctica de adoración; hay que mantenerse conectado con esa energía para que la entrada en el plano espiritual no sea traumática, cuando el mismo Dios lo disponga.
¿Pero cómo se hace? Debes exponerte a tu Dios, a la Divinidad y a lo que representa, una y otra vez. Generalmente se consigue en procesos meditativos (con la Divinidad) y se puede tardar años en conseguir. Una vez conseguido ese reconocimiento, esa conexión con la Divinidad, no se debe abandonar la práctica de adoración; hay que mantenerse conectado con esa energía para que la entrada en el plano espiritual no sea traumática, cuando el mismo Dios lo disponga.
En la práctica lo consigues abrazando de forma comprometida alguna práctica religiosa o algún esquema de crecimiento espiritual.
Pero como siempre, Adorar no es un proceso mental; creer que se logró no es indicio de que así haya sido. Es más un proceso emocional/espiritual, difícil de describir pero que se siente sin ninguna duda. Definitivamente es una experiencia mística, que va más allá de rituales o de actos o tradiciones populares religiosas; pero que se suele conseguir con práctica espiritual seria.
Dicha práctica tiene 4 fases:
- “Encontrar lo adorable”. Se debe reconocer desde nuestro interior a ese Ser digno de adoración. A veces es instintivo, a veces lo reconocemos sin mayor argumentación.
- “Conocer sobre lo adorable”. Más allá de encontrarlo, se debe comenzar una etapa de conocer a lo que se va a adorar, ir descubriendo lo que quiere enseñarnos, saber su vida, sus obras, saber lo que piensa y adivinar como lo haría en otras situaciones. No se puede adorar a un Dios si no se conoce al detalle; es como conocer a tu novi@; debes ser capaz de adivinar sus pensamientos, y por supuesto corresponder a lo que es; comenzar a quererlo es practicar lo que nos predica.
- “Sentir a lo adorable”. Encontrar lo que significa para nosotros. Pasar de ese conocimiento intelectual al reconocimiento desde nuestro corazón. Debemos darnos cuenta qué sentimientos positivos, hermosos, despierta ese Dios en nuestro corazón. Sea humildad, entrega, poder, amor, agradecimiento, compasión, etc. debemos reconocerlo desde y con esas emociones.
- “Adoración constante”. La práctica en sí de la adoración. Utilizando ese reconocimiento desde el corazón, quedarnos experimentando dichos sentimientos ante su imagen.
Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Modificado: 28 de octubre del 2013.
Original: 23 de octubre del 2013
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