Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
He repetido muchas
veces, pero nunca será de más, que las emociones (sentimientos) son las que
construyen nuestra realidad. El paradigma de que es la mente lo que utilizamos
para construir nuestro futuro (“atraerlo”) nunca ha sido cierto y lo he
explicado infinidad de veces; no lo voy a volver a hacer aquí.
Si bien hay
diferencias importantes entre emociones y sentimientos a nivel energético y
operativo; en este escrito los voy a utilizar de forma indistinta.
Las emociones son
las manifestaciones de nuestro estado energético y viceversa; un estado
energético condiciona las emociones que sentimos. Es este estado energético la que
irradiamos al universo (como seres energéticos que somos) y con la cual activamos
las dos leyes universales que utilizamos para crear nuestro presente y para
condicionar nuestro futuro: la “Ley de Atracción” y la “Ley del Karma”.
Nuestra misma
Santa Biblia lo dice muy claramente: “Dios no ve las apariencias (lo exterior,
lo que es visible) sino que ve únicamente los corazones (los sentimientos o
emociones)“; y es precisamente a ese Dios al que le confiamos nuestros
destinos; el que le pedido nos ayude a construirlo.
Muchas veces
desde el ámbito espiritual se hace alusión a “corazones limpios”, a “no
agresión”, a “pasividad”, a “poner la otra mejilla”; términos que muchas veces
se contraponen a la idea de “accionar”, de “hacer algo”.
Tomemos como
ejemplo cuando dos personas o dos grupos tienen ideas contrapuestas; y cada uno
desea defender la suya. En casos así se produce un enfrentamiento; que no se
puede juzgar de malo porque es totalmente natural.
Pero en toda
sociedad (humana o animal, social o natural) existen normas para regular la
interacción entre sus miembros; y esta interacción también incluye regular las
disputas.
Pero en un
enfrentamiento definitivamente se asume que haya “acción”. Pero en el sentido
amplio, también “quedarse quieto” es una acción; al igual que retirarse o bajar
la cabeza.
Pero ¿el aspecto
espiritual está reñido con “la acción” dentro un enfrentamiento? No está reñido;
pero si debe enmarcarse cualquier “acción” dentro del trasfondo de las
emociones. Me explico.
En la
espiritualidad una de las primeras cosas que se exige es “movimiento”/acción/servicio.
Pero a diferencia de los que se cree, la acción como tal no tiene ningún peso
como vivencia espiritual. Por el contrario, lo que sí define a una acción como
espiritualmente correcta o no, es la emoción de la cual nace dicha acción o la
que genera.
Las acciones
están en “el exterior”; y La Biblia nos dijo ya que Dios no toma en cuenta ese
exterior. Pero las emociones que acompañan a una acción (de cualquier tipo) son
las que efectivamente “está viendo Dios”; o si lo queremos así, las que están
moviendo las leyes que estarán condicionando nuestra realidad futura.
Siguiendo con el
ejemplo, asumamos que alguna de las partes en un conflicto puede optar por
hacer acciones de protesta y de manifestación; eso a nivel espiritual es
irrelevante. Pero la tónica emocional involucrada en ellas, es lo que puede
convertir a una acción (inerte espiritualmente) en un hecho “condenatorio y
destructor” a nivel espiritual (si hay emociones destructivas); o un hecho que “rendirá
buenos frutos” si las emociones involucradas se mantienen constructivas.
Pero no se trata
solo de las emociones que mantiene la parte que ejecuta la acción; sino de las
emociones que produce en el opositor. Puntialicemos de forma muy sencilla:
-
Si el
“sujeto A” acciona con emociones destructivas --> estará atrayendo para sí
cosas muy malas por Ley de Atracción.
-
Si el
“sujeto A” actúa sin emociones destructivas --> estará atrayendo para si
cosas muy buenas por Ley de Atracción.
-
Pero
si en cualquiera de las dos opciones anteriores, el “sujeto B” sufre (aparecen
en él sentimientos destructivos gracias a la acción recibida de A); ambos,
tanto el A como el B en partes iguales, se condenan con Karma negativo.
-
Y si
el sujeto B tiene familia, amigos, cercanos; que se sienten mal por la situación...
la cosa realmente se complica, para TODOS.
En esta muy
resumida explicación se observa lo inerte de la acción, ya que ni siquiera se
dice cuál es. Lo que sí va a determinar los efectos de la situación, a corto,
mediano y a largo plazo, son los sentimientos involucrados en los hechos.
Y no me refiero a
que las emociones vayan a condicionar directamente el resultado de la disputa,
sino lo que con ellas, cada una de las partes estará abonando para su futuro;
independientemente de quién salga vencedor o perdedor. Parte del problema es
nuestra visión de corto plazo, ya que no terminamos de entender que un
sentimiento no solo condiciona de inmediato; sino que su efecto puede
manifestarse a los meses, a los años o más allá de la muerte.
Muchas veces la
importancia de las emociones dentro de las acciones no se entiende y se
plantean dos posiciones: la primera es condenar a la acción; y la segunda criticar
la “inacción”. Ninguna de las posturas,
por ser extrema, es muy acertada; ya que no se consideran los sentimientos que
las motoriza.
Si por ejemplo,
una de las partes resuelve no actuar ante la agresión del otro; y dentro de su
pasividad aún sigue manejando sentimientos destructivos; pues igual se estará
dañando ella misma; a pesar de que
exteriormente (lo que a Dios no le importa) pareciera que estuviera actuando
correctamente para algunas personas.
Y por el
contrario también se aplica. Si una de las partes actúa con fuerte determinación
porque siente que le asiste el derecho y la razón (lo que parecería bueno);
pero lo hace desde sentimientos destructivos; estará ganándose puntos negativos
que a corto, mediano y largo plazo tendrá que pagarlos con sufrimiento; aunque
haya actuado “aparentemente” de forma correcta.
Entonces, si bien
nuestro accionar siempre se debe enmarcar en el correcto comportamiento, en las
normas, en las leyes y en los principios morales y religiosos; hay que estar
atento a lo que “tenemos dentro” como emoción. Aún, realizando lo que pareciera
correcto, si lo hacemos con el corazón complicado, podemos salir con las
“tablas en la cabeza”.
Cualquier lucha
se puede hacer; cualquiera puede defender sus derechos. Pero es MUY diferente y
se va a condicionar el resultado a corto, mediano o largo plazo, si esa lucha
se hace con rabia, resentimiento, odio, rencor; o si se lucha con firmeza y
esfuerzo pero excluyendo el odio y otros sentimientos destructivos del corazón.
¿Que a veces es
difícil hacer eso? Nadie dice lo contrario; pero lo explicado aquí son Leyes
Universales, Estas actúan siempre; aunque no se crean, aunque no se entiendan,
aunque no se conozcan o aunque sean difíciles de asumir. Depende de nosotros,
no de ellas.
Lo dejo hasta aquí
porque definitivamente la explicación se puede extender mucho más; con lo ya expresado,
el punto comienza a estar más claro.
Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
09-11 de marzo del 2014.
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Palabras
claves: acciones, emociones, disputas, luchas, peleas, LDA, karma, ley de
atracción, sentimientos
No hay comentarios:
Publicar un comentario