Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
Algunas veces en
nuestra vida tenemos situaciones que son muy difíciles. En esos momentos
corremos a buscar asistencia en “eso” o en “ese ser” que consideramos superior
a nuestras fuerzas; recurrimos a Dios.
Sea que se solicite
ayuda a algún mesías, santo, maestro ascendido, deidad o incluso a alguna
fuerza de la naturaleza; es esa Conciencia Universal que llena todo el universo
y que a todo penetra la que en realidad nos asiste, a esa que llamamos Dios.
Pero pedir ayuda
puntual a Dios, parecería indicar que en esos momentos difíciles Dios no está a
la mano; pareciera incluso que nos abandonó a nuestra propia suerte y entonces
nosotros le pedimos que vuelva y nos ayude.
Esa idea de que a
veces Dios está lejos de nosotros, no es muy correcta; sobre todo si asumimos a
nuestro Dios como omnisciente, omnipotente y omnipresente (todo lo sabe, todo
lo puedes y está en todas partes en todo momento)
Pero entonces
¿para qué le pedimos si supuestamente siempre esta con nosotros cuidándonos?
Entendido esto, la oración de auxilio debería ser más de “petición para
que podamos ver la asistencia constante que Dios nos tiende de forma automática
en las situaciones difíciles.”
En otras
palabras, Dios nunca nos deja solos; pero nosotros si cerramos los ojos y no
vemos “las señales” de ayuda. Metafóricamente: al llorar, las lágrimas no solo
nos nubla la vista física, sino la del discernimiento; al sentir dolor
automáticamente cerramos los ojos también del alma y nos quedamos inmóviles.
Si Dios nos ama y
siempre nos acompaña pues siempre está dándonos auxilio, aún antes de que las
pidamos. El asunto entonces no es que necesitamos que Dios nos ayude, sino que
necesitamos, tal vez, que nos abra los ojos para poder recibir y utilizar dicha
ayuda.
Parte de la
ceguera que sufrimos, es también producida porque en realidad estamos esperando,
como ayuda, cosas que Dios no suele mandar; a veces la asistencia enviada por
Dios es totalmente diferente a lo que esperamos.
Si bien los
milagros existen, cuando hablamos de la mayoría de las veces en las que estamos
en situaciones difíciles, pues Dios no acostumbra quitar dichas situaciones así
como así. Toda situación de vida (tanto las agradables y aun más las
complicadas) tienen asociados conceptos espirituales que debemos ejercer. Me
explico.
Sea cual sea la
situación difícil, el abordaje espiritual de la misma apunta a que “la
aprovechemos” para ejercer/practicar/desarrollar/descubrir nuestros “dones
espirituales”. Me atrevo a hablar del
“abordaje espiritual” de una situación, desde el mismo momento en que le
pedimos a Dios que nos ayude. En ese instante, la situación toma ese matiz
espiritual y debe tratarse como tal.
En realidad toda
situación es espiritual, solo que solemos creer que algunas dependen únicamente
de nosotros, debido a nuestra inmadurez espiritual.
Entonces, el
abordaje espiritual de una situación pasa por aplicar los dones espirituales
que sean pertinentes en ella: tolerancia y/o desapego y/o agradecimiento y/o servicio
y/o humildad y/o autoconsciencia y/o compasión (recuerden que nunca incluyo
amor incondicional)
Si más allá del
desenlace “terrenal” de la situación difícil, nosotros la aprovechamos para
aplicar los dones espirituales (crecer espiritualmente), pues existe una alta
posibilidad de que esa situación ya haya cumplido su cometido en nosotros y como
resultado, puede dejar de ser necesaria y desaparecer.
¡Aleluya, Dios
nos quitó la situación difícil!... Pues
no necesariamente; sino que nosotros aprendimos espiritualmente de ella
(utilizando los dones) por lo que esta deja de ser necesaria y todo comienza a
fluir.
De hecho, hay
situaciones difíciles que, más allá de ser malas, son naturales o son
consecuencia directa de ciertas acciones (causa y efecto): por ejemplo la
muerte de un ser querido o una economía complicada. Estas situaciones
simplemente están en “Ley Divina”
(aunque no lo entendamos) y por lo tanto Dios no las puede quitar.
Aún en estas “situaciones
que corresponden”, si bien nuestra actitud espiritual ante ellas no las va a
resolver a nuestro favor, aún se espera que apliquemos los dones para poder:
“sobrellevarlas con más paz” o “superarlas más rápidamente” o incluso “salir
más fortalecidos espiritualmente”.
Esa es la forma
en que Dios ayuda; ofreciéndonos las herramientas para que nosotros intentemos
aprovechar espiritualmente una situación difícil. A veces esa ayuda es tan solo
una palabra, una lectura, un recuerdo de algo que viviste o aprendiste en algún
momento; un correo electrónico, una invitación a una charla: o simplemente algo
como este escrito que estás leyendo ahora.
La oración de
auxilio real, una vez entendido todo esto, se debería convertir en algo como:
“Dios, abre mis ojos y mi corazón
para que yo pueda ver tu mano extendida
en este (o en cada) momento difícil de mi vida;
Y cierra mi mente para que mis juicios
y mis prejuicios no nublen mis ojos
y no llegue a ver lo tuyos detrás
de las señales que constantemente me hablan de ti.”
para que yo pueda ver tu mano extendida
en este (o en cada) momento difícil de mi vida;
Y cierra mi mente para que mis juicios
y mis prejuicios no nublen mis ojos
y no llegue a ver lo tuyos detrás
de las señales que constantemente me hablan de ti.”
(PedroAGómezRuzzo)
Dios nunca te ha
defraudado y no lo hará jamás; solo mantente atento a las señales que te envía
de auxilio.
Que Dios te siga
bendiciendo.
Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
19 de junio del 2014.
http://www.sanacioncristica.org
http://www.sanacioncristica.org
Twitters: @SanaCristica @eReiki
@EvolConsc @pagr777 @AdamaConsc
Palabras:
Dios, ayuda, auxilio, ley, universales, situaciones difíciles, necesitar,
Gracias Maestro. Como es facil perderse en una situacion. Gracias por darnos esta brujula para retomar el camino.
ResponderEliminar