Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo
v2.2 (revisión del original del 2008)
El amor de una madre es el amor más grande que
hay en la tierra; y cualquier cosa que se escriba de una madre se queda corto
frente a lo que es el verdadero sentimiento. Y mucho más de una madre que ha
sabido entregar amor el cien por ciento del tiempo; de cualquier forma, pero
amor.
Pero esta vez no voy a hablar de mi madre, a la
que amo como a ninguna. Sino que voy a hablar de una Señora que conocimos en mi
familia; por esas “casualidades” que no son casualidades. Simplemente porque el
destino nos tenía de entrelazar, gracias a una tía y a una enfermedad, una de mis
tantas dolencias de niño.
Hablo de una Señora que pudo no haber significado
mucho para mí; que pudo haber sido una visita más, haber sido solo una “pariente
política de una tía mía”.
Pero fue una Señora que venía a la casa a
sentarse en la cocina, de poco hablar, de mucho rezar, orar y meditar; y de aún
más hacer por los demás. Pero no oraba a voces, oraba como se debe, desde su
Ser Interior; desde donde Dios la oía sin duda alguna y le respondía a todo lo
que ella pedía, generalmente en nombre de los demás.
Era una Señora que tenía apartada su camita en
el cuartito de la cocina, para cuando venía cansada y así pudiera reposar un
poco. Desde allí ella dormía, meditaba, sanaba, perdonaba, escribía; y se
entregaba a Dios como siempre lo hacía en cada respiro que daba.
Una Señora presta a dar sus manos para ayudar a
sanar cualquier dolencia. Una Señora de la cual, luego de muchos años, comienzo
a darme cuenta tenía un conocimiento que no se adquiere aquí en la tierra. Una
Señora que, muy humana como era, con sus inconvenientes y cosas buenas,
trabajaba desde el Espíritu.
Una Señora que iba de casa en casa a costa de
sus propias fuerzas, simplemente por el hecho secreto de que su presencia le
hacía bien al lugar donde entraba. Una Señora que no era una santa, que no era
una virgen. Una Señora con familia, con hijas e hijos que la querían y a los
que ella quería de forma entrañable; con muchas personas también que la
admiraban y otros pocos que no la comprendían.
No conozco su historia, no sé cómo llegó a
dedicarse a esas cosas del Espíritu, aunque ahora tarde es cuando me gustaría
saberlo; simplemente por curiosidad, simplemente por comparar, simplemente por
el honor que yo le pudiera brindar conociéndola más.
Yo no sé si su familia pensaba lo mismo, yo no sé si esa impresión la
daba a las demás personas, pero esa era la Señora que yo conocí desde muy pequeño. La misma
que me regalaba libros y libros para que los leyera o simplemente “se los
guardara” (con la misma oculta intención de que algún día yo los hojeara). La
misma Señora que a mis nueve o diez años me comenzó a hablar de cosas que yo no
entendía pero que ella sabía que debía aprender. La misma Señora que un día de
aquellos, pidiéndome un papel de pergamino, me escribió en la cocina, con su
puño y letra, sellos sagrados y me los dio a guardar. Dios sabrá por qué, después
de más de 25 años, aún los mantengo en mi cartera.
Pues si, Dios sabe que sus enseñanzas nunca las olvidé y que de alguna
forma guiaron toda mi vida. Y ruego porque le permita que ella saber que y han
comenzado a cristalizar muchas de sus
enseñanzas; que empiezan a tener sentido muchas de las palabras que no entendía
cuando me las decía de niño; que empiezo a entender mucha de la energía que
ella brindaba a los demás.
Y sí, supongo que ella sabía que llegaría la
hora; aunque no pudiera verlo en físico. Ahora lo está viendo con el espíritu,
porque si antes siempre estaba pendiente de mí, ahora si puede estar siempre
conmigo.
Si se puede llamar Maestro a quien te enseñó a
dar los primeros pasos antes de que pudieras ni siquiera ver; si te pudo
enseñar con su sola presencia; entonces esa Señora fue mi primera Maestra
Espiritual en la Tierra,
sin decirlo y sin yo enterarme.
Maestra de Misticismo Crístico, de
Piramidología, de Angeles, de Magia Blanca, de Sanación Prácnica, Maestra de maestras
de Consciencia Universal, de Botánica, de Sellos Sagrados, Maestra del “Yo Soy”,
Maestra de Cromoterapia, de Leyes Universales, de Mantras, de Mudras, Maestra
de Canalizaciones y de “Yo Superior”; y no porque tuviera títulos de cada uno
de estos, sino porque luego de tantos años puedo catalogar sus ríos calmados de
enseñanzas en estas artes y muchas otras.
Me enseñó, entre muchas cosas, una de las más
importantes en este camino: a reconocer que somos Uno con la Consciencia Universal;
y solo debemos aprender a conectarnos con ella de forma consciente.
Cuando aún hoy sigo aprendiendo y tomo un tema
nuevo, vienen a mi memoria enseñanzas que lo recuerdan; dichas con palabras
sencillas, con actitudes fáciles, que demuestran su Maestría de vida.
Además de mi hermana, no se si dejó muchos otros
pupilos, no creo que haya sido su meta. Pero yo me considero el más humilde de
sus aprendices; el “Pedrito” al que ella le hablaba y el que se paraba calladito
en la puerta de la cocina simplemente para oírla hablar o para solo estar en su
presencia. Callados los dos, compartiendo la misma esencia en el Uno.
Cuántas veces me sanaste; cuántas veces me
enseñaste; cuántas veces recibimos las bendiciones de tu callada presencia. Cuánto
agradecimiento deben de tener mi mamá y mi papá por ti.
Bendición Sra. Wencita. Dios te siga bendiciendo
Sra. Wencita.
(en casa, con mi mamá a la
derecha de la foto)
Pedro
A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Revisión;
01 de Julio del 2014 (v2.2)
Octubre, 01 del 2009 (v2.0)
Octubre, 01 del 2009 (v2.0)
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Palabras: señora,
eubencita, maestra.
Gracias maestro, por compartir tanta inspiracio y poesia expresada en este escrito, tan personal y valioso de su vida. Y me atrevo con todo el respeto e inclinando mi cabeza, a decir que la señora wencita, sabia muy bien a quien le estaba trasmitiendo sus conocimientos y libros entre otras cosas importantes.. en donde quiera que ella este, esta orgullosa por que siempre supo que lo que le trasmitio no fue en vano, mas en cambio fue muy bien aprovechado y honrado.. gracias a dios por permitir que personas ajenas a su familia tan bien se benefician de ese ser tan importante a travez de usted.... namaste f. J. G. Y
ResponderEliminarNamasté Maestro.
ResponderEliminarDios bendiga a tu Maestra. Ella sembró en tierra fértil.
CEH
Que belleza!! Me llego al alma!
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