Autor:
ShaniShaktiAnanda
Y
en los días previos de la crucifixión, cuando todo estaba asumido;
más allá del dolor aceptado por Jesucristo en función de la
voluntad de Dios Padre; El Dios hecho Hombre tenía una preocupación.
Y es que “su fortaleza” le abandonara.
Este
dolor lo acompañó durante todas las horas previas a su aprensión
en el monte; en las horas de su encarcelamiento esperando juicio; en
el juicio mismo, ante todo el pueblo; y en su preparación a la cruz
luego de su condena.
La
sensación de ausencia de su fuerza era un dolor mayor a la misma
condena de muerte.
Pero
fue al final de su condena donde el Maestro se dio cuenta de que su
fortaleza aún estaba con Él; que no lo abandonó al final.
Esta
idea no se entiende para el común de las personas; porque se cree
que “la fortaleza de Jesucristo” era su fe en el Padre y en
realidad no era eso; porque su fe y la confianza en su misión nunca
la perdió.
Algunos
creen que “la fortaleza de Jesucristo” era su valor, pero tampoco
era eso; porque su amor a Dios era lo que le permitía comprometerse
con lo que Dios necesitada.
El
Maestro no temía que le faltara Fe en el Padre ni el valor para
morir; sido que Él temía perder lo que había aprendido a amar aquí
en la Tierra y lo que lo había amado a Él en esta dura etapa de su
vida.
Jesucristo, en cada ruda escena narrada en la historia sagrada; perdía la mirada
buscado a su alrededor a “su fortaleza”; y esta fuerza no era
otra que
su
amada.
Para
muchos, esta idea de la amada del Maestro es blasfemia; pero es
blasfemia para las iglesias que solo se atienen a lo eclesiástico y
no plantean las enseñanzas espirituales desde lo místico. Cuando se
entiende la espiritualidad de forma mística, en toda historia
sagrada de cualquier religión se comprende que es imposible que una
escencia álmica-espiritual masculina como Jesucristo anduviera solo
por la vida.
La
escencia femenina, esa que complementa a una escencia masculina, es
“la fortaleza” de esta última. Es la fuerza no solo para vivir,
sino para poder hacer las cosas que Dios necesitaba que fueran
hechas.
La
última obligación del Maestro para con Dios Padre era aceptar su
crucifixión; y vaya que aquí necesitaba de esa escencia femenina
que lo había amado para no flaquear
Y
esa fortaleza de Jesucristo se conoce en la historia sagrada como
“María Magdalena”.
Tanto
fue el dolor del Maestro por sentir que su amada le había
abandonado, que incluso clavado en la cruz, Él eleva un grito que se
ha tergiversado desde siempre:
Mateo
27:46 (RVR1960)
46
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí,
Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has desamparado?
Sin
invalidar la traducción del hebreo, la referencia verdadera es que
Jesús, aún el Cristo, clamaba por su amada, por esa escencia
femenina que le había permitido asumir tantas cosas hasta ese
momento. El
grito
ahogado de soledad del crucificado
fue desgarrador.
Pero
no fue hasta el último momento de la cruz cuando Jesucristo pudo
aceptar su muerte con toda la fuerza del espíritu, ya que se dio
cuenta de que allí estaba su amada, dándole la fuerza para asumir
su último compromiso.
Juan
19:25-27 (RVR1960)
25 Estaban
junto a la cruz
de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de
Cleofas, y María
Magdalena.
26
Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que
estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
27
Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora
el discípulo la recibió en su casa.
Y
aquí, además, está muy claro que Jesucristo no solo esperaba ver a
su amada; sino que iba a hacer lo necesario para que sus discípulos
quedaran, en su ausencia, también “con la compañía de la
fortaleza de su Señor” para que ellos pudieran hacer por Dios para
llevar la Palabra a los demás.
¿La
madre de los discípulos?
Cuando
Jesucristo le dice a su discípulo Juan “he ahí tu madre”,
¿acaso aún creen que se refería a la Virgen María? ¿O sería a
la escencia femenina que lo había acompañado como complemento en
parte de su camino como Maestro?
Nuevamente,
a las iglesias modernas no les convienen explicar mucho; y recordemos
que las versiones de la Biblia que tenemos en la actualidad son
adecuaciones y traducciones de y para dichas iglesias. Pero ante
tales adecuaciones, la Verdad de Dios nunca quedará oculta; solo hay
que abrir la consciencia y el corazón para ver más allá de lo que
quieren que veamos.
Si
recordamos en un pasaje anterior de la Santa Biblia, vemos que
Jesucristo hizo una diferenciación especial sobre sus relaciones
humanas y sus relaciones espirituales:
Lucas
8:19-21 (RVR1960)
19
Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; pero no podían
llegar hasta él por causa de la multitud.
20
Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y
quieren verte.
21
Él entonces respondiendo (Jesús), les dijo: Mi madre y mis hermanos
son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.
¿Por
qué si en este pasaje Jesucristo hizo una separación clara de sus
lazos familiares, al momento de su crucifixión Él iba a retomar la
filiación?
En
realidad la Madre asignada por Jesús a sus discípulos fue María
Magdalena
;
la mujer que sí había estado con Él, que le había amado, que
había dejado atrás su antigua vida terrenal por el amor al Cristo,
y que había estado oyendo la palabra y haciéndola.
Además,
Jesucristo era un “Padre Espiritual” hacia sus discípulos; por
lo tanto, la Virgen María debía ser la “abuela” espiritual, si
esa figura existiera. ¿La Madre acaso no sería la “amada” de
Jesucristo?
Que
me disculpen los que creía otra cosa, entiendo que saber la verdad
no siempre es agradable.
¿Pero
“Madre de los discípulos” para qué? Precisamente para dejarles
como compañía esa “fuerza” que tantas veces fue necesaria para
que Jesús cumpliera con el Padre.
¿Pero
solo eso? ¿O acaso fue “la madre” en el sentido literal de la
palabra? ¿Una madre necesaria para que las cosas pudieran continuar
luego de la crucifixión; en otros momentos y escenarios?
Este
es otro tema que aquí no podré presentar.
La
Piedad
¿Acaso
creen que la hermosa mujer que aparece allí con el cuerpo de Nuestro
Señor Jesucristo en su regazo es la Virgen María?
¿Acaso
esa es la imagen de una mujer por lo menos 15 años mayor que Jesús?
¿Acaso a Miguel Ángel le hubiera costado muchos plasmar en el
mármol algunos detalles más convincentes de la edad madura?
¿O
será que Jesús bajado de la cruz está en los brazos de su amada
María, pero La Magadalena?
¿Blasfemia?
¿Qué hubiera dicho el mismo Miguel Ángel si hubiera podido hablar
abiertamente?
¿Están
seguros de que todas las imágenes marianas de las iglesias antiguas
representan a la Virgen María?
¿Habría
algún problema si esa mujer fuera María Magdalena?
El
grito repetido
Pero
el
grito
ahogado de soledad del crucificado
no fue una sola vez. El Cristo muchas veces se sintió abandonado por
esa escencia femenina, si bien no físicamente.
En
todos los pequeños o grandes compromisos del Cristo hacia el Padre,
esa fuerza es indispensable; y muchas veces no la tuvo en los
momentos necesarios. La historia sagrada tiene varias de esas
referencias:
- Los discípulos se dormían frecuentemente: Lucas 9:32 en la Trasfiguración; Lucas 22:45-47 antes del arresto de Jesús; sueño que no solo es literal sino metafórico.
- Jesucristo pidiendo a extrañas que le dieran que beber; porque su amada no estaba por allí (Lucas 22:45-47 en La Samaritana en el pozo)
- Jesucristo gestionando “su propia fuerza” azotando a los mercaderes del Templo (Juan 2:13-22); ya que su “fuerza de complemento” no lo asistía.
¿Que
la historia se puede repetir? Dios quiera que no en totalidad; de
seguro hay mejoras.
Dios
les bendiga.
Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Original: 820AS. (30 de marzo del 2018)
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Magdalena
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