Autor:
ShaniShaktiAnanda
Si
se pudiera definir lo que todos deseamos en nuestras vidas, bien
pudiéramos acordar estas tres palabras: salud, prosperidad y paz;
tanto para nosotros como para los demás.
Pero
nos damos cuenta de que conseguir estos estados de vida parece ser
muy cuesta arriba, dejando de lado las actitudes positivistas que no
llegan a mucho.
Nos
esforzamos en alguno de estos tres aspectos y descuidamos los otros;
soltamos otro y se nos concede alguno, pero nos quedamos sin el
primero. ¿Acaso no lo hemos intentado de muchas maneras? ¿No nos
afanamos trabajando para tener prosperidad y perdemos la salud? ¿No
nos enfocamos en la salud y terminamos perdiendo el estado de paz?
¿No nos enfocamos muchas veces en la paz y perdemos nuestra salud y
nuestra prosperidad?
Debe
existir una forma única para conseguir las tres cosas
simultáneamente, de forma tal de que no sean excluyentes.
¿Dónde
está el problema?
Pues
seguramente el problema está en el abordaje que hacemos para
conseguir este sueño de vivir a plenitud.
La
primera pregunta a responder sería: ¿qué somos nosotros en nuestra
escencia más profunda? ¿Seres humanos o Seres espirituales?
La
respuesta debería ser que somos Seres Espirituales; si bien tenemos
una manifestación humana. Porque si alguien siente que solo somos
seres humanos, mi respuesta sería que ni hagamos el esfuerzo de
tener salud, prosperidad o paz; porque mañana por una enfermedad
incurable, por un engaño o incluso por la muerte, todo puede
derrumbarse. Así no valdría la pena esa lucha personal humana que
de entrada no tiene muchas posibilidades de éxito.
Pero
afortunadamente, como Seres Espirituales, tenemos a un As bajo la
manga. Como Seres Espirituales nos debemos a una Consciencia de
Bienestar Mayor, que solemos llamar Dios.
Pero
atajo la reflexión antes de crear confusión. Cuando digo que “nos
debemos” a un bienestar mayor, no me refiero a esperar que Dios nos
dé todo lo que necesitamos. Por el contrario, primero “nos debemos
en obediencia” hacia Dios, para que entonces nos merezcamos todo lo
que Él nos pueda dar.
El
factor común
Pero
sí, como Seres Espirituales que somos, no solo venimos de Dios, sino
que dependemos de Él. Y esto es lo que solemos olvidar o mal
entender a conveniencia.
La
dependencia no es solo en bienestar, sino en obligación. Si tú
dependes de un jefe y este te tiene que dar tu salario o incluso
aumentos de salarios y bonificaciones y permisos especiales; pues lo
mínimo que debes hacer es obedecer al jefe.
¿Acaso
sabes en qué espera Dios que le obedezcas? Eso sería lo primero a
buscar, porque la respuesta correcta no es solo: ni rezar, ni orar,
ni ir a misa, ni ir al templo, ni dar limosnas, ni portarme bien, ni
ser justo, ni hacer el bien, ni decir siempre la verdad, ni rezar
Rosarios.
Solo
después que comenzamos a reconocernos como Seres principalmente
Espirituales y asumimos nuestra dependencia en obediencia de Dios, es
cuando Dios se convierte en el abordaje correcto para vivir nuestra
vida en plenitud.
Pero
¿qué puede hacer Dios en nuestra salud, nuestra prosperidad y
nuestra paz?
Primero
debemos entender lo que Dios NO PUEDE HACER; y es concedernos cosas
como si fuera un genio de alguna lámpara mágica. Dios es mucho más
que un genio y por eso estamos obligados a mucho más que solo pedir
deseos.
Con
esto en mente, podemos comenzar a ver como Dios puede condicionar
nuestro bienestar para mejor; pero no porque alguien se diga
religiosa, o por decir que cree en Dios, o que lo ama.
El
beneficio de Dios se presenta cuando una persona asume a Dios como
lineamientos de vida, con el compromiso suficiente hacia Él. No
hablo de sacerdotes ni monjas, hablo de personas comunes. En este
caso, Dios comienza a impactar en la integralidad de esa persona y
comienzas los beneficios.
Pero
daré el enfoque desde el punto de vista holístico de nuestros
cuerpos sutiles.
Nuestra
salud con Dios
Cuando
una persona vive con la intención de cumplir siempre con Dios, su
cuerpo energético sufre una modificación muy afortunada.
La
modificación energética es que su séptimo chakra (el Sahasrara) se
activa de forma significativa; y esto aumenta el flujo de energía
vital que entra en su cuerpo.
Cuando
una persona tiene más energía vital de lo normal, todas sus
funciones de vida se optimizan (física, mental, emocional e incluso
energéticamente); y comienzan a cumplirse de mejor manera. Con esto,
las probabilidades de enfermarse disminuyen.
Si
se presenta alguna condición de enfermedad por otros factores
(genéticos, accidentales, kármicos, etc.), el tener mayor energía
vital por ese compromiso con Dios permitirá: o que lleve mejor su
condición, o que sane más rápidamente, o que tenga una calidad de
vida mejor.
De
esta forma, el compromiso de una persona por Dios le permitirá
manejar una mayor cantidad de energía vital, que el común de las
personas, beneficiando su terrenalidad desde diferentes ámbitos.
Nadie
asegura que no se enfermará o que no se sentirá mal, pero si lo
hace tendrá la capacidad de recuperarse más rápidamente y mejor.
Nuestra
prosperidad con Dios
La
prosperidad es todo un tema; ¿cuántas personas no logran ser
prósperas a pesar de mucho esfuerzo?
La
prosperidad no es tener o desear mucho dinero o muchos bienes; la
prosperidad es más ir obteniendo frutos según se vayan realizando
los esfuerzos de vida.
Cuando
una persona tiene a Dios como lineamiento de vida, algunas de las
cosas que se van fortaleciendo en ella son: la paciencia, la
humildad, el trabajo arduo y el control de las expectativas.
Estas
cuatro características son muy necesarias para mantener la energía
necesaria para que los sueños se cristalicen. Además, la real
confianza en Dios que tienen las personas afanadas por Él, les
permite manejar menos estrés asociado generalmente al esfuerzo de
alcanzar metas.
Estas
características hacen a una persona más eficiente y efectiva que el
común de las demás. Estas últimas personas suelen creer que solo
su esfuerzo personal, llevado como ellas estiman, es lo que sirve.
Una
de las oraciones espirituales más importantes para los cristianos,
el Padre Nuestro, apunta precisamente hacia la prosperidad, cuando
reza: “... danos hoy nuestro pan de cada día.”
Así
que el compromiso de una persona por Dios le enseñará a manejar
mejor las expectativas evitando frustraciones paralizantes; y así
poder ir cristalizando poco a poco, pero de forma continua, los
frutos de su esfuerzo sostenido. Es decir, que podrá ser próspero.
Nuestra
paz con Dios
Y
la paz es lo mejor.
Lo
primero que siempre aclaro es la definición de paz: “la paz no es
el estado de ausencia de problemas, sino el estado de calma que
puedes mantener aún en las peores situaciones.”
La
paz es diferente a la tranquilidad. La tranquilidad sí es la
ausencia de problemas, la paz no indica ausencia de problemas. La paz
es un estado interno del ser a pesar de los problemas. Atención, la
paz tampoco es desinterés o desidia.
Pero
¿qué hace Dios para permitir que tengamos paz?
Cuando
una persona se identifica como un ser espiritual y acepta su
compromiso con Dios (esto se hace en un escenarios de Crecimiento
Espiritual), comienza a ver el mundo desde otra óptica.
Esa
persona se comienza a dar cuenta de que su estado no depende de lo
que suceda o deje de suceder en su realidad terrenal. La persona se
esfuerza por su bienestar como es lógico; la persona se prepara,
trabaja, se cuida; pero su motivación de vida está más enfocada
hacia lo que Dios representa.
Si
observamos todos los problemas del mundo, encontramos que el origen
de ellos está basado en argumentos humanos. Los problemas son de
origen material/físico/biológico; o de origen
mental/control/expectativas; o de origen
emocional/sentimental/interrelaciones personales.
Sin
considerar las mal llamadas guerras santas, o las luchas que se
disfrazan en principios religiosos, nadie tiene problema por Dios;
nadie sufre por Dios.
Entonces,
si Dios se vuelve el motivo de vida de una persona, sus problemas
terrenales no dejan de ser importantes, pero no son lo peor que le
puede pasar. Esta actitud es la que trae paz. Uno siempre puede
seguir intentando estar mejor, con mucho esfuerzo, pero sabes que
siempre habrá un bien mayor, que sí responderá proporcionalmente
al esfuerzo personal.
Dios
es ese concepto que realmente comienza a ser el bien mayor para todo
aquel “que le ama y le prefiere sobre todas las cosas”. Esto es
Paz Espiritual.
Concluyendo
Posiblemente
he tenido que exponer en este escrito, ideas y conceptos que no son
de uso cotidiano para muchos; pero lo que sí es fácilmente
comprensible es que Dios es ese factor común que puede
permitirnos conseguir salud, prosperidad y paz al mismo tiempo.
El
problema es que este estado ideal no se consigue de la noche a la
mañana; sino que va ocurriendo mientras vamos dándole un puesto
cada vez más importante a Dios en nuestras vidas.
Y
no es que debamos volveros religiosos, o que dejemos de hacer las
cosas que nos gustan. Meter a Dios en nuestras vidas implica que
podemos seguir viviendo según nuestras metas, pero guiando nuestras
acciones según los lineamientos establecidos por el mismo Dios;
lineamientos para todo aquel que pretenda ir ganando una vida con
salud, prosperidad y paz.
Solo
debemos evitar creernos que ya tenemos a Dios en nuestras vidas;
tenemos que evaluarnos según los tres criterios como fueron
expuestos aquí: salud, prosperidad y paz. En caso de que tambaleemos
un poco en alguno, simplemente debemos reforzar nuestro
comportamiento en función de lo que Dios espera.
Si
sentimos que aún podemos tener un poco más de Dios, debemos
redoblar nuestro esfuerzo hacia Él. Los frutos de dicho esfuerzo
serán los mejores que alguna vez podamos soñar.
Namasté.
ShaniShaktiAnanda
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
455AS. (30 de marzo del 2017)http://www.shanishaktiananda.com
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Palabras-claves:
salud esfuerzo, prosperidad, paz, Dios, lineamientos