Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
Lo que se conoce
como la Eucaristía ,
es un sacramento adoptado por la Iglesia
Católica ; y viene siendo lo que se conoce como compartir
alimentos con una connotación espiritual/religiosa entre un grupo de personas
que comparten una misma fe.
Este artículo no
lo quise llamar La
Eucaristía porque no pretende ser una referencia de la
religión católica; pero mi intención sí va a ser dar una visión de lo que
representa y del porqué de su importancia.
¿Pero fue esta una
ceremonia inventada por Jesús con lo cual se hizo dueño de la patente de la
eucaristía? Pues no.
Jesús realizaba este compartir porque era lo usual dentro de un grupo de
personas que estaban compartiendo juntos un crecimiento espiritual. Este tipo
de práctica es mucho más antigua que Jesús, y se practicaba en civilizaciones
muy lejanas tribales hasta en las más elevadas e intelectuales. ¿Acaso hoy no
compartimos con semejantes una cena para hablar de “asuntos importantes”?
Una cena era una
actividad que venía a dar sustento a nuestro cuerpo físico gracias a los
alimentos consumidos. Y en estas ceremonias se trataba de recordar que no solo
somos cuerpo físico, sino que somos espíritu y que este también debe ser
alimentado para que pueda crecer en nosotros. De allí que los alimentos se
sometían a la bendición por parte del Maestro, sacerdote, etc., para “convertirlos”
también en el alimento de nuestro espíritu.
Pero aunque la
eucaristía haya sido muy común entre muchos practicantes, en nuestro
cristianismo retoma un significado muy importante para nosotros. Veamos.
Si bien
posiblemente en las cenas mencionadas había más que pan y vino (posiblemente
frutas, quesos, agua, etc.); el pan y el vino se destacan y son los
protagonistas por la simbología que tienen y que se mantiene hasta el día de
hoy en nuestras ceremonias religiosas.
El vino, por su
“eter” (alcohol); por esa parte sutil, volátil; se considera un elemento
espiritual consumible capaz de llegar a planos sutiles como ningún otro puede
hacerlo. No hay que dejar de acotar que el alcohol en cantidades inapropiadas
puede llegar a ser perjudicial, para cualquier ser vivo; sea humano o sea bacteria.
Esta
característica sutil del vino, junto a su origen natural (directo de la
naturaleza), lo hacen representar esa parte sutil de la enseñanza espiritual
que el ser humano debe considerar pero que le puede costar “ver físicamente”.
Este puede ser el conocimiento espiritual teórico, el entendimiento de ciertas
cosas, la “palabra”.
El pan, por el
contrario, es mucho más terrenal, más físico; hay más trabajo con las manos
para fabricarlo, es cocido al fuego, hecho de trigo que debe sembrarse y
cultivarse. Es la referencia de la acción (no de la parte sutil); de la
espiritualidad que hay que ejercer con hechos y que se aprende a través del
ejemplo de vida terrenal y de la experiencia.
Esa “acción
acompañada de la palabra”, esa “vivencia sustentada con conocimiento”, “esa
experiencia terrenal vivida con el espíritu” es el fundamento real de todo
crecimiento espiritual; de allí nuestro “pan y vino”.
Pero los
cristianos no nos podemos quedar en la simple simbología; porque la Eucaristía es una de
las ceremonias más importantes para nuestra práctica religiosa. Se dice que
cuando “comulgamos” (recibimos la
Eucaristía ), estamos recibiendo en nosotros al mismo Jesús.
La ostia (el pan)
se convierte “simbólicamente” en el cuerpo de cristo. Esto no significa que la
ostia se transfigure en la “carne o piel” física de Jesús; sino que esta pasa a
representar para nosotros el ejemplo que Jesús dio con sus acciones y su
comportamiento cuando estuvo en “carne y hueso” entre nosotros.
Muchos cristianos
no terminan de entender que Jesús no es solo alguien a quien debemos querer y
oír; sino que es una figura a imitar. Jesús como buen
maestro enseñaba con su propia forma de ser, con su actitud ante las
adversidades, con su comportamiento; y nosotros debemos comer de ese pan.
El vino, sigue
representando las “enseñanzas de palabra” de Jesús; sus metáforas, parábolas,
mandamientos, lineamientos, etc. Debemos, por tanto, también beber de ese vino.
Pero para un
cristiano verdadero no es solo cosa de ir a misa, hacer la cola frente al altar
para que nos den la comunión, luego devolvernos cabeza gacha a nuestro puesto,
e ir rezando y pidiendo alguna gracia. ¡Nooooooo!.
Recibir la
comunión, recibir la eucaristía, recibir a Jesús, significa comprometerse con
Él; hacer el compromiso de imitar su actitud, su vida, el cómo la asumió y
reflejarla en nuestra propia vida (el pan); además de seguir las enseñanzas que
dio con su palabra (el vino).
Cada comunión con
Jesús es un compromiso de cada cristiano en ser aún más cristiano; es decirle
al Maestro Jesús: “sí mi Señor, aquí estoy por ti y para ti”
Por Dios,
piénsalo; estás sentado en la mesa con Jesús. No te pueden sentar en la mesa
del Señor y no comprometerte a hacer tu mejor esfuerzo en honrarlo.
Y esta es la interpretación
básica, más allá de la creencia (que no ayuda mucho) en que si la ostia se
convierte de verdad en “carne humana” o el vino en “sangre”. Interpretar la
simbología religiosa y espiritual de esa forma tan fenomenológica, más que
ayudar, le hace un flaco favor a Dios.
Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
27 de abril del 2014.
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Palabras
claves: pan, vino, última, cena, eucaristía, Jesús, comunión, misa, enseñanza,
sutil, terrenal