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domingo, 26 de febrero de 2017

La motivación inexistente

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

He escuchado a muchos analistas sociales, políticos, educadores e incluso libre pensadores, haciéndose la pregunta de porqué las personas no hacen lo que deben.

Y hablo de personas como individuos o como colectivos.

Está muy claro que una sociedad funciona bien siempre y cuando sus miembros cumplan con reglas y convenciones sencillas que beneficien a todos.

Desde no robar, no matar, no abusar, no aprovecharse de los demás; hasta no mentir, no cruzar las calles por las esquinas y ser honesto en las cosas más pequeñas y cotidianas.

Las respuestas que se pueden dar van desde sociedades o grupos humanos que viven en estado de supervivencia (donde las reglas sociales pasan a ser opcionales), hasta aspectos culturales y de crianza (donde la formación de valores es descuidada en los niños).

Es verdad que en toda sociedad pueden haber actores que sí están ganados al correcto comportamiento; ¿pero y los demás?

El punto es que teorías van y vienen y todo se parece a “un cuero seco”: lo pisas por un lado y se levanta por otro; abordas una arista del problema pero aparecen otros problemas asociados a la misma situación.

Y yo quiero llamar a la reflexión a esos analistas de los problemas sociales: ¿acaso las personas tiene alguna motivación real para actuar bien en la vida?


Y no hablo de que la motivación necesaria sea el castigo por el incumplimiento de las leyes de un país; porque el problema del comportamiento incorrecto muchas veces es a escala tan personal y cotidiana, que las leyes de un estado no aplican.


Impunidad

El concepto de impunidad hacia las leyes, que se argumenta en asuntos sociales, habría que extenderlo a lo cotidiano.

Existe un sentido de “impunidad hacia la vida”. Ya no es solo el hecho de cometer actos impropios simplemente porque no me ven o no me van a castigar; sino porque ni siquiera se identifican como contraproducentes.

Cualquiera pudiera preguntar: ¿acaso la moral y la ética no son suficientes para guiar de forma correcta el comportamiento humano? Es evidente que no. Los principios morales y éticos escasean o se suelen flexibilizar según argumentos o conveniencias personales.

Otros podrían preguntar: ¿y el amor al prójimo, no es suficiente? Cuando nos acostumbraron a vivir en competencia, algunos prójimos se convierten en oponentes y enemigos; y allí no aplian las buenas consideraciones hacia ellos.

Otra pregunta sería: ¿y el bienestar común no es suficientemente importante? En estados de emergencia, el bienestar personal está sobre el bienestar común.

Y además, muchas veces el bienestar común se mide desde la concepción personal de alguien o de algún pequeño grupo. Esto se argumenta desde un “yo sé lo que es bueno para todos” (sin preguntarle) así que “yo me impongo sobre todas las cosas hasta conseguirlo”.
Por lo tanto, si hay que pasar por encima de algunas leyes, pues el fin (mi fin) justifica los medios.

Entonces, a la hora de intentar conseguir un comportamiento correcto de alguna personas o alguna sociedad; no son suficiente los valores morales, ni éticos, ni las consideraciones hacia los demás, ni la intención de bienestar común. Lo que parecería lógico y suficiente para que el mundo se comportara bien, no es motivación suficiente.


La mejor motivación

Pero desde que el ser humano se plantó sobre la tierra; a tenido una motivación real y con posibilidades ciertas de ser efectiva.

Una buena motivación siempre nace de una posibilidad de sufrimiento; aunque suene rudo. Esto es muy instintivo, visceral y por lo tanto efectivo. Si sientes que estás cayendo desde lo alto, te agarras más fuerte de lo que imaginas; si sientes que puedes caer a un precipicio, de frenas de inmediato sin pensarlo; si sientes que te estás cortando o quemando, sueltas de inmediato lo que te está haciendo daño.

¿Y cual es el el peor sufrimiento que un ser humano suele imaginar? Pues el sufrimiento de la muerte.

Por mucho que alguien alardee de valiente y diga que no le tiene miedo a la muerte; en el momento de la verdad, el deseo de no morir sale a gritos.

Con esto no estoy diciendo que se tenga que implantar la pena de muerte ante malos comportamientos, claro que no. No hace falta matar a nadie, ya que todos (absolutamente todos) vamos a morir mas temprano que tarde.

¿Pero cómo se puede utilizar la muerte como la mejor motivación? Veamos.


Dios detrás de la muerte

Abramos un poco nuestra consciencia.

Cualquier persona que sienta que después de la muerte no ha nada más; cualquier persona que crea que su existencia se limita a sus años de vida biológica; tenderá a aprovechar su existencia terrenal en procurar su bienestar. Y si ese bienestar se lo debe procurar a costa de otras personas, pues así lo hará.

Si una persona, consciente o subconscientemente, tiene la noción de que se debe procurar su disfrute antes de la vejez o antes de morir; pues buscará hacerlo a toda costa.

Resulta imposible convencer a una persona que se comporte bien y piense en los otros tanto como en sí mismo, si no hay noción de un bien mayor; de una motivación mayor.

Y esa noción de bien mayor se a asociado desde que el hombre es hombre a la figura de Dios.

Si revisamos las religiones antiguas; todas tienen su fundamento en un estado de bienestar ulterior a la vida terrenal que depende de la conducta que el hombre tenga en su vida terrenal. De aquí salen nociones tales como Cielo e Infierno.

El Cielo sería similar a llegar a un estado de Paz Eterna, a un estado sin conflictos; como premio a cumplir con lineamientos de conductas que Dios establece.

El Infierno sería similar a un estado de Sufrimiento Eterno e Inimaginable, como consecuencia de incumplir con las normas de conducta y de convivencia establecidas por Dios.

Ambos estados, Cielo e Infierno, serían estados luego de la muerte física. Por lo tanto, ante el miedo a la muerte y en cómo quedará el individuo después de ella, el hombre buscaba comprometerse con Dios y con sus lineamientos, para así asegurarse una existencia mejor (la Vida Eterna – el Cielo – la resurrección – no reencarnar más).

Por esta razón, Dios y el temor a incumplir con sus mandamientos, eran suficiente motivación para el ser humano a la hora de modelar su conducta hacia acciones que estaban enfocadas hacia el comportamiento correcto y el bienestar colectivo.

Pero esas eran motivaciones antiguas; desafortunadamente.


La religiosidad moderna

La argumentación de una vida con Dios, es decir la vida espiritual, se centralizó en las diferentes prácticas religiosas.

Eran las religiones las que debían dar los argumentos de vida humana, para que cumplieran con los preceptos de Dios.

Así que, la motivación principal de conducta correcta en función de una vida eterna placentera, debía ser presentada, enseñada y guiada por las religiones.

¿Pero que pasó en nuestra era moderna?

Desafortunadamente la religiones de hoy en día, convertidas más en instituciones humanas que en instancia de la divinidad, han echado por tierra a ese Dios que era la motivación real para que el ser humano se comportara correctamente.

Muchas iglesias de hoy (para no decir todas las occidentales) se han alejado de los lineamientos divinos y han pasado a complacer los lineamientos del hombre moderno con la idea de mantenerlos en sus filas y así parecer más poderosas. Mientras más feligreses se tengan contabilizados, más poder humano tienen las iglesias.


Y esto ha llevado a las iglesias a ser complaciente con lo que el hombre moderno (alejado de Dios) espera oir. Para ejemplificar, solo apunto algunas enseñanzas desvirtuadas:

  1. Dios te ama de forma incondicional, sin importar qué. Sin importar lo que eres ni lo que haces, Él siempre te va a perdonar.
  2. Dios te ama tanto que está para darte felicidad terrenal, pídele por eso. (El Cielo ya lo tienes ganado casi que de forma automática)
  3. El compromiso con Dios es simple. Solo bastan algunas prácticas religiosas básicas (además de la afiliación a las instituciones eclesiásticas) para ganarte el Cielo.
  4. Las cosas malas pasan por la existencia del Diablo y Dios siempre está a tu lado y te protegerá. (Nada nunca pasa como consecuencia de tus acciones)
  5. Dios te escucha y busca complacerte simplemente repitiendo oraciones y ayudando a la iglesia y a otras personas. (No cuenta mucho tu comportamiento personal hacia el bienestar de tus semejantes)
  6. La iglesia te apoya en que defiendas tu bienestar terrenal como meta.
  7. Alguien santo ya murió por tus pecados y estás libre del infierno con solo creer que esto fue así.
  8. De cualquier forma, con un sencillo protocolo, un representante de la iglesia puede interceder por ti ante Dios para así borrar todos los pecados que hayas cometido.
  9. Eso del karma (la responsabilidad personal de nuestros actos) y de la reencarnación (como retardo en llegar al Cielo) son patrañas y herejías.
  10. De las situaciones malas, no debes aprender nada en particular, solo resolverlas y si rezas, dios te ayuda.
  11. Las interpretaciones válidas de las escrituras sagradas son únicamente las que dan representantes de las iglesias. Las interpretaciones de otras personas son inaceptables.
  12. Al final, al morir, bastará con repetir una sencilla oración para que todos tus pecados te sean perdonados y llegues al Cielo directo.
  13. Cualquiera persona o grupo que plantee algo diferente a esto, es un grupo hereje o satánico y debes alejarte de él.

Estos por decir algunas pocas.

Pero entonces; les pido hacer algunas pequeñas reflexiones:

Con iglesias así, ¿dónde queda el compromiso de una persona con Dios como motivación para cumplir con los lineamientos de conducta de una buena vida? Inexistente.

¿Dónde queda el sano miedo a la muerte que lleva al compromiso de esfuerzo humano personal para ganarse la vida eterna con su comportamiento? Inexistente.

Pues con iglesias así, la verdadera espiritualidad con la correcta práctica religiosa queda excretada de la vida cotidiana de las personas. Por eso Dios no crea compromiso; Dios solo está para conceder deseos como si fuera el genio de la botella.


¿Qué se debería hacer para recuperar a la humanidad?

Recuperar a la humanidad, comenzar a sanar las situaciones que tanto aquejan al mundo, debe pasar por corregir la conducta humana en función del bien común. Y este cambio debe ser motorizado por la consciencia de un bien mayor más allá del bienestar terrenal. Dios debe estar incluido en ese cambio; pero deber se un Dios con el cual las personas se sientan obligados a honrar.

Lo primero que hay que hacer es recuperar la importancia de Dios en cada persona. Enseñarles que su realidad depende mucho más de su correcto comportamiento dentro de las leyes de Dios, que de su esfuerzo personal.

El sentido de empoderamiento moderno, cuando se habla de construir su realidad, ha sido una de las cosas más perniciosas que la modernidad ha implementado. El empoderamiento personal, saca a Dios de la vida de cada persona; o cuando mucho lo plantea como un ayudante o acompañante útil para el individuo.

Esto no es solo hacer creer o adoctrinar en función de una creencia religiosa. Créanme que es muy fácil en la práctica lograr que alguna persona se convenza por sí misma, en que al comportarse como Dios espera, su realidad personal comienza a cambiar para bien. Pero claro, se le debe explicar a las personas el correcto comportamiento que Dios espera de ellas, desde las sagradas escrituras. Personalmente, yo no veo a ninguna iglesia actual en capacidad de hacer esto.

Lo segundo que hay que hacer es restablecer el sentido de responsabilidad que cada persona tiene ante todo lo que sucede en su realidad. Eso de buscar culpables (incluyendo al diablo) es tremendamente conveniente para condenar a cualquiera.

Plantear la responsabilidad personal en su realidad, no es implantar un sentimiento de culpa a nadie. Por el contrario la responsabilidad personal apunta a que te tienes que esforzar para estar bien, y al depender de ti siempre lo vas a poder lograr con el esfuerzo necesario.

Cuando hablo de responsabilidad personal en la realidad de alguien, no se puede confundir con empoderamiento. El empoderamiento marca al hombre como artífice de su realidad desde sus propias ideas, conceptos y sueños. La responsabilidad personal marca al hombre como artífice de su realidad en función de su comportamiento correcto hacia Dios. No es lo que el hombre quiere, es lo que Dios espera.

Y lo tercero necesario para recuperar a la humanidad, es permitir que estas ideas originarias espirituales se acepten en la sociedad. Que logren tener el peso suficiente para que sean una nueva opción ante las iglesias desvirtuadas. Cuando digo esto me acuerdo tanto del Libro de las Revelaciones, mejor conocido como el Apocalipsis.

Un escenario así, vendría a restablecer en el ser humano las motivaciones suficientes para portarse correctamente y hacer un mundo mejor.


La gran pregunta: ¿Entonces Dios es solo un argumento necesario?

Ya queda planteado que Dios y el compromiso de vida serio hacia Él es la motivación necesaria para un mundo mejor; además de que las iglesias actuales no parecen estar ayudando.

Pero cualquiera podría pensar entonces que Dios es simplemente un argumento útil y necesario creado para controlar la conducta del mundo.

Pues sí, no es descabellado pensarlo. Pero sea como sea, cuando alguien se afana en ese “argumento” descubre que realmente se puede vivir de forma superlativa en su realidad personal.

Solo falta que muchos lo hagan para que esa experiencia de bienestar personal comience a hacer una experiencia colectiva y cotidiana.


¿Pero en realidad Dios es solo un argumento? No lo voy a discutir aquí, quedaría solo mi apreciación personal.

Lo que sí puedo decir con autoridad es que una vida centrada en Él (en ese “supuesto argumento”) ayuda realmente a la hora de morir.

Yo si he sentido almas de difuntos sufriendo el equivalente al infierno cuando han vivido sin el compromiso necesario en los lineamientos dados por Dios. Al igual que he sentido a almas cuya muerte ha sido una bendición, por el solo hecho de haberse afanado en cumplirle a Dios mientras vivía.

¿Que tampoco te doy argumentos para creerme? No necesito dártelos, recuerda que tú vas a morir en cualquier momento y seguro tendrás la oportunidad de comprobarlo por ti mismo.

Namasté.
Shanishaktiananda (Pedro A. Gómez Ruzzo)
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 26 de febrero del 2017.
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777

Palabras-claves: Dios, morir, religiones, motivación, conductas correctas, prójimo, Cielo, infierno, lineamientos, espirituales.

miércoles, 1 de febrero de 2017

El novio engañado. Cuento

Autor: Pedro A. Gómez Ruzzo

Había una vez una muchacha que tenía a un novio.

La muchacha le repetía constantemente al novio que lo amaba. Le decía a él y a todo el mundo que su novio era lo más grande que ella tenía en la vida; que lo llevaba en su corazón y que no podía vivir sin él.

Pero la realidad era que el novio muchas veces la invitaba a cenar, la invitaba a salir, le llamaba; pero ella un día estaba con sus amigas, otro día tenía que trabajar sobretiempo; otro día estaba muy cansada, otro día no tenía dinero para el vestido y prefería no salir con el novio; a veces se sentía fea y dejaba esperando al novio en la cita; muchas veces se le olvidaba o prefería hacer otras cosas "más urgentes" que compartir con el novio.

El novio la amaba mucho y dejaba pasar cada desplante.

Hasta un día, en el que el novio, muy triste, comenzó a darse cuenta de algo.

El novio, una tarde se presentó en casa de la muchacha. Ella al verlo, lo dejó entrar, hizo una pausa en sus urgencias y por fin se sentó a hablar con el novio. Pero este ya iba preparado.

El novio entonces le dijo: "Me has engañado todo este tiempo.”

La muchacha alarmada y nerviosa, comenzó a asegurarle que ella lo amaba como a nadie; que nunca había puesto sus ojos en otro hombre, que siempre lo había respetado en ese sentido.

Pero el novio continuó:

Siempre me dices que me ama muchísimo; y te llenas la boca diciendo a todo el mundo que soy lo más importante que tienes; pero la verdad es que siempre hay algo más urgente que yo”

Tú amas más a tu cansancio que a mí; porque prefieres descansar que estar conmigo. Tú amas más a tus amigos que a mí; porque prefieres estar con ellos que conmigo. Tú amas más a tu trabajo que a mí; porque lo sientes más importante que complacerme. Tú amas más a tus inseguridades que a mí; porque ellas consiguen que no vayas a nuestras citas. Tú amas tanto a tu propio tiempo; que prefieres no invertirlo en mí. Tú amas más a tus asuntos que a mí, porque buscas hacer toda tu vida y no me tomas en cuenta.”

Tus urgencias y cosas ´importantes´ siempre están antes que Yo; y solo si te queda algo de tiempo y fuerza, te ocupas de mí."

Desde ese día terminaron, y no se volvieron a ver más.

La muchacha lloró, pero solo por un rato. Luego se olvidó y siguió haciendo sus cosas por su cuenta; gastándose irremediablemente la vida.


¿Quién de ustedes tiene a un novio así de nombre DIOS?

Recordemos el primer mandamiento:

Mateo 22:37-38 (RVR1960)

37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
38 Este es el primero y grande mandamiento.

Nunca antepongas a nadie ni a nada cuando se trate de cultivar tu relación con Dios complacerle. Te conviene.

Dios te siga bendiciendo.

Fin.
(PAGR 31dic2017)

Namasté.
Pedro A. Gómez Ruzzo.
Master Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original: 01 de febrero del 2015.
Twitters: @SanaCristica @eReiki @EvolConsc @pagr777

Palabras-claves cuento, muchacha, novia, novio, dios, mateo 22, amar a dios sobre todas las cosas.