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jueves, 28 de octubre de 2021

Los dos enfoques hacia las personas tóxicas

Autor: ShaniShaktiAnanda

Hoy en día está muy de moda el término de “persona tóxica”. Básicamente son aquellas personas con las que el trato interpersonal es difícil; con las cuales sentimos que nos cargamos de mala vibra; o simplemente nos incomodan (bajo cualquier argumento).

Se pueden destacar dos enfoques a la hora de lidiar con alguna de ellas. Un primer enfoque muy humano (lo que quiere decir muy poco espiritual) y otro enfoque más propio de personas con una noción de vida espiritual.


Enfoque humano: “culpar y retirarse”


Como si fuera algo caliente, algo maloliente, o simplemente algo desagradable a la vista, un enfoque muy humano es identificar ese algo que nos molesta y retirarnos o alejarnos de su influencia.

De forma natural, tendemos a reconocer la “mala influencia” de alguna persona en lo que llamamos “nuestra paz o tranquilidad”; y sin argumentos o con pseudoargumentos espirituales, nos apartamos.

Este enfoque es hasta cierto punto válido; ya que si no se tienen herramientas de vida para sacar provecho de algo, pues simplemente no tiene sentido estar cerca de ese algo.

Es mucho mejor este enfoque de retirarse que el enfoque que quedarse sufriendo la “toxicidad” de algunas personas, Y entrecomillo “toxicidad” porque veremos más adelante que en realidad puede no ser tal.

Al retirarnos, a veces se utilizan frases ingenuas como: “te amo y te perdono”, “te dejo vivir libremente”, “no tienes el poder de afectar a mi paz”, “soy un ser de luz que no se afecta por ti”, “te envuelvo en amor y te libero”, y cosas por el estilo.

Estas frases no son más que salidas “pseudoiluminadas” para sentirse espiritual ante un enfoque que no tiene absolutamente nada de iluminado.

¿Pero eso quieres decir que debo quedarme con una persona tóxica? Si no tienes las destrezas espirituales suficientes, absolutamente no. Si estás cocinando y no tienes guantes aislantes para sacar las cosas del horno, mejor no lo hagas porque te puedes quemar.


Enfoque espiritual: “reconocer y aprender”

En cualquier enfoque mínimamente espiritual, lo que nunca se debe hacer es “juzgar”a alguien. Juzgar implica señalar a alguien como el culpable o el responsable de nuestro malestar o de nuestras situaciones complicadas. Precisamente este juicio es el que se debe erradicar en cualquier doctrina espiritual.

Espiritualmente se establece (en realidad se aprende con la práctica de la enseñanza) que todo lo que te sucede tiene tu energía; llámala energía de karma o energía de corazón. Y estas dos energías tienen su origen en ti; en la forma espiritualmente asertiva o poco asertiva como te desenvuelves en las situaciones que vives o en las que has vivido.

Adicionalmente, desde un enfoque espiritual está muy claro que el trabajo de cada uno es interior. Hay que trabajar nuestros puntos débiles, nuestros condicionamientos negativos, nuestras heridas, nuestras “personalidades heribles”, nuestros demonios; y si nos damos cuenta, todos estos aspectos son “nuestros”. Estos asuntos internos, cuando se manifiestan, son los únicos protagonistas de nuestros malestares.

De esta manera, comienza el enfoque espiritual: “Espiritualmente, ese alguien que defines como tóxico es simplemente alguien que exacerba esos asuntos internos que tú tienes que trabajar en ti. Alguien tóxico no es alguien que te hace daño; es alguien que te muestra lo que tienes dañado.” (SSA)

Adicionalmente, se debería meter la noción personal que tienes de Dios. Vamos a sincerarnos: Dios te debe querer muy poco, si permite que se atraviesen en tu camino “personas tóxicas” que te hagan daño y de las cuales debas apartarte a cada rato.

Es más coherente con la visión espiritual “un Dios que te ama y que permite se te acerquen personas que evidencien (a través de tu malestar) las heridas que tienes, para que busques sanarlas.”

Con todo esto, el enfoque espiritual en el tratamiento de personas tóxicas es el de “reconocer” tu malestar y “aprender” a superarlo. Totalmente diferente al enfoque humano.

Cuando sanes tus asuntos, la persona tóxica dejará de serlo. ¿Acaso lo era antes?

Esta es la razón por la cual una persona tóxica puede serlo para ti y no para otras personas. Tú puedes tener asuntos que sanar diferentes a las otras personas.


Ahora bien, si estás tratando de hacer el abordaje espiritual de una persona tóxica y no tienes ni las herramientas ni los escenarios para sanar tus heridas internas, o para limpiar tus condicionamientos, o para matar a tus demonios; pues aléjate de esa persona. Pasa entonces al enfoque humano mientras te sigues esforzando para ganar altura espiritual.

Y ojalá que eso de ganar altura espiritual lo estés haciendo de forma correcta, de la mano de un maestro espiritual y no de forma solitaria y autoreflexiva.

Dios les bendiga.

Namasté.

ShaniShaktiAnanda
Original: 2127 AS. (28 de octubre del 2021)
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Palabras-claves: personas, tóxicas, maestro, espíritu, espiritual, humano, personalidades, heribles, condicionamientos, demonios

domingo, 10 de octubre de 2021

Descuidamos el continente

Autor: ShaniShaktiAnanda

¿Descuidamos el “continente”? Uso extraño de la palabra “continente”, donde no me refiero a una extensión de tierra que agrupa países, culturas, personas.

Aquí utilizo “continente” como aquello que reúne o contiene a algo; al contenido.

Muchas veces llegamos a preocuparnos por el contenido, pero descuidamos aquello que lo contiene:

  • Si tenemos comida envasada, es importante asegurarse que la comida esté en buen estado; pero muchas veces todo comienza porque el empaque (el continente) también lo esté.

  • Si queremos almacenar agua, es importante que el continente sea el apropiado y esté bien cerrado.

  • Si queremos calentar algún alimento en el horno microonda, es necesario que el continente sea el correcto, no cualquiera (o sucederá un desastre)

  • Si tenemos una medicina, el continente debe ser el que corresponda.

  • Si queremos hervir agua, el continente no debe tener agujeros al fondo.

  • Si queremos cocer al fuego, pues no lo haremos con un recipiente de plástico, sino alguno que resista las llamas.

Situaciones como las anteriores se dan por asumidas; lo que mucha veces nos lleva a actuar en automático y a descuidar otros continentes que no son tan obvios.

Contenido y continente desde lo espiritual

Hablemos de lo espiritual. ¿Acaso tenemos en nuestro ser algo que se pueda asemejar a un contenido y un continente?

Cuando comenzamos a tener conciencia de nuestra realidad espiritual, comenzamos a entender que somos almas encarnadas con la única misión de volver a ese estado superior de existencia que podemos llamar Cielo, Paraíso, Padre, Dios, Nirvana, etc.

Y que para recorrer ese camino, debemos esforzarnos en ser cada vez más espirituales aquí en la tierra.

Si entendemos esto, el “contenido-continente” se engloba en el hecho de ser “almas espirituales – (re)encardanadas en cuerpo físico”. Nuestro contenido es el alma espiritual y nuestro continente es nuestro cuerpo biológico.

Si estudiamos el proceso de nacer desde la integralidad de nuestro ser (extiendo la invitación a que se involucren en los escenarios de formación donde lo explico), vemos que existen requisitos para que un alma pueda “engancharse” a un cuerpo biológico. Uno de los requisitos más importantes es la formación en el feto de las estructuras del sistema endocrino: llámense glándulas endocrinas.

¿Acaso el sistema endocrino es importante para la vida? Pues pregúntenle a cualquier médico.

El sistema endocrino está relacionado con la misma supervivencia, con el sistema reproductivo, con el sistema metabólico, con el sistema inmunológico, y con todo los demás de forma directa o indirecta.

Nuestra biología, basado en el sistema endocrino, es la que nos permite no solo la vida cotidiana, estable; sino asumir las exigencias extraordinarias de procesos de crecimiento, enfermedad, curación, sanación, expansión, mejora; no solo de nuestra parte física, sino de todo nuestro Ser.

¿Creemos entonces que nuestro cuerpo biológico (lo que contiene a nuestra alma) es importante? La respuesta categórica es sí.

¿Acaso lo cuidamos con la importancia que tiene? Posiblemente la respuesta sea no.

Muchas veces, cuando se asume un estilo de vida espiritual, se deja de lado ingenuamente aquellas cosas que mal asumimos terrenales. Este es un muy grave error.

Si entendemos que venimos a este plano para recorrer el camino hacia Dios, pues lo haremos de forma más eficiente y efectiva si el vehículo de nuestra alma lo mantenemos de forma óptima. Esto es así ya que sabemos que el camino a la espiritualidad está marcado por muchísimo esfuerzo: subidas empinadas, bajadas pronunciadas, altas temperaturas, baches, luchas internas para perfeccionarnos y cambios constantes.

Ser verdaderamente espiritual es, sin duda alguna, el mayor esfuerzo que cualquier ser encarnado pueda realizar. ¿O aún creemos que la recompensa de llegar al Cielo es para flojos y cómodos?

Es un viaje exigente, ¿podremos hacerlo con un cuerpo físico mal entonado?

Y no se trata de ser bello (que no está mal), sino de estar sano y funcional.

Sometido a fuego

Cuando recordamos que debemos conquistar más espíritu para que nuestra alma espiritual se eleve, sabemos que lo vamos a tener que hacer con mucho esfuerzo humano. Quien haya comprado y creído lo contrario, simplemente le estafaron.

El diamante se forja del carbón a altas presiones y temperaturas; el mismo oro (simbolismo del espíritu) se purifica con fuego.

Y trascender a nuestra humanidad para poder comenzar a ser seres espirituales implica cambios de conductas humanas a conductas espirituales. Y los cambios son difíciles. El miedo al cambio, al fracaso, la perniciosa zona de confort, la apología hacia el cero esfuerzo, el positivismo; son paradigmas modernos que dejan a las personas estancadas.

En la naturaleza, para producir cualquier cosa, se necesita fuerza, esfuerzo; es ley.

El hecho de ser espiritual, ganar cada vez más espíritu, se puede resumir en:

  1. Hacer cambios en la visión de la vida

  2. Hacer cambios en cómo llevamos nuestras acciones y

  3. Hacer cambios en cómo reaccionamos ante las situaciones que acontecen.

Todos son cambios; y cambios que exige energía. Obtenemos buena parte de esa energía de nuestro cuerpo terrenal. Es como estar hecho de un material refractario super resistente para así poder purificarnos.

Cuando descuidamos nuestro continente terrenal ¿tendremos energía para hacer dichos cambios? Difícilmente podremos avanzar si no aseguramos un medianamente buen funcionamiento.

Lo que se suele llamar “flojera”, desidia, apatía, letargo; son actitudes que frenan el éxito de ser espiritual. Muchas veces esos estados vienen por carencia de energía; un cuerpo biológico mal entonado. Aunque ustedes no lo crean.

Y sin considerar cuando enfermamos. La energía que deberíamos utilizar para “subir al Cielo” se va a utiliza para intentar sanar o curar aquello que no cuidamos. Perdemos tiempo y recursos. La prevención siempre será buen negocio.

Cuidando nuestro continente

Con esta pequeña reflexión, nos damos cuenta que es obligatorio mantener el continente de nuestra alma (nuestro cuerpo biológico-terrenal) de la forma más óptima posible. La forma de hacerlo escapa del alcance de este escrito.

Pero no es extraño hablar de algunos aspectos para mantener de forma óptima nuestra biología:

  • Buena alimentación.

  • Ejercicio de alta intensidad de forma regular.

  • Sueño apropiado y suficiente.

  • Suplementación necesaria, cuando la buena alimentación no sea suficiente o los requerimientos sean mayores.

  • Hidratación correcta.

  • Meditación/relajación.

  • Enfoque preventivo de la salud (exámenes diagnósticos)

  • Atención inmediata e inicial en problemas.

Entre muchos otros.

Es casi una obligación con Dios mantener el vehículo de nuestra alma muy bien entonado; porque es con el esfuerzo de este como podemos recorrer el camino hacia Él.

Dios les bendiga.

Namasté.

ShaniShaktiAnanda
Original: 2109 AS. (10 de octubre del 2021)
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Palabras-claves: alma, espíritu, dios, cuerpo, reencarnación, salud, bienestar, integral, holístico