Autor:
Pedro A. Gómez Ruzzo
He
escuchado a muchos analistas sociales, políticos, educadores e
incluso libre pensadores, haciéndose la pregunta de porqué las
personas no hacen lo que deben.
Y
hablo de personas como individuos o como colectivos.
Está
muy claro que una sociedad funciona bien siempre y cuando sus
miembros cumplan con reglas y convenciones sencillas que beneficien a
todos.
Desde
no robar, no matar, no abusar, no aprovecharse de los demás; hasta
no mentir, no cruzar las calles por las esquinas y ser honesto en las
cosas más pequeñas y cotidianas.
Las
respuestas que se pueden dar van desde sociedades o grupos humanos
que viven en estado de supervivencia (donde las reglas sociales pasan
a ser opcionales), hasta aspectos culturales y de crianza (donde la
formación de valores es descuidada en los niños).
Es
verdad que en toda sociedad pueden haber actores que sí están
ganados al correcto comportamiento; ¿pero y los demás?
El
punto es que teorías van y vienen y todo se parece a “un cuero
seco”: lo pisas por un lado y se levanta por otro; abordas una
arista del problema pero aparecen otros problemas asociados a la
misma situación.
Y
yo quiero llamar a la reflexión a esos analistas de los problemas
sociales: ¿acaso las personas tiene alguna motivación real para
actuar bien en la vida?
Y
no hablo de que la motivación necesaria sea el castigo por el
incumplimiento de las leyes de un país; porque el problema del
comportamiento incorrecto muchas veces es a escala tan personal y
cotidiana, que las leyes de un estado no aplican.
Impunidad
El
concepto de impunidad hacia las leyes, que se argumenta en asuntos
sociales, habría que extenderlo a lo cotidiano.
Existe
un sentido de “impunidad hacia la vida”. Ya no es solo el hecho
de cometer actos impropios simplemente porque no me ven o no me van a
castigar; sino porque ni siquiera se identifican como
contraproducentes.
Cualquiera
pudiera preguntar: ¿acaso la moral y la ética no son suficientes
para guiar de forma correcta el comportamiento humano? Es
evidente que no. Los principios morales y éticos escasean o se
suelen flexibilizar según argumentos o conveniencias personales.
Otros
podrían preguntar: ¿y el amor al prójimo, no es suficiente?
Cuando nos acostumbraron a vivir en competencia, algunos prójimos se
convierten en oponentes y enemigos; y allí no aplian las buenas
consideraciones hacia ellos.
Otra
pregunta sería: ¿y el bienestar común no es suficientemente
importante? En estados de emergencia, el bienestar personal está
sobre el bienestar común.
Y
además, muchas veces el bienestar común se mide desde la concepción
personal de alguien o de algún pequeño grupo. Esto se argumenta
desde un “yo sé lo que es bueno para todos” (sin preguntarle)
así que “yo me impongo sobre todas las cosas hasta conseguirlo”.
Por
lo tanto, si hay que pasar por encima de algunas leyes, pues el fin
(mi fin) justifica los medios.
Entonces,
a la hora de intentar conseguir un comportamiento correcto de alguna
personas o alguna sociedad; no son suficiente los valores morales, ni
éticos, ni las consideraciones hacia los demás, ni la intención de
bienestar común. Lo que parecería lógico y suficiente para que el
mundo se comportara bien, no es motivación suficiente.
La
mejor motivación
Pero
desde que el ser humano se plantó sobre la tierra; a tenido una
motivación real y con posibilidades ciertas de ser efectiva.
Una
buena motivación siempre nace de una posibilidad de sufrimiento;
aunque suene rudo. Esto es muy instintivo, visceral y por lo tanto
efectivo. Si sientes que estás cayendo desde lo alto, te agarras más
fuerte de lo que imaginas; si sientes que puedes caer a un
precipicio, de frenas de inmediato sin pensarlo; si sientes que te
estás cortando o quemando, sueltas de inmediato lo que te está
haciendo daño.
¿Y
cual es el el peor sufrimiento que un ser humano suele imaginar? Pues
el sufrimiento de la muerte.
Por
mucho que alguien alardee de valiente y diga que no le tiene miedo a
la muerte; en el momento de la verdad, el deseo de no morir sale a
gritos.
Con
esto no estoy diciendo que se tenga que implantar la pena de muerte
ante malos comportamientos, claro que no. No hace falta matar a
nadie, ya que todos (absolutamente todos) vamos a morir mas temprano
que tarde.
¿Pero
cómo se puede utilizar la muerte como la mejor motivación? Veamos.
Dios
detrás de la muerte
Abramos
un poco nuestra consciencia.
Cualquier
persona que sienta que después de la muerte no ha nada más;
cualquier persona que crea que su existencia se limita a sus años de
vida biológica; tenderá a aprovechar su existencia terrenal en
procurar su bienestar. Y si ese bienestar se lo debe procurar a costa
de otras personas, pues así lo hará.
Si
una persona, consciente o subconscientemente, tiene la noción de que
se debe procurar su disfrute antes de la vejez o antes de morir; pues
buscará hacerlo a toda costa.
Resulta
imposible convencer a una persona que se comporte bien y piense en
los otros tanto como en sí mismo, si no hay noción de un bien
mayor; de una motivación mayor.
Y
esa noción de bien mayor se a asociado desde que el hombre es hombre
a la figura de Dios.
Si
revisamos las religiones antiguas; todas tienen su fundamento en un
estado de bienestar ulterior a la vida terrenal que depende de la
conducta que el hombre tenga en su vida terrenal. De aquí salen
nociones tales como Cielo e Infierno.
El
Cielo sería similar a llegar a un estado de Paz Eterna, a un
estado sin conflictos; como premio a cumplir con lineamientos de
conductas que Dios establece.
El
Infierno sería similar a un estado de Sufrimiento Eterno e
Inimaginable, como consecuencia de incumplir con las normas de
conducta y de convivencia establecidas por Dios.
Ambos
estados, Cielo e Infierno, serían estados luego de la muerte física.
Por lo tanto, ante el miedo a la muerte y en cómo quedará el
individuo después de ella, el hombre buscaba comprometerse con Dios
y con sus lineamientos, para así asegurarse una existencia mejor (la
Vida Eterna – el Cielo – la resurrección – no reencarnar más).
Por
esta razón, Dios y el temor a incumplir con sus mandamientos,
eran suficiente motivación para el ser humano a la hora de modelar
su conducta hacia acciones que estaban enfocadas hacia el
comportamiento correcto y el bienestar colectivo.
Pero
esas eran motivaciones antiguas; desafortunadamente.
La
religiosidad moderna
La
argumentación de una vida con Dios, es decir la vida espiritual, se
centralizó en las diferentes prácticas religiosas.
Eran
las religiones las que debían dar los argumentos de vida humana,
para que cumplieran con los preceptos de Dios.
Así
que, la motivación principal de conducta correcta en función de
una vida eterna placentera, debía ser presentada, enseñada y guiada
por las religiones.
¿Pero
que pasó en nuestra era moderna?
Desafortunadamente
la religiones de hoy en día, convertidas más en instituciones
humanas que en instancia de la divinidad, han echado por tierra a ese
Dios que era la motivación real para que el ser humano se comportara
correctamente.
Muchas
iglesias de hoy (para no decir todas las occidentales) se han alejado
de los lineamientos divinos y han pasado a complacer los lineamientos
del hombre moderno con la idea de mantenerlos en sus filas y así
parecer más poderosas. Mientras más feligreses se tengan
contabilizados, más poder humano tienen las iglesias.
Y
esto ha llevado a las iglesias a ser complaciente con lo que el
hombre moderno (alejado de Dios) espera oir. Para ejemplificar, solo
apunto algunas enseñanzas desvirtuadas:
- Dios te ama de forma incondicional, sin importar qué. Sin importar lo que eres ni lo que haces, Él siempre te va a perdonar.
- Dios te ama tanto que está para darte felicidad terrenal, pídele por eso. (El Cielo ya lo tienes ganado casi que de forma automática)
- El compromiso con Dios es simple. Solo bastan algunas prácticas religiosas básicas (además de la afiliación a las instituciones eclesiásticas) para ganarte el Cielo.
- Las cosas malas pasan por la existencia del Diablo y Dios siempre está a tu lado y te protegerá. (Nada nunca pasa como consecuencia de tus acciones)
- Dios te escucha y busca complacerte simplemente repitiendo oraciones y ayudando a la iglesia y a otras personas. (No cuenta mucho tu comportamiento personal hacia el bienestar de tus semejantes)
- La iglesia te apoya en que defiendas tu bienestar terrenal como meta.
- Alguien santo ya murió por tus pecados y estás libre del infierno con solo creer que esto fue así.
- De cualquier forma, con un sencillo protocolo, un representante de la iglesia puede interceder por ti ante Dios para así borrar todos los pecados que hayas cometido.
- Eso del karma (la responsabilidad personal de nuestros actos) y de la reencarnación (como retardo en llegar al Cielo) son patrañas y herejías.
- De las situaciones malas, no debes aprender nada en particular, solo resolverlas y si rezas, dios te ayuda.
- Las interpretaciones válidas de las escrituras sagradas son únicamente las que dan representantes de las iglesias. Las interpretaciones de otras personas son inaceptables.
- Al final, al morir, bastará con repetir una sencilla oración para que todos tus pecados te sean perdonados y llegues al Cielo directo.
- Cualquiera persona o grupo que plantee algo diferente a esto, es un grupo hereje o satánico y debes alejarte de él.
Estos
por decir algunas pocas.
Pero
entonces; les pido hacer algunas pequeñas reflexiones:
Con
iglesias así, ¿dónde queda el compromiso de una persona con Dios
como motivación para cumplir con los lineamientos de conducta de una
buena vida? Inexistente.
¿Dónde
queda el sano miedo a la muerte que lleva al compromiso de esfuerzo
humano personal para ganarse la vida eterna con su comportamiento?
Inexistente.
Pues
con iglesias así, la verdadera espiritualidad con la correcta
práctica religiosa queda excretada de la vida cotidiana de las
personas. Por eso Dios no crea compromiso; Dios solo está para
conceder deseos como si fuera el genio de la botella.
¿Qué
se debería hacer para recuperar a la humanidad?
Recuperar
a la humanidad, comenzar a sanar las situaciones que tanto aquejan al
mundo, debe pasar por corregir la conducta humana en función del
bien común. Y este cambio debe ser motorizado por la consciencia de
un bien mayor más allá del bienestar terrenal. Dios debe
estar incluido en ese cambio; pero deber se un Dios con el cual las
personas se sientan obligados a honrar.
Lo
primero que hay que hacer es recuperar la importancia de Dios en cada
persona. Enseñarles que su realidad depende mucho más de su
correcto comportamiento dentro de las leyes de Dios, que de su
esfuerzo personal.
El
sentido de empoderamiento moderno, cuando se habla de construir su
realidad, ha sido una de las cosas más perniciosas que la modernidad
ha implementado. El empoderamiento personal, saca a Dios de la vida
de cada persona; o cuando mucho lo plantea como un ayudante o
acompañante útil para el individuo.
Esto
no es solo hacer creer o adoctrinar en función de una creencia
religiosa. Créanme que es muy fácil en la práctica lograr que
alguna persona se convenza por sí misma, en que al comportarse como
Dios espera, su realidad personal comienza a cambiar para bien. Pero
claro, se le debe explicar a las personas el correcto comportamiento
que Dios espera de ellas, desde las sagradas escrituras.
Personalmente, yo no veo a ninguna iglesia actual en capacidad de
hacer esto.
Lo
segundo que hay que hacer es restablecer el sentido de
responsabilidad que cada persona tiene ante todo lo que sucede en su
realidad. Eso de buscar culpables (incluyendo al diablo) es
tremendamente conveniente para condenar a cualquiera.
Plantear
la responsabilidad personal en su realidad, no es implantar un
sentimiento de culpa a nadie. Por el contrario la responsabilidad
personal apunta a que te tienes que esforzar para estar bien, y al
depender de ti siempre lo vas a poder lograr con el esfuerzo
necesario.
Cuando
hablo de responsabilidad personal en la realidad de alguien, no se
puede confundir con empoderamiento. El empoderamiento marca al
hombre como artífice de su realidad desde sus propias ideas,
conceptos y sueños. La responsabilidad personal marca al
hombre como artífice de su realidad en función de su comportamiento
correcto hacia Dios. No es lo que el hombre quiere, es lo que
Dios espera.
Y
lo tercero necesario para recuperar a la humanidad, es permitir que
estas ideas originarias espirituales se acepten en la sociedad.
Que logren tener el peso suficiente para que sean una nueva opción
ante las iglesias desvirtuadas. Cuando digo esto me acuerdo tanto del
Libro de las Revelaciones, mejor conocido como el Apocalipsis.
Un
escenario así, vendría a restablecer en el ser humano las
motivaciones suficientes para portarse correctamente y hacer un mundo
mejor.
La
gran pregunta: ¿Entonces Dios es solo un argumento necesario?
Ya
queda planteado que Dios y el compromiso de vida serio hacia Él es
la motivación necesaria para un mundo mejor; además de que las
iglesias actuales no parecen estar ayudando.
Pero
cualquiera podría pensar entonces que Dios es simplemente un
argumento útil y necesario creado para controlar la conducta del
mundo.
Pues
sí, no es descabellado pensarlo. Pero sea como sea, cuando alguien
se afana en ese “argumento” descubre que realmente se puede vivir
de forma superlativa en su realidad personal.
Solo
falta que muchos lo hagan para que esa experiencia de bienestar
personal comience a hacer una experiencia colectiva y cotidiana.
¿Pero
en realidad Dios es solo un argumento? No lo voy a discutir aquí,
quedaría solo mi apreciación personal.
Lo
que sí puedo decir con autoridad es que una vida centrada en Él (en
ese “supuesto argumento”) ayuda realmente a la hora de morir.
Yo
si he sentido almas de difuntos sufriendo el equivalente al infierno
cuando han vivido sin el compromiso necesario en los lineamientos
dados por Dios. Al igual que he sentido a almas cuya muerte ha sido
una bendición, por el solo hecho de haberse afanado en cumplirle a
Dios mientras vivía.
¿Que
tampoco te doy argumentos para creerme? No necesito dártelos,
recuerda que tú vas a morir en cualquier momento y seguro tendrás
la oportunidad de comprobarlo por ti mismo.
Namasté.
Shanishaktiananda
(Pedro A. Gómez Ruzzo)
Master
Reiki Usui-Tibetano, Karuna Ki, Reiki Mineral
Original:
26 de febrero del 2017.
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Palabras-claves:
Dios, morir, religiones, motivación, conductas correctas, prójimo,
Cielo, infierno, lineamientos, espirituales.